RISAS Y SOMBRAS. ENTREVISTA A LOPEZ RUBIÑO
FÉLIX LÓPEZ, LOMBILLA, LÓPEZ RUBIÑO

Notas:
Entrevista realizada por correo electrónico entre enero y febrero de 2011, con preguntas elaboradas por la redacción de Tebeosfera.

RISAS Y SOMBRAS
ENTREVISTA A LÓPEZ RUBIÑO

TEBEOSFERA. ¿Qué es el humor para ti y qué debería ser un humorista?

LÓPEZ RUBIÑO. La definición de humor es difícil de dar por lo amplio de su concepto.  Para mí es la mayor pirueta posible del intelecto humano, la mayor expresión de su inteligencia. Es como una especie de desdoblamiento espiritual, de tal modo que permite observarnos desde distintas perspectivas, viendo lo que de bueno, de malo y de absurdo se tiene como ser humano. El humor es como una especie de recordatorio que nos ayuda a ver que quizás no somos tan buenos, dignos y guapos como solemos creer cada vez que nos relajamos. Es lo opuesto a la tragedia y su tono grandilocuente. El humorista debe ser como una especie de agitador de ese recordatorio.

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Dos chistes para Irreverendos.

T. ¿Qué diferencia ves entre un autor de viñetas y un historietista?

L. R. Quizás de unos autores concretos a otros esa diferencia sea más clara, pero se me antoja una frontera difusa cuando se habla en términos generales. Hay muchos humoristas gráficos (empezando por mí mismo) que además del chiste clásico de prensa, utilizan la secuencia como recurso, y además tratan distintos temas y géneros. Esa diferenciación viene dada por la tradición más extendida y popular en los periódicos, que es la del uso de una sola viñeta. Es el problema de las etiquetas de siempre.

T. ¿Tienes en mente al lector de tu obra cuando la realizas?

L. R. Sí,  pero al mismo tiempo nunca hago por él nada que contradiga mi discurso y mi manera de entender las cosas.

T.  ¿A quién o a qué diriges tu obra?

L. R. Intento no imponerme demasiado un “target”, como hacen los publicistas. Procuro primero que me guste a mí, porque saber si un chiste gustará a la mayoría es casi tarea imposible desde la mesa de dibujo. Además, se me antoja que es teorizar demasiado y convertir el proceso en una labor casi de alquimista, restándole placer. Hay veces que el oficio reiterativo te hace presentir que estás ante uno bueno, pero otras muchas no. Normalmente, lo que te gusta  a ti, suele funcionar con los demás, ya que el humor participa de una serie de códigos que todos tenemos, como animales sociales que somos.

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Ilustración para El Jueves. 

T. "El vulgo es necio y, pues lo paga, es justo hablarle en necio para darle gusto". ¿Estás de acuerdo con Lope de Vega?

L. R. Lope es el experto por excelencia en nadar y guardar la ropa. Imagino que sabía que el pueblo deseaba ver sobre el escenario la destrucción de las normas, pero al mismo tiempo que era observado por el que las sustentaba. Era todo lo transgresor que podía durante el desarrollo de la obra, y conciliador al final. De todos modos, lo importante es que hay maneras y maneras de hablar en necio, y Lope era de los que lo hacían muy bien.

T. ¿Qué concesiones estás dispuesto a hacer para llegar a más público o cuáles has hecho ya?

L. R. Se puede ser digno en cualquier tipo de circunstancia. Siempre hay modos de salvar a la gallina, aunque te lo pongan difícil. Hoy la censura es el propio mercado, que no se suele despistar a menudo. A pesar de ello, no he hecho nada que no haya querido por mi propia voluntad, aunque reconozco que me cuesta intentar hacer reír manteniendo cierta elegancia, que es lo que me propuse desde el inicio como autor.

T. ¿Qué es lo peor de tu obra y qué es lo mejor, a tu juicio?

L. R. No me considero especialmente habilidoso técnicamente, pero sí versátil.

T. ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo de esta profesión?

L. R. La independencia laboral, con todo lo que conlleva. Tu bienestar depende de la autodisciplina que eres capaz de desplegar, y parece tarea fácil para el que lo ve desde fuera, pero no lo es.  Solemos  quejarnos de tener que levantarnos todos los días e ir a un trabajo por obligación, pero eso en gran medida ayuda a dar orden a tu vida, organizando también los tiempos destinados al ocio. Cuando nadie te obliga directamente a levantarte temprano salvo tu propia conciencia, el hacerlo es una tarea diaria con dificultad añadida, como también, a veces lo es, encontrar la hora de parar.

T. Cita un clásico de la sátira que admires y, si te atreves, cita a otro consagrado que detestes.

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 Chiste publicado en Amaníaco y Retranca.
L. R. A riesgo de parecer un pedante insoportable y encima tópico, Dickens o Quevedo…. En cuanto al consagrado, prefiero no atreverme y ahorrármelo, tampoco odio a nadie especialmente.

T. De los de hoy, de los humoristas jóvenes, ¿quién te atrae más y quién te resulta indiferente por completo?

L. R. Me atraen en general los autores que concentran su esfuerzo en hacer reír al lector sin tomarlo por bobo y con la economía justa de recursos.

T. ¿Crees que hay un nivel crítico aceptable en el humorismo hoy?

L. R. El sentido del humor es algo que va cambiando con las generaciones, hoy no es tanto el humor político tal y como lo entendían nuestros padres, y se hace uso de su finalidad de modo distinto. Estamos en pleno proceso de descomposición de un modelo, y lo que nos hace gracia ahora es contemplar cómo se desmorona, la carcoma de los mitos que generó, y sus formas. Se está retrasando además la edad adulta, y se demandan productos más planos, que reinciden mucho en una forma externa y asequible con poca profundidad. Se produce la extraña paradoja de que no es más revolucionario el que más despeinado va.

T. ¿Qué opinas del apoyo institucional a este medio? ¿Crees que los políticos instrumentalizan la creación con sus ayudas?

L. R. Las ayudas no se dan a los discursos divergentes, sino a los que responden al modelo social y político aceptado. Nunca me he movido demasiado en este terreno, aunque alguna vez lo he visto funcionar de cerca, y no me pareció demasiado saludable en el sentido creativo.

T. ¿Qué obra estás haciendo y cuál tienes por hacer?

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Portada de El Jueves. 
L. R. Ahora mismo sigo trabajando todas las semanas con El Jueves, también colaboro con Retranca, Amaníaco y con la web Irreverendos. El tiempo que me queda libre intento usarlo para dar rienda a mi otra faceta como dibujante de historietas “serias”. Este año pasado publiqué, con guión de Álex Romero, “La canción de los gusanos” con Norma, y actualmente estamos preparando una nueva obra, que se encuentra en su fase previa, y de la que preferimos no adelantar mucho por ahora. También, a largo plazo, me gustaría publicar algún recopilatorio con lo mejor de mi humor gráfico. Aunque la primera parte me absorbe mucho y no voy tan rápido como me gustaría.

T. ¿Un humorista debe tener un sentido ético de su trabajo? ¿Qué principios rigen o cuáles lo limitan?

L. R. En cada autor, la percepción de lo que es ético y de lo que no puede variar. Personalmente prefiero no hacer humor sobre padecimientos con nombre y apellidos. Luego, en cada sociedad hay temas que son más tabú o menos, y ahí ya depende de la valentía o el interés que tenga cada cual. Normalmente somos más valientes tocando valores y creencias ajenas. También ocurre que ciertos temas prefieres no tocarlos, simplemente porque no los sientes como parte de tu discurso creativo y no te salen de forma natural. En mi caso, muy pocas veces hago chistes sobre sexo o escatología, y no por mojigato, sino porque no los considero como parte fundamental de mi discurso, y procuro no usarlos  como salvavidas para hacer reír.

