SUPERIORIDAD VS. SUMISIÓN FEMENINA EN EL MANGA (1990-2012)
Introducción
El manga es un producto que muchas veces asociamos de forma muy superficial a la adolescencia, y pensamos que no tiene más interés que el puro entretenimiento a través de una fantasía. Nuestro objetivo es el de abrir una puerta a la reflexión que darnos cuenta que detrás de tal producto comercial hay un autor o autora con su cultura, sus ideas y su necesidad de contar algunas cosas que a su vez buscan satisfacer un mercado, el japonés, también con unas necesidades, unas ideas y un fondo sociocultural que se plasma en cada manga, anime o obra derivada.
Los que nacimos por los años a finales del siglo XX, en los años setenta o inicios de los ochenta, hemos crecido con el manga y, sobretodo, el anime. Desde La Princesa Caballero, Mazinger Z, Marco, Candy Candy o Heidi hasta Dragon Ball, El Doctor Slump, Ranma ½ y, unos años después el éxito de Pokemon, entre tantas otras. Hemos ido absorbiendo, sin darnos apenas cuenta, sus gestos, su humor y su forma de pensar. Así que, con la maleta llena de manga y algún que otro anime, vamos a dejar nuestros zapatos en el genkan[1] para darnos un silencioso paseo por toda la casa prestando especial atención a la mujer y la sensualidad.
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Portada del shônen Ranma ½ de Rumiko Takahashi.
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En Japón hay una verdadera obsesión por catalogarlo todo y el manga, por supuesto, no es ninguna excepción. El manga es un laberinto de géneros, subgéneros, sub-subgéneros, temas y particularidades. Y eso sin tener en cuenta nada más que lo que estrictamente es el manga; el libro que nos llega a las manos en papel. Porque si hablamos de su merchandising, versiones anime, OVAs, cosplay[2], películas, otros soportes más novedosos, festivales y cumbres internacionales, fanzines y autopublicaciones…
Aquí se muestran algunas cifras que demuestran la importancia del manga en la cultura japonesa: La empresa Oricon[3], encargada de realizar estudios de mercado a nivel estatal, ofrecía el dato de ventas del manga en Japón durante el año 2010 de 270.670 billones de yenes (unos 3,519 billones de dólares[4]). Un año en el que el Producto Interior Bruto (PIB)[5] fue de 2.653.578 billones (34,2 billones de dólares). Esto supone el 10’2% de la economía de un país, sin hablar de las ganancias que genera en otros sectores como el turístico y el industrial a través del merchandising de disfraces, juegos, figuritas, pósters y una infinidad de productos más. En el año 2011 el manga aportó un total de 271.710 billones de yenes (alrededor de 3.530 billones de dólares) en ganancias. Un incremento modesto pero aumento después de todo, a pesar de los rumores de ser un mercado que se encuentra actualmente en crisis.
No vamos a poder tratar todos los géneros y subgéneros que existen en el manga actual, pero si haremos un repaso general para comprobar cómo el rol de la mujer sumisa y la mujer independiente se da en todos los manga. Incluido los de temática erótica o pornográfica, y en qué medida puede ser eso un reflejo de la sociedad actual.
Los tipos femeninos en el manga
Hay manga para todos los gustos y si tratamos de erotismo esta afirmación va mucho más allá de lo que podamos pensar. Por el momento hablaremos un poco del material más popular, el que nos ha ido llegando desde los años setenta. Éste es el producto destinado a un consumo preferente de jóvenes. Es el que ha tenido, en muestro país y en otros países, más repercusión. ¿Por qué esa gran repercusión? Creo que resulta bastante evidente si nos paramos a observar como entendíamos y seguimos entendiendo las diferentes etapas de la vida. El mundo de los adolescentes o los jóvenes adultos, en occidente y por razones culturales, se ha visto como una etapa de la vida negativa –la “edad tonta”– que debe abandonarse lo antes posible para la entrada en el mundo adulto; el mundo de la madurez y la responsabilidad, que es el único que tiene importancia.
La cultura nipona no discrimina al adolescente porque entiende que es una etapa más del propio ciclo vital. Para los budistas y otras religiones mayoritarias en Japón, cada etapa de la vida es igual de importante que la siguiente. Los japoneses son, se podría decir, especialistas en la adolescencia: Esa etapa de confusión, experimentación y rebeldía contra el mundo que resulta excesivamente infantil y, a su vez, contraria al mundo de los adultos al que se cuestiona, por ultima vez antes de entrar en él.
Una explicación a que el género de manga shônen (literalmente, “muchacho”) haya calado tantísimo ente los adolescentes podría ser que aquí, los productos destinados para esa franja de edad, no respondían a los intereses más íntimos de sus consumidores interesados en tramas románticas, que no excluyan la sexualidad hablando sobre los miedos, las dudas y las curiosidades propias de la edad.
