MORBIUS. ALMA EN PENA BUSCA HEMORRAGIA
ANTONIO SANTOS

El agonizante premio Nobel MICHAEL MORBIUS, en el intento de sanar la extraña patología que le corrompe la sangre, ensaya con un tratamiento tan experimental como revolucionario y lo transforma en un vagabundo de las sombras, los edificios ruinosos y los callejones inmundos en pos de la sangre de una víctima oportuna. Este calvario lo arrojará a toda suerte de escenarios y enfrentamientos. 

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Michael Morbius antes de convertrse en el Vampiro Viviente

¡EXPLOSIÓN! (DE BRAZOS)

Morbius habrá de ver la luz (negra de sus remordimientos inagotables) en el número que protagoniza SPIDER-MAN, el chavalín PETER “PAN” PARKER arácnido, cuando le crecen cuatro brazos extras y el pánico le lleva a cruzar su destino con el de otro monstruo cuyo lisiado alter ego, el DR. CONNORS (alias EL LAGARTO), cree tener la solución al problema espectacular del TREPAMUROS. Esto ocurrió en 1971, y se aventuraba un nuevo rumbo en MARVEL, ahora que el pionero STAN LEE cedía las riendas de la redacción editorial a jóvenes fans entusiastas como ROY THOMAS y se retiraba a su porche a ver bucólicos ocasos en su granja, lejos del mundanal rugido.
Michael Morbius repite una constante, si no de la literatura, sí de la CASA DE LAS IDEAS: la de poseer un poder deformador del que abomina absolutamente (aunque hay excepciones, como EL BUITRE, que adoptan un rol “repulsivo” para emprender su carrera delictiva). Comprende que sus dones, lejos de permitirle practicar el altruismo para con sus semejantes menos afortunados, suponen una lacra, una tara, descomunal muro que lo aísla de la sociedad, cuyas venturosas virtudes quiere gozar con el resto del mundo. Este mismo afán es el que obliga al joven Parker a usar su QUIMI-CEFA buscando librarle de sus facultades arácnidas.
Dado que está utilizándolo en su habitación (o sótano, o billares, el lugar no importa) para tratar de localizar en su ADN qué va mal y sacárselo, empleando los medios más básicos para una tarea tan compleja, es natural que así le salgan cuatro brazos de más, transformándose indistintamente en un émulo de SHIVA o del DR. OCTOPUS, e incrementando, de paso, su imagen de mutante arácnido. ¿Por qué P. P. iba a ir a un laboratorio especializado si en la camilla de su casa secuencia el ADN también? (Estos tebeos: ¡qué bazar de disparatadas ingenuidades podían llegar a ser!) 
En el otro extremo está Michael Morbius, un lumbreras del nivel de REED RICHARDS (que

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Parker descubre lo que pasa cuando juegas con el laboratoro casero de tu sótano

hará cameo en estas viñetas), que agoniza aquejado de algún tipo brutal de leucemia, y tiene un chiringuito atómico en algún sitio indeterminado de Europa (por eso de que de que de aquí proceden los vampiros), lleno de maquinaria made in JACK KIRBY con la que espera hallar su sanación, pero que abandona para equipar un yate con un laboratorio similar y darse una terapia a base de voltios que curen su sangre putrefacta. ¿Eso no pudo hacerlo en su ultracarísima instalación terrestre? ¿A qué largarse de VACACIONES EN EL MAR, Roy?
Pues para que el bueno/astuto de Thomas le permita tirarse por la borda del costoso yate (ya transformado en un anémico pasivo/agresivo hematófago) y emule a DRÁCULA en su travesía en el DEMETER.
Y pasa esto porque el gran Roy Thomas, fascinado por la literatura universal, rinde aquí uno de sus cuantiosos homenajes a los autores inmortales, incorporando esos sublimes esquemas a algo tan pastueño y mundano como Spider-Man. Una lástima, pues un atento seguimiento del trabajo de Thomas, unificando colecciones, nos arroja un pésimo balance a su labor creativa.
Thomas no inventa nada: se limita a saquear páginas de STOKER, SHELLEY, LA ILÍADA, BEOWULF, profana a ROBERT E. HOWARD o KING-KONG, lo que sea que le produzca escalofríos, y lo ensambla, aun a puñetazos, en las series de THOR, HULK o Spider-Man, volcando además referencias de otros personajes del cómic o el pulp, en plan guay. Su gran talento, apreciamos, consiste en la forma, más o menos hábil, de cómo inserta ese material entre las viñetas.
Los fans de Thomas replicarán que, versándose en tales obras, empujaba al lector a rastrearlas en la biblioteca e imbuirse de su divino néctar literario. Trabajaba para la promoción de la cultura universal, vamos.
Es buen alegato, pero Thomas no cobra por adaptar obras, sino para concebirlas de su magín. Comparado, pues, con otros guionistas de la camada post Stan Lee, su brillo se oscurece un tanto. No es que Thomas evidencie que tiene ‘lecturas’ (o sus personajes), es que marveliza los clásicos (por caso: los episodios 103-104 de Spider-Man: puro King-Kong, con reconocimiento final de la deuda). No nos parece cosa de gran mérito.

