QUAN ZHOU WU: VIÑETAS AGRIDULCES
CRISTINA BENITO, QUAN ZHOU

Resumen / Abstract:
Entrevista a la autora andaluza de ascendencia china Quan Zhou Wu. / Interview with the Andalusian author of Chinese descent Quan Zhou Wu.
Palabras clave / Keywords:
Quan Zhou Wu/ Quan Zhou Wu

QUAN ZHOU WU: VIÑETAS AGRIDULCES

 

Quan Zhou Wu es una persona especial. Y no solo por su simpatía y talento desbordantes, o por tratarse de una española (andaluza para más señas) con rasgos asiáticos que deja a todo el mundo atónito con su perfecto castellano. Quan es especial porque ha metido en una coctelera todos los ingredientes que conforman  su vida —mujer, nacida y educada en España, pero descendiente de inmigrantes chinos tradicionales—, les ha añadido una buena dosis de sinceridad, inteligencia y sentido del humor, y nos ha brindado muchas viñetas en su webcomic y en dos novelas gráficas, en las que comparte anécdotas de su vida y de la de su familia: Gazpacho agridulce, y su continuación, Andaluchinas por el mundo, ambas publicadas por Astiberri.

 

Tebeosfera: Para que nuestros lectores vayan entrando en materia, explícanos qué es un o una banana y qué supone vivir a caballo entre dos culturas tan diferentes (aparentemente).

Quan: Se dice bananas de los que son amarillos por fuera y blancos por dentro. Es decir, nosotros, la primera generación de hijos de inmigrantes nacidos en España, o fuera del país de origen de nuestros padres. Vivir como banana supone que cada vez que conozcas gente nueva te digan exactamente lo mismo; supone que estás perdido, porque no hay nadie que te dé pautas ni consejos hasta que te llegas a encontrar a ti mismo; y también supone una riqueza cultural inmensa que viene de serie.

T: A la presión social y cultural que se recibe de partida en España, en tu caso se añaden tres circunstancias que te exponen a más y mayores formas de discriminación: eres mujer, posees rasgos chinos y desciendes de inmigrantes. ¿Cómo te ha afectado esa mezcla de machismo, racismo y clasismo?

Q: En mi caso, han hecho de mí una mujer fuerte, con todas sus letras. Suelo decir que tengo corteza de cerdo. Los ataques racistas te siguen afectando y, gracias también a que han descendido, aprendes a pasar y, sobre todo, aprendes a luchar. Hay cosas en las que, como todo hijo de vecino, sigues cayendo, pero vamos aprendiendo. Creo que me han dado una visión más panorámica de todo.

T: Tu infancia y adolescencia no fueron fáciles: burlas, desprecio, tópicos… y además la insistencia familiar en seguir las costumbres chinas. No obstante, no has permitido que eso te afecte y expones todas estas situaciones incluso con indulgencia, aparte de con un gran sentido del humor. ¿Has tenido siempre este buen talante o lo has conquistado con los años?

Q: Leído suena muy fuerte, pero al final es la cotidianidad de tu vida, tu adolescencia, que cuando la vives para ti es todo muy normal. Una amiga psicóloga me enseñó que el 50 % del carácter es heredado y el otro 50 % es adquirido. Así que supongo que es un poco de los dos. A ver, también tengo una mala leche que flipas, pero como la gente me suele pillar de buen humor, no se lo cree cuando se lo digo.

T: Accediste al mundo del cómic de un modo insospechado. Cuéntanos cómo empezó todo y cómo fue el camino hasta publicar en Astiberri tu primera obra: Gazpacho agridulce.

Q: Si tuviera que describirlo en una palabra, sería: rápido. Yo no dibujaba, hacía años que no tocaba un lápiz, pero un buen día, en una comida en mi trabajo donde contaba las anécdotas familiares, una amiga me dijo: «¿Y por qué no lo dibujas?». Me lié la manta a la cabeza y un mes después publicaba mi primera viñeta webcomic; tres meses después estaba publicando viñetas en la versión digital de El País y, después de otros tres meses, escribí a Astiberri y les gustó mi idea. Y aquí estoy. Sin comerlo ni beberlo.

T: Tienes dos hermanas, una mayor que tú (Fu) y otra más pequeña (Qing), a las que involucraste en tu proyecto. ¿Cómo seleccionasteis las anécdotas? ¿Fue fácil poneros de acuerdo? Algunas cosas que cuentas son muy íntimas...