Los japoneses por influencia del budismo ven lo exterior, lo que aparenta, y el interior, la esencia de cada uno de forma que debe corresponderse en cada individuo. Eso forma parte de su cultura y influencia su forma de pensar. No debe extrañarnos que los personajes manga están todos trazados por patrones que según la personalidad tiene asociada una apariencia física. En las mujeres de los manga se puede ver con claridad estos patrones establecidos que, a pesar de los años y las modas, son siempre los mismos. Veamos un ejemplo:
En el shônen Ranma ½ de Rumiko Takahashi están todos (o casi todos) los modelos femeninos que podemos ir encontrando en los manga. Incluso podríamos decir que tomando como muestra sólo las tres hermanas Tendo (Akane, Katsumi y Nabiki), tendríamos ya a los principales tipos con su estética superficial.
La hermana mayor, Kasumi Tendo, de 19 años es la perfecta ama de casa. Ha adoptado el rol de madre para sus hermanas y se encarga de las tareas del hogar. Lleva el pelo largo, ojos grandes y viste siempre con vestido. Nabiki Tendo, la mediana, es la estudiante de instituto de personalidad rebelde, cruel y manipuladora, una aspirante a carrier woman (mujer con carrera y trabajadora). Físicamente tiene el pelo corto, lleva siempre pantalones y tiene los ojos rasgados. Akane, en cambio, es la jovencita luchadora que no quiere seguir los patrones de la sociedad. Akane no quiere casarse, ni tener hijos. Ella solo vive para mejorar su método de lucha y ser la heredera de la escuela de su padre viudo. Por otra parte, Akane es algo torpe con las cosas de casa. No es femenina y tiende a meterse en problemas que, aunque intenta salir de ellos sola, acaba solucionando el protagonista, Ranma. Akane es la más joven y como todas las jóvenes no se le toma mucho en serio su rebeldía.
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Imagen de Bulma de la mítica serie Dragon Ball de Akira Toriyama.
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En la serie, que estaría dentro del subgénero de manga harem[6], vemos un sinfín de momentos de amor-odio entre los dos protagonistas. Todos ellos basados en malentendidos, celos y disputas que siempre se dan a causa de la falta de comunicación que, en Japón, es una realidad social y cultural.
Roles de género dentro y fuera de los manga: ¿Qué es lo que quieren las chicas?
En Japón, a lo largo de su historia, ha dominado una estricta jerarquía de clases sociales con unos roles de género claramente definidos que hunden sus raíces en más de mil quinientos años de historia. El modelo ético de los samurai, que representaba al hombre superior, fue adoptado por las clases dominantes. Este estricto código moral era heredero del confucianismo introducido en Japón en el siglo VI desde China. Era un sistema que afectaba a toda la familia (sobre todo a sus miembros adultos) y se basaba en la absoluta renuncia a toda libertad de expresión de las pasiones y deseos humanos naturales. El comportamiento romántico o sexualmente indebido (como el adulterio) estaba prohibido y sancionado duramente.
Estos valores han pasado a ser los deseados por el pueblo llano, ya que son los que la sociedad japonesa ha adoptado como modelo de buenas formas y educación. Socialmente se considera que solo los niños, por su inmadurez, y las personas incultas o pobres muestran los arrebatos de sus sentimientos a los demás. Eso hace que entre hombres y mujeres exista un abismo de incomunicación.
Dragon Ball, o Bola de Dragón en España, es el manga más conocido de todos los tiempos. Su versión en anime llegó a nuestras televisiones autonómicas, primero en Cataluña gracias a TV3, en los años ochenta. Después llegó al resto del estado gracias a la editorial Planeta-DeAgostini entre 1992 y 1998. En la serie, Bulma es una chica de dieciséis años, el paradigma de la aventurera que con las capsulas Hoi Poi de su padre viaja sola, sin miedos, y está dispuesta a todo para conseguir hacer realidad su deseo gracias a las bolas del dragón Shenlong. No es un personaje maternal y sumiso cómo sería Nabiki Tendo. Bulma es uno de los personajes protagonistas y, a pesar que Songoku toma protagonismo a medida que la serie avance, en la trama original ella es el motor que origina toda la aventura. Ella es la que encuentra al niño mono[7] del bosque y se lo lleva consigo.
¿Qué desea Bulma? Pues lo que desean las chicas japonesas a esa edad: un novio. En Dragon Ball todos los personajes femeninos se parecen un poco, todas juegan a un dualismo; son guerreras e independientes hasta que se enamoran y se casan convirtiéndose en buenas amas de casa. En la serie original está también Chichi, la futura esposa de Goku, o la inolvidable Lunch, que al estornudar se transforma de una morena y sumisa ama de casa japonesa en una autentica bárbara psicópata que, no por casualidad entendemos, tiene el físico de una mujer rubia americana.
Desde los inicios del manga, la figura femenina ha contado historias en torno a su apariencia externa y con respecto al rol social que le es adjudicado. Se ha jugado mucho con la ambigüedad sexual, como sucede con el personaje de Ranma, el chico que cambia de sexo al contacto con el agua fría. Este personaje seguramente se inspira en uno de los primeros manga de la historia, de mediados de los años cincuenta, y que fue leído por todo el mundo. Hablamos de La Princesa Caballero (Ribon no Kishi).
