PERÚ CONQUISTA LOS ESTADOS UNIDOS. PABLO MARCOS
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Figura 1: Una de las creaciones del dibujante ligadas a su tierra natal. |
Algunos interesados por los cómics norteamericanos asociamos durante mucho tiempo la figura del dibujante y entintador Pablo Marcos (Laran –Chincha Alta, Perú–, 1939) al conglomerado de autores de las Filipinas, asociación sustentada en su estilo recargado, en su patrónimo fonéticamente hispano, y debido a la poca atención que le han dispensado los historiadores del cómic, tanto estadounidenses como de otros países, a este emigrante latinoamericano que triunfó en Estados Unidos.
Marcos es uno de los pocos historietistas peruanos conocidos internacionalmente, junto con Gonzalo Mayo, aunque el más relevante dibujante de su país ha sido y es Boris Vallejo, el inolvidable portadista de muchísimas novelas de bolsillo de ciencia ficción y fantasía en Estados Unidos de la década del setenta, el ilustrador de las cubiertas del magazine de historietas The Savage Sword of Conan, y el autor –ahora junto a su esposa Julie Bell– de numerosos libros de ilustración, calendarios, pósteres, carteles, etc., si bien jamás hizo comics.
Marcos, por su parte, quiso siempre ser dibujante de historietas. Temprano se interesó por aprender dibujo y tuvo la gran fortuna que en la escuela artística en la que se matriculó conoció a Juan Rivera Saavedra, hombre interesado por los comics de entonces que fomentó su interés por las viñetas, le puso en contacto con otros artistas peruanos del momento y le prestó comics latinoamericanos e italianos (Misterix, Rico Tipo, El Peneca, Corriere dei Piccoli) y de Estados Unidos («Donald Duck», «Cisco Kid», «Flash Gordon», «Li’l Abner», «Prince Valiant», «Alley Oop», «Red Ryder», «Terry and the pirates»...). Los autores que más atrajeron a Pablo fueron Alberto Breccia, Mario Uggeri, Arturo del Castillo y, por supuesto, Burne Hogarth.
Por entonces, en Perú circulaban escasos comics locales, como los elaborados por Hernán Bartra, Juan Osorio y Javier Flores del Águila, pero sus estilos eran eminentemente pobres frente a lo que llegaba del exterior. También había una revista que publicaba regularmente historietas en Lima: Tacu-Tacu, donde se dieron cita la mayor parte de los caricaturistas, humoristas y dibujantes de comics de la década del cuarenta y cincuenta peruanos. Pero la producción nacional era escasa y los lectores apreciaban más los productos llegados del extranjero. De ahí que Marcos optase por hacer caricatura y encaminó sus primeros pasos profesionales hacia la publicación de su obra en la prensa.
Figura 2: Sus primera historietas en Estados Unidos, de terror, fueron publicadas por el sello Skywald. |
Fue contratado como caricaturista político por un diario nacido a mediados de la década del cincuenta, y un par de años después comenzó a darse a conocer como ilustrador en revistas de contenido social y político, como Rochabus y Zomba Conuto, y en prensa en el diario Expreso, desde 1960. En ese periódico, más concretamente en el suplemento vespertino Extrcl, comenzó a elaborar historietas, el sueño de su infancia: primero la tira periódica «Benito Puma», y luego un pastiche de «James Bond». No obstante la experiencia fue corta, y pronto volvería a hacer ilustración política y de actualidad, ahora para el suplemento Estampa.
Siguió trabajando en su país natal hasta 1967, aunque la pobreza en que la segunda guerra mundial había sumido a varios países del cono sur le fue imbuyendo la idea de que debía emigrar para prosperar como historietista. Así lo hizo junto a Marino Sagastegul, con quien viajó a México ese año para llamar a la puerta de la Editorial Novaro. Le ofrecieron trabajo tras ver su excepcionales muestras y resolvió trasladarse allí, solo, sin su familia, para trabajar en colecciones como Joyas de la Mitología o Leyendas de América, e incluso creó su propio personaje que obtuvo serie propia: «Hata Yoga», en la cual medró como artista hasta noviembre de 1970.
