MORT CINDER Y UN PRÓLOGO
Siempre me he preguntado qué pasaría si entre ese mágico desorden de gobelinos, tallas egipcias y vasijas griegas, no siempre auténticas, nuestro querido Ezra Winston se encontrara un viejo ejemplar de la revista Misterix de principios de los años sesenta. Sería fantástico que Ezra comentara algo, con esa sencilla autoridad que le caracteriza, sobre esa humilde revista. Pero aún sería más fantástico que Mort Cinder sentenciara el comentario de Ezra con su rotundo, y típico, "yo estuve allí".
Desgraciadamente todo esto no es más que un deseo irrealizable. En ninguna de las aventuras que protagonizaron Ezra y Mort se detalla cómo se fraguó esta obra que tenéis entre las manos. Y es una pena. Es una pena porque Mort Cinder nos podría explicar una serie de cosas muy interesantes sobre su forja. Afortunadamente existe una serie de datos de los que no necesitamos a un testigo presencial para acceder a ellos y analizarlos.
MORT CINDER Y LA REVISTA MISTERIX
Durante la primera mitad del siglo XX, Argentina se perfilaba como una potencia mundial de primer orden. Esa bonanza económica repercutió positivamente en diversas facetas de la sociedad, entre ellas, las artes y las letras. Y especialmente en un arte naciente: el cómic. En pocos años, este nuevo arte se afianzó con especial fuerza en la cultura cotidiana argentina y tanto las series de prensa como las revistas de cómics se multiplicaron. Con una industria potente tanto por tamaño como por creatividad no es de extrañar que de la misma manera que en Argentina se publicaban series norteamericanas, un personaje argentino, Patoruzú, se publicara en diarios norteamericanos. Y en este contexto, y bajo el mando de Cesare Civita, nació a finales de los cuarenta la revista Misterix publicada por la entonces muy potente Editorial Abril (responsable, también, de títulos como Rayo Rojo y Cinemisterio). En aquel momento el argentino medio, ya maduro como lector de cómics, empezó cada vez más a exigir cómics de factura nacional. No importaba dónde se desarrollara la acción, los diálogos y las actitudes de los personajes debían ser "argentinos". Y la revista Misterix fue un claro exponente de esa filosofía. Ante esta situación, se hacía necesario contar con un elenco de autores capaces de desarrollar el tipo de productos que el público estaba demandando. Cesare Civita, el dueño de Editorial Abril y hombre de gran olfato, se dio cuenta rápidamente de esta circunstancia y pronto empezó a configurar un equipo estable de creación. Por un lado apostó por formar a jóvenes argentinos en el campo de la historieta y de esta manera, casi casual, un joven H. G. Oesterheld se decidió a escribir historietas para sus publicaciones. Por otro lado existía una serie de dibujantes italianos en busca de trabajo dada la paupérrima situación del cómic en su país después de la Segunda Guerra Mundial. Civita ni corto ni perezoso se trajo a aquellos dibujantes a Argentina. No olvidemos que durante décadas, Argentina había sido uno de los lugares de destino preferidos de los emigrantes italianos. El resultado de todas estas circunstancias fue que autores tan importantes como H. G. Oesterheld, Hugo Pratt o Solano López desarrollaron sus grandes talentos en las páginas de Misterix. Por no mencionar que Sgt. Kirk uno de los personajes clave de la historia del western, y del cómic, nació y se desarrolló también en dicha revista. Sólo por esto, Misterix ya se podría considerar una revista fundamental en la historia de los cómics. Pero lo mejor estaba todavía por venir.
Portada de Misterix nº 714 (20-VII-1962), con el debut de la serie. | |
Portada de Supermisterix nº 715 (VIII-1962), la única dibujada originalmente por Alberto Breccia. |
El período de bonanza de las revistas de cómic argentinas acabó a principios de los años sesenta. Problemas de gestión y distribución y la competencia de los cómics mejicanos, más baratos y en color, acabaron con muchas de ellas. Misterix, gracias a su gran implantación en el mercado, sobrevivió, pero cambiando de manos, pasando de Editorial Abril a Editorial Yago. Esta última, ante un mercado cambiante e incierto, inició un proceso de renovación tanto de la forma como de los contenidos. Uno de sus primeros cambios fue la renovación de los especiales de la colección llamados Supermisterix que, de apaisados pequeños con lomo, pasaron a formato revista vertical con grapa. El siguiente paso fue recuperar talentos "fugados".