Zafiro (nombre de la protagonista en nuestro país) es una heroína que a lomos de su corcel blanco lucha por mantener su reino y ayudar a su viejo padre. Con ella siempre está Chopi, que es como se llama en España, el angelito protector que la saca de todos los problemas. Otra vez otra persona, en este caso un angelito, saca a la entrometida princesita de todos los líos y entuertos en los que se mete.
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Utena. |
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Tenemos otro manga muy popular por su anime, que va más allá de la propia identidad sexual externa. Se trata de Utena, una chica revolucionaria (Shojo Kakumei Utena). Un manga más actual, se encuentra entre el genero shôjo (lit. mujer joven), que apunta hacia josei (lit. se refiere a mujeres adultas) y con un alto contenido sutilmente erótico homosexual, de amor entre mujeres (o subgénero yuri, de amor entre dos chicas).
Utena, la protagonista, descubre que es la elegida para mantener el equilibrio del universo. Para ello debe asumir el rol de hombre, olvidándose de su particular príncipe, e iniciar una relación con Anthy Himemiya, la llamada “Novia de la rosa” que es una especie de sacerdotisa o diosa antigua bisexual (o más bien asexuada). La novia de la rosa será el trofeo a ganar para aquel que consiga vencer en todos los duelos de capa y espada del curioso instituto donde estudian.
Hay quien ha visto este baile de roles masculinos y femeninos algo más simbólico que homosexual y, por ello, algunas personas no consideran que Utana sea un manga yuri. No lo discutiremos por que es verdaderamente ambiguo y cargado de simbolismos, sobre todo en su final, cuando Utena se viste de hombre para poder acercarse a su novia.
En todos los géneros del manga hay chicas o mujeres fuertes, aventureras, que no le temen al destino. Pero si hay un subgénero en el que las heroínas abundan es el llamado Magic Girls. Es un subgénero del shojo y destaca, siendo el más famoso sin ninguna duda, Sailor moon de Naoko Takeuchi, publicado a principios de los años noventa (aunque se popularizó gracias a la serie para televisión).
En el universo fantástico de Sailor moon podemos reconocer muchos elementos religiosos referentes al Tao, de modo más o menos general, usados para contarnos la historia de la eterna lucha entre el bien y el mal. Lo bueno, representado por la luz, es la virtud, el amor y la amistad. El mal, representado por la oscuridad, es el desorden y el cambio que nos lleva hacia el caos del universo. Un caos que acabaría con el equilibrio de todas las cosas. Y aunque nunca se dice qué tendría de malo exactamente tal cambio, ni tal caos, tenemos claro que es algo malísimo. Pero, ¿qué exactamente?
Si rascamos un poco en el propio lenguaje visual usado, y observamos con ojo crítico la serie, nos damos cuenta que la luz – lo que protege el equilibrio del planeta, la vida y todo lo bueno –es representada por la jovencita que, a pesar de sus defectos, lucha por el amor a los suyos. Serena[8], la Sailor moon protagonista, muy pocas veces usa la fuerza bruta a pesar de llevar armas. Nuestra protagonista, sólo con el amor y la renuncia consigue vencer a su enemiga. Una mujer madura, soltera, que piensa por sí misma, que es independiente y que puede envolver el mundo en un caos transformador.
Aquí tenemos el modelo de japonesa deseable dentro de la educación conservadora, la mártir y esposa ejemplar que desde la aparente pasividad de su casa mantiene el equilibrio del mundo. El sacrificio anónimo es su poder. Ella encuentra la autorrealización en la capacidad de amar sin esperar nada a cambio. Si hace lo correcto no debe preocuparse porque el propio equilibrio cósmico sabrá recompensarle con la felicidad, compañía y el reconocimiento de las demás mujeres, los hombres y de todo el universo por si fuera poco. Es la madre universal que sustenta el mundo de los hombres. A la enemiga se le representa como una mujer adulta, independiente, que se atreve a pensar por sí misma, que dirige con mano de hierro un ejército de hombres o monstruos, y eso va en contra de aquello por lo que se tiene que luchar. Sobran los comentarios porque el mensaje machista resulta obvio. En el manga, el heroísmo femenino nunca es lo que parece, ni tampoco su dependencia del hombre.
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Las chicas de Sailor Moon.
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Yawara. |
Un ejemplo de manga (y su anime) que vendría a ser el proceso inverso a este tipo de historias vistas hasta ahora podría ser el konjô-manga (subgénero de deportes y superación juvenil). Yawara!, de Naoki Urasawa, que comenzó en la revista Big Comic Spirits de mediados de los años ochenta hasta los noventa, es un gran ejemplo de ello. En nuestro país es conocido como Cinturón negro.
La protagonista Yawara Inokuma (Ginger Inokuma) es una jovencita deseosa de convertirse en la perfecta esposa y ama de casa pero, entrenada por su abuelo, se convierte en el número uno del judo mundial. Ginger quiere ser una chica normal pero, por culpa de su enorme talento y al entrometido de su abuelo, no le será nada fácil hacer las cosas que hacen las chicas normales de su edad: encontrar pareja, aprender las cosas de casa, salir con sus amigas, ir de compras…
Es un manga en el que, al contrario que Sailor moon, Ginger acaba madurando hacia su independencia como mujer. Ella, gracias a los valores que le da el judo, toma las riendas de su vida dejando de lado las fantasías de niña adolescente e ingenua. Este manga a lo largo de sus páginas acaba adoptando una madurez próxima al genero josei.
En el manga, en general, la fuerza y la capacidad de batalla de los personajes femeninos acostumbra a provenir de algún tipo de magia. Las veces que encontramos a personajes femeninos que luchan con la fuerza bruta acostumbran a ser androides, extraterrestres, mutantes mezcla de animales, o lo hacen a través de algún artilugio o robot. Lo podemos ver en manga (u OVAS) de ciencia ficción como Alita, Ángel de combate. O la protagonista de Ghost in the shell, Motoko, una cyborg que solo conserva el 1% de humanidad, o las robots de combate de Evangelion. O dando un giro humorístico de 180º, Arale, la graciosa niña robot de Dr. Slump. Las heroínas fuertes que luchan como hombres en los manga no son humanas, o muy pocas lo son, a pesar de tener forma femenina.
La mujer en el manga para adultos
Poco varía cuando nos adentramos en el manga destinado a los adultos; ni en el género seinen (literalmente “hombre joven”), ni en el josei (lit. “mujer joven”), ni en el H o ecchi[9] (más conocido como hentai, aunque incorrectamente), vayan destinados a los hombres o las mujeres[10].
El seinen tiene multitud de temas y subgéneros distintos, aunque son bastante populares aquellas historias llenas de sexo y violencia. Como el manga Akumetsu o Berserk basado en una fantasía medieval, o Vinland Saga de temática histórica, de creciente éxito hoy mismo. A menudo las historias seinen tratan de la vida de una persona corriente; un trabajador joven o de mediana edad y sobre cómo sufre toda clase de situaciones agradables o desagradables hasta llegar a conseguir (o fracasar) en su vida. Todas estas historias, sean más o menos basadas en la realidad, tienen una intención de mostrar los problemas con los que se topa un adulto. Hablan de desigualdades y hechos conflictivos, sin embargo pocas veces existe la reclamación de un cambio social de forma clara. La crítica social en el manga existe, pero es siempre bastante sutil o indirecta. No olvidemos que el manga tiene un uso lúdico, por lo que es raro y difícil encontrar grandes reivindicaciones sociales entre sus páginas.
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Hataraki-man. Debajo, página de Ebichu.
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La dureza del mundo empresarial es un tema muy recurrente. Tanto, que hablaríamos del subgénero llamado sarariman-manga (Sarariman significa hombre asalariado).
Hataraki-man de Moyoco Anno es un manga muy popular, seguido tanto por hombres como mujeres. Su protagonista, Matsukata Hiroko, es una mujer que ronda los treinta años, es editora de la revista JIDAI y es adicta al trabajo. El manga habla de los problemas con los que se encuentra una mujer cuando empieza a rondar la edad límite aceptada socialmente para crear su propia familia. En las empresas japonesas se acostumbra a premiar con un aumento de sueldo a los hombres que contraen matrimonio. A las mujeres que no lo contraen más bien se las margina.
Cada vez tenemos más propuestas humorísticas, desdel propio Japón, acerca de los dramas de la vida y la propia situación de la mujer que ronda la treintena y no está casada. Como seria el divertidísimo y picante manga Oruchuban Ebichu (Ebichu, la hamster ama de casa) de la autora Risa Itou.[11]
Este manga mezcla la más cruda realidad con una alocada ficción. Ebichu, un hámster parlante, vive al servicio de su ama que es una joven oficinista (office lady) de 25 años, que fuma, bebe y golpea constantemente a la pobre Ebichu. A la dueña de Ebichu, de la que no sabemos el nombre por que no se pronuncia nunca, se le está “pasando el arroz” y su novio, al que llaman Kaishounachi (lit. vago inútil), no la lleva al altar y le pone los cuernos con otras. El ama de Ebichu, tonta como ella sola, vuelve una y otra vez arrastrándose y sin dignidad entre los brazos de ese canalla.
Este prototipo de mujer es lo que se llama, en voz baja, make Inu[12] (lit., perra perdedora). Socialmente se considera que nada puede ser peor desgracia para una mujer que quedar soltera, sin hijos y con un trabajo poco reconocido. Cuando se trata de una elección personal de la mujer esto no se cumple. Muchas mujeres niponas eligen disfrutar de la vida saliendo con las amigas, gastando en cultura, viajando y disfrutando de la libertad de no tener una pareja estable. En una sociedad tan machista como la japonesa, en la que todos los roles están tan bien definidos, a la mujer independiente que afirma que vive plenamente su independencia y disfruta de sus ingresos nadie se la toma en serio.
La mayoría de los personajes femeninos en el manga luchan, como muchas mujeres niponas, para no ser una make Inu y encontrar un marido que le dé una familia. Ninguna de las heroínas humanas de los manga es como sus análogos masculinos que encuentran su autorrealización en la independencia y la madurez. Muy pocos son los manga en que la mujer encuentra su realización fuera del amor.
La mujer en el Ecchi (Hentai)
Siguiendo con el mundo adulto nos queda hablar del porno, llamado también Ecchi, Ero-manga o Lady’s Comic, este último enfocado a mujeres como principales consumidoras.
En principio tenemos que decir que el porno, por ser considerado una forma de obscenidad[13], está prohibido en Japón. Se entiende como obsceno aquello que excita o estimula el deseo sexual en vano y eso se considera perjudicial por ser proclive para la moralidad de una sociedad.
A pesar de las leyes y el sustrato moral y religioso, las imágenes pornográficas vienen de una tradición muy antigua y, por lo tanto, tiene un fondo cultural importante y potente. Los shunga eran un tipo de impreso con pequeñas ilustraciones que mostraban escenas eróticas relacionadas con la efervescencia de la ciudad de Edo (actual Tokio) alrededor del s. XVI. Existen shunga anteriores, provenientes de la tradición medieval de raíz china, y también de posteriores, que incluso llegan a nuestros días.
Shunga de Katsushika Hokusai, perteneciente a la serie Fukujuso, xilografía c. 1815.
La ley contra la obscenidad del porno se trampea habitualmente en Japón tapando con una rayita o un leve desenfocado sobre parte de los órganos sexuales. Por este motivo se puede considerar que en Japón no existe censura. Solo una especie de convencionalismo social que mira hacia otro lado cada vez que se reabre el tema. Eso sucede durante un corto periodo de tiempo, una o dos veces al año, cuando algún medio de comunicación saca una escueta noticia sobre alguna redada en alguna tienda del centro de Tokio. Poco más.
En Japón existe una aparente contradicción que está empezando a considerarse un grave problema nacional; según las estadísticas realizadas por el Instituto Nacional de Sexología, Japón es el país que menos sexo practica y sin embargo es el segundo país del mundo, sólo superado por Estados Unidos, en producción de material pornográfico.
Mayumi Futamatsu[14], terapeuta sobre sexo, afirma que entre un 60 y un 70% de las parejas de más de cuarenta años no practican el sexo, y entre la juventud la tendencia apática respecto al sexo es cada día más extendida. El trabajo diario para los casados, o las dificultades de empezar una relación para los solteros, son los dos principales motivos que confiesan tener para preferir el porno y la masturbación a tener que buscar una pareja sexual o satisfacer a su propia pareja. También es muy habitual mantener sexo, sin complicaciones ni obligaciones, con prostitutas o señoritas en alguno de los numerosos locales que existen y que ofrecen servicios de lo más variados.
La natalidad en Japón, por esta escasez de sexo o porque la mujer no quiere hijos (o tener pocos), ha descendido estos últimos años de forma alarmante. El gobierno se ha visto obligado a replantear su forma de pensar, su educación y su estilo de vida en lo familiar y en lo laboral. Ha empezado a desarrollar programas sociales para favorecer la natalidad desde el trabajo y la propia vida en pareja.
El ecchi es un tipo de material muy leído por los jóvenes porque es una de las únicas vías de aprendizaje sobre sexo que tienen los japoneses. En el país no existe una ley educativa que integre la educación sexual en las escuelas. La Asociación Japonesa de Educación Sexual (JASE) es la única que trabaja en ello. Esta asociación, sin ánimo de lucro, se estableció y fue aprobada oficialmente por el Ministerio de Educación en 1972. A pesar de sus esfuerzos, sus enseñanzas son bastante superficiales ya que tratan el tema desde un punto de vista centrado en la biología, concediendo especial atención a las enfermedades de transmisión sexual. Sobre el placer, las relaciones de pareja, la homosexualidad o cualquier otra referencia a la parte lúdica del sexo no indican nada.
Existen algunos manga comerciales de tipo educativo en materia de sexualidad. Algunos más interesantes que otros cabe decir, porque en general la intención es más la de mostrar más situaciones morbosas y técnicas sexuales, que tratar de mostrar una sexualidad igualitaria, basada en el diálogo, la confianza y el respeto.
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Portada de Golden Boy de Mayumi Futamatsu. Volumen cuatro. Bajo estas líneas, portada del lolicon (manga erótico con menores) Should love me de Itou Ei.
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Golden Boy (Goruden Boi), de Mayumi Futamatsu, publicado en los años noventa en la revista Super Jump, es uno de los manga más populares de este tipo de porno.
Fetichismo, violencia y sexo extremo en el manga
La ley contra la obscenidad se la saltan los editores tanto como pueden, pero son muy estrictos en la exportación del material pornográfico. En Japón, mucho material erótico es protagonizado por chicas extremamente jóvenes, incluso menores de edad (dieciséis o diecisiete años). Allí no es un delito porque existe una gran tradición de lo que se llama rorikon o “complejo de Lolita”. No es de extrañar pues, que una chica de dieciséis años salga desnuda en una revista. Debido a las presiones de asociaciones de todo el mundo en defensa de los menores, ese material no sale de sus fronteras. Lo que se escapa un poco de esta autocensura impuesta es el subgénero de manga llamado lolicon. Es un subgénero en el que se narran historias pornográficas entre niñas de distintas edades y con adultos.
En Japón lo más extremo, raro y pervertido que una mente humana pueda imaginar acerca del sexo, seguro que encuentra su subgénero ecchi.