MÓRBIDO

Morbius, es un MAKE MINE MARVEL de solera: siempre doliéndose del coño y buscando dónde esconderse del sol, fatalmente dividido entre su necesidad por subsistir, 

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Morbius en pleno cambio

colocándose en la cúspide de la cadena trófica, y la repulsa moral/intelectual que esto le produce. Es un: Soy Spidey y combato el mal pero, ¡qué lata de superpoderes! De continuo acecha a un indigente, a un samaritano, a una tía buena, a los que sin reparos deja secos para, apenas se está enjugando los labios, atormentarse (y flagelarnos) con la letanía y la jeremiada en isabelino, un GÓNGORA que se aborrece sin parar: qué monstruo soy, ay mi sed insaciable, ¡me suicido antes de seguir así! Pero este esperpento albino, con su cabellera alborotada, a ratos figura de JACK SKELLINGTON (PESADILLA ANTES DE NAVIDAD), o de rockero del grupo KISS, o “cameo” del finado MICHAEL JACKSON (por eso de la nariz, sobre todo), jamás pone fin a sus cuitas, que transcurren entre callejones y lugares deprimidos, ruinosos. Será eco de sus huesos huecos que le facultan volar (otra cosa en la que nos insisten sin parar).
Thomas inserta, en los vigorosos orígenes de Morbius, varias interesantes especulaciones acerca de lo que puede ser un vampiro con consciencia, acosado por remordimientos, que llaman nuestra atención (aunque, comprobado su modus operandi, de ‘atraco’ a obras ajenas, pudiera ser que estas observaciones, compartidas al alimón por Morbius y Spider-Man, pertenecieran a SHERIDAN LE FANU. O a JULES VERNE, si se tercia).
Vemos a Morbius dando bandazos de una colección a otra como un espejo de monstruos más o menos estilizados. Se ‘une’ a Spider-Man (porque es un canijo, seguramente) que “lo presenta en sociedad” en los TEAM-UPS y TWO-IN-ONE con la ANTORCHA HUMANA, LA COSA o los X-MEN, y aprovecha cada viñeta para arrojar su

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discurso abundante de tragedia, toreramente ceñido en su uniforme que, fíjense ustedes bien, apenas se diferencia del que viste EL MOTORISTA FANTASMA, debutante entonces entre los ‘terrores’ que Marvel pretendía publicar sorteando como fuera el insensato COMICS CODE (que, atentos, permitía monstruos “sobrenaturales” siempre que surgieran de experimentos fallidos, jamás fuesen obra de Dios, el Diablo o la Naturaleza, ¡toma ya! De ahí que, en su propia colección –sí, sí, Morbius tuvo una; cosa de sangrar al personal a base de spin-offs, muñequitos, postales y pósters-, cuando lucha contra BLADE –no con WESLEY SNIPES-, deduzca que el bizarro nubio lo toma por un émulo del “Drácula de ficción”).
Morbius es un personaje que, a priori, gusta tanto como un helado de cemento y, sin embargo, lo promocionan a serie propia, que arranca tras el frustrado intento de CHARLES XAVIER de curarle (una larga historia que implica a Spider-Man). A Morbius le entra una paranoia repentina, viéndose rodeado de enmascarados sospechosos, y escapa que se mata por una ventana (esto es una constante suya) hasta las páginas de su saga, un apelotonamiento de ideas de toda índole que tan pronto lo teletransportan al planeta de los gatos (un remedo de los planes del ALTO EVOLUCIONADOR) como lo enfrentan a un prototipo de la sáfica XENA, y entre medio conoce al inevitable cónclave de brujos que tratan de subyugar el mundo merced al satanismo, o algo así...
Entonces, Morbius el Mórbido resalta como un paladín atroz (pero lo mejor que tenemos) y salva el día derrotando con la mano derecha a todos esos intrigantes mientras usa la izquierda para lloriquear por su sed insaciable, mordiendo la palpitante yugular de una estupenda fémina en el intermedio de las coplas por la muerte de su reputación.
Morbius se estrena matando a NIKOS, amigo y ayudante, al cual estrangula (¿porque morderle el cuello se podría interpretar como una insidiosa insinuación homosexual? ¿Hay

