RELEYENDO STAR BRAND
JOSÉ JOAQUÍN RODRÍGUEZ

Notas:
A la derecha, portadas de Star Brand 1 y Star Brand Annual. En el primero comenzó la serie, en el segundo ésta había tomado ya una deriva que se alejaba por completo de la frescura original.

RELEYENDO STAR BRAND DE JIM SHOOTER Y JOHN ROMITA JR.

Corría el año 1986 y Jim Shooter, editor en jefe de Marvel Comics, había planeado celebrar el vigésimo quinto aniversario del Universo Marvel a lo grande, a saber, creando un nuevo universo de ficción que cautivase a los millones de lectores que ya disfrutaban de las aventuras de Spider-Man, los Fantastic Four o los X-Men.

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 Número 3 de la colección original. 

En muchas ocasiones se ha acusado a Shooter de egocéntrico, y en este caso concreto no les faltaba razón a sus detractores. La idea de crear todo un nuevo universo era bastante arriesgada, porque suponía lanzar varios títulos al mismo tiempo en un mercado que estaba creciendo demasiado rápido, encontrar un puñado de buenos autores que se comprometiesen a desarrollar aquellas historietas (lo que significaba desplazarles de los cómics que estaban haciendo en ese momento) y ofrecer algo realmente nuevo que interesase a los lectores.
 

Casi tres años antes de que el esperado aniversario llegase, el editor y guionista Tom DeFalco recibió el encargo de contactar con los artistas que crearían los nuevos títulos, y se le concedió un presupuesto de ciento veinte mil dólares solamente para el desarrollo de los personajes y las series. Sin embargo, los meses pasaron y resultó evidente que muchos artistas, ya fuese por resentimiento al editor en jefe o porque no confiaban en el proyecto, tenían poco interés en participar en aquel New Universe. Cuando DeFalco ofreció algunos resultados, estos fueron pálidas imitaciones de personajes del universo Marvel que Shooter rechazó rápidamente. Aunque apenas se había gastado dinero, los altos cargos de la editorial empezaron a replantearse el proyecto y redujeron su presupuesto hasta una sexta parte del monto original.[1]

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 Ilustración promocional del lanzamiento.

Sin apenas dinero y sin un punto de partida definido, Shooter y DeFalco reclutaron a otros editores de Marvel como Archie Goodwin, Mark Gruenwald, Jack Morelli y Eliot R. Brown. El universo que crearon careció de coherencia interna, muchos de los creadores dejaron rápidamente su creación en manos de otros guionistas y dibujantes, el público reaccionó en general mal ante aquella explosión de títulos desconocidos y, por si fuera poco, Shooter dejó de ser editor en jefe de la editorial apenas seis meses después, negándose a seguir trabajando para su antigua empresa y dejando huérfano el proyecto. Que el New Universe sobreviviera hasta 1989 fue un auténtico milagro, aunque en última instancia era una muerte anunciada.
 

Y sin embargo, ¿tan malos fueron aquellos cómics? ¿Podrían releerse hoy día sin que nos ruborizáramos? ¿Aportaron algo a la industria ya entonces poblada de los superhéroes? Vamos a descubrirlo con Star Brand, uno de los títulos insignia, desarrollado por el propio Shooter y el por entonces aún joven pero ya famoso John Romita Jr.

El concepto original de Star Brand

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El encuentro con el anciano y los primeros vuelos, en traje de calle. 
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Ken Connell es un tipo normal y corriente que trabaja arreglando coches, tiene una novia llamada Barbara Petrovic y un puñado de amigos un poco raros pero fieles. Un día, mientras pasea con su moto por el bosque, descubre una zona arrasada donde le aguarda un anciano que luce un extraño tatuaje con forma de estrella. Sin darle tiempo siquiera a pensar, el misterioso anciano le traspasa el tatuaje y los increíbles poderes que conlleva: fuerza y resistencia inhumanas, capacidad de volar incluso por el espacio, poderes energéticos comparables a los de una bomba atómica...

Al lector avezado no se le escapa que el encuentro de Ken Connell con el misterioso anciano es prácticamente calcado del que casi medio siglo atrás viviera un niño llamado Billy Batson con un centenario mago llamado Shazam. Ambos personajes son físicamente similares, si bien varían en su indumentaria, y los poderes que ofrecen (el uno pronunciando su nombre en voz alta, el otro traspasando un tatuaje) son igualmente misteriosos, dejando atónitos a ambos jóvenes, que tanto en uno como en otro caso ven morir al anciano sólo para reencontrarlo posteriormente. Sin embargo, mientras que a Billy Batson estos misterios no le habrán llamado la atención hasta fecha muy reciente, en Star Brand estas incógnitas son fruto de especulaciones desde el primer momento que, en última instancia, tendrán mucho que ver con la trama. Shooter dejaba claro, por lo tanto, que iba a emplear conceptos clásicos, pero a desarrollarlos de una manera adulta, nueva y original.

La primera duda con la que el lector y el héroe se enfrentan es, por lo tanto, descubrir quién es realmente el anciano. Por lo poco que cuenta, todo parece indicar que es un extraterrestre que busca ayuda en una guerra estelar, aunque su historia tiene tantos cabos sueltos que Connell comenzará a dudar de hasta qué punto no está siendo manipulado.

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  Vida amorosa y vuelo con mapa.
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Fieles a la idea original de Stan Lee y Jack Kirby cuando crearon a los Fantastic Four, Shooter y Romita Jr. evitaron dar al personaje un uniforme distintivo, vistiendo por lo general de calle, dando un toque más realista a la serie, y diferenciándola de otras series de superhéroes de la época. Además, los problemas amorosos del protagonista serían, igual que en los trabajos de Lee, parte fundamental de cada entrega. Donde el argumento varía es en la vocación del héroe, que en el caso de los superhéroes clásicos será obvia: ayudar a la humanidad, mientras que Connell tendrá primero que descubrir y controlar sus poderes, para luego comenzar a plantearse qué quiere hacer realmente con dichos dones.

Ideas novedosas

Shooter intentó desde un principio diferenciar la serie de cualquier otra que el lector pudiese encontrar en el mercado. En primer lugar procuró hacer una serie mucho más realista, en la que el héroe vería cómo su ropa se desgarraba tras una pelea, se perdería volando y tendría que seguir los carteles de las autopistas para orientarse. Sus enemigos serían en la mayoría de las ocasiones terroristas o seres con poderes extraordinarios pero sin uniformes espectaculares ni planes megalomaníacos. En general, se puede decir que el guionista estaba escribiendo una historieta de ciencia ficción, procurando no adentrarse demasiado en el terreno de lo fantástico, pero sin perder el elemento de sorpresa y emoción que conllevaba cada nuevo descubrimiento de los poderes o del origen de estos.

Otro elemento característico y diferenciador fue el deseo de Shooter de alejar al héroe de las ciudades imaginarias que pueblan los universos superheroicos, como Gotham o Metrópolis, pero también de Nueva York, centro del universo Marvel. Algunos autores, como Roger Stern o Roy Thomas, se habían aventurado a situar a sus grupos de superhéroes en Los Ángeles, pero Shooter colocaría a su héroe en Pittsburg, mostrando en numerosas ocasiones lugares reales. La idea era mostrar una ciudad normal en lugar de una urbe gigantesca, lo que permitía que cualquier lector pudiera identificarse con ella.

Finalmente, el guionista también se preocupó no sólo de lo que contaba, sino de cómo lo contaba. Su narración era bastante poco convencional, desechando el empleo del texto en off (no existe un narrador, sólo vemos las acciones del personaje), haciendo de la acción un elemento excepcional dentro de cada historia, dedicando casi toda la atención en el desarrollo y la vida personal del héroe, poniendo mucho cuidado en cómo se expresaba y se relacionaba con los demás habitantes de su universo de ficción. El excelente dibujo de John Romita Jr. permitía que la atención del lector siguiese centrada en la historieta a pesar de no existir espectaculares combates.

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  Varias páginas de los primeros números: la vida cotidiana del personaje y sus acciones vestido de negro.


Desarrollo adulto

Uno de los aspectos más sorprendentes de Star Brand fue que, sin enfrentar directamente el Comic Code, fue capaz de presentar unas aventuras adultas, que llevaban el concepto de los superhombres más allá del aventurero enmascarado que luchaba contra el crimen y una colorida galería de supervillanos.

 

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 El destructivo poder de Star Brand.
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Muy por el contrario, Jim Shooter planteó desde su primera historia una construcción progresiva del superhombre, llevando a Ken Connell a enfrentar una serie de retos que le harían preguntarse qué debía hacer con sus poderes. El toque realista de la serie haría que sus espectaculares poderes no fuesen prácticos en la mayoría de las ocasiones, pues, por un lado, no sabía emplearlos, y por otra parte, las situaciones siempre eran demasiado complejas como para ser resueltas a puñetazos (por ejemplo, los terroristas que amenazaban con matar rehenes, el círculo de espías que buscaba emplear sus poderes para su propio beneficio, etc.). Esto haría que el héroe estuviera cargado de inseguridades, buscando el consejo de sus amigos e incluso de algunos desconocidos que, por casualidad y sin saberlo, le ayudarían a encaminar sus acciones.
 

También en lo personal Connell va a tener una vida sentimental más compleja de lo que habitualmente estamos acostumbrados a leer en los cómics. Y es que su vida amorosa resulta una encrucijada en la que deberá decidir entre dos mujeres, Barbara y Duck. La primera es madre soltera, vive en una casa familiar y ofrece al personaje estabilidad, una vida en común con responsabilidad, pero también con seguridad; la segunda ofrece pasión, confianza y amistad al héroe. Así, Connell se debate entre una vida madura y una adolescente, y dependiendo del momento creerá que desea una u otra. A esto hay que sumar momentos en los que se plantea si con su inteligencia no sería capaz de ascender en la vida: ¿pero realmente desea madurar y cargarse de responsabilidades, o no sería mejor tener un sueldo más bajo pero disfrutar más de la vida?

 

Errores

Realmente encuentro pocos errores en esta serie de Jim Shooter y John Romita Jr., y las pegas que pueden ponerse tienen que ver más con los gustos de cada cual que con un auténtico error de base. El guión es inteligente, los diálogos no están puestos meramente por rellenar, el dibujo agrada a la vista y cada episodio te acerca un poco más al personaje y al misterio que entraña.
 

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Número 6 de la colección original. 

Ahora bien, al releer la serie la he disfrutado muchísimo más que cuando tenía trece años. Las dudas de Ken Connell me parecen mucho más comprensibles ahora que década y media atrás, lo que me lleva a pensar que Shooter, consciente o inconscientemente, estaba escribiendo estas historietas para lectores de veintitantos o treinta y pocos años, no para el quinceañero al que Marvel se dirigía en aquellos tiempos. La falta de acción debió de parecer insufrible a muchos lectores, y las dudas entre una vida adulta y otra juvenil resultaban demasiado lejanas a unos fans que posiblemente aún tardarían varios años en abandonar el instituto.
 

La crítica de que fue un error crear un nuevo universo dentro de Marvel cae por su propio peso. Cierto es que DC había unificado todos sus universos paralelos apenas un año después de aparecer el primer número de Star Brand (igualmente cierto es que veinte años después volvió a recurrir a crear un multiverso), pero numerosas pequeñas editoriales alternativas estaban ofreciendo nuevos universos poco convencionales con éxito. De hecho, los aficionados estadounidenses de los años ochenta difícilmente podrán olvidar DNAgents, de Mark Evanier y Will Meugniot; Nexus, de Mike Baron y Steve Rude; Airboy, de Chuck Dixon y Tim Truman, o Femforce, de Bill Black. El problema es que, si bien las ventas de Star Brand habrían sido más que excelentes para una editorial mediana, Marvel aspiraba a mejores ventas.