A partir de los años noventa se alertó sobre el exagerado volumen de sexo y violencia de los manga destinados a chicos jóvenes. La violencia en Japón consta de una larga historia de tolerancia por ser un símbolo de virilidad. Entonces no es de extrañar la combinación de violencia y sexo con un alto contenido fetichista para cómics destinados comercialmente a satisfacer las fantasías masculinas (y femeninas también) más retorcidas.
Koharu biyori es un manga en el que Murase Takaya, un joven pervertido, compra una robot programada para la limpieza aunque realmente no la quiere solo para esa finalidad, también la quiere para complacer sus deseos fetichistas. Poco a poco el joven acaba sintiendo algo por la robot y a tratarla mejor. Muchas veces hay paralelamente una historia de amor, aunque solo sea para saltar la censura de la ley contra la obscenidad.
En el manga ecchi son muy abundantes y muy populares las escenas en que la mujer pone una ligera resistencia al acto sexual, o bien se muestra sorprendida, o incluso algo pasiva ante la incitación del hombre. Hay quien las llama escenas de yamete!, que significa “¡para!” en japonés.
No vamos a hablar de todas y cada una de las perversiones de los nipones porque sería complicadísimo por no decir que imposible, pero sí vamos a citar algunos de los manga más extremos que, a través de sus animes, nos han podido llegar. Como Urotsukidoji (Urotzuquidoshi) de 1986, publicado en Wani Magazine Comics y que consta de seis volúmenes dibujados por Toshio Maeda. El primer largometraje fue distribuido en España por Manga Films y tuvo un éxito más que considerable. No estábamos muy acostumbrados a ver como un monstruo con tentáculos violaba a una jovencita.
Exigiste una gran atracción por el porno en el que las mujeres son forzadas, chantajeadas, violadas por las más terribles criaturas, violentadas e incluso agredidas con golpes o asesinadas. Pero lo curioso de todo ello es que ellas, pasado el momento de la agresión, no manifiestan ningún recuerdo traumático. Recordemos el personaje de Akemi, en el anime Urotsukidoji, que después de que la violen un tropel de monstruos de lo más repulsivos, se acuesta con su novio. Akemi solo lamenta lo sucedido con una lagrimita teatral. Eso es lo que excita al observador de la serie o al lector. No hay un autentico sadismo en los manga gore, es solo morbo y fetichismo.
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Imagen de Urotsukidoji. A la derecha, página de Bondage Faeries.
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Otro ero-manga del mismo autor que también mezcla sexo con violencia extrema es La Blue Girl, una historia sobre varios clanes ninja enfrentados, uno de los cuales tiene el control sobre los Shikima, una perversa raza de demonios que violan mujeres y asesinan. Toda aberración que una persona pueda llegar a imaginar seguro que la puede encontrar en esta serie: voyeurismo, exhibicionismo, masoquismo, sadismo, bondage, zoofilia, violación con tentáculos, urolagnia, coprofagia, necrofilia…
El shibari, que dista ligeramente del bondage, es una practica sexual muy extendida en losmanga sea a base de cuerdas u otras formas de amarre más o menos realistas como vemos en Bondage Fairies (Insekuto Hanta) de Teruo Kakuta, publicado en 1990. Muy popular en Estados Unidos por su traducción al inglés el año 1994.
Cada una de estas tendencias sexuales tiene su versión yaoi (amor y / o sexo entre hombres) o yuri (amor y / o sexo entre mujeres) que, curiosamente, tanto uno como otro gozan de gran aceptación entre mujeres heterosexuales.
En los últimos años se ha observado en Japón un aumento de movimientos activos contra la violencia sexual, impulsado en gran medida por grupos de mujeres. Estos colectivos han denunciado unas cifras muy elevadas en materia de acoso sexual y violencia a mujeres. No podemos saber si el manga pornográfico promociona o frena estos crímenes, pero cada día más personas los denuncian como una de sus principales responsables.
No obstante, las mujeres son grandes consumidoras de porno. Un subgénero de cómics japoneses eróticos son los llamados Ladies Comic Books. Estos volúmenes están dirigidos a un consumo mayoritariamente femenino. Lo que nos puede sorprender es que las protagonistas de estos anime o manga, mujeres, son a menudo violentamente agredidas y violadas. El sexo, en estas publicaciones, rara vez es igualitario o consentido.
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Portada de Kuro no tenshi (Los ángeles negros) del autor Takashi Ishii en la revista Young Comic a finales de los años noventa.
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Con gran aceptación por parte del público femenino conocemos el manga Kuro no tenshi (traducido como Los ángeles negros) de Takashi Ishii, aunque algunos lo califican como seinen y no un Ladies comic. Lo que sí está claro es que se trata de un pinku eiga (un género parecido a la serie B americana), con dosis de violencia y pornografía explícita.
Kuro no tenshi trata de las aventuras de dos asesinas a sueldo, Mayo y Emu, que hacen uso de su sexo para cumplir cualquier tipo de misión. El manga, que consta de tres tomos, fue escrito a finales de los años noventa y su gran éxito, junto el de las películas, ha provocado que los dos soportes acaben entremezclándose y complementándose. El propio autor escribirá el guión para alguna de las películas.
