THE PRO. LA PROFESIONAL. LOS LÍMITES DE LA SANTIDAD
ANTONIO SANTOS

Origen:
Tebeosfera, 2ª época, nº 0
Resumen / Abstract:
Por mor de una apuesta que determine el grado de sublime espiritualidad y sacrificio de todo ser humano, aún el más vil o desfavorecido, el pomposo UATU EL OBSERVADOR (mezcla del VIGILANTE de MARVEL con el verde de los GREEN LANTERN) dota de grandes poderes a una prostituta y madre soltera en la vida. Gana la apuesta (aunque no llega a cobrarla) y dentro del pintoresco mundo de los superhéroes la huella que impronta su pupila, La Pro, marcará las diferencias.

THE PRO. LA PROFESIONAL. Los límites de la santidad

CÓMIC EXTREMADAMENTE RECOMENDADO PARA ADULTOS.-

Bajo esta parodia borde de los ambientes superheroicos y sus dogmas de tebeo, tan faltos a la realidad como coherentes son sus protagonistas, y el desaliñado y provocador (que no provocativo) aspecto de nuestra deslenguada heroína, profunda conocedora de las parafilias enmascaradas de sexualidad liberal, Ennis, el irlandés detrás del más macabro y expeditivo THE PUNISHER, intenta airear una faceta del tebeo de superhéroes con un acierto que, sin ser desigual, es en algún momento irregular, porque el trabajo erudito o intelectual para defender sus postulados sobre lo que debe constituir y ser un superhéroe “moderno”, le ha venido, a grandes rasgos, excesivo, y al intentar resolverlo, ha topado con una solución más torpe o desfavorable que el dilema que plantea. 

        Para su parábola, ha tomado, como referente, a “la forma de vida más ínfima y despreciable” de la sociedad que provocadoramente se le ha ocurrido (una prostituta), imbuida, sin embargo, de una pagana y extensa sabiduría parda y un conocimiento del lado más obsceno, sucio y oscuro del género humano, empleándolo de contrapunto al ejemplo de gloria, moral y decencia que pueda suponer el ingenuo EL SANTO (tranquilos ahí detrás, no es ni SIMON TEMPLAR ni tampoco VAL KILMER), epítome máximo del limpio y sofisticado heroísmo desinteresado, sin ambiciones, sombras, dobleces o vida social comprometida, comprometible o turbia, cameo de SUPERMAN, pues la mítica del ÚLTIMO HIJO DE KRYPTON es tan grande que resulta insoslayable. (Por cierto, ¿alguien ha valorado cuánto debe soportar Superman? Aparte de LEX LUTHOR y las manipulaciones maniqueas sociopolíticas a las que le someten, están sus alter egos, más o menos afortunados, y que él es el pararrayos al cual van incidir todos los disparos que merecen todos los horteras de DC COMICS.)

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Por boca de su procaz protagonista, Ennis revista a todo el panteón, obsesivamente obcecado por enfrentarse a sinónimos de sí mismos pero en clave de antónimos: grupos de pendencieros enmascarados cuyas metas finales etéreas están disueltas en una espesa verborrea semántica intrascendente. Brincan y saltan por ahí lanzando histéricas peroratas culteranas, esbozando planes mefistofélicos que no conducen a ninguna parte. Llega el Super de turno, le propina un piñote y lo enjaula con los comunes de cualquier cárcel, donde no hay mafiosos, terroristas, violadores o pedófilos, sino la elite de los ladrones de guante blanco que guardan más miramientos sociales que los hermanos FRASIER y NILES CRANE juntos.
La vitriólica The Pro, obligada a sudar la camiseta en su Liga de los Pazguatos, les expone el hecho de que viven en una especie de burbuja pararreal incapaz de quedar salpicada por los avatares más sórdidos de la vida común, a la cual viven completamente de espaldas, practicando un autismo eficazmente selectivo. Les manifiesta su desprecio incrédulo y les asegura que ante un psychokiller no saben, no pueden, son incapaces, de reaccionar. Esa es una clase de maldad que escapa a su entendimiento. Son como privilegiados ciudadanos del idílico UNIVERSO PLEASANTVILLE, caracterizado por unos limpios estándares mágicos pero apenas lógicos.
 
AUNQUE FINGIMOS QUE NO EXISTE, ¡PERSISTE!-
 
        Así, La Pro plantea: ¿cuándo CAPITÁN AMÉRICA capturó a un violador? ¿O SPIDER-MAN, en su faceta de periodista freelance, destapó una red de pederastas? Ante crímenes de semejante envergadura, ¿qué hacen? Sencillamente, ignorarlos, esperando que, por arte de birlibirloque, el problema de desvanezca.
        Entendemos que hay una determinada política editorial y comercial (digna de HAYES y MCCARTHY, más que de WERTHAM) que impide emporcarles de ese fango, pero para eso están los llamados tebeos para adultos. Ahí pueden desarrollar tales planteamientos, de forma marginal. (Resulta llamativo que si bien los Editores esquivan referirse a este tipo de crímenes, o parecido, luego incluso animan a plasmar con ajustadas vestimentas fetichistas, también censurables acorde a esos principios, a sus protagonistas femeninas, sobre todo.)
        ¿Dónde estaban los superhéroes el 11-S de los tebeos? En un auténtico Mundo de Superhéroes, ¿hubiera tenido lugar? ¿Existirían las circunstancias que lo originaron, siquiera?
        El más macabro plan de conquista, destrucción y dominio de DR. DOOM, por citar a un clásico, no deja de ser una compleja jerigonza mecánica que hace de todo menos lo previsto.

Los superhéroes viven perfectamente ausentes y alimentados de manzanas de IDUN, ignorantes del mundo real y sus problemas, aunque finjan estar de modo permanente comprometidos con la sanación de sus males. La Pro chapotea en la inmundicia de ese mundo, el cual la obliga a arrodillarse ante él cada noche, y varias veces, para satisfacer un determinado rasgo de la sexualidad, a fin de obtener un poco de pasta que pague el alquiler y mantenga a un crío que no cesa de berrear (y que podemos identificar, de modo simbólico, con la sociedad permanentemente ingrata, egoísta, insatisfecha y necesitada de perpetuo socorro.)

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BUEN INTENTO, GARTH…

 
        …pero no has alcanzado las cotas de sabiduría que, sin duda, perseguías. No es nada desdeñable tu trabajo, sin embargo; deja resonancias para que el lector las asimile pensando en algunas frases y situaciones que el simpático arte de Amanda Conner refleja con ironía y crudeza en abundantes viñetas (¿fijo que son de ella? Porque su trazo nos recuerda un montón al de STEVE DILLON, sobre todo en la concepción de las páginas; Palmiotti tendrá algo que ver al respecto, seguro.)
        El problema reside en que Ennis es esencialmente un hombre de acción con la suficiente mollera como para llenar sus guiones de algo más que de hemorragias y mutilaciones. Por lo tanto, en su línea abrupta, The Pro es una historia áspera, sin concesiones, burda y soez, efecto en algún momento más buscado aposta que como consecuencia de la trama, cosa a lo que los dibujos de Conner colaboran espléndidamente. Su contenido es mucho más visceral y cruel, desapacible, que la recientemente estrenada HANCOCK, cinta con la cual guarda algún parecido (en realidad, sólo el iconoclasta tratamiento de la figura del héroe), escribiendo un ensayo que explora la incapacidad de los virtuosos enmascarados por acoplarse a nuestro continuo.
        De manos de La Pro (que nos dicen que es diminutivo de profesional, pero también puede serlo de promiscua, de procaz, de… adjetivos similares), Ennis nos desliza por los callejones inmundos poblados de sombras y sexo pagado y barato y sucio que, a menudo, se recompensa con violencia de cualquier tipo. La abrumada protagonista recibe el poder de hacer milagros (cuento de H.G. WELLS que de alguna forma contribuye en la construcción de esta historia) y lo aprovecha tan a fondo como es capaz, aunque sea de un modo observado como denigrante por sus camaradas de armas (a los cuales, en realidad, les escandaliza más que se aproveche de sus superpoderes en beneficio propio). Pero ella rechaza sus indignadas (e hipócritas) protestas restregándoles que así llega a fin de mes. Ennis aprovecha, además, estas viñetas para criticar el (para él, fatuo, ridículo) estereotipo/concepto de la moral que envuelve al superhéroe, procurando predicar con el ejemplo que él encarna a la sociedad, la cual se resiste porque ésta, la Sociedad, es un organismo complejo y enfermo que goza depravándose.
        En esto, Ennis acierta de lleno, pero fracasa cuando afirma, por boca de La Pro, que lo que necesitamos son tíos duros y expeditivos (léase The Punisher) para enmendarnos la plana. En realidad, lo que necesitamos son esos valores tipo Superman, pero no la hipocresía que los sazona.
        A diario se nos hace patente que el buenismo rousseauniano que la caterva de los Políticamente Correctos nos imponen con energía de decretos dictatoriales ha sido, es, será, un estrepitoso fracaso. Pero la solución no puede pasar exclusivamente por una masacre cotidiana. Se debe castigar (¡el terrible palabro!) “conforme al crimen cometido” (el dogma de HARRY EL SUCIO); sería preferible educar mejor y formar para no llegar al extremo punitivo.
Pero esto es una irrealizable utopía. Toda medida de esta índole, aplicada al ser humano, un animal carnicero injusto, es una mera fantasía improductiva.