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La muerte de Nikos

fetichismo, o parafilia, en el mordisco del vampiro?), pero no tiene redaños para agredir a su amor inmortal, MARTINE, que buscará entre LOS 4 FANTÁSTICOS ayuda para curarle… mientras que en las páginas de la serie de Morbius conspira para matarlo, enredada en la viscosa y todo sorpresiva saga del SEGUNDA GÉNESIS de los CARETAKERS y los HIJOS DEL COMETA, donde nada es lo que parece (y aún menos la inefable TARA, a ratos niña indefensa, otras veces amazona con el látigo presto y al final lamia psíquica que quiere destruir el mundo para gobernar sobre sus ruinas).
Morbius madura en las páginas de FEAR (donde nos despedimos del incalificable agente SIMON STROUD) y se estrena, caminando que hago el camino, en plan PEQUEÑO SALTAMONTES, en VAMPIRE TALES, publicación con todas las trazas de emular a la EDITORIAL WARREN (pues era esa época, los setenta discotequeros, que seguían desprendiéndose de las hebras de la segregación racial –lo leemos, matizado, en Spider-Man- y los terrores postnucleares a protagonizar por CHARLTON HESTON).
 Al mismo tiempo, pues goza del poder de la bilocación (¡y no lo hacen santo, señoras y señores!), Morbius alterna en los Team-up de Spider-Man o La Cosa, salvando al mundo de los más disparatados villanos (EL BORRADOR VIVIENTE, cuya raza podía atravesar dimensiones, pero no fusionar el átomo), se ve infaustamente perseguido por la sociedad, que en él advierte sólo un ejemplo de deforme atrocidad, el ciego miedo racial a que nos nazca un niño monstruoso, tarado, imperfecto. Que provoque repulsión.

MONSTRUOS A GRANEL

Ciertamente, esta es la clave que nos da la idea de por qué es monstruoso Spider-Man o por qué La Cosa suscita pánico y rechazo sin cesar: son evidencias de que algo puede ir fatalmente mal dentro de nosotros y eso se cebe en nuestra progenie. Los monstruos nos recuerdan cuán afortunados somos, gozando de salud y perfección. Y nos producen el terror de que pudimos ser también así. Es un impulso automático insertado en nuestra sangre.
Esta tendencia hedonista está acentuándose en los últimos años, y ha incluido sin 

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Morbius contra El Lagarto y, entre ambos, el Spidey de ocho brazos

vacilar a la obesidad entre las más espantosas deformidades (pero ir por ahí cubierto de tatuajes y piercings mola mazo). Se quiere una sociedad anoréxica de huesos faciales acusados y minimalista que piense poquito, que para eso tenemos líderes.
Si alumbramos el UNIVERSO MARVEL con esta luz, reparamos en que su historia es el relato de la constante lucha de la integración y la tolerancia de unos seres prodigiosos, monstruosos por su singularidad (ese es el Gran Pánico que agita a la sociedad: teme al que no es igual al resto de la manada, entumecida, por ejemplo, en la idolatría del fútbol), que no cesa de derrochar altruismo y generosidad sobre una muchedumbre egoísta e ingrata que devuelve a pedradas toda su prodigalidad.
Es un vivo retrato de la sociedad, en efecto, que no necesita nada para pasar del hosanna al ¡crucifícale!, y en eso el aire capitular de Marvel, su leyenda de estar “más que nadie en la actualidad”, es cierta. Pero su afán no está expuesto desnudamente, para ser eficaz, sino que Thomas, CONWAY, MANTLO… lo envuelven en sucesivas y aturdidoras capas de verborrea y presuntuosa prosopopeya que despistan nuestra mirada de lo que de verdad cuenta la historia.
Tampoco ayuda el concepto SOAP STORY que suele abundar en las tramas con densa gramática el culebrón que se trae Peter Parker con GWEN STACY, MARY JANE WATSON o CARMEN MIRANDA, si se cruza, y crea un romance tan aparatoso como superficial.
 
AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS

Morbius sale de una serie escrita por sujetos que, llevados por su entusiasmo, desafían con desparpajo la capacidad de lógica y análisis del lector. Tomemos por ejemplo la 

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primera pelea entre Morbius y Spider-Man (con seis brazos; su corazón soporta magníficamente todo este esfuerzo extra de irrigar extremidades añadidas, por cierto): sucede en un sótano de aparentes dimensiones inmarcesibles, y todo intercambio de golpes aderezado de caudales inagotables y pueriles de palabras. ¿No pueden callarse, aunque sea para tomar aliento? ¿Un solo segundo? El lector enseguida apreciaría las reducidas dimensiones del sótano, pero ¡allá va Spidey, balanceándose en sus redes! ¡Más madera, es la guerra! ¿Qué es eso de la lógica, lo da la COCA-COLA?
Otro detalle que reta una coherencia elemental: mientras Spider-Man busca el remedio en el surtido sótano de la casa del Dr. Connors (en cuyo desván duerme el desfallecido Morbius, que tratará de alimentarse de Parker), notamos que no se quita la máscara en dos días, trabajando sin descanso en la fórmula que le reste brazos del cuerpo.
De acuerdo que los tebeos poseen cierta dinámica, obligan a contemporizar con ellos, pero ¿esto no es ya demasiado absurdo?
En los Team-up también vamos apañados, como lo de esposar al HOMBRE DE ARENA, o esperar que se rinda, sin más, a la policía; o la tunda que Spidey propina a la Antorcha Humana y que el fogoso púber (que no madura ni queriendo) de los 4F disculpa alegando que, como consecuencia de un previo roce pueril, “pensé que querías explicarte”… y, claro, lo hace a puñetazos.
También nos topamos con la inevitable disquisición sobre la “superioridad” de las culturas extraterrestres, minusvalorando la nuestra en la comparación. ¿Nos libraremos de este tópico algún día?
Y quizás nunca sepamos por qué la mordedura de Morbius sólo produce un “acólito”, un pandillero negro (que permite a Marvel demostrar su gran compromiso con la integración racial), que ve en el “vampiro viviente” estandarte revolucionario al que seguir y orear contra el malvado Hombre Blanco Colonialista.

GUSTOS DISCUTIBLES

No entendemos (pese a su constatado éxito) la fascinación que produce el vampiro,

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sujeto que anda entre las tumbas, los sótanos insalubres y es enemigo del sol, que puede oler a hongos, y tiene una dieta repulsiva. No le vemos “el atractivo” a una criatura que posee mucho de alimaña, taciturna y neurótica (el ejemplo: Morbius), porque no creemos que todos los vampiros tengan el donaire principesco de CHRISTOPHER LEE o un VINCENT PRICE altanero, que parecía el modelo del Drácula gráfico.
En cambio, estas ‘impías’ criaturas nocturnas, presentadas como clasistas, excluyentes, esnobs, provocan una morbosa atracción que hasta sabe evolucionar, engendrando una estirpe de yogurines, además, vegetarianos. Y seguro que luchan contra el Cambio Cli, plenamente concienciados del problema.

RECAPITULANDO

Morbius aparece como un Drácula de segunda (tiene bastante de vampiro proletario, en efecto) con intención de sortear el obstáculo del Comics Code que impedía a Stan Lee enfrentar al legendario vampiro con Spider-Man. Plantea una interesante observación: ¿un vampiro no cristiano recularía ante la cruz?, que no es novedosa, ¡lástima!, pues RICHARD MATHESON ya la propuso en SOY LEYENDA.
Morbius, un personaje de estomagante dramatismo, dividido entre tener que sobrevivir y el autodesprecio que le produce el cómo debe hacerlo, no tiene, a nuestro parecer, el empaque o la importancia suficiente que le permitiera gozar tanto de serie propia, como de ese Vampire Tales con pinta de prestigioso FAMOUS MONSTERS OF FILMLAND, por muchas posturitas de ballet que adoptase según combatía a la variopinta hueste que lo acomete, procedente aun de otros planetas. En cambio, en alguna cripta seguro que hay un puñado de fans ansiosos que retuercen sus manos por leer nuevas aventuras de alguien que supera, en cuanto a traumas personales, al HAMLET de las estrellas: ESTELA PLATEADA.
Es interesante apreciar que sea en la colección de Spider-Man, el eterno adolescente con muchas papeletas para ser el perpetuo viva la vida (pese a lo mucho que se queja de la racanería de J. J. JAMESON -extraña sátira de HITLER; miradle el bigotito, si no-), la que sufra una infiltración del terror tan potente como la que supone, pese a todo, Morbius (especie de bofetada/recordatorio de la vida real: el paro, el cáncer, la delincuencia…), una criatura que condena y mata, reduce y está reducida a una existencia miserable, como una réplica de una sociedad que estaba rompiendo ciertos moldes tradicionales y se agitaba con convulsiones foráneas: Vietnam iba mal; la segregación racial ya no era un canon, sino una tara; América empezaba a cuestionar muchos de sus valores; NIXON resultaba más un obstáculo que un activo para sus gobernados, quienes creaban, cada vez más, preguntas embarazosas y difíciles de responder por un poder barricadiero.
Pero tampoco deberíamos ponernos sesudos valorando el interés súbito de Marvel por un aspecto truculