PAPITU Y LAS REVISTAS SICALÍPTICAS CATALANAS
LLUIS SOLA

Palabras clave / Keywords:
Historia del cómic catalán, Cómic en catalán, Catálogo de editores/ Historia del cómic catalán, Cómic en catalán, Catálogo de editores
Notas:
Texto rescatado del catálogo de la exposición "Psicalíptics", publicado con permiso de su autor para el número 9 de Tebeosfera y traducido de nuevo por Jaume Capdevila también a petición del autor. Las imágenes usadas son las mismas que se utilizaron en el texto original. A la derecha, primera página de la edición original de este texto.
PAPITU Y LAS REVISTAS SICALÍPTICAS CATALANAS
 
Dejémoslo claro antes de empezar. El humor catalán siempre ha estado mucho más cerca del sutil e irónico humor inglés que del directo y evidente humor castellano. Diciéndolo de otro modo, a los catalanes nos gusta un tipo de humor que haga pensar, aunque sólo sea un poco; que tenga cierto ingenio y que, si es posible, nos sorprenda. La gran tradición humorística que ha dado nuestra tierra así lo demuestra.

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Arriba, Escobar en un número de Papitu. Bajo estas líneas: Bigre en uno de Pakitu.  
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Más la cosa se complica cuando se trata de hacer humor con el erotismo y el sexo. Sin pretenderlo, nos volvemos más directos, y la sutileza y la ironía sólo afloran de vez en cuando. Entonces, si se quiere mantener cierto tono, el hecho de encontrar eufemismos y palabras sustitutivas se vuelve una exigencia. Es preciso buscar palabras normales, de uso corriente, para decir todo aquello que normalmente diríamos con otro tipo de expresiones, de aquellas que se consideran soeces, aunque sea por pura convención social. Los catalanes hemos ido a buscar estos eufemismos, estas palabras sustitutivas al mercado y especialmente en los puestos de verduras, de legumbres y en las pescaderías. Al mercado solo puede irse con la mejor de las intenciones. En caso contrario, la sola mención de las sardinas, de los higos de las habas[1], de los huevos, de las almejas o de los pimientos[2] podría provocar que nos llevemos las manos a la cabeza. Porque puestos a imaginar las cosas desde el punto de vista del erotismo, cualquier frase o conversación totalmente banal puede convertirse en objeto de interpretaciones absolutamente malévolas.

Esto, precisamente esto, es lo que hacía el Papitu de la etapa sicalíptica, de la época en que según ellos mismos, se habían adentrado en un "campo de verdor", y todo aquello que dibujaban o que escribían tenía doble sentido. El chiste más inocente, la frase más normal, publicada en el contexto papitesco[3], adquiría necesariamente connotaciones de un erotismo tan subido de tono que las personas pudibundas y la ‘gente bien’, se escandalizaba de ello, por lo menos públicamente, a pesar de que una buena parte se apresuraba a leerlo a escondidas. En cuanto a esto, tenemos que señalar que el Papitu era material de lectura obligada en todas las barberías y en todos los limpiabotas del país.

La revista nació a principios del siglo XX, en concreto el 28 de noviembre de 1908, y su paso hacia lo verde tardó todavía un poco. En sus inicios fue una publicación satírica, humorística y de izquierdas, en la línea que le marcó su fundador Feliu Elias i Bracons, que en el dibujo firmaba “Apa”, y cuando escribía utilizaba el nombre de “Joan Sacs”. Lo acompañaban en estos primeros años la flor y nata de las artes y las letras catalanas, como por ejemplo Manuel Reventós. Eugeni d'Ors, Francesc Pujols, López-Picó, Josep Carner, etc… y en el ramo del dibujo, figuras tan importantes como Isidre Nonell, Ramon Casas, Joan Junceda o Ismael Smith, a parte del mismo Apa, entre otros. La redacción estaba ubicada en un local de la calle Pelayo, y Nonell se entretuvo decorándolo por el procedimiento de pintar en las paredes la imitación del mobiliario de una casa distinguida, incluido el cuarto de baño que, en la Barcelona del momento, era un lujo refinado e incluso un poco pecaminoso, según la mentalidad de inicios de siglo, tan distinta de la actual, y tan llena de hipocresía.


