TEBEOS Y VINILOS
RUIDOS, CANTOS Y MÚSICA
El cómic es todo menos un medio silencioso: transmite diálogos, ruidos, cantos y música. En una conferencia en el Collège de France[1], Benoît Peeters afirmaba en 2020 que en álbumes de Hergé como El asunto Tornasol[2] o Las joyas de la Castafiore[3] o en obras de Franquin como QRN sur Bretzelburg[4], la música es imprescindible y se escucha tanto como se miran las viñetas[5]. En su álbum La musique du dessin[6], Edmond Baudoin establece una correspondencia entre puntos, manchas y líneas con canciones, sonatas y sinfonías. Cuando en Tenir l’accord[7] la psicoanalista Valentine Dechambre pregunta a Pascal Dusapin cómo elabora sus obras, el compositor de ópera cuenta cómo primero dibuja y luego compone sus melodías sobre la base de sus esbozos.
De hecho, los puntos de encuentro de la música y del cómic son múltiples: retratos de músicos como los de blues, jazz y country dibujados por Robert Crumb[8]; innumerables biografías de músicos tales como la del bluesman Robert Johnson por Jean-Michel Dupont y Mezzo[9], la de Jimi Hendrix por Bill Sienkiewicz y Martin J. Green[10], la de Boris Vian por Georges Unglik[11] o la de Carlos Gardel por Carlos Sampayo y José Muñoz[12]; historias de movimientos musicales, como la de la música tradicional negra del sur de Estados Unidos por Frantz Duchazeau[13] o la del rock duro de los años ochenta por Miguel Núñez[14].
En el caso español se puede hablar incluso de fusión entre cómic y música. Como el underground estadounidense o la revuelta estudiantil francesa, la movida madrileña expresa sus nuevas visiones del mundo a través de una multiplicidad de canales culturales (o mejor dicho, contraculturales), tales como el cómic, el rock, el cine, la promoción de la libertad sexual y del consumo de sustancias, todas rúbricas de la revista española Star, emblemática de la época. Entre los años sesenta y ochenta, la música y el cómic son inseparables y caminan de la mano, como lo testifica la portada de Blues Breakers (figura 1) en la que, al lado de John Mayall, John McVie y Hughie Flint, Eric Clapton lee Beano, una revista juvenil británica de toda la vida. En Estados Unidos y en Europa, es la época del “dime qué música escuchas, qué revista de cómic lees, y te diré quién eres”. Las amistades, los romances y más afinidades se construyen a base de Zap Comics y The Mothers of Invention, Charlie Mensuel y François Béranger, Makoki y Un Pingüino en el Ascensor.
La música puede convertirse en el principal protagonista de un cómic. El manga Nodame Cantabile, de Tomoko Ninomiya y David Walsh[15], nos envía al mundo de la música clásica; Blue Giant, de Shinichi Ishizuka[16], al del jazz, y Beck, de Harold Sakuishi[17], al planeta del rock and roll. En el medio de esta avalancha de buenos sentimientos, hallazgos y nostalgia, llama la atención un cómic insolente de Luz[18], dibujante de Charlie Hebdo, que se burla de la canción francesa y sus intérpretes.
Se pueden mencionar también intentos de proponer productos mixtos asociando cómic y música: The Four Roses, de Baru y Jano[19], que describe el mundo del rock y del rockabilly de los años cincuenta, está acompañado de un 45 rpm del roquero francés King Automatic; otro álbum, este japonés, Your lie in april, de Naoshi Arakawa[20], proporciona códigos QR para escuchar canciones mientras se va leyendo. La palma sin duda se la lleva Le trompettiste du Strasbourg-Paris, de Pierre Brochard[21], publicado en 1961, con dos 33 rpm y un cómic de 32 páginas sobre las aventuras del inspector Lestaque.