T. ¿Hay vida más allá de El Jueves...?

L. R. En España no mucha, máxime cuando la prensa tampoco pasa por sus mejores momentos. Habrá que ver cómo se va desarrollando internet.

T. ¿Se practica hoy en los periódicos humor de cámara?

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 Página para El Jueves.
L. R. El humorista gráfico, en este caso el de periódico, tiene una doble exigencia que no conllevan otros trabajos, que es la de intentar ser “incisivo” en el mismo lugar donde te ganas el pan. En esas turbulentas aguas, cada uno nada lo mejor que puede.

T. ¿El humor es malhumorismo, como dijo Unamuno?

L. R. Cuando el lado más agrio de la crítica se apropia del discurso, probablemente sí. Personalmente siempre he intentado huir de eso. Para mí es imprescindible la diversión.

T. ¿Pueden los humoristas contribuir a solucionar los problemas de la sociedad al plantearlos...?

L. R. Esta misma pregunta intentaron responderse mutuamente, en un famoso cruce de cartas al director en las páginas de La Codorniz, Miguel Mihura y su heredero en la dirección, Álvaro de Laiglesia, cuando el primero le increpó desengañado el agrio tono social que había adquirido la revista en manos de su discípulo en sus últimos años de andadura.  Álvaro creía que señalar los problemas del país era en cierto modo ayudar a solucionarlos, mientras que Mihura consideraba que eso era sólo hurgar en la herida, afeando además el discurso artístico. Eran posturas muy antagónicas, y por ello me parece tan interesante y revelador este duelo dialéctico, en el que cada uno intentó mostrar lo mejor de sus armas. De Laiglesia era un humorista de corte social, mientras que Mihura era en gran medida un poeta. En cuanto al resultado artístico de ambas propuestas, sin lugar a dudas me quedo con la de Mihura, aunque si analizamos el panorama actual, el modelo que ha triunfado a la larga es el que defendió De Laiglesia.

T. ¿Qué viñeta te llevarías a una isla desierta si sólo pudieras llevarte una?

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Portada de Amaníaco. 
L. R. Una muy personal de Gary Larson, por lo que tiene de summum surrealista. Se ven los edificios de una gran ciudad en la noche, una gran luna llena en el cielo, todas las ventanas vacías salvo una, en la que se puede ver, tras los cristales, la cara de un hombre adulto con gafas miopes y pinta de alelado, mirando al vacío con una sonrisa estúpida. El pie de texto reza: “Full Moon… empty head” ("Luna llena… cabeza vacía"). Si no te hace gracia a la primera, es mejor no buscarle el significado.

T. ¿Hay plagio entre los humoristas españoles (o mucho homenaje)?

L. R. No lo sé, cuando se es joven se copia para forjar un estilo, y hay otras veces que simplemente se coincide en la idea, cosa que en el humor suele ocurrir a menudo. Está claro que lo que más fortalece tu discurso es no mirar a los lados, ya que, a mi entender, una de las variables que más definen la personalidad creativa es la carencia, y no el virtuosismo técnico. También quizás se mira demasiado a modelos foráneos, especialmente anglosajones, que me parece estupendo, pero también hay que saber detenerse en lo bueno que se ha hecho aquí, que es mucho, valorarlo en su justa medida y salvarlo del olvido. Yo me siento tan fan de Charles Addams como de Tono o del propio Mihura.

T. Decía Chumy Chúmez más o menos que quien ama la actualidad perece en ella… ¿Estás de acuerdo con él? ¿Qué temas prefieres, actuales o intemporales?

L. R. En ese aspecto no soy extremista, me imagino que se puede compaginar ambas cosas y que al lector no todos los días le apetecen lentejas. A mí, depende de los días, me pide trabajar una u otra. Aunque a nivel personal me satisface más lo intemporal, por considerarlo más exigente artísticamente, y me gustaría que por lo menos una parte de mi trabajo se pudiera seguir leyendo bien de aquí a un tiempo no demasiado lejano.

T. ¿Empezaste siendo un "batracio" en Granada y ahora te has convertido en un "príncipe" publicando en El Jueves para toda España... ¿Quién te ha besado?

