NICK FURIA Y EL CÓMIC DE ESPÍAS DE LOS AÑOS SESENTA
ALEJANDRO CAVEDA

Palabras clave / Keywords:
Guerra Fría/ Cold War
Notas:
Texto del autor sobre la incorporación del personaje Nick Fury al oficio de agente secreto. A la derecha, ilustración de Jim Steranko para uno de los comic books originales, utilizada en la edición en libro publicada en España el año 2000.

NICK FURIA 
Y EL CÓMIC DE ESPÍAS DE LOS AÑOS SESENTA

1.     Introducción

Se dice que en una ocasión, al ser preguntado el gran director Sergio Leone qué se sentía al ser el padre del spaghetti western, éste respondió que tan sólo era el progenitor de un montón de hijos bastardos.

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Otra de las magníficas ilustraciones de Steranko para la serie, recuperada para la portada del recopilatorio Nick Furia. Escorpio, editado por Planeta-DeAgostini en 2000.  
Al igual que Ian Fleming, Leone sabía muy bien lo que representaba el hecho de que una legión de imitadores se aprovechasen –con mejor o peor fortuna– de tus ideas. Tras el éxito de 007 contra el doctor No, en 1962, el mercado se llenó de una pléyade de espías y similares que explotaban el filón abierto por el mejor agente secreto al servicio de su Majestad, como sería el caso de Flint agente secreto, Matt Helm, Paul Chevasse,  Nicholai Hel o el nuevo Phil Corrigan, entre otros. Pero si al mundo de las viñetas y el arte gráfico nos referimos, un nombre destaca por encima de todos los demás: Nick Fury, agent of SHIELD. Este personaje de Marvel Comics, gracias al talento y la inspiración de Jim Steranko, pasó de ser un rutinario cómic de espías en la onda de James Bond a convertirse en una obra maestra del cómic de todos los tiempos. Pero nos estamos anticipando. Empecemos por el principio.

2.     El proyecto Génesis

Todo empezó con el sargento Nick Fury. Tras el éxito de los primeros filmes de Sean Connery en el rol del agente secreto 007, Stan Lee (editor en jefe de Marvel por aquel entonces) decidió reconvertir al duro sargento de comandos de la II Guerra Mundial en el líder de la mayor organización de espionaje al servicio del mundo libre: SHIELD (o Escudo, tal y como la conocimos los lectores de la añorada “Generación Vértice”). Así, tras un número de transición en el que un Nick Fury en la nómina de la CIA ayuda a los Cuatro Fantásticos a combatir a Aborrecedor (The Fantastic Four nº 21, diciembre de 1963), el veterano ex sargento debuta como nuevo director de SHIELD en las páginas de Strange Tales (nº 135, agosto de 1965), donde compartía protagonismo con el Doctor Extraño, el Maestro de las Artes Místicas.
Se trataba de una colección modesta, con historias de 12 páginas que solían continuarse la una a la otra al estilo de los antiguos folletines o seriales televisivos, a través de las cuales se narraban los continuos enfrentamientos entre SHIELD y su eterna Némesis, la organización terrorista Hydra, amén de otros grupos no menos peligrosos como IMA o el Imperio Secreto. Como era habitual en la casa por aquella época, Stan Lee y Jack Kirby fueron los responsables de poner la nueva serie en marcha, aunque pronto se incorporaron otros profesionales de talento como John Severin, Don Heck, Mike Demeo o John Buscema, que en su mayor parte trabajaron sobre los bocetos del propio Kirby, aunque contribuyeron a enriquecer el diseño gráfico de la colección.

Haciendo un paralelismo bastante obvio, Hydra era a SHIELD lo que Spectra al MI6 de las aventuras de James Bond, aunque justo es reconocer que Nick Fury carecía del glamour que sí era característico del agente 007 interpretado por Connery. Por el contrario, Furia era un tipo de la calle, oriundo de los bajos fondos neoyorquinos, enérgico, hosco, viril, descamisado, a medio afeitar y con una marcada predilección por los puros habanos.

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  Portada del libro de A. de la Calle sobre J. Steranko publicado por Dolmen recientemente, con Nick Furia en portada.
Una vez asentada la serie llegaron los cambios en el equipo responsable de la misma. Roy Thomas sustituyó a Stan Lee al guión, mientras que, tras un número dibujado por el gran John Buscema, el apartado gráfico recayó sobre un joven casi desconocido que venía de trabajar para la editorial Harvey Comics. En una arriesgada apuesta editorial, al cabo de pocos episodios el recién llegado se hizo con el control absoluto de la colección, tramas incluidas. Y nada volvería a ser lo mismo. El nombre de este recién llegado era Steranko: James Steranko.