Portadas de discos
Cómics y discos también se van a encontrar en las portadas, debido a varios caminos que se cruzan: historietas contadas, portadas en forma de tiras o ilustradas por dibujantes consagrados de cómics, reproducción de superhéroes, etc. El LP y sus varias declinaciones (33 rpm de 20, 25 o 30 cm, 45 rpm de 17 cm o maxi de 30 cm) empieza en 1946 y termina alrededor de 1985 como medio de masas, o sea que tiene una duración algo efímera de cuarenta años, si bien hoy ha recuperado un cierto interés. El vinilo ha muerto, pero su cuerpo sigue moviéndose, gracias a una nueva generación de aficionados nostálgicos de su sonido chisporroteante.
Durante las dos primeras décadas, las portadas son de poco interés y habrá que esperar para que constituyan un aporte valioso, a la vez distinto y coherente con el disco. En su Histoire du disque et de l’enregistrement sonore[22], Daniel Lesueur considera que la carátula como obra gráfica original empieza con la portada realizada por Klaus Voormann para el disco Revolver, de The Beatles, en 1966 (figura 2), una iniciativa inmediatamente imitada por otras, como la de Alan Aldridge para A Quick One, de The Who, o las mariposas psicodélicas diseñadas por el Art Department de Pye Records para Face to Face, de The Kinks.
Otros resaltan la portada realizada en 1967 por Robert Crumb para Cheap Thrills, de Janis Joplin, cantando con Big Brother & The Holding Company (figura 3), como punto de partida de las portadas artísticas. Se pueden encontrar ejemplos anteriores, en particular en las grabaciones de jazz, pioneras en la materia, pero la mitad de los años sesenta marca un antes y un después, con la generalización de la portada de disco como arte especifico, contemporánea de la emergencia de nuevas corrientes musicales como el free jazz y la música psicodélica. En un número importante de casos se recurrió a dibujantes de cómic para crear portadas.
Varios libros recopilan lo mejor de estas portadas, unos generalistas, como The Art of the Album Cover: A History and a How To, de Ricards Evans[23], publicado en 2012; 1000 Records Covers Portadas a Gogo[24], publicado en 2014, o La culture de la pochette[25], una exclusiva de la Fnac editada en 2023, etc., y otros, más cercanos de nuestro interés, centrados sobre dibujantes de cómics. Los socios históricos de la Asociación Cultural Tebeosfera (ACyT) se enorgullecen de sus largas barbas blancas y de ser propietarios del imprescindible libro de Agustín García Zurro Tebeos y vinilos[26], que en 2017 presentaba setenta ejemplos de portadas de LP realizadas por autores españoles de cómic. Basta con considerar la estética de las portadas de la ya fallecida revista Nueva Música, creada, entre otros, por el mismo Agustín García, para sospechar que existen correspondencias, efectivas pero poco exploradas, entre estilos de dibujo y de música.
Por su parte, Robert Crumb tiene por sí solo un libro publicado en 2011 presentando sus portadas, con 450 ilustraciones[27]. Aunque se sospecha que a veces ha dibujado cómics, Crumb es un músico estadounidense, integrante de una banda de nombre aleatorio a principios de los años setenta (entre otros Armstrong's Pasadenians, figura 4) que fue probablemente de las últimas en grabar discos de 78 rpm. Más tarde, en 1975, fundó el grupo Cheap Suit Serenaders (figura 5), influido por su colección de discos antiguos.
Anterior a dichos libros se publicó en 2009 Disques et Bande dessinée[28], de Manuel Decker, una de las recopilaciones más extensas e interesantes con 700 ejemplos de portadas diseñadas en su mayoría por dibujantes de cómics, objeto de esta reseña.
Disques et Bande dessinée
Manuel Decker es coleccionista de discos. Empezó con catorce años, durante un viaje de estudio del idioma a Londres en 1967, con la adquisición de dos discos, el single entonces recién salido See Emily Play, de Pink Floyd, y el álbum en vivo Five Live Yardbirds, editado en 1964. Ahora confiesa ser incapaz de saber de cuántos discos dispone, la pesadilla de todo coleccionista. Supone que son entre 12.000 y 15.000 de todos los géneros, con preferencia por el blues, el blues rock, el British beat, el psicodélico... De ahí, y de su afición paralela por el cómic, surgió la idea de realizar lo que constituye a día de hoy su obra mayor, Disques et Bande dessinée, así como varias declinaciones posteriores que profundizan en el tema y presentan portadas adicionales. La portada de este primer libro está realizada por Mezzo (figura 6), autor, entre otros, con Michel Pirus, de la serie Le Roi des mouches[29], un cómic nominado en Angoulême y a los Eisner Awards.