Ese mismo año decidió acudir a solicitar trabajo a la Meca del comic book: Estados Unidos. Probó suerte con algunos trabajos como ilustrador de libros y de revistas, y alguna historieta de horror para Warren, a quienes les demostró su gran facilidad para dibujar (la historieta solicitada ocuparía un mes a cualquier dibujante, pero Marcos la resolvió en una semana). Luego, tras convencer a otro editor de comics en blanco y negro, se introdujo de lleno en la industria de la cuatricomía en 1972, si bien, por curioso que pueda parecer hoy, en los primeros comics en los que figuró su nombre, Witching Hour y Ghosts, series de DC, actuó como rotulista.
Pablo Marcos se sumó a las filas de dibujantes procedentes de las Islas Filipinas que entintaron los comics de Warren y Marvel durante la década del setenta. Tras decantar tinta en el no. 27 de Captain Marvel, se le vio en las revistas Vampires Tales, Legion of Monsters, Dracula Lives! y Savage Tales. En el no. 2 de la última publicación, que fue donde primero aparecieron publicadas historietas en blanco y negro protagonizadas por el héroe de Robert E. Howard llamado Conan, Pablo terminó ciertas viñetas que Barry Smith no había podido concluir a la tinta: las de su famosísima epopeya gráfica «Red Nails». En el no. 4 de la misma publicación, Marcos albergó un pin-up poderoso, ayudó a entintar una historieta a su admirado Neal Adams y ¡suya fue la portada! Una entrada por la puerta grande en los cómics de fantasía heroica para el peruano, sin duda.
Su siguiente paso consistió en inaugurar la nueva revista The Savage Sword of Conan en 1974 (con un no. 1 de staff internacional: lo realizaron varios yanquis, dos peruanos, dos filipinos, un británico, un español y un letón). Allí Pablo entintó a John Buscema en una historieta de 18 páginas protagonizada por la heroína conocida como Red Sonja, de la cual resolvió la tinta en el increíble lapso de tres días. Proseguiría trabajando en esta cabecera, y tras las historietas de los no. 3, «At the Mountain of the Moon-God», y 9, «The Curse of the Cat-Goddess», parte del público manifestó que su estilo no convenía a Conan por ser su bárbaro demasiado físico, demasiado brutal. Desde la perspectiva que hoy nos da el paso del tiempo, resulta paradójico que aquella exudación de poder crudo fuera lo que pedirían los mismos lectores del personaje Conan años después.
Figura 3: Marcos se hizo famoso por sus horror-heroes para Marvel. Aquí: Morbius. |
Marcos prosiguió trabajando afanosamente para la serie en colores Conan the Barbarian (con ilustraciones para las cubiertas, haciendo tintas a diversos autores, alguna historieta ocasionalmente –como la del no. 56, previo a la saga de Conan y Bêlit–), para el magazine en blanco y negro Kull and the Barbarians (entintó una aventura del personaje de la época isabelina Solomon Kane), para el comic book Kull the Conqueror (exclusivamente cubiertas) y para otras series de fantasía heroica. Con todo, su mayor esfuerzo lo destinó al magazine The Savage Sword, donde vertió lo mejor de su arte poderoso y profuso de detalle en algunas historietas (inolvidable «The Curse of the Monolith») hasta la década del noventa, así como en impactantes ilustraciones sueltas y para conformar portafolios, algunas de las cuales entintó sobre el lápiz de su hija Judith, que había decidido seguir sus pasos desde 1981.