Aquel Papitu pretendía tener una cierta importancia literaria, y parecía que lo conseguiría gracias a la calidad de los nombres que formaban su redacción. Pero muy pronto surgieron los problemas, tanto económicos como políticos. Algunos, como los políticos de la Lliga[4], se ofendieron por las críticas y aconsejaron a sus redactores afines que dejasen de colaborar en la publicación. Otros se molestaron cuando vieron que tardaban en cobrar, y Eugeni d'Ors llego a decir en uno de sus Glossaris[5] que él prefería realidades “cordiformes”, refiriéndose a la cadena de los monederos que por aquel entonces se estilaban, y no promesas “lingüiformes” que no se llegaban a concretar. El caso es que el semanario empezó a decaer y Apa debía realizar grandes esfuerzos para sacarlo adelante. Es en esta etapa cuando se acentúa su carácter irreverente, y anticlerical.

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Ante las deserciones apuntadas (Ors, Junceda, Reventós, Smith), Apa se aseguró la colaboración de otra gente ilustre como Francesc Pujols, Rafael Moragas, Joan Colom y, especialmente, Xavier Nogués, que dejaron, en aquel Papitu primitivo, variadas muestras de su talento.
No obstante, Apa publicó su última caricatura en el número 114 del 30 de abril de 1911, y dejó la publicación en manos de quien era su impresor, Oriol Martorell. El Cu-cut, semanario afín a la Lliga y, por lo tanto, contrario a Papitu, publicó que “este hecho provocará que, a partir de ahora, ‘aprieten’ más la nota sucia con tal de salir bien parados económicamente”. Rafael Moragas nos lo confirma cuando escribe:
“El Papitu de aquellos años -1908-1910- era un semanario repleto de humorismo. Enfermo y llegó a las puertas de la muerte. De la agonía lo salvamos Francesc Pujols, los pintores y dibujantes Francesc Labarta y Joan Colom, "Adam", el caricaturista “Bon” y yo. Nos lanzamos a través de un campo de verdor. Pujols, a quien instituimos como director, nos manifestó a Labarta y a mí una tarde: —Este Papitu es tan verde que ya se ha convertido en un vegetal.
Hacía 1914, recién estallada la guerra europea lo abandonamos, después de haber sido Pujols, Labarta y yo los más constantes de todos los que lo iniciamos y de haber persistido en la redacción a través de los cambios de propietarios, de administradores y de orientaciones".
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En esta primera etapa se hicieron famosos los seudónimos, muchos de ellos bíblicos, entre los dibujantes del semanario: Isidre Nonell (Josué y Noé), Xavier Nogués (Babel), Joan Colom (Adam), Mariá Pidelaserra (Pius) y Francesc Labarta (Lata), con un tiraje situado sobre los 5.000 ejemplares. Con la dirección de Francesc Pujols (1882-1962) esta aumentó un poco. Pujols pasaba, por aquel entonces, por un momento particularmente erótico en su trayectoria personal, y de acuerdo con su filosofía íntima, tenía ganas de escandalizar y de sorprender, y por este motivo decidió darle otra orientación. Él mismo respondía personalmente a los lectores, que inundaban la redacción con notas y chistes que competían en procacidad y que estaban firmados con nombres tan expresivos como "Xo.N.Ha."[6], “3,1416 XA[7]" y otros. Pujols decía que, mientras dirigía Papitu, realizaba un estudio a fondo del alma erótica mediterránea y respondía a las cartas de un modo similar al siguiente:

“Piense que cada semana tiramos 150 ejemplares más y siempre los agotamos. No sé dónde iremos a parar."
 
“Dibujar o escribir en Papitu no honra a nadie, ni debe producir placer a una persona que se precie. Y entonces ¿usted, señor director?, me preguntará usted. Ah, amigo mío: usted no sabe la misión que nos imponemos ciertos hombres. ¡El día de mañana se sabrá a qué fin y efecto (después del económico, que es muy importante) se publica nuestro semanario!"
 
’"Nos gustaría mucho publicarlo pero es demasiado sucio. Contiene cosas que no son propias de un semanario sicalíptico.”
 
“Nosotros somos anticlericales, pero el juez no lo es todavía, a pesar de estar ya en el siglo XX.”
 
“Usted, como todos los que escriben, nos pone a caldo; pero ya puede suponer que cuando un hombre acepta la dirección de un periódico como este, no da mucha importancia a lo que le digan. ¡Fastídiese!”
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Tipos de mujer en Papitu.

Este trato, digamos irónico, que dedicaba a los lectores, constituyó una de las bases del éxito de la revista, y creemos que el mismo Pujols se divertía mucho más respondiendo a la “Correspondencia” que los mismos lectores leyéndola.

 
Se debía divertir mucho, ciertamente, pero en el aspecto económico las cosas no le iban tan bien, al menos por lo que respecta a los ingresos que procedían del semanario. Pujols también nos ha dejado dicho que la escasez del estipendio (añadía que jamás pasó de los dos duros) le obligaba, la mayoría de las veces, a dar unos recibos que decían, más o menos: “He recibido la módica cantidad de...".

Oriol Martorell traspasó la propiedad de la revista al impresor Costa (el mismo que imprimiría otro de los títulos emblemáticos de la prensa humorística barcelonesa: el deportivo Xut!), que la tuvo durante muchos años hasta que la cedió a Agustí Piracés. Este último, en unas memorias explica cómo intentó desviar la revista de la línea galante con un poco éxito evidente:

"Los esfuerzos que muchos de los que pasamos por aquella redacción hicimos con la intención de desviar Papitu del camino ultra-alegre que siguió durante tantos años, fueron en balde. Durante la época que yo lo dirigía se intentaron diversos ensayos y debo confesar que no tuve éxito. Cada vez que yo me esforzaba en elevar el tono del periódico para convertirlo en una publicación que se pudiera comparar dignamente con la prensa galante extranjera, me vi desalentado ante las liquidaciones comarcales, donde la venta disminuía considerablemente, sin encontrar compensación en el ligero aumento que se registraba en Barcelona."
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Con todo, la publicación encontró su espacio entre los lectores y la tirada aumentó hasta los 40.000 ejemplares.

Después de Francesc Pujols, la dirigió Manuel Fontdevila y, finalmente, el anteriormente nombrado Agustí Piracés, que llegó hasta los inicios de la Guerra Civil. En estas etapas tampoco le faltaban colaboradores con un prestigio bien ganado, como el caso de Ferran Canyameres, Lluís Capdevila o el mismo Manuel Fontdevila, el autor dela sección “Les hores d'amor serenes”, de la cual muchos decían que no tenía precio. Más adelante encontramos al genial cultivador del "camelo" bilingüe, Antoni Rué i Dalmau, que hizo popular la ?rma de Buendía y Gassol
[8], en sus secciones “Del teatre de la Guerra", y sobre todo en la parodia del diario titulada “El Día Bético". Este bilingüismo, basado en la traducción literal al castellano de las expresiones catalanas más genuinas. daba pie a fantásticos juegos de palabras, que adquirían, con la traducción, un sentido completamente nuevo e imprevisible. Esta es una pequeña muestra de la crónica de la guerra:


“Veo una cosa negra. ¿Será un buque? Pido la ullera[9] a un marino y me manda a aquello en alemán... Veo, con el consiguiente canguelo, que prepara un cañón. Ahora sí que recibo del carpó[10]... Me parece que nos toca recibir. Después de un rato de jugar a balas, el enemigo hace bólit[11] y hacemos aguas menores y mayores. El casco hace higo[12]. Me pongo un salvavidas y me tiro al mar. Le pregunto a un marino qué tengo que hacer y me dice ‘Nada! Nada!’ El capitán se desnuda y con la gorra se amaga las vergüenzas. Parece preocupado. Para mí que esconde algo gordo.
(...)
“Ah! Hi pueden subir de pies[13]. Es juego de pocas mesas[14]. Os envío, por el recadero de Tremp, una vista de Mr. Thas K. Ghat que con una caña se hace río. (Phot. Ali Dins). [15]
(...)
“El genio de la guerra es hoy el pinxo[16]
Y el mundo entero está sanguinolento
Y solo un servidor, que no se inmuta
El ombligo se rasca como aquel.”
(...)
Como decía el mismo Buendía: "Hay que gastar salsa de cerebro para vivir con la espalda derecha[17]".