Q: En la primera novela gráfica, como eran nuestros recuerdos compartidos, lo hice todo yo sola, ellas no lo leyeron hasta que el libro estuvo terminado. Fue una gran sorpresa, y no pararon de reír y de emocionarse conmigo. Ya para la segunda novela gráfica, como cada una se había ido por su camino, dejé a cada una elegir qué anécdotas y qué querían contar. Mi hermana pequeña hasta me censuraba; me decía: «Quita eso, quita aquello, yo no hablo así, Quan».

Portada y dos páginas interiores de Gazpacho agridulce (Astiberri, 2015). 

T: Gazpacho agridulce fue tu primera incursión en un medio que apenas conocías, y tuvo un gran éxito. ¿Por qué crees que recibió tan buena acogida?

Q: Porque es un reflejo de lo que estamos viviendo hoy en día las segundas generaciones que hemos nacido aquí, porque en España no había nada parecido, porque no teníamos voz…

T: ¿ Esperabas que tuviera tanta repercusión?

Q: Para nada. De verdad te digo que pensé que no me iba a leer nadie. Pensé que me leerían mis primos y que no interesaría a nadie, ni en mis mejores sueños pensé que llegaría a donde estoy.

T: ¿A quién ha gustado más, a los chinos o a los españoles?

No sabría decirte a quién ha gustado más, creo que como lo que narro no le es ajeno a ninguno, ni a españoles ni a chinos, les ha gustado mucho. Pero inevitablemente es más intimo para los que hemos vivido estas situaciones, los españoles de ascendencia china.

T: Tu madre (Mamá Zhou) goza de gran protagonismo en tu obra. No disimulas su fuerte carácter ni su particular forma de pensar. ¿Cómo reaccionó al verse representada con tanta franqueza?

Q: Mi madre se reía, cuando se enteró de que la dibujaba, claro. Esto es muy gracioso, pero no le dije a mi madre nada de las viñetas hasta que firmé el contrato de la primera novela gráfica con Astiberri. Ella, famosa por toda España y no lo sabía.

T: La sociedad española es machista y la china también. En tus viñetas comentas la presión que ejercían tus padres sobre ti y tus hermanas, que deseaban que os comportarais de un modo más acorde con la cultura china tradicional. ¿Cómo os las habéis arreglado para escapar de los convencionalismos?

Q: Con mucha dificultad. No se arregla con una charla con tus padres: es un camino de años y años, portazos, gritos y llantos. Es muy difícil romper un esquema, pero al final ven que creces, que te equivocas y que aciertas; al final son tus padres y te quieren igual. Mis padres son los que ahora más se alegran de nuestros éxitos y van por ahí presumiendo.

T: En alguna de tus viñetas has tratado el tema de las «mujeres sobrantes» o «mujeres de sobra», que es como se denomina en China a las mujeres solteras de más de 26 años. Alcanzar esa edad en China sin haberse casado y tenido hijos es motivo de reproche social y de desgracia en el seno de la familia. Tú y tus hermanas ya habéis superado esa edad sin haberos casado. ¿Cómo habéis vivido eso? ¿Y cómo lo llevan vuestros padres?

Q: Mis padres lo llevan fatal. A veces murmuran que por qué no nos casamos, o nos llaman para preguntarnos si ya tenemos a alguien. Nosotras nos reímos y no hacemos mucho caso al tema, pero también es porque estamos en España. Sería muy distinto si viviéramos en China, ahí la presión es tan grande que hasta se alquilan novios para llevártelos a las cenas del año nuevo chino. Como dices, es reproche social, desgracia, algo malo tienes que tener; aunque he de decir que eso, aunque en menor medida, también pasa aquí.

T: El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, fue una jornada histórica a nivel mundial, pero particularmente en España. ¿Dónde te encontrabas tú y cómo lo viviste?

Q: Yo estaba luchando por los derechos de todxs, porque creo que es el camino hacia un mundo mejor. Por lxs que pararon y también por lxs que no. Fue una huelga muy emocionante, ver tanta gente y tan diversa, y de un rango de edad tan grande. Hasta hice unas camisetas para mis amigas y para mí donde ponía: «No me toques el coño».