El problema de la serie fue doble: Por un lado el New Universe era demasiado grande para las escasas ventas que generaba (de ahí que apenas un año después se cancelasen la mitad de sus series), y los lectores potenciales de Star Brand se diluyeron en aquel mar de nuevas publicaciones. Por otro lado, el fuerte arraigo que para el lector de Marvel (acostumbrado a los mutantes de Claremont, los Fantastic Four y Alpha Flight de Byrne, el Thor de Simons o el Daredevil de Miller) tenían los superhéroes convencionales hizo que Ken Connell y todos sus compañeros de universo resultasen demasiado alternativos y extraños.

Finalmente, la marcha de Shooter impidió que la serie se consolidara. Otros guionistas tomaron su lugar, siendo especialmente importante John Byrne, cuya antipatía por Shooter era bien conocida, por lo que no nos puede extrañar que se dedicara a vengarse del ex editor en jefe desmontando punto por punto su universo.
 

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 Varios de los cómics de Valiant en los que Shooter reinvirtió ideas de Star Brand.

 

Legado

La serie de Star Brand fue un campo de pruebas para futuros proyectos de Shooter, aunque posiblemente él aún no lo supiera. Muchos de los elementos que nacieron con las aventuras de Connell reaparecerían, más trabajados, en Solar: Man of Atom y en Harbinger de Valiant. Actualmente, a la espera de relanzar a Solar, Turok, Magnus y Samson para Dark Horse, el guionista todavía parece recordar los pasados errores del New Universe y planea hacer los lanzamientos poco a poco, pudiendo así concentrar recursos, evitando que interfieran unos títulos con otros, al menos hasta ver la respuesta del público.[2]

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Más allá de Shooter, Marvel ha ido recuperando poco a poco a Star Brand, reapareciendo no solamente en el crossover titulado Star Blast (1994), sino también en la serie Exiles (2005), un relato cargado de cariño al personaje llamado “Adventures in the Mulletverse", en Untold Tales of The New Universe: Star Brand (2006), y finalmente como uno de los personajes principales de Newuniversal (2007), una serie escrita por Warren Ellis que revive los conceptos y personajes del otrora nuevo universo.

 Pero más importante que todo eso es que nos queda un cómic que aún hoy, casi un cuarto de siglo después de haber sido escrito, resulta divertido, emocionante, engancha y sorprende. Razones más que de sobra para releerlo o para conocerlo por primera vez.

 

El renovado New Universe.

 

DATOS

Star Brand #1 a 7 (de octubre de 1986 a abril de 1987), Marvel Comics
Editor: Michael Higgins
Guión: Jim Shooter (con diálogos de Roy Thomas en el número 7)

Dibujos: John Romita Jr. y Alex Saviuk

Tintas: All Williamson, Vince Colletta, Rick Bryant y Al Milgrom
Color: Chistie Scheele, George Roussos, Bob Sharen y Janet Jackson


notas

[1] “Jim Shooter Interview: Part 1” Jim Shooter entrevistado por Michael Thomas para Comic Book Resources. Publicado el 6 de octubre de 2000 en ESTE ENLACE.

[2] “Twenty Questions with Jim Shooter”, Jim Shooter entrevistado por diferentes fans de la web sobre cómics Scoop, agosto de 2009, ENLACE.

Creación de la ficha (2010): José Joaquín Rodríguez. Con edición de Manuel Barrero y Alejandro Capelo
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JOSÉ JOAQUÍN RODRÍGUEZ (2010): "Releyendo Star Brand", en Tebeosfera, segunda época , 6 (21-VI-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/releyendo_star_brand.html