Los japoneses parecen tener claro que, al no disponer de mucho tiempo libre y estar permanentemente sometidos a grandes presiones, todo lo referente al mundo lúdico o que les sirva para desconectar debe estar exento de censura. Recordemos que las leyes prohíben las conductas “desviadas” pero a nivel popular, en el manga, se tolera todo tipo de depravación. Claro que podríamos plantearnos por qué despierta tanto interés la violencia sexual contra las mujeres (adolescentes o incluso niñas). Puede que encontremos la respuesta en que se trata de una sociedad dominada principalmente por los hombres.
Hay manga en que las mujeres llevan la iniciativa sexual de una forma directa y descarada pero normalmente existe, como en la violencia, una excusa que las transforme de mujeres recatadas a hembras lascivas. Puede ser la magia, un irresistible sex-appeal (casi mágico también) o tener un simple objeto como unas gafas como la protagonista de Were Slut de Jiro Chiba que se transforma en una joven insaciable cuando se quita o pierde las gafas.
Al borde de las páginas de un manga
En Japón hasta finales del s. XX no existían apenas estudios sobre la mujer, ni leyes sobre acoso sexual, ni se planteaba (y aún resulta incomprensible para una gran parte de la sociedad) que la mujer pudiera sentirse realizada fuera de la familia como madre y esposa.
La mujer en el confucianismo, y en la cultura nipona, es el yin del yang; el elemento sin el que el hombre no podría ser completo. Se trata de la unión mística de los contrarios, el fundamento con el que se forma el equilibrio del cosmos; la mujer, el cuenco que alberga la vida, la oscuridad y la confusión necesita de la luz del hombre para ser completa. Por eso debe someterse a él porque en toda relación, según Confucio, uno debe estar por encima del otro, y solo de esta forma una relación puede ser armónica.
Confucio y los neoconfucionistas, filosofía que marca el funcionamiento de la sociedad Japonesa hasta mediados del s. XIX y que hoy día está aún muy presente, deja claro que es necesaria la distinción de los trabajos: La mujer que cuida de sus hijos y gestiona la casa es de vital importancia para el funcionamiento de una sociedad y del cosmos. Se dice que el varón no deberá dominar sobre ella como un déspota caprichoso, por que la mujer no es una esclava. Pero con una doctrina tan ambigua y sin leyes detalladas, ¿quien marca el límite en una unión de desiguales? Existen datos y estadísticas que revelan que esa desigualdad es real[15] y que genera maltratos y abusos.
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Página de Futari Ecchi, de Katsu Aki con los protagonistas de la serie. Tiene también su propio OVA inacabado con solo 4 episodios que fue producido en 2002 y 2003.
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Un ecchi habitualmente menos agresivo y menos explicito que gusta a ambos sexos son las historias en los que una joven pareja, novata en el sexo, van descubriendo juntos lo que representa la sexualidad del otro. Estas historias sirven de aprendizaje real para jóvenes parejas. No son más que historias que plantean fantasías sexuales y que muestran una sexualidad bastante ingenua, pero que plantean cuestiones en los que los japoneses pueden verse reflejados.
Futari Ecchi, también conocido por otros nombres como Manga Sutra, Step Up Love Story, Manga Love Story o Futari H, es un manga de Katsu Aki que trata de la exploración sexual de una pareja de recién casados, vírgenes los dos.
Yura, la esposa, es la típica ama de casa tímida y pasiva pero que quiere esforzarse para hacer feliz a su marido. Su hermana de apenas veinte, y liberada sexualmente, le da consejos para algunas cuestiones íntimas. Las escenas de sexo son explícitas pero no se muestran los genitales en primer plano.
Todo este material, considerado para mujeres (refiriéndonos al target comercial), se ha mantenido al margen de reivindicaciones feministas aunque la mayoría de las autoras sean mujeres. Muchas de ellas incuso rechazan la calificación de pornografía porque a menudo el elemento erótico está bien integrado en la propia historia y pocas veces se ve un primer plano de genitales. Lo que tienen todas en común es mostrar a una mujer ama de casa que desea satisfacer a su marido y darle hijos.
Lo que vemos en los manga, según las encuestas y algunos estudios, parece que se corresponde con la tendencia en la realidad. Los profesores Yoshiro Hatano y Shimazaki Tsuguo en su ponencia, dentro del 12º Congreso Mundial de Sexología en Yokohama en 1995, pusieron de manifiesto la situación de la sexualidad en Japón y se apuntaba ya entonces que el modelo que podemos ver en los manga del momento reproducía, en mayor o menor medida, lo que las mujeres desean para su realidad cotidiana. Y no se les puede llamar tontas: mientras la maku ino trabaja catorce horas diarias y luchan por mantenerse en un lugar tradicionalmente de hombres, la mujer japonesa casada se ocupa de su casa. Es ella la que recibe el sueldo de su marido y la que lo gestiona, asignándole un sueldo al propio marido.