T: Durante el proceso de gestación de tu segundo libro, Andaluchinas por el mundo, cada una de vosotras vivía en una ciudad diferente. ¿Fue fácil el trabajo a tres bandas y a tantos kilómetros de distancia?

Q: Fue una pesadilla. Es muy difícil hacer guión y ponerte de acuerdo a tantas horas y kilómetros de diferencia; muchos: «¡Me quieres contestar ya al puto whatsapp, que no puedo seguir!», «Tía, ¿no me puedes mandar una foto de lo que me describes?», pero también es muy divertido ver cómo es trabajar con tus hermanas, a las que quieres, pero a las que también matarías a veces.

Portada y muestra del interior de Andaluchinas por el mundo (Astiberri, 2017).

T: ¿Qué ha significado la experiencia de estos dos libros para vuestra relación familiar?

Q: Ha sido un nexo de unión muy fuerte. Una parte de mí los ve como mis hijos, porque es muy sufrido parir libros, y otra parte los ve como los libros de todos. Cada cosita que sale del libro, si hay segunda edición, si hay una crítica buena…, nos alegramos absolutamente todos.

T: ¿Qué sentiste cuando visitaste China? ¿Te sorprendió? ¿Qué sensaciones te produjo?

Q: Me gustó muchísimo, era como aterrizar en otro mundo. Sufrí mucho jet lag, y también comí muchísimo. Me sorprendió ver cómo tenemos de prejuzgados a los chinos, y descubrirles allí, ver que tienen prisa por llegar y prisa por irse, ver que se abren caminos.  Me sentí como una espectadora, viendo una película sin saber exactamente dónde acaba.

T: ¿Qué es lo que más te agrada y lo que menos de las culturas china y española? Dinos alguna costumbre que, a tu juicio, los españoles podríamos aprender de los chinos y viceversa.

Q: Pues es lo mismo, lo que más me agrada de uno y menos del otro: la cultura del trabajo. Admiro soberanamente a la cultura china, que es capaz de muchísimo sacrificio por sacar adelante un sueño y a una familia, pero a la vez me gusta mucho que en España disfruten de la vida y no se maten tantísimo a trabajar como los chinos, porque vida solo hay una y hay que vivirla. Son sentimientos encontrados.

Los españoles podrían aprender de los chinos el respeto hacia sus mayores, que siento que aquí se ha perdido muchísimo. Y los chinos de los españoles, a ser más naturales y a no estar regidos por tanto protocolo y educación.

T: ¿Qué proyectos tienes ahora entre manos?

Q: En breve, publico junto con Nuria Labari El gran libro de los niños extraordinarios, un libro interactivo e ilustrado para niños. El 7 de abril es la presentación en el Fnac de Callao (en Madrid). Me hace mucha ilusión porque es un cambio de registro total.

Portada e ilustración interior de El gran libro de los niños extraordinarios (Silonia, 2018).

T:  ¿Cuáles son tus referentes? ¿Qué lecturas, trabajos, tendencias, personas… influyen en tu obra o la estimulan?

Q: Podría decirte mil y podría decirte ninguno, porque tengo cero de retentiva. Hace unas semanas di una charla junto con Flavita Banana y me pareció maravillosa, ella, su guión y su forma de pensar. También hice un workshop en una escuela de publicidad en Madrid, The atomic garden, y Natalia Mirapeix, la jefa de estudios, me pareció una mujer de 10, con sus ovarios bien puestos. La última película que vi y que me encantó fue Yo, Tonya. Conocí a Chenta Tsai (Putochinomaricon) y su empoderamiento me pareció maravilloso. Y todo eso ha pasado en un lapso de dos semanas.

Creo que todo lo que me rodea enriquece lo que hago, porque tengo una vida muy rica.

T: ¿Cuánto le pagas a tu gato por derechos de imagen? (Vito Corleone, el gato de Quan, aparece a menudo en sus viñetas de Instagram).

Q: Mi gato tiene hasta una fuente de agua, el muy marqués.

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2018): Quan Zhou Wu y Cristina Benito. Revisión de Manuel Barrero y Félix López, con edición de este último · Datos y fotografía obtenidos de los sitios web y redes del autor.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Cristina Benito, QUAN ZHOU (2018): "Quan Zhou Wu: Viñetas agridulces", en Tebeosfera, tercera época, 5 (24-III-2018). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 20/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/quan_zhou_wu_vinetas_agridulces.html