REBELDE. The (Dooms)day after
La Nueva York de 2002, tras la SEGUNDA GUERRA CIVIL, acoge a gran número de bandas que se disputan los despojos entre las ruinas. Quebrantando un grave juramento, el caudillo de una de esas bandas, Rebelde, alias del TENIENTE LAWRENCE, un líder de la guerra, emprende una lucha que le resulta despreciable.
Rebelde, aparecido también por entregas en la revista Zona 84, es un tebeo lleno de furia, fuerza y energía, que no pretende ofrecer más de lo que muestra en portada. Su simple argumento, sin marañas elaboradas o confusas, sirve para desengrasarse de tanto superpoderoso, y más de los que abrigan fatuas pretensiones filosóficas o presunta profundidad intelectual. Agrupa ciertas virtudes, las cuales nos inducen a cobrarle afecto, tanto per se como por ser otro testimonio de los 1980 y de determinadas corrientes de creación, dominadas por el temor a la guerra nuclear, tan predominante entonces, y sus secuelas. Se retroalimenta del tumultuoso caudal de cine de supervivientes que hemos destacado en otras reseñas, títulos que se han impuesto como eje/patrón del género, pese al largo listado existente de obras similares. Es una mutación de The Warriors y MAD MAX; posiblemente se empezaron a cocinar sus viñetas tras ver THE ROAD WARRIOR, aunque el escenario sería el de los cañones de acero y cemento de una Nueva York post cataclísmica, al estilo de la de THE ULTIMATE WARRIOR, de ROBERT CLOUSE, o ESCAPE FROM NEW YORK, de JOHN CARPENTER, con más balas y coches dignos de DEATH RACE 2000, enfrentados a la GMC de THE A-TEAM del protagonista.
Carteles y vehículos que aparecen en los filmes mencionados, muy parecidos a los dibujados por Moreno
LAWRENCE DE NUEVA YORK.-
Los guionistas (admitimos que esta es la única obra que les conocemos) tratan de plasmar un ambiente heavy y rompedor, mostrando esas luchas tribales encarnizadas por las desoladas calles. Acaso anticipa la importancia de las bandas urbanas de la actualidad, nuevas milicias, caracterizadas por rasgos delictivos y racistas, colocando a los SKINS HEADS (cuya traslación podría ser la NACIÓN ARIA) como líderes de la cadena trófica… y mediocres sayones del poder gubernamental apañado tras la guerra. Su caudillo (sería indigno calificarlo de FÜHRER), recibe el desprecio de los autores hacia este colectivo llamándolo DOLL y recreándolo como un pálido homosexual de veladas tendencias S/M. Teorizamos: ¿semejante grupo, cuyo credo está basado en la fuerza y la heterosexualidad, confiaría su guía a un sujeto semejante? Barrenando en su desprecio hacia los skins, la trinidad de guionistas (para contar esta historia, ¿hacían falta tres?) eliminan toda presencia de féminas entre ellos (la idea conduce hasta cierto callejón, ¿verdad?), y todas las bravatas respecto a un golpe de estado, emitidas por rencorosos secundarios, no dejan de ser soflamas huecas para llenar viñetas y tejer oscuras tramas del eventual continuará.
En el que el triunvirato de guionistas mete a los personajes y a la obra en sí, uno aún más peliagudo que el de la obra de ZELAZNY, titulada igual en el bodrio filmado. Aposentan, en débiles pilares, los motivos por los cuales el mundo de Rebelde se fue al garete. Innovan con esa guerra fratricida para escapar del trillado argumento post nuclear, pero luego dejan al albur cómo tan fatal suceso afecta al planeta y de qué modo América ha encajado el golpe. Abocetan una especie de MEGA CITY ONE de ubicación desconocida que, en un grave delirio de inspiración creativa, denominan COSMO CITY, aunque todos la llaman DISNEYLANDIA (¡para matarse, señores!) y, desde allí, se gobierna… ignoramos qué. Obligamos a fraguar laboriosamente teorías a nuestra imaginación que no cuajan puesto que apenas tenemos datos. Para los guionistas, sólo contaba meter tralla, tiroteos y hacer guiños a las pelis de supervivientes de su gusto, sin quebrarse el coco más.
Dramatis personae de esta obra
Otro desconcertante aspecto de Rebelde es el culterano vocabulario de los pandilleros. Es difícil conciliar la idea de que tipos medio analfabetos se expresen así. Al final, comprendemos que se trata de la vanidad de los guionistas por demostrar sus tablas literarias y manejo del vocabulario (y cuyos nombres nos suenan a alias, como una triquiñuela comercial para vender un producto netamente americano, de mayor impacto para los lectores españoles, que podrían repudiarlo si se llamaran López o García). También apreciamos la inserción de viñetas que sobran, hacen efecto redundante de acontecimientos previamente detallados.
Reseña de Antonio Santos
De su serie Gramática Parda, entrega 18