3.     Y entonces llegó Steranko

En este punto, tal vez convenga hacer un alto en el camino para conocer mejor a este gran artista y poder valorar en su justa medida su influencia no sólo en la colección que nos ocupa, sino en el mundo del cómic en general. Genio precoz, delincuente juvenil, mago y escapista, músico, editor, rebelde e inconformista, Steranko es mucho más que una leyenda viva del medio; es una superestrella, tal y como –acertadamente– le define Ángel de la Calle en su reciente estudio Steranko Superstar (Dolmen: Col. Viñetas nº 5, 2010), y como pudieron comprobar todos los que tuvieron ocasión de conocerle en persona durante la Semana Negra del año 2002. Un estatus sorprendente si tenemos en cuenta la escasez de su obra (en cantidad, que no en calidad) frente a la de otros profesionales del medio como el propio Jack Kirby. Pero es que Steranko juega en otra liga. Inquieto e innovador, pertenece a ese selecto club de artistas cuyas aportaciones al medio cambiaron la forma de hacer y entender la narrativa gráfica, de las cuales Strange Tales (1966-1968) y Nick Fury, agent of SHIELD (1968-1969) son un buen par de ejemplos. Así, el nombre de Steranko ha quedado ligado para la historia al de su hijo pródigo, aunque no sea una creación suya y en realidad él se haya incorporado sobre la marcha a media película.

No es necesario detallar los complejos vericuetos editoriales a través de los cuales el dibujante acabó substituyendo a Jack Kirby, primero, y a Roy Thomas después. La mayoría de las fuentes disponibles indican que el joven talento tuvo varios títulos a su disposición, pero acabó decantándose por una serie más modesta como era la de Nick Fury en Strange Tales, porque pensaba –con bastante buen criterio– que allí tendría más libertad creativa, aunque, como ya veremos, esta premisa no se cumplió al cien por ciento.
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La libertad creativa de Steranko se materializó, sobre todo, en el plano gráfico, con viñetas sicodélicas como ésta.


Al igual que ocurrió con sus predecesores, el joven Steranko se encontró con que tenía que trabajar a partir de los bocetos de Jack Kirby, amén de la supervisión argumental del propio Stan Lee. Sin arredrarse, el dibujante asimiló el estilo del Rey, lo hizo suyo y le dio una nueva vuelta de tuerca, al igual que pasó con Bernard Krigstein, Wally Wood, Andy Warhol y Peter Max, entre otros. Tras concluir la trama argumental en curso, con el enfrentamiento definitivo entre SHIELD e Hydra (Strange Tales números 151 a 158, diciembre de 1966 a julio de 1967), el nuevo responsable de la colección empezó a desmontar la herencia de Lee & Kirby para reconstruir SHIELD a su gusto y conveniencia en una nueva aventura a través de la cual recuperó a uno de los villanos clásicos de Marvel: la Garra Amarilla. Los cambios no tardaron en hacerse notar: el Nick Fury de Steranko parece más joven, dinámico y elegante. Vive en un futurista loft de diseño de vanguardia, conduce un Ferrari 330/P4 Berlinetta digno del agente 007, se rodea de hermosas mujeres (como la condesa Valentina Allegro de Fontaine) y ha cambiado el burdo uniforme militar de SHIELD por un futurista y ceñido traje espacial repleto de correas, cartucheras y un armamento tan exótico como atractivo. El autor se sacó de la manga continuos gadgets dignos de la sección Q, que iban desde anillos explosivos a coches invisibles, pasando por gafas de rayos X o pastillas de oxígeno. Pero la renovación no fue sólo a nivel argumental. Estéticamente, Steranko era un artista inquieto e innovador que utilizaba todos los medios a su alcance en busca de una esquiva perfección que –según ha confesado él mismo– tan sólo alcanzó a rozar en muy contadas ocasiones. Nuestro dibujante concebía la página (e incluso la doble página) como una unidad a través de la cual reinventar la técnica de narrar historias asimilando recursos no sólo del mundo de cómic, sino incluso de otros medios como el cine o las vanguardias artísticas. Cada historia firmada por Steranko era un despliegue de magia, color y osadía como pocas veces se ha podido contemplar sobre el papel y que todavía hoy, como entonces, cautiva la imaginación del lector.

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El vanguardista Steranko: una página de Nick Fury, agent of SHIELD, construida como un collage fotográfico.  
Puede que parezca que dedicamos demasiado espacio al autor en detrimento del personaje, pero es que en este caso el autor es la clave. De hecho, la colección Nick Fury, agent of SHIELD apenas sobrevivió diez números tras la marcha de Steranko, que tuvo lugar a la altura de la quinta entrega (“¿Qué sucedió con Scorpio?”, octubre de 1968), pese al buen hacer de profesionales como Roy Thomas, Jim Starlin, Gary Friedrich, Herb Trimpe, Sal Buscema, Howard Chaykin o Barry Smith, entre otros. El final de la serie no supuso el del propio Furia (ni el de su organización), que se convirtieron en invitados habituales de otras colecciones como Avengers, Captain America o Iron Man, y aun hoy en día es considerado como uno de los puntales básicos del actual Universo Marvel gracias a su participación en sagas como Guerra Civil, Invasión o Reinado Oscuro desde las páginas de su nueva cabecera, los Guerreros Secretos, por cortesía de Brian Michael Bendis, Jonathan Hickman y Stefano Casselli, demostrando así que los viejos espías (al igual que los rockeros) nunca mueren mientras tengan que salvar al mundo por enésima vez. Como decian Lee y Steranko al comienzo de muchos episodios clásicos en un guiño a los lectores: “Sé fiel, apoya a SHIELD”.