Además del libro mencionado, ha publicado en 2019, después de negociaciones arduas con Moulinsart, una obra autoeditada, Tintin et los vinyles[30], que presenta de forma exhaustiva las portadas que usan la figura del héroe de Hergé, así como otro libro en 2023, Super Héros et autres créatures - Les vinyles[31]. Actualmente prepara un libro sobre portadas realizadas por pintores e ilustradores como Picasso, Dalí, Wharhol, Jeff Koons, Bansky… que será publicado a finales de 2023.
La presentación de las portadas en Disques et Bande dessinée se efectúa en nueve capítulos, tres de ellos cronológicos con una dominante francófona, un capitulo complementario sobre el resto del mundo no anglófono (Japón, Benelux, Italia, pero nada sobre España) y cinco capítulos temáticos dedicados al mundo anglosajón: “Rock de Gong a Steadman”, “Superheroes”, “Heroïc fantasy y comics”, “Contracultura estadounidense”, “Blues, soul y funk” y finalmente “El mundo perturbante del trash y de los ángeles del extraño”. Cada capítulo esta introducido por un texto corto de presentación en francés e inglés que da lugar a la reproducción de las portadas.
El primer capítulo, titulado “La historia al lado de la fogata: el cómic contado”, se dedica al periodo que va de 1948 a 1965. El cómic de esta época, estrechamente vigilado por autoridades más o menos competentes, está todavía reservado a un público juvenil, y la mayor parte de los discos son la reproducción sonora de historietas para niños pequeños todavía poco hábiles con la lectura y padres perezosos que prefieren hacer lo que hacen los padres en vez de leer cuentos a sus niños. La época empieza con tebeos del planeta Disney (el disco más antiguo presentado en el libro, Blanche Neige et les sept nains, es todavía un 78 rpm), pasa por la revista Tintin y termina con héroes de Pilote y Spirou, como Astérix o Lucky Luke.
El segundo capítulo se llama precisamente “La edad adulta: las escuelas Pilote y Charlie 1965-1973”. En 1967, la revista Pilote ya no es lo que fue, un compendio de aventuras e historietas cómicas de buen gusto, e inicia un giro hacia lo políticamente incorrecto con la llegada de autores como Gotlib, Gébé o Reiser. En 1968, año de todas las revoluciones fugaces, Albert Goscinny tiene que afrontar en su redacción un “tribunal popular”, que le acusa de ser un secuaz de los patronos. La crisis se resolverá, pero la revista entra definitivamente en una nueva era, así como su lectorado. Otro planeta, autoproclamado estúpido y malo, nace en la calle parisina Choron con Hara-Kiri, Charlie Mensuel y el efímero Hara-Kiri Hebdo, censurado por haberse burlado de la muerte de De Gaulle y convertido en Charlie Hebdo. Portadas como las de Gotlib (figura 7) o de Wolinski (figura 8) reflejan las temáticas de la época (“Soy un mal francés”, una canción escrita por el mismo Gotlib; la revolución).
El tercer capítulo, titulado “La explosión gráfica”, se dedica a la contracultura francesa de los años 1971 a 1985, representada por revistas de cómic como Métal Hurlant, L’Écho des savanes, Fluide Glacial y À suivre. La línea clara domina el mundo de los discos de la época, con Ted Benoît, Jean-Pierre Lyonnet (figura 9) o Yves Chaland. Los puentes entre música rock y cómic son múltiples: la revista musical Rock & Folk publica sistemáticamente páginas de cómic de autores como Solé, Gotlib o Druillet, mientras Philippe Manœuvre, eminente especialista de rock, encabeza Métal Hurlant. Es también la época del cruce entre el dibujo y el rock: el cantante del grupo Starshooter, Kent (Hervé Despesse), dibuja como Kent Hutchinson seis álbumes de cómic con Philippe Bernalin[32], mientras creadores de cómics de los Humanoïdes Associés como Jean-Claude Dennis, Dodo, Vuillemin y Frank Margerin participan en una banda de música pop, Dennis’ Twist[33] (figura 10).
El cuarto capítulo, titulado “Del Extremo-Oriente a Europa. Manga-Benelux-Italia”, completa la presentación anterior con ejemplos venidos de otros países (la ausencia de España hace que la publicación de ACyT Ediciones sea un complemento perfecto). En cuanto al manga, el libro se contenta con darnos nueve ejemplos de un mundo todavía por explorar. Es más prolijo con respecto a Holanda y Bélgica, donde se afirma la línea clara con artistas emblemáticos como Ever Meulen (figura 11) o Joost Swarte, y con Italia, con artistas como Hugo Pratt (figura 12), Guido Crepax y Liberatore. El hecho de que Frank Zappa haya utilizado para sus portadas dibujos del italiano Liberatore, para The Man From Utopia, en 1989, o del francés Solé, para ‘tis the season to be Jelly, en 1991, muestra la capacidad de exportación transatlántica de los ilustradores europeos de la época.
Aun si se trata de mantener una imparcialidad olímpica, Manuel Decker afirma sus preferencias musicales en el quinto capítulo (“Una muestra de rock anglosajón: de Gong a Steadman”). Es una sección en la que el humor está omnipresente, con portadas absurdas o inquietantes (figura 13), juegos de palabras, détournements situacionistas, como la portada de Sex Pistols (figura 14), un folleto turístico reescrito que promociona “viajes baratos en medio de la miseria de la gente.”
En los cuatro últimos capítulos, el autor oscila entre cómics (el sexto, “La cultura americana: superhéroes, heroic fantasy y cómics”, y el séptimo, “Underground, Zap Comics & Rip off Press: la contracultura estadounidense”), géneros musicales (el octavo, “Blues, Soul, Funk: artes de la calle y delirios gráficos”) y estilos gráficos (el noveno y último capítulo, “Un dedo de Trash, unos chiflados y el ángel del extraño”). No multiplicaremos aquí los ejemplos, el lector tendrá que ir a buscarlos hojeando el libro de Manuel Decker, pero no podemos resistirnos a mostrar al menos dos portadas, una de Gilbert Shelton procedente del capítulo 7 (figura 15) y otra de Charles Burns procedente del capítulo 9 (figura 16).
Vida y muerte del cómic
La cronología propuesta en Disques et Bande dessinée es fascinante, porque las portadas parecen dirigirse a un solo lector a lo largo de su vida, con centros de interés que van evolucionando en la medida que crece, de niño pequeño temblando a causa de las desgracias de Bambi a adolescente apasionado por las aventuras de Blake y Mortimer, pasando luego al joven adulto que admira los delirios de Druillet y se ríe con los chistes perversos de Reiser. Como este lector, el cómic va madurando, se afirma, se sofistica, entra en la edad adulta a mediados de los años sesenta.
A través de las portadas, Manuel Decker nos proporciona una historia indirecta, pero sin filtro, del cómic, de la evolución del medio y de su lectorado. Otro historiador hubiera tenido la facultad de influir sobre su análisis seleccionando tal guionista o dibujante, o cual revista o álbum de cómic para sostener su discurso, pero aquí la exposición casi exhaustiva de los discos se impone, dicta su camino. Es fascinante y al mismo tiempo inquietante. Si el cómic tuviera un solo lector y este hubiera nacido en los años cuarenta del siglo XX, debe encontrarse ahora en una residencia de ancianos. ¿Será 2040 el año de la muerte del cómic?
NOTAS
[1] PEETERS, B. (2020): Génie de la bande dessinée, de Tôpffer à Emil Ferriss, Collège de France.
[2] HERGÉ (1961): El asunto Tornasol. Barcelona, Editorial Juventud.
[3] HERGÉ (1964): Las joyas de la Castafiore, Barcelona, Editorial Juventud.