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En la última etapa erótica (ya hemos dejado escrito que el erotismo de Papitu era de poca monta y su pornografía, de segunda división) los colaboradores más habituales fueron: Valenti Castanys, autor de la sección “Grimégia de la Setmana"; el mismo Agustí Piracés i Antoni Ollé Bertran. Los dibujantes continúan siendo de gran categoría y se deja ver muy frecuentemente Ricard Opisso, que pasa por uno de sus mejores momentos y que en el Papitu firma como “Bigre”; Pasqual Benignani, Moreno (Moro), Garcia Navarro, Bosch. Urda, etc.

La revista aguantó como pudo todas las prohibiciones que se produjeron durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1928), incluso la prohibición de aparecer, que fue solucionada publicando un hermano pequeño con el nombre de Pakitu, que lo sustituyó durante una larga temporada, casi tres años, con un contenido idéntico. Tal como advirtieron en el primer número: “Mientras el heredero esté fuera se encargará de divertir a la parroquia Pakitu, su hermano pequeño“.

Papitu llegó a publicar 1.433 números hasta septiembre de 1936. A partir de este número se hace cargo de él el nuevo Sindicat de Dibuixants, entre los fundadores del cuál figuran Helios Gómez, Jacint Bofarull, Jaume Juez, Enric Guasp y demás. El Sindicat quiere hacer “una revista nueva", abandonando el tono picaresco; pero no lo consigue. Eran demasiados años de etapa sicalíptica y ésta pesaba decisivamente en un núcleo adicto de lectores y ya no fue posible ninguna rectificación. El intento fracasó al cabo de 18 números y la mítica cabecera pasó al Olimpo de las revistas de referencia. Curiosamente, en estos últimos números volvió a colaborar en ella su fundador: Apa.

 

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Y así acabó el Papítu, paradigma de un tipo de revista que ha dado nombres propios a una serie de estilos y de géneros. Los señores Papitus y la manera de hacer papitescas definían perfectamente un determinado talante o una trayectoria personal. Con el paso del tiempo y la lejanía de esta publicación, todo este léxico se ha ido perdiendo y el lenguaje coloquial ha experimentado una serie de modificaciones y se ha adaptado a otras actualidades. En su momento, y durante muchos años, el Papitu fue un referente para designar determinadas situaciones y determinadas actitudes.

Una de las consecuencias inevitables, cuando una publicación alcanza buenos resultados, es que inmediatamente surgen un conjunto de imitadores que quieren aprovechar aquello que consideran que es una fórmula mágica para tener éxito en el mercado de la prensa semanal.

Con Papitu pasó lo de siempre. Le salieron algunos imitadores, pero ninguno triunfó verdaderamente, ya que el público, cuando da su favor a una publicación y ha establecido con ella aquel tipo de complicidad que nace de la asiduidad, difícilmente la cambia por otra revista, a no ser que la recién llegada supere con mucho a la primera. Como que esto no sucede casi nunca, todos los imitadores desaparecen al cabo de poco tiempo y sólo quedan como un título más en la historia de la prensa.

