THE SMURFS. PITUFOS EN LA GRAN PANTALLA
MANUEL BARRERO

PITUFOS EN LA GRAN PANTALLA
UN PRODUCTO COMERCIAL


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 El cartel de la película en España 
“Palomitera” es la expresión que se ha puesto de moda últimamente para referirse a las producciones cinematográficas de calado puramente popular, de las de consumir y olvidar, sin mayor trascendencia. Hablamos de productos que podrían situarse en la órbita de los ephemera pero que no proceden de un taller que edita módicamente, como antaño, sino de una industria poderosa que invierte millones de dólares en cada lanzamiento. Esta expresión va asociada a las películas inspiradas en cómics para los periodistas y el público en general, conscientes de que este tipo de adaptaciones no iban en su mayoría orientadas a profundizar en el alma humana (Nolan, acaso Snyder) sino a rozar su superficie para permitir al público pasar un buen rato entre alusiones a la infancia, guiños a la cultura popular y espectáculos de efectos especiales. 

Podemos calificar perfectamente como "palomitera" la reciente adaptación de la serie de historietas Los pitufos a la gran pantalla, una película programada para el ecuador del verano y que va destinada a un público vasto al que complacerá con facilidad. El hecho de llevar a los pitufos a la ciudad de Nueva York responde precisamente a esa idea que la industria de Hollywood tiene de "público en general", que ha hecho de la Gran Manzana el centro del mundo, un lugar al que peregrinan todas las estrellas y mitos aunque en la realidad (en la realidad de su universo de ficción) nunca hubiesen salido de los bucólicos bosques donde nacieron. Si en algo se han hecho expertos los americanos ha sido en romper los universos de ficción ajenos para construir sus propias "continuidades" narrativas. Conocen las claves del negocio, tienen dinero, suman guionistas al plantel y listos.

PITUFOS ANIMADOS DE ANTAÑO

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  La flauta de los seis pitufos.
Ésta no es la primera vez que los episodios de Los pitufos adquieren movimiento, de hecho Peyo hecho sus primeros pinitos como dibujante en el pequeño estudio de animación Compagnie Belge d`Actualités (CBA) en 1945. Pierre Culliford, que aún no firmaba como Peyo, tenía 17 años por entonces y sólo desarrolló trabajos como asistente (fondos, remarcados, toques de guache), pero la animación y sus técnicas no le eran desconocidas cuando inició su prolífica trayectoria como historietista. También la animación fue del interés de otros “comiqueros” vinculados con Peyo. Recordemos que Raymond Leblanc, el editor jefe de Éditions du Lombard y de la revista Tintin, quiso emular a Walt Disney con la creación de los estudios Belvision en 1956, o que el editor Charles Dupuis fundó la TVA Dupuis al poco para intentar explotar en las pantallas a los personajes que él mismo publicaba en la mítica cabecera Spirou. Leblanc animaría la obra magna de Hergé, Tintin; Dupuis (en realidad el director artístico Maurice Rosy) hizo lo propio con los pitufos. No deja de ser gracioso que la primera producción animada de estas singulares criaturas fue de horror, ya que el argumento escogido para generar un dibujo animado de prueba para la televisión fue el de Schtroumpfs Noirs (recordemos que los negros son “zombis” de los azules). Aquella primera intentona fue rodada de forma tan rudimentaria que desagradó enormemente al perfeccionista Peyo y el autor optó por ceder sus criaturas a Leblanc a principios de los setenta. Belvision había tenido ya éxito por entonces con sus primeras ambiciosas producciones animadas (dos películas de Astérix, dos de Tintin y una de Lucky Luke) y para llevar a cabo la adaptación del cómic al cine tuvieron que superar unas negociaciones muy complejas dado que Dupuis y Leblanc eran competidores en la arena editorial y ambos querían sacar el máximo partido a los duendecillos azules. El resultado fue la película La flûte à six schtroumpfs, que se estrenó en la navidad de 1975 en Bruselas aunque la producción está registrada en 1976.

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 Distintas carátulas de la serie de animación.
 
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Los americanos tardaron muy poco en darse cuenta del potencial de estos hombrecillos del bosque imaginados por Peyo. En 1978 ya había un productor televisivo de la NBC llamando a las puertas de Dupuis, y en 1981 se estrenó una serie de animación hecha íntegramente en los EE UU. The Smurfs, que así se tituló al otro lado del océano, estaba bastante alejada del espíritu tierno que Peyo depositó en la serie de historietas porque se dedicó a explotar el gag sencillo y los argumentos fantásticos con el fin de entretener a los chavales americanos. El primer episodio, estrenado en septiembre de 1981, era una suerte de adaptación de Le Cosmoschtroumpf (titulada “The Astrosmurf”), pero los siguientes ya fueron guiones nuevos con escasa ligazón con la serie de historietas amén del leve arraigo en ciertos mitos y fábulas de la vieja Europa. Los personajes que poblaron estos dibujos se fueron distanciando tanto de la serie original que Peyo no dudó en vetar la producción televisiva. De hecho, nunca fue fluida la comunicación entre el historietista y el estudio encargado de desarrollar los dibujos animados, Hanna-Barbera. Llegado cierto punto, no le dejaron intervenir ni tomar decisiones sobre ningún aspecto de la producción y no pudo evitar que de aquellos episodios fueran surgiendo nuevos personajes de un “universo pitufo” que ya no era el suyo pero que pronto sería de todo un público, como por ejemplo el perro Puppy. Hubo ocho temporadas entre 1981 y 1989, y otra en 2004; 259 episodios animados en total a los que se sumaron varios más especiales para algunas fechas marcadas. En EE UU fueron un éxito, siendo casi obligatoria durante una década la cita de los sábados por la mañana con la pequeña pantalla para más de un 40% de los niños de Estados Unidos.

No nos debe extrañar entonces la producción cinematográfica de 2011, estrenada treinta años después del primer episodio animado. Los estadounidenses conservan seguramente buen recuerdo de aquellos dibujos y se nota que la actual película ha sido concebida para un público americano y en un escenario americano, hasta tal punto que los propios pitufos terminan siendo “americanizados” en la película (amén de que no se nos ha escapado que en los créditos no falta un dibujo del perro Puppy, que en la película no tiene papel).

PITUFOS EN N.Y.

El filme, también titulado The Smurfs, ha sido estrenado el día 29 de julio en las salas de cine españolas. Se trata de una producción dirigida al público familiar (los “géneros” asociados a esta narración filmada son “animación, comedia y familia” según la base de datos imdb.com) de las empresas Columbia Pictures, Sony Pictures y Kerner Entertainment. De Peyo tiene esta película bien poquito aunque se basa en su genio. Recuerdan su presencia como creador en los créditos y en el metraje aparece su nombre impreso sobre un libro con historietas y textos que los pitufos buscan para localizar un conjuro, con lo que respeto y homenaje hay. Pero el guión es de cuatro guionistas que parecen no haber leído los tebeos de Peyo. Van encabezados por J. David Stem, el mismo tipo que perpetró las adaptaciones fílmicas de los Rugrats en colaboración con David N. Weiss, y hacen su trabajo como guionistas de manera… “funcional” para entendernos, construyendo piezas narrativas al gusto de un estudio, de una productora y de un público. El director ha sido Raja Gosnell, realizador especializado en segundas partes, el mismo que logró atraer chiquillos al cine para ver a un Scoby-Doo digital y el mismo, ¡horror!, que rodó en 2008 Un chihuahua en Beverly Hills.

Agítense estos ingredientes y obtendrán un bebedizo tipo cocktail muy diferente de una buena cerveza trapense belga. La película nos cuenta cómo los pitufos viajan desde su poblado medieval centroeuropeo hasta Central Park a través de un túnel interdimensional abierto por la luz mágica de una luna azul. Llegaron a esa puerta mágica perseguidos por el brujo Gárgamel y su gato Azraël, y ambos les siguen hasta Nueva York. Los pitufitos tienen suerte y acaban siendo adoptados por una pareja de jóvenes que están a punto de ser padres, quienes les ayudan a sortear el afán del brujo por utilizar a los hombrecillos azules para obtener una esencia poderosa. Se completa el eje argumental con el anhelo del protagonista humano por conseguir un puesto mejor como publicista en la empresa de cosméticos para la que trabaja, empeño en el que le ayudan los pitufos. Todo está orientado claramente hacia un final feliz donde cada pieza encaja a la perfección tras haber experimentado las suficientes dosis de drama, tensión y aventura que satisfacen a mayores (hay acción para ellos y almíbar para ellas) y a niños (hay aventura y fantasía). Los niños, por cierto, son rápidamente capturados por el atractivo de los personajes azules, eso parece innegable si se les observa en una sala de cine, aunque el apartado dramático y emotivo del filme no les atraiga demasiado. Posiblemente sea Peyo el responsable de esta fascinación.

¿Qué mola más de la peli? La aldea putifa, que da el pego, francamente. Los efectos especiales en general, que consiguen que los pitufos parezcan de trapo sin dejar de ser pitufos (indudablemente porque van a fabricar peluches pitufo muy parecidos a los de la película). El pitufo torpe, que es un encanto. Sofia Vergara, que está de muerte haciendo de mala. Y por supuesto Azraël, el verdadero protagonista de la película, mezcla de gato de verdad con gato digital y que es el personaje más sufrido y más coherente de todos. 

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El protagonista, Neil Patrick Harris, un joven actor que ya va siendo muy conocido. A la derecha, los malos: Sofía Vergaraaaaah, y Azaria caracterizado como Gárgamel.
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¿Qué da pena? Que Hank Azaria es un gran humorista de voz en su país (The Simpsons) pero aquí le doblan fatal y, por ello, “su” brujo resulta un bufón. Que el recuerdo de Neil Patrick Harris como líder de las Tropas del Espacio se desvanece por completo. Que el pitufo valiente (vestido con kilt) hará gracia pero también abochorna lo suyo. Que ya cansa tanto americanizarlo todo, aunque haya que reconocer que hacen las cosas muy bien los americanos. Y que de aquí no van a surgir mejores tebeos ni nuevos lectores de tebeos: saldrán compradores de peluches azules.

Creación de la ficha (2011): Manuel Barrero. Corrección por Javier Alcázar. · Datos e imágenes tomados de un ejemplar original
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2011): "The Smurfs. Pitufos en la gran pantalla", en Tebeosfera, segunda época , 8 (5-VIII-2011). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/the_smurfs._pitufos_en_la_gran_pantalla.html