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RECAPITULANDO.-
 

        The Pro es un tebeo tan deliciosamente escandaloso e iconoclasta que debería figurar en un lugar preferente de nuestras lecturas. Conviene recordar al lector que es una lectura heavy, ácida para algunos paladares, espejo de una forma escabrosa de conductas sociales, reflejando situaciones que no se han creado ex profeso para esta trama, protagonizada por los más icónicos de DC, objetivo quizás excesivamente trillado.
The Pro también nos transporta a ciertos momentos de MARSHAL LAW, influencia persistente aunque difuminada aquí.
        Ennis (y sus compinches del apartado gráfico) han señalado las otras pasiones latentes, intuidas que no vistas, de los caracteres de BATMAN o WONDER WOMAN (escultural sáfica suave en este tebeo), hallando estridente e idiota lo que supone tener a un mozalbete como compañero de fatigas (caso de ROBIN, o su presencia en este cómic), en plena línea de acción o a la sombra de la tenebrosa capa.

        El Santo (esto, Superman), por otra parte, no puede ser tan deliberadamente ingenuo como para ignorar qué le propone La Pro (en la repulsiva teleserie LOIS Y CLARK se dio una situación parecida, y de verdad, que quedó espantoso de ridículo: Clark debió ver hacerlo a los monos en el zoo). Queda simpático, no obstante, el desenlace, dentro de su constante escarnio iconoclasta, y de paso aclara por qué Superman no puede sostener relaciones sexuales con Lois LANE, como descubren los aterrados, y luego escandalizados, pasajeros del avión accidentado por tan singular proyectil líquido.
        El dibujo de Conner está perfectamente ajustado a lo que indica el guión y sabe situar el rostro al momento oportuno. El resto del trabajo gráfico es rigurosamente adecuado, quizás lineal como viene siendo de un tiempo a esta parte (desde que no se entinta a pincel), y entre los fallos a destacar ya señalamos la trilladísima elección de los superhéroes escogidos, o lo mal caracterizado que está el cameo de FLASH, que más parece un nadador con la piscina perdida que un plusmarquista supersónico. Pero estas deficiencias, junto con alguna otra que ni merece reseñarse, no deben frenar al lector para adquirir, si puede, una obra tan irreverente que destaca con intensidad frente a otras presuntamente más polémicas que no contienen ni la mitad de su aguda mordacidad.
        Por cierto, el fulano ese, el que pierde el maxilar inferior de un directo justiciero de La Pro, ¿no vagabundeaba por las páginas de The Punisher?
 
Reseña de Antonio Santos
De su serie GRAMÁTICA PARDA, entrega cuatro
 
Creación de la ficha (2008):
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ANTONIO SANTOS (2008): "The Pro. La profesional. Los límites de la santidad", en "Tebeosfera, 2ª época, nº 0" . Rescate en TEBEOSFERA (2008, TEBEOSFERA) -2ª EPOCA- 0. Disponible en línea el 23/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/the_pro._la_profesional._los_limites_de_la_santidad.html