4.     El legado Furia

En Marvel nunca se molestaron en disimular que Nick Fury era su réplica en viñetas del agente 007 de Ian Fleming. De hecho, las alusiones al más letal agente secreto al servicio de su majestad eran continuas a lo largo de las páginas de Strange Tales, como en la presentación del número 155 («Escrita y dibujada por Jim Steranko, el James Bond de Marvel»), o el breve cameo que el propio Bond (con el físico del actor Sean Connery) realiza en las páginas del episodio nº 164. Y es que, pese a las ya comentadas diferencias entre ambos personajes, Furia supuso –en muchos aspectos– la sublimación definitiva del género de espías.

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  En la segunda de estas tres viñetas vemos como Bond (Connery) se asoma al universo de Nick Fury.
Por entonces, en el cine, la puesta en escena estaba limitada por el presupuesto, los efectos especiales y el talento del equipo realizador, mientras que en el mundo del cómic los únicos límites posibles eran la imaginación del guionista y la habilidad del dibujante para plasmar las ideas de éste sobre el papel; aptitudes estas de las que no carecían precisamente Lee, Kirby y Steranko.

El punto de partida, en el fondo, era muy simple: si Nick Fury va a ser una réplica de James Bond, no lo disimulemos; por el contrario, hagámoslo más evidente aún, llevando al extremo todo lo que más nos gusta del agente 007. Así, número a número fueron surgiendo conceptos que hoy día forman parte del Universo Marvel, como es el Helitransporte, los rayos Vortex, los aereomóviles, los Simulacros Dotados de Vida, Autofac, la sección Psi o la sala de entrenamiento de SHIELD, entre muchos otros. Por otro lado, mientras que el agente británico trabajaba preferentemente solo, Furia se rodeaba de un sólido plantel de secundarios entre los que se encontraban sus antiguos camaradas de los Comandos Aulladores o el perfeccionista Jasper Sitwell; y, ya en época de Steranko, al científico Sidney Levine, al bravucón Clay Quatermain, el oriental James Woo o la condesa de Fontaine, la Mujer por excelencia en la vida de Nick Fury, aunque éste haya tenido sus más y sus menos con otras atractivas féminas, como Laura Brown o la condesa Caution. Y es que en el terreno sentimental, Furia tenía poco que envidiarle al agente 007, al igual que ocurría con su plantel de adversarios, tan bizarros y exóticos como los ideados en su momento por el difunto Ian Fleming para sus novelas, como era el caso del baron Strucker, la Garra Amarilla o Scorpio. El director de SHIELD, pues, era un Bond desenfrenado y elevado a la enésima potencia, pasado por el tamiz de la ciencia ficción y el cómic de superhéroes, lejos del realismo argumental y estilístico de otros pastiches como es el caso de Phil Corrigan, el agente secreto X-9 de Alex Raymond y Archie Goodwin (el agente X-9 es anterior a Bond, pero tras el éxito de las películas de 007 se transformó sutilmente para asemejarse al espía británico). Ahí es quizás donde radica el particular encanto de Nick Fury: ese sense of wonder, esa impresión de que no hay límites, de que todo es posible y de que al final los buenos siempre triunfan, aunque a veces sea un triunfo amargo, como tan acertadamente reflejó Garth Ennis en la versión MAX del personaje de 2001.

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El "coche invisible", antes en los tebeos que en el cine.  
Muchos años después, el círculo se ha cerrado. Si Bond fue la inspiración para el desarrollo de Nick Fury, es imposible visionar la última película de Pierce Brosnan como agente 007, la titulada Muere otro día (Die Another Day, 2002) sin percatarse de las influencias que los guionistas de la misma han asimilado de los cómics clásicos de SHIELD: la maquina que utilizan los villanos del filme para cambiar de aspecto físico remite a la que usaba Von Strucker durante la etapa de Steranko, así como la “Garra Satánica” que el actor Toby Stephens utiliza durante su enfrentamiento final con el agente 007 a bordo de un avión equipado con un arma que a su vez recuerda al Cuerno del Apocalipsis de Hydra. Y no olvidemos los coches deportivos capaces de volverse invisibles, al estilo del Ferrari de Furia, o la fiesta en un hotel de hielo similar a las que Strucker organizaba bajo su disfraz de Don Caballero. Las tornas han cambiado, y con el tiempo la copia ha terminado por inspirar a su modelo, lo que supone la prueba definitiva de que por encima de modas, tendencias y otras consideraciones, Nick Fury ha terminado por consolidarse como personaje y se sostiene por sí mismo. Como afirma el propio personaje en el número 4 de Guerreros Secretos (julio de 2009): «Es el mundo lo que ha cambiado. Yo no, ni un ápice». Pues eso.
Creación de la ficha (2010): Alejandro Cáveda. · Datos e imágenes tomados de un ejemplar original
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Alejandro Caveda (2010): "Nick Furia y el cómic de espías de los años sesenta", en Tebeosfera, segunda época , 6 (25-IX-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 18/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/nick_furia_y_el_comic_de_espias_de_los_anos_sesenta.html