A Misae, la madre de Shin-Chan de la serie del mismo nombre, le molesta que su marido vuelva del trabajo oliendo a perfume barato. Riñe un poco pero no tardará en perdonarle porque entiende que “son cosas del trabajo”. Ella se levanta al día siguiente, lleva a los niños a la escuela, se va de compras y por la tarde, antes de atender a sus hijos, irá un rato de visita a casa de su vecina para conversar.
En Japón realmente nada es lo que parece. Hay mujeres que escogen no trabajar; prefieren jugar al juego de la falsa sumisión para ganar en calidad de vida. Eso es lo que siempre quiso Bulma pedir al dragón Shenlong: un novio y una vida apacible.
Pero todo esto está cambiando a pasos agigantados. En Japón han entendido la necesidad de cambiar su modelo de sociedad porque los altos índices de suicidios, la violencia contra las mujeres y la escasa natalidad han creado alarma frente a un futuro incierto cargado de estrés. Nos preguntamos si estas campañas a nivel nacional conseguirán surtir efecto y cambiar la sociedad.
¿Veremos ese reflejo en los próximos manga que nos lleguen?
BIBLIOGRAFÍA
Libros
PREVOSTI, Antoni. Analectes de Confuci (Introducció i traducció d’Antoni Prevosti). Editorial Fragmenta. 2007. Barcelona.
SANTIAGO, José Andrés. Manga: del cuadro flotante a la viñeta japonesa. Editado por la Universidad de Vigo (Departamento de Dibujo). 2010, Vigo.
Artículos
Hatano Yoshiro y Shimazaki, Tsuguo. Japón (Nippon). Transcripción de la ponencia 12th World Congress of Sexology. Yokohama. 1995. [Disponible en este enlace]
P.D. «Japón: Jornadas laborales más cortas para fomentar la natalidad». En: Periodismo digital. Publicado el 16/03/2009
Reuters. «Dos de cada cinco personas en Japón tendrán 65 años o más en 2060». En: La Vanguardia. Publicado el 30/01/2012.
Documentales
NOTAS
[1] Espacio de la entrada de las casas japonesas donde los miembros de la familia y las visitas se descalzan al llegar de la calle. Este espacio está más rebajado que el resto de la vivienda, al mismo nivel de la calle.
[2] El cosplay proviene del inglés costume play y se trata de disfrazarse e interpretar a un personaje real o de ficción. Esta práctica estos últimos 10 años se ha extendido mucho entre los jóvenes entusiastas de algún libro, película, videojuego...[
[4] El “billion” estadounidense es el equivalente al millardo español. Recordemos que el millardo son mil millones.
[6] Se le da el nombre de manga harem a aquellas historias en las que el protagonista masculino por distintos motivos termina viviendo bajo el mismo techo que un grupo de jóvenes mujeres, cada una de ellas representando un modelo o estereotipo. Además de las tres hermanas Tendo, en la serie estaría el modelo de la chica seria, la acosadora, la extranjera...
[7] Toda la trama se desenvuelve alrededor de un cuento popular, la leyenda del Rey Mono que es el protagonista de una novela clásica china llamada Viaje al Oeste, basada, a su vez, en las historias populares que se remontan a la dinastía Tang.
[8] Usagi Tsukino (Serena) es la protagonista, la Sailor moon, una chica de catorce años perezosa, comilona, escandalosa y mal estudiante es la elegida para luchar contra el caos del universo. Serena nunca lucha sola, faltaría más, siempre es defendida por el “señor del antifaz” (Tuxedo Kamen) un chico mayor que ella que será su novio, su protector y, en parte, la persona que irá enseñándole cómo luchar.
[9] Ecchi es la pronunciación japonesa de la letra “H” que es la primera letra de la palabra hentai que, a su vez, significa literalmente “pervertido”. Se usa para hablar del género manga de contenido erótico o pornográfico.
[10] Cuando hablamos de la separación entre sexos referido a un género manga, nos referimos a una categoría comercial. Evidentemente que el manga puede leerlo cualquiera, pero en Japón los consumidores son muy sensibles al destinatario que comercialmente se le da a un producto. En nuestro país no existe el tabú colectivo de ver con malos ojos que un chico compre material que comercialmente se considera para chicas o viceversa.
[11] Del que una servidora es tan fan como se lo ha permitido la distribución y traducción del manga en España: sólo hay cinco volúmenes publicados por la editorial Ponent Mon, sin continuación por falta de ventas.
[12] Sakai Junko ha vendido más de 300.000 copias de su best seller Make inu no touboe (El aullido de las perras). Esto ha ayudado a que, poco a poco, la sociedad se tome en serio a estas mujeres.
[13] En Japón todo el material pornográfico pasó a ser declarado material obsceno y prohibido por el código civil japonés en 1907.
[14] Mayumi Futamatsu es la autora de estudios como The bedroom next door (La habitaciónde al lado), un libro sobre los "matrimonios sin sexo" que prevalecen en la sociedad japonesa.
[15] Más de 28.000 casos de violencia contra la mujer en Japón en 2009. La violencia contra la mujer en Japón se incrementó un 11,7 por ciento en 2009 hasta los 28.158 casos registrados, la cifra más alta desde que comenzaron a hacerse recuentos en 2002, informó la agencia nacional de policía (NPA).