No obstante haber llegado en el anterior paseo por comics de bárbaros como Conan, hemos de remontarnos algo en el pasado de nuevo para recordar que el peruano es un autor no tan asociado a los comics de espada y brujería como a los de terror. Pablo Marcos fue uno de los integrantes del ejército de autores de untuoso estilo y detallista y abigarrado entintado que hicieron las delicias de los amantes de las historietas de horror americanos de las décadas del sesenta y setenta. El modelo de publicación dedicada a narrar historias de monstruos en vez de historias de héroes, dirigidas a adolescentes maduros y adultos y no a niños o preadolescentes, lo instauró el editor Jim Warren en 1964, cuando lanzó al mercado la publicación de gran formato, en blanco y negro y libre de autocensura, Creepy. El crecimiento y éxito de esta revista (y las que le sucedieron, Eerie, Vampirella, 1994...) fue debido tanto al afán del editor como a la inteligencia e imaginación del guionista Archie Goodwin, coordinador y escritor de historietas, como a la búsqueda constante de autores de procedencia diversa. La oferta gráfica de aquellas revistas de horror comenzó semejando un rescate de lo mejor de EC Comics. No en vano los primeros artistas invitados fueron Reed Crandall, Jack Davis, George Evans, Frank Frazetta, Gray Morrow, Orlando, Angelo Torres, Al Williamson, Maurice Whitman... Pero luego, tras obtener éxito, Creepy aumentó su cadencia de salida y tuvo que echar mano de dibujantes italianos (Parente, Trapani, Tallarico, Mastroseiro, Grandenetti...), que más tarde fueron relevados por españoles, filipinos y peruanos. Cuando hablamos de autores peruanos nos referimos naturalmente a Marcos, que debutó haciendo terror en el no. 39 de Creepy, a la venta en 1971 (poco antes de su participación en comics en colores de DC), al cual destinó la historieta «Water World».
Pablo prosiguió elaborando historietas de terror esporádicamente para Warren durante años siguientes (sobre todo a partir de 1979, cuando la mano de obra española fue escaseando), pero sobre todo para otro sello editorial, el llamado Skywald.
Sold Brodsky e Israel Waldman juntaron sus apellidos y capitales para crear el sello editorial Skywald Publications en 1971, y lanzaron varias revistas de historietas en blanco y negro: Psycho, Nightmare y Scream, publicaciones creadas para obtener una venta rápida con la estrategia de mostrar de forma más explícita elementos horrendos que su competidora Warren. No llegaron a consolidar sus publicaciones en el mercado, aunque no estaban exentos sus tebeos de calidad (con ellos trabajaron los guionistas Gardner Fox, Marv Wolfman y los dibujantes Ralph Reese, Pat Boyette y Tom Sutton), pero a la muerte de Waldman, y debido a la mala calidad del papel utilizado y a la agresiva línea de magazines terroríficos que Marvel Comics lanzó en 1973, la compañía dejó de editar revistas de horror. Pablo Marcos trabajó mucho para Skywald, con cuyos editores, según ha declarado, tuvo una excelente relación debido a que uno de ellos, Waldman, hablaba español.
Marcos también hizo historietas de horror para la poderosa editorial Marvel, sobre todo para la línea potenciada durante 1973 y 1974 en las revistas que imitaron el formato de Warren (de nuevo). Estuvieron conducidas por personajes fijos, así Dracula Lives! publicó aventuras de la vida de Drácula en otras épocas, Tales of the Zombie contaba historietas protagonizadas por el muerto en vida Simon Garth, Monsters Unleashed presentaba variedad de monstruosidades, entre ellas el de Frankenstein y Man-Thing, y Vampire Tales brindaba aventuras de Morbius y Satana.