[4] FRANQUIN (1986): QRN sur Bretzelburg, Marcinelle, Dupuis.
[5] Citado en HERTZ, C. (2020): Quand la musique flirte avec la BD, disponible en línea el 10-XI-2022 en: https://md17.charente-maritime.fr/zooms/coups-de-projecteurs/5599-quand-la-musique-flirte-avec-la-bd. Varios ejemplos dados en este artículo provienen de dicha página.
[6] BAUDOIN, E. (2005): La musique du dessin, Arles, Acte Sud.
[7] DECHAMBRE, V., y DUSAPIN, P. (2022): Tenir l’accord, París, Édition MF.
[8] CRUMB, R. (2006): Robert Crumb’s Heroes Blues, Jazz and Country, Nueva York, Abrams Book.
[9] DUPONT, J. M., y MEZZO (2015): Love in vain, Palma de Mallorca, Spaceman Books.
[10] SIENKIEWICZ, B., y GREEN, M (2004): Jimi Hendrix: La légende du Voodo Child, París, Delcourt. Se puede señalar otra biografía del mismo guitarrista: DUPONT, J. M., y MEZZO (2022): Kiss the Sky - Jimi Hendrix 1942-1970, Grenoble, Glénat.
[11] UNGLIK, G. (1997): Boris Vian, París, Le livre de Poche.
[12] SAMPAYO, C., y MUÑOZ, J. (2010): Gardel, la voz del río de la Plata, Barcelona, Libros del Zorro Rojo.
[13] DUCHAZEAU, F. (2004), Lomax, collecteurs de Folk song, París, Dargaud.
[14] NÚÑEZ, M. (2016): Heavy 1986, Barcelona, Sapristi, y NÚÑEZ, M. (2017): Heavy Los chicos están mal, Barcelona, Sapristi.
[15] NINOMIYA, T., y WALSH, D. (2005): Nodame Cantabile, Nueva York, Del Rey Books.
[16] ISHIZUKA, S. (2018): Blue Giant (1). París, Glénat Manga.
[17] SAKUISHI, H. (2022) Beck , Barcelona, Distrito Manga.
[18] LUZ (2007): J’aime pas la chanson française, París, Hoëbeke.
[19] BARU y JANO 2015) The Four Roses, París, Futuropolis.
[20] ARAKAWA, N (2015): Your lie in april, Nueva York, Kodansha Comics.
[21] BROCHARD, P. (1961): Le trompettiste du Strasbourg-Paris, Álbum-disco, LP Unidisc.
[22] LESUEUR, D. (2004): Histoire du disque et de l’enregistrement sonore, Chatou, Carnot.
[23] EVANS, R. (2012): The Art of the Album Cover: A History and a How To, New York, Chartwell Books.
[24] Taschen (2014): 1000 Records Covers Portadas a Gogo, Madrid, Taschen.
[25] Fnac (2023): La culture de la pochette, París, GM Editions.
[26] GARCÍA ZURRO, A. (2017): Tebeos y vinilos, Sevilla, ACyT Ediciones.
[27] CRUMB, R. (2011): R. Crumb, The Complete Record Cover Collection, Nueva York, WW Norton &Co.
[28] DECKER, M. (2009): Disques et Bande dessinée, Rochefort-sur-Mer, Éditions des accords.
[29] PIRUS, M., y MEZZO (2005-2013): Le Roi des mouches, Grenoble, Glénat.
[30] DECKER, M. (2019): Tintin et les vinyles, Puilboreau, Manuel Decker.
[31] DECKER, M. (2023): Super Héros et autres créatures - Les vinyles, Puilboreau, Manuel Decker.
[32] Entre otros, una serie de aventuras de la “Aéropostale”: BERGOUZE y KENT (1985-1986): Les aventures de Bob Robert 1. Ciel de sable, 2. L’Enfer blanc, 3. Le dictateur français, París, Futuropolis.
[33] Con canciones más o menos inolvidables como “Tu dis que tu l’M” o “Achtung en el ascensor (vos papiers, bitte)”.