Y de estas dos renovaciones nació una historieta llamada “Mort Cinder”, que se anunciaba en portada. "No sólo ruinas y reliquias nos llegan del antiguo Egipto. También el crimen, también la muerte" era el texto que aparecía en el Supermisterix núm. 715 de agosto de 1962. En la cubierta se indicaba que la obra era de un tal A. Breccia pero en el interior se detallaba que el guión era de H. Oesterheld. Esta aventura, de seis páginas y en formato vertical, supone el verdadero prólogo de Mort Cinder aunque, paradójicamente, este personaje no aparece en la historia.
La verdadera historia de Mort Cinder empieza en el Misterix núm. 714 del 20 de julio de 1962. La fe de los editores en la creación de los dos veteranos autores quedó bien patente al aparecer en portada el texto "Hoy comienza Mort Cinder dibujado por A. Breccia". Un corto episodio de cinco páginas, en este caso apaisadas, da paso a un continuará que marcará en gran medida el desarrollo de la serie ya que, al ofrecer en muchos casos sólo tres páginas por entrega, las aventuras quedan fragmentadas en muchos episodios, afortunadamente, de cadencia semanal.
Como se habrá podido notar, la aventura de Supermisterix que hace de prólogo a Mort Cinder apareció poco después de la primera aventura de Misterix. Todo parece indicar que ambas aventuras se realizaron casi simultáneamente y que el desfase se debió a circunstancias meramente industriales.
Mort Cinder ya estaba en marcha, paralelamente a las renovaciones de la editorial. Y éstas llevaron a un cambio capital; el paso de la revista a formato vertical. Aumentando ligeramente su tamaño, la revista paso a ser vertical en el número 725 del 5 de octubre de 1962. Este cambio tomó a Mort Cinder por sorpresa en medio de una aventura.
Estos cambios de formatos, primero vertical grande luego apaisado pequeño y finalmente vertical pequeño, y la impresión de aquellos años, no demasiado precisa para los productos de kiosco, no afectaron para nada al desarrollo de la obra. Lenta e inexorablemente Oesterheld y Breccia desarrollaron no sólo su mejor obra sino una de las obras maestras del cómic mundial.
MORT CINDER Y OESTERHELD
Héctor Germán Oesterheld (Fotografía de Cristobal Reinoso). |
Oesterheld se encontraba en un momento muy peculiar de su carrera. Pese a su nada halagüeña situación profesional, paradójicamente se encontraba en un momento creativo excepcional. Toda su experiencia en la Editorial Frontera le había conferido una habilidad excepcional para trazar personajes e historias al tiempo que su prosa se hacía cada vezmás refinada, más eficaz, más poética incluso. Pero por otro lado se encontraba anímica mente decaído por el fracaso de su proyecto editorial. Esta mezcla de circunstancias no se notó en todas sus obras para Yago, pero sí fue determinante en sus obras más acertadas de aquel tiempo; Watami y Mort Cinder. En ambas sigue estando presente el gran humanismo que Oesterheld imprimía a sus historias. Por encima de la trama y de los acontecimientos históricos, importantes o no, están las personas. Pero estas dos obras destilan además cierta amargura, cierto pesimismo. Características que Alberto Breccia potenció en el caso de Mort Cinder.
MORT CINDER Y BRECCIA
Alberto Breccia empezó a publicar ya en los años treinta. Tras dos décadas de trabajo de las que cabe destacar el excelente Vito Nervio, cuenta la leyenda que Hugo Pratt le recriminó el no hacer obras de más calidad con el gran talento que tenía. No sabemos hasta qué punto eso pasó en la realidad, pero lo que sí es cierto es que a finales de los años cincuenta volvió a colaborar con Oesterheld, con el que ya había realizado cuentos infantiles y alguna que otra historia corta, en la Editorial Frontera. Con nuestro guionista, Breccia empezó a desarrollar aún más su gran talento narrativo, como se puede apreciar en sus aventuras de Ernie Pike o del Dr. Morgue. Pero su gran trabajo de aquella época fue Sherlock Time. De características similares a lo que más adelante sería Mort Cinder, el enigmático Time tenía un compañero que le asistía, e incluso acompaña ba en sus aventuras siempre de corte fantástico o terrorífico. Time, una especie de detective del "tiempo y del espacio" aparece misteriosamente y con extraños e imposibles conocimientos tanto del pasado como del futuro. Jamás se explica ni quién es ni cómo sabe tantas cosas pero eso no es un ningún problema para el desarrollo de las historias. Oesterheld narra prodigiosamente la acción, descargando gran parte de ésta en su compañero y en los secundarios de cada historia de tal manera que Time es poco más que una presencia omnisciente que apenas ayuda a desarrollar la historia, pero que, eso sí, juega un papel importante en su resolución. Por su lado Breccia dota a Time de un curioso físico, su mandíbula cuadrada unida a sus ojos hundidos en una sombra perpetua le confieren una apariencia de inteligencia y experiencia que se capta inmediatamente con un breve vistazo al personaje. Por otro lado, algunas historias de Sherlock Time aparecieron en Hora Cero Semanal seriadas por entregas de tres páginas lo que le confería a las historias un ritmo similar al que tendría más tarde Mort Cinder. Time marcó un camino a seguir que, consciente o inconscientemente, los autores siguieron.