Cuando el camino de verdor se reveló rentable económicamente es cuando empezaron a surgir los imitadores de Papitu. La primera publicación que lo intentó tenía el explícito título de La Mala Setmana, y lo acababa de dejar del todo caro el subtitulo: "Periódic Menstrual”. Salió el 28 de julio de 1911 y parece ser que sólo publicó un único número. Curiosamente, el impresor era Avel.lí Artis y la autorización la pidió Pere Calders, justamente los padres de los dos notables escritores y dibujantes catalanes. Ya hemos indicado anteriormente que el impresor Costa acabó editando Papitu. Pero antes de ello, este señor ya lo quiso imitar y emular sus éxitos. Con rápida sucesión sacó al mercado tres títulos: La Figa[18] (“Setmanari Agrícola”), que salió el 12 de septiembre de 1913, y su primer número ya fue denunciado y suspendido. Este hecho no desalentó al editor que, a la semana, sacó otro título: La Piga[19], que también fue denunciado y suspendido, hecho que, según parece ser, todavía espoleó más al señor Costa, ya que inmediatamente lanzó La Pepa. En esta ocasión el éxito le sonrió. ¡La Pepa resistió durante cinco semanas!


La siguiente de la larga lista de imitadores, o de publicaciones inspiradas en el modelo papitesco y sicalíptico, es Nanu[20], de la que, parece ser, sólo se publicaron dos números, allá por enero de 1915. Otra fue La Fava[21], por enero de 1919, que también era "agrícola" y tan efímera como las anteriores. Y llegamos al Nandu[22], que nació el 15 de noviembre de 1922 y que llegó a tener cierta popularidad. Como no podía ser de otro modo, también la imprimía el editor Costa, y llevaba mucha parte gráfica, entre cuentos, anécdotas y chistes, donde abundaba la procacidad. Nandu podría haber llegado a ser una competencia seria de Papitu, ya que publicó 44 números; pero falleció de muerte súbita en ser suspendida por la Dictadura en septiembre de 1923, no sin haber tenido, a su vez, también un imitador, al menos con una parte del título. Era el Nandu de Llofriu, que salió una semana después. Lo dirigía uno de los directores de Papitu, Agustí Piracés, y también llegó a los 41. números. Como su homónimo, tampoco murió de muerte natural, sino que fue suspendida por la fiebre moralizadora y anticatalana que comportó la Dictadura. Finalmente también apareció La Tuies[23], que salió el 1 de octubre de 1923, dirigida también por Agustí Piracés. Resistió cuatro años, hasta diciembre de 1927.

Para terminar, dejamos constancia de cómo el nombre de Papitu[24] fue explotado en otras actividades que querían conseguir el éxito aprovechando la popularidad del semanario. En diciembre de 1910 se estrenó. en el teatro Tívoli, Papitu-Revista, en una escena de la cual se reproducía fielmente una de las habitaciones de una célebre casa de citas de Barcelona. En marzo de 1911 se organizó un baile de disfraces en el Teatro Español con el nombre de “Mi-Carême papitu[25]”, que sólo con el anuncio provocó una gran campaña de los medios conservadores, con el Diario de Barcelona y El Correo Catalán al frente. Finalmente se pudo celebrar, no sin la oposición de un pelotón de requetés. Otro “Ball Papitu” en la Bohémia, también en marzo de 1919, alcanzó un gran éxito. A la salida, la gente tuvo que irse hacia su casa a pie porque había estallado la huelga de La Canadenca, y no circulaban ni tranvías ni coches. También se inauguró un bar en el Paralelo bautizado con el nombre de “Societat Papitu”, pero fue un fracaso de público. Lo que si llegó a ser un exitazo fue el espectáculo El Papitu Santpere, que se estrenó en el Teatro Español hacia finales de 1932. El título jugaba con el nombre del semanario y con el del principal intérprete, el actor Josep Santpere, ídolo del teatro cómico y vodevilesco de antes de la Guerra en Barcelona.

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El Papitu ya hace tiempo que desapareció del ruedo de la prensa, pero su recuerdo no ha muerto y todavía vive, después de tantos años. Su nombre nos evoca resonancias míticas de una época en la cual Cataluña empezaba a despertarse y a sacudirse la pereza, incluso en los ámbitos más insospechados. A su manera, Papitu también contribuyó a normalizar nuestro país y lo hizo con un éxito sorprendente, porque un país normal ha de tener publicaciones que toquen todo tipo de temas, dirigidos a todo tipo de públicos.

Y a pesar de que actualmente el contenido de Papitu puede ser considerado como ordinario o de un tono no muy elevado, justamente es la calidad de muchos de sus redactores, y sobre todo de sus dibujantes, lo que la salva de la vulgaridad. Si el Papitu no hubiese sido "más que una revista", hoy no se hablaría de ella. Si no se hubiera adentrado en un campo que en aquel tiempo era totalmente tabú, dadas las circunstancias y el momento histórico en el cual apareció, hoy no haríamos este recordatorio ni tendríamos que hacer memoria que, en el 2008,se cumplirán cien años desde la aparición de esta revista que figura, con todos los honores y por méritos propios, en la lista de las grandes publicaciones satíricas y humorísticas catalanas de todos los tiempos.

NOTAS
[1] El “haba”, en catalán “faba” es una palabra habitual para referirse al miembro sexual masculino.
[2] También los “pimientos” que en catalán son “pebrots” refieren inmediatamente a los genitales masculinos.
[3] La popularidad de la revista Papitu llegó al punto que el adjetivo “papitesco” servía en catalán de sinónimo a sicalíptico, es decir, algo que mezcla humorismo y erotismo.
[4] La Lliga Regionalista fue un partido político catalán hegemónico en aquel momento de tendencia política conservadora y catalanista.
[5] Sección fija de pequeños comentarios de actualidad que firmaba a diario Eugeni D’Ors en el periódico de la Lliga La Veu de Catalunya.
[6] “Xona” es una palabra muy utilizada en el catalán más barriobajero de principio de siglo para referirse a los genitales femeninos.
[7] “Pixa” es una de las múltiples maneras –quizás una de las menos originales– de referirse al miembro sexual masculino.
[8] Paródia del apellido de un poeta y político catalán llamado Ventura Gassol, en el que ya se nota el juego bilingüe, pues Ventura, en catalán, como en castellano, puede traducirse también por “Buena suerte” o “Buen día”.
[9] En catalán la “Ullera de llarga vista” es el nombre que recibe un catalejo. Pero “ullera” también puede referir al orificio anal.
[10] recibir un coscorrón
[11] El “bólit” era un juguete de madera, una pieza con forma cilíndrica en los extremos al que se le hacía dar vueltas a base de golpes.
[12] En catalan “fer figa”, literalmente “hacer higo”, significa fallar, dejar de funcionar, estropearse.
[13] “Pujar-hi de peus” es decir “subir de pies” se utiliza para reafirmar la contundencia de una afirmación como cosa absolutamente cierta.
[14] “Joc de poques taules” se dice de algo que está a punto de resolverse, de finalizar sin muchas complicaciones.
[15] La traducción de Thas K. Ghat sería “Thas. K. Ghao” i Fot-a-li-dins sería “mete-se-la-dentro”
[16] “El pinxo” es el chulo de una prostituta.
[17] Con la espalda derecha seria la traducción de “amb l’esquena dreta” que significa trabajar poco o nada.
[18] Es decir, “El Higo”
[19] Cuya traducción es “La Peca”
[20] “Nanu” es una palabra del catalán no normativo que tampoco tiene una traducción exacta pero vendría a ser algo así como un mozalbete u hombretón. También es una manera de llamar a los enanos.
[21] Ya hemos comentado que el haba, cuando se nombra así, en singular, en catalán puede referir al miembro masculino.
[22] Nandu es una abreviación no normativa del nombre Fernando, con un matiz que indica la procedencia rústica de su propietario.
[23] Nombre de mujer, abreviación de Gertrudis.
[24] catalanización de Pepito, o sea, José.
[25] La mi-carême corresponde con la mitad de la cuaresma, el jueves de la tercera semana de cuaresma.
Creación de la ficha (2012): Lluís Solai Dachs. Traducción al castellano por Jaume Capdevila. · Datos e imágenes tomados de ejemplares originales.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
LLUIS SOLA (2004): "Papitu y las revistas sicalípticas catalanas", en PSICALÍPTICS, 1 (2004). Asociación Cultural Tebeosfera, Sabadell. Disponible en línea el 24/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/papitu_y_las_revistas_sicalipticas_catalanas.html