L. R. Je, je… bueno, no sé si tanto como un príncipe. Quiero pensar que es fruto del trabajo que de manera un tanto invisible llevo haciendo desde hace años, y a cierta fe en no desfallecer antes de tiempo. Si hay algún tipo de “princesa” que haya mejorado mi aspecto sería, a día de hoy, el consejo de redacción de El Jueves, que son los que han confiado en mí sin necesidad de tener que estar dándoles la lata a cada momento.

T. ¿Qué ha significado El Batracio Amarillo para ti? ¿Qué recuerdos tienes de esa revista?

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 Portada de El Batracio Amarillo.

L. R. Al Batracio como revista  le debo muchas cosas, tanto como el hecho de que ahora mismo sea humorista más que dibujante a secas, que era mi gran sueño adolescente. Entré a publicar en el Batracio porque se editaba desde Motril, mi ciudad natal, y tras ganar un concurso con una obra que iba más en mi otra línea creativa, pero que gustó a Antonio Martín, el director de la revista por aquel entonces. Como el alma de la revista tenía ese punto de heterodoxia  anárquica, me dieron la oportunidad de publicar todos los meses varias páginas, aun a sabiendas que yo no había trabajado específicamente el humor gráfico, haciéndome descubrir poco a poco un ámbito expresivo nuevo para mí. La sorpresa tremenda fue el recibimiento que tuvieron estos trabajos entre los lectores de la revista, y que en gran medida han sido los que me han definido la imagen de autor que actualmente se conoce. Aquéllos fueron años de mucha investigación, experimentación y aprendizaje por mi parte, en los que intenté hacerme con las maneras del buen humorista y en los que disfruté mucho del proceso. Estudié mucho a otros autores, especialmente clásicos del siglo pasado, hasta que encontré a los que compartían conmigo cierto espíritu, y de su mano hice mi propia trinchera. También el Batracio para mí es sinónimo de muchas experiencias, anécdotas, amistades... La revista, en cierto periodo, fue el eje en torno al que giró gran parte de una generación de autores granadinos que para mí son irrepetibles, y a los que mis recuerdos van unidos irremediablemente: Francisco Peña, el propio Álex Romero, Jab, Enrique Bonet, El Bute, Carlos Hernández, etc., que tenían muchas ganas de hacer cosas, y que dieron momentos creativos muy interesantes  y de sintonía con un gran número de lectores, aunque se diera esencialmente en el ámbito de lo provincial, y lamentablemente sin que pudiera finalmente cristalizar en algo de mayor proyección y alcance.

T. El Jueves está lleno de andaluces (Idígoras y Pachi, Guillermo, Ozeluí...) ¿Hay en esto del humor una especie de reedición de aquella emigración andaluza a Cataluña en los años cincuenta?

L. R. Sí, porque lo cultural siempre viene inmediatamente después de lo más básico y esencial, que era lo que demandaban aquellos primeros emigrantes. Pertenecemos a una segunda oleada, quizás menos visible, ya que gracias a internet no es tanto una emigración física como espiritual. Es especialmente acusado cuando debes hacerlo para  el mercado francés, en el que ya tienes que adoptar cierta pose menos cómoda.

T. “La canción de los gusanos”, con Álex Romero, ha sido una sorpresa en muchos sentidos. En primer lugar, ¿puedes contarnos cómo surgió esa colaboración? ¿Álex te busco a ti o tú buscaste a Álex para realizar este tipo de historias?

L. R. Álex Romero y yo hacemos tebeos juntos desde que apenas usábamos la maquinilla de afeitar. Conoce mejor que nadie mi otra cara creativa, se adapta a ella, y es el que mejor sabe explotarla a través de sus guiones. Mi propia persona le debe mucho en cuanto a lo que soy como autor, ya que ha sido mi influencia intelectual cercana más determinante. Mucha gente ha destacado de la obra cierta conexión invisible que hay entre el mensaje y el dibujo, y yo lo interpreto justo como eso, ese conocimiento mutuo que hay detrás de cada viñeta.

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Portada de Dos Veces Breve nº 7
 
T. Este trabajo (pero también las historias cortas previas en Dos Veces Breve) ha supuesto un cambio de registro importante respecto a tu obra previa, tanto a nivel temático como estilístico. ¿Buscaste ese cambio conscientemente o fue algo que surgió naturalmente al enfrentarte al guión?

L. R. El lector lo ha percibido como un cambio de registro, ya que no conocía mi obra anterior, cosa por otro lado lógica, ya que es escasa fuera del ámbito de concursos, fanzines y publicaciones de menor tirada. Para mí, está derivada de una vía iniciada en la adolescencia, cuando admiraba autores de la Warren o de la EC, y que fue aparcada momentáneamente, como he comentado anteriormente, por el humor. El tono sombrío es originario de aquella primera pulsión; el intento de darle un barniz afrancesado sí es posterior.

T. Comparando la publicación inicial en Dos Veces Breve con el álbum final, vemos bastantes cambios (como ya indicaba El Tío Berni en Entrecomics). ¿A qué se debe esto, eres muy perfeccionista? ¿Tendremos que comprarnos las nuevas ediciones de tus libros porque cambiarás cosas en cada edición?

L. R. No, no os preocupéis, soy perfeccionista, pero doy por más que finalizada esta obra. Las páginas que salieron en su momento en Dos Veces Breve, y que volví a repetir, fueron con objeto de integrar esas historias cortas sueltas en una con mayor número de páginas, tanto en formato como gráficamente. "La canción de los gusanos" es una obra que, si bien siempre tuvimos en horizonte como historia larga, fue construyéndose poco a poco de pequeñas historias que fuimos presentando a concursos, entre ellas al certamen del Injuve que ganamos en 2005, y de las que fue derivando mi mayor preocupación: cómo coordinar e integrar en un mismo volumen lo ya hecho, historias que se habían realizado en distintos lapsos de tiempo, algunos incluso de años.

T. La crítica de El lector impaciente tachaba la obra de demasiado ambiciosa y de algo confusa. ¿Tú estás de acuerdo con esta crítica o estás contento con el resultado final?

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 Página de "La canción de los gusanos".
L. R. Más me vale estar contento del resultado, es una obra a la que he dedicado cinco años de mi vida. No sé si es ambiciosa o no, para mí lo es en el sentido de haber dedicado esfuerzo a algo que sabes no va a repercutir sustancialmente en tu bolsillo. Parezca o no ambiciosa, no nos lo planteamos en un sentido autoral, es sencillamente lo que nos apetecía contar. Estoy de acuerdo en que la lectura de la obra requiere cierto esfuerzo, pero eso, lejos de ser un hándicap, es una virtud si existe deseo de profundizar, porque a poco que se exprima, la intención es clara y la manera en que lo narra Álex es muy sugestiva, y de una calidad literaria de alto nivel.

T. Otras críticas han sido más positivas, como la de Hernández Cava en El Cultural. Cava dice “Nadie escapa a todo ese dolor, y menos que nadie las mujeres, invitadas a participar como víctimas de género (¡qué hallazgo visual el ocultamiento de sus rostros!) en una barbarie que, en manos de estos creadores, constituye un gran poema universal”. ¿Estás de acuerdo con Cava, habéis realizado un "poema universal"?

L. R. Tan universal que no hemos sido ni nominados a los premios del Salón de este año. No, ahora en serio, Felipe está siendo muy generoso con nosotros, y sabemos que su opinión es sincera, pues así nos lo ha manifestado en diversas ocasiones, y públicamente siempre que ha tenido la oportunidad. Para nosotros es un orgullo que una persona con semejante trayectoria y prestigio haya visto potencial en lo que hacemos. Si el resultado es o no un “poema universal”, me imagino que es algo que depende en gran medida de aspectos imposibles de controlar por el propio autor, y no es saludable que sea él quien intente juzgarlo.

