RESPIRAR HISTORIETA
Para Hernán Ostuni fue cumplir el sueño del pibe. Y para todos nosotros, la visita relámpago que pudo hacerle a la Editorial Bonelli en Italia, es un viaje directo al corazón de una de las filosofías historietísticas más importante de la península, un lugar diferente (y neurálgico) desde donde entender la pasión que, mes tras mes, moviliza a millones de fanáticos en todo el mundo.
En una reciente visita a la ciudad de Milán (Italia), tuve la suerte de pasar dos de los mejores momentos de mi vida. El primero, compartir 48 horas con mi amigo Darío Mogno y su mujer Licia (ambos ya están al tanto de que tienen un lugar en mi corazón y en mi estómago, ya que Licia preparó vera cucina italiana fatta in casa!!!!!), compartiendo increíbles horas de charlas sobre historietas, regadas con más de una anécdota (el perfecto español que Darío aprendió del Viejo Breccia, por ejemplo), buenos vinos y un café con ron.
Darío, por si alguien todavía no se percató de ello, es uno de los investigadores más importantes del noveno arte internacional, director y motor permanente de esa joya de la comunicación que es la Revista Latinoamericana de Estudios sobre la Historieta, además de amigo y colaborador de SONASTE MANECO. Darío, estaba diciendo, tuvo la gentileza de realizar las gestiones pertinentes para que pudiera darme uno de esos gustos que anhelaba profundamente: Conocer por dentro la Editorial Bonelli. A estas alturas, es en vano explicar que todos en La Bañadera del Cómic (y quien suscribe en particular) somos fanáticos del fumetto y, muy particularmente, de Dylan Dog, uno de los títulos estrella de Bonelli.
Al llegar a la editorial, uno no puede evitar retrotraerse a los viejos tiempos argentinos, recordando (o imaginando) lo que llegaron a ser nuestras grandes editoriales. Fui recibido en un amplio salón, plagado de originales enmarcados que conforman un verdadero museo de la historieta. Hugo Pratt, Dino Battaglia, Sergio Toppi y Guido Crepax se mezclan amigablemente con Milton Caniff, Bud Sagendorff, Frank Robbins, Alex Raymond y un largísimo etcétera. Junto a ellos, por supuesto, los personajes de la casa: Tex, Dylan Dog, Martin Mystêre, Nathan Never, Dampyr y muchos otros, bastante injustamente desconocidos en la Argentina.
Los más que amables Michele Masiero y Mauro Marcheselli aguantaron estoicamente todas mis preguntas, me enseñaron sus labores y me presentaron a los distintos colaboradores de la editorial. Durante la recorrida, tuve la oportunidad de seguir el proceso creativo de las revistas Bonelli, cada una de sus fases y los distintos pasos que se llevan adelante para que un número cualquiera de las diferentes colecciones llegue a los kioscos italianos. Hablamos de la circulación de las revistas Bonelli, de los 240 mil ejemplares mensuales que vende Tex, el ranger que en la Argentina fue publicado como Colt el justiciero en las páginas del Rayo Rojo; y de los 180 mil que agota la colección regular de Dylan Dog. Y puedo dar fe de algo: Más allá de las cifras, en todo este edificio de la Via Buonarroti se respira historieta.
Desgraciadamente, no pude encontrarme con Sergio Bonelli, ya que un problema personal le impidió estar presente esa tarde en sus oficinas, razón por la cual la entrevista que soñaba con hacerle quedará (un tiempo) en stand by. Lo que sí pude fue tener acceso a algunos materiales Bonelli que enorgullecen especialmente a la editorial.
El primero de ellos es Gli occhi e il buio, segundo tomo de la serie Romanzi a Fumetti Bonelli de cadencia anual. Obra total de Gigi Simeoni, desarrolla en más de 300 páginas una historia al mejor estilo Jack el destripador. La trama sigue a Alessandro Simonetti, un pintor obsesionado por retratar el alma que creyó ver en las pupilas de su prometida, en el momento mismo en que moría en sus brazos. La obsesión se transforma en locura y así comienza una demente carrera de asesinatos en pos de aquella figura entrevista en un abrir y cerrar de ojos. Es allí cuando entra en escena el inspector Matteo de Vitalis, utilizando los métodos lombrosianos y científicos de investigación para atrapar al asesino serial que ya ha sido popularmente apodado como El Servidor del Corazón, debido a que todas sus víctimas habían sido ultimadas de un certero estiletazo al corazón. Al transcurrir en 1907, Gli occhi e il buio reconstruye hasta el mínimo detalle la atmósfera de París y Milán de comienzos del siglo pasado. ¡Una aventura fantástica!
Otra apuesta muy fuerte de la editorial es Volto Nascosto, maxiserie de catorce números creada por Gianfranco Manfredi que está protagonizada por un defensor enmascarado, misterioso guerrero con la cara cubierta por una máscara de plata, jefe de una banda de ladrones compuesta por distintos personajes provenientes de diversas zonas del Africa. Volto Nascosto es una leyenda viviente que, durante la primera guerra colonialista italiana, se convertirá en el brazo derecho de Taitú, la Reina de Etiopía. Con una exclente factura que la emparenta, temática y estéticamente a Lawrence de Arabia, la saga está ambientada entre 1889 y 1896.
Dejé para el final, adrede, el Nº 260 de Dylan Dog, que tuve el placer de recibir de manos de su argumentista, Michele Masiero, antes de que estuviera a la venta. “La condanna di Casper” cuenta la historia de Madame Trelkovski, quien al romper un círculo místico intentando equilibrar la balanza entre las fuerzas humanas y las del más allá, provoca un nuevo despertar de los muertos vivos. El dibujo de Giampiero Casertano destaca, como siempre, la calidad de este personaje que, como el vino, mejora con los años.
Entre regalos, charlas y risas, me fui despidiendo de la editorial y su gente. Antes de partir, espié fugazmente el despacho privado de Sergio Bonelli, donde una cómoda y amplia antesala engalanada con un penacho de Jefe Indio original, enmarcado, presagia aquello que el visitante descubrirá segundos después. Originales y pinturas de Tex; y una mesa plagada de estatuillas de los personajes del universo Bonelli.
Fue una experiencia increíble. La editorial es un lugar físico y emocional donde el amor al fumetto, la seriedad y el profesionalismo confluyen para alcanzar, mensualmente, la mayor calidad posible. Todo ello, además, enmarcado en un cordial ambiente laboral. Tal vez, las palabras de Masiero (dicho sea de paso, un actor profesional) sirvan para resumir mi impresión: “Cuando una pasión se hace trabajo, no es difícil trabajar en una editorial como esta”.
¿Qué más puedo agregar?
A todos, sinceramente, gracias.