Alberto Breccia. |
Con el cierre de Frontera, Breccia, en un momento clave de su evolución artística, empezó a trabajar para la editorial inglesa Fleetway e incluso se planteó la posibilidad de irse a vivir a Londres. Este proyecto se truncó con la grave enfermedad de su esposa. Esta circunstancia no sólo impidió la aventura europea del artista sino que además le causó un grave quebranto económico debido al alto coste del tratamiento de su esposa. Y en esas circunstancias, Breccia se enfrentó a Mort Cinder.
MORT CINDER Y EZRA WINSTON
En 1962 nos encontramos con dos artistas creativamente muy maduros. Casi podríamos decir que, a la vez que atravesaban difíciles situaciones profesionales y personales, estaban a la espera de realizar su obra maestra. Y en medio de todo esto nace Mort Cinder. Oesterheld y Breccia supieron dotar a este personaje, como ya hemos comentado, de un fuerte humanismo a la vez que de cierta tristeza. Aunque suene a tópico hoy día, ésta es la historia de personas comunes que a veces se ven envueltas en vicisitudes importantes. Oesterheld se arriesgó, aunque no conscientemente, creando historias sin buenos ni malos y con un personaje protagonista casi imposible y del cual casi no sabemos nada. Breccia por su parte volcó todo su estilo, en plena efervescencia en aquella época, para mostrar no sólo a los personajes sino sus emociones más profundas. La premura en la entrega de los guiones y la brevedad de las entregas confirió a las primeras aventuras un aire anárquico que lejos de perjudicar a la obra le confiere una soltura que le confiere más fuerza narrativa si cabe.
Horacio Lalia, modelo para Mort Cinder. | Ezra Winston. |
En estas circunstancias nuestro artista se encontró con un problema. No "visualizaba" la cara de Mort. Y así le decía a Oesterheld, "no lo hagas aparecer todavía, dame tiempo". Y valió la pena esperar: con rostro de Horacio Lalia (futbolista y más tarde dibujante de historietas) y la expresión de Sherlock Time, nació la imagen gráfica de Mort. De aquí la aparición tardía y casi casual del protagonista de la historia. Pero tras hacerse esperar, no explica quién es ni cómo hace lo que hace. De hecho no lo sabremos nunca. Pero ni falta que hace. Lo más importante es que página a página aprendemos algo más importante: supimos quién no es Mort Cinder. No es un rey, ni un general, ni un científico, ni un político, ni siquiera un artista. Y aun que lo parezca, tampoco es un viajero de la eternidad. Mort, como mucho, es un testigo, pero no de excepción, de la historia. No es de excepción porque nunca es protagonista, siempre es secundario. Quizá por esta condición, en sus relatos pocas veces hace juicios de valor. Raramente hay villanos y, muy pocas veces héroes. Sus vivencias son a través de personas, con sus vicios, virtudes y defectos, pero personas al fin y al cabo y por tanto difíciles de clasificar por hechos aislados. La enigmática personalidad de Mort, en contraposición con la sencillez, a veces engañosa, de Ezra, conjugadas en peculiares, y a veces casi imposibles, aventuras hacen que al lector siempre le quede un regusto entre amargo y esperanzador de difícil clasificación. De alguna manera uno siempre tiene la sensación de que está leyendo algo trascendente aunque no sepa muy bien por qué.
Y aquí está la parte más importante de la obra: Mort Cinder es mágico y transmite esa magia al lector. Sumerjámonos pues en la prosa de Oesterheld y el grafismo de Breccia.