T. Varios críticos (de nuevo Cava en El Cultural, Pons en Dos Veces Breve) han comparado vuestra obra con la de Comès ("El fin de la partida") y Tardi ("La guerra de las trincheras"), hablando de "la larga sombra" que proyectan. ¿Qué opinas de estas comparaciones?

L. R. La de Tardi puede ser, ya que me gusta muchísimo su obra, y era una gran preocupación hacer algo distinto a lo que él ya había aportado sobre la Gran Guerra, ayudando a decidirme por tirar por el camino contrario, el más onírico y surrealista. En cuanto a Comès nos han comparado mucho, pero a día de hoy todavía no he leído ninguna obra suya.

T. Nos interesaría saber cómo te documentaste, qué películas, libros o tebeos has utilizado como referencia sobre la Primera Guerra Mundial?

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Otra muestra de "La canción de los gusanos". 
L. R. Bueno, saqué muchos libros referentes a este tema de bibliotecas, navegué por todos los foros posibles de internet recopilando imágenes, me compré alguna enciclopedia exclusivamente de fotografías. También leí algunos libros contados en primera persona, como Adiós a todo eso, la biografía de Robert Graves.  Tebeos, todos los de Tardi, y de autores de la nouvelle bande desinée, como Sfar, Blain, Blutch…, más todas las influencias previas que yo traía de periodos clásicos, como Bernie Whrigtson, Graham Ingels, Harvey Kurtzman, Krigstein, etc… De películas, pues todas las que encontré que pudieran inspirarme sobre ese mundo en ruinas que me interesaba plasmar: Senderos de gloria, de Kubrick; El sargento York, de Howard Hawks; Largo domingo de noviazgo, de Jeunet… no sé, muchas otras que seguro se me escapan, y no necesariamente de la I Guerra Mundial, como Uno rojo: división de choque, de Sam Fuller, o, especialmente, El pianista, de Polanski, que me ofreció muchas claves estéticas sobre esa poética de la desesperación que yo andaba buscando. De todos modos, lo de la documentación es algo que usé para deformarlo en el proceso, es decir, mi intención no era tanto el reflejar la guerra con pelos y señales, sino construir una especie de sueño pesadillesco, una suerte de función de títeres, en la que se desvirtúan los detalles para hacer al lector más partícipe de esa ensoñación.

T. Finalmente, por favor: cuéntanos en qué estás trabajando, ya sea con Álex o en solitario, ¿de qué se trata y cuándo sale?

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 Chiste para El Jueves.
L. R. Álex se puso a trabajar en el guión de una nueva novela gráfica inmediatamente después de publicar la anterior, y me pondré a dibujarla en breve. El problema es que dispongo de poco tiempo, ya que el humor gráfico es mi modo esencial de ganarme la vida, y tengo poco tiempo para esta otra faceta, por lo que sería un suicidio por mi parte dar una fecha de salida. Del proyecto podemos decir que es la historia, fantástica sólo hasta cierto punto, de un monstruo y su estirpe, en un mundo de ballet, océanos y pintura. Supone un salto cualitativo importante con respecto a “La canción de los gusanos”, porque va a ser mucho más accesible para cualquier lector y, al mismo tiempo, mucho más compleja.

En cuanto a proyectos en solitario, sigo cada semana colaborando en El Jueves, lo que ya me da suficiente tarea, aunque por mi cabeza ronda el hacer algún tipo de selección o antología de mi obra humorística con mis mejores trabajos, y en los que pueda verse un reflejo de mi trayectoria. A ver si puede ser más pronto que tarde.

 

Creación de la ficha (2011): Tebeosfera y José Luis López Rubiño. Edición de Félix López. Revisión y corrección de Lombilla. · Imágenes proporcionadas por el autor.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Félix López, LOMBILLA, LÓPEZ RUBIÑO (2011): "Risas y sombras. Entrevista a Lopez Rubiño", en Tebeosfera, segunda época , 7 (12-III-2011). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/risas_y_sombras._entrevista_a_lopez_rubino.html