Figura 4: Dracula y los comics de horror se beneficiaron del trazo maestro del peruano. |
El zombi Garth fue uno de los personajes más estimulantes, a lo que contribuyeron sus creadores, el guionista Steve Gerber, que aportó un tratamiento moderno del zombi, y Marcos, que estimulaba con su dibujo el componente sensual del personaje por su exudación de vulnerabilidad y sensualidad macabra, haciendo el terror corpóreo, palpable. Mucho se le recuerda al peruano por su zombi, si bien también Pablo laboró para muchas otras publicaciones de Marvel Comics, sobre todo realizando entintaciones: hizo las de una etapa de The Hands of Shang-Chi Master of Kung-Fu (del no. 45 al 50 de esta serie de artes marciales, mejorando las tintas anteriores de Tom Sutton y Jack Abel), Skull the Slayer (en 1975, sobre un aventurero con indumento de cuero que tanto se movía por ambientes selváticos como por los urbanos), Captain Britain (el héroe británico por antonomasia en los comics de Marvel, sobre lápices de Ron Wilson, en 1977). También entintó a George Pérez en The Avengers, a Don Perlin y a Tom Sutton en la serie del motorista con cabeza de demonio Ghost Rider (en 1978), y a otros autores en las series Marvel Team-Up, Fantastic Four, Defenders, Marvel Two-in-One, Thor, Marvel Feature o Captain America.
Durante los años finales de la década del setenta, Marcos trabajó también para otras empresas. En Atlas-Seaboard se ocupó de la fantasía troglodítica The Brute y de la serie de fantasía heroica Ironjaw (los primeros guiones de este género que escribió el hoy conocido guionista Michael Fleisher), demostrando una capacidad loable para las texturas, las penumbras y el erotismo y dejando entrever reminiscencias más a lo hispano que a lo filipino acá, donde la sexualidad parecía siempre presente en los rostros de pómulos marcados, en las caderas generosas, en los tórax recios...
Llegada la década del ochenta, tras cumplir algunos encargos circunstanciales –Deadspawn (Concept Design, 1975), Devilina (Seaboard Periodicals, 1976), el libro de colorear «Power Lords, the Extra-Terrestrial Warriors» (Playmore en 1983)– ofreció sus servicios casi en exclusiva a la editorial DC, con la cual venía colaborando puntualmente desde 1976 en las series Kobra, World’s Finest Comics, Detective Comics o Freedom Fighters...
En DC destacó entintando todo tipo de comic books para esta empresa, con bastante presencia en los más populares: Green Lantern, New Teen Titans, Justice League of America, Warlord, Batman, un buen montón de números de Action Comics y Detective Comics, la miniserie Super Powers, media docena de números de la space opera de espada y brujería Warlord, también en Electric Warrior, Star Trek, Hex, Manhunter...
Otros mercados fueron visitados por el peruano por entonces, como el italiano (LancioStory, 1980), y otros géneros (la historia de samuráis «Suko the Eternal Samurai», que no logró vender a ningún editor), pero siguió trabajando eminentemente para comics de superhéroes a partir de esta fecha: series como Doom Patrol, Cops y Peacemaker y, más tarde, en proyectos como Star Trek: Next Generation (sobre guiones de Peter David), Scarlett o Azrael (ya en 1996).
Con todo, a mediados de la década del noventa todavía coleaba su tinta por Marvel, entintando los peligrosos rasgos de Tigra sobre lápices de John Czop para Marvel Comics Presents, o por la pequeña editora Impact Comics, en las series Jaguar y Fly.
Pese a su poca fama, Marcos ha influido poderosamente en otros profesionales. Es el caso de Félix Ortega, autor que ha destacado adaptando al cómic un relato de Robert E. Howard, «Lord of the Dead» (editado por Conquest Press). Y muchos son los que mantienen un buen recuerdo de su arte, lo cual condujo a algún editor de los últimos tiempos a rescatar su excelente trabajo, como así lo demuestra la revista Frank Frazetta Fantasy Illustrated, para cuyo no. 7 (de 1999) brindó Marcos la historieta titulada «OM», en la cual mezcla ciencia ficción con fantasía y demuestra con creces que todavía mantiene el pulso de antaño en el dibujo.
En el año 2000, Marcos se trasladó de nuevo a México a vivir y fundó allí una librería de revistas de historietas, Dynamic Comics. Al mismo tiempo que ha seguido trabajando para Marvel, DC, ha creado sus propios personajes para editarlos en México, como «K-Chon-Da», y es uno de los dibujantes de mayor repercusión de las prestigiosas revistas deportivas Soccer Jr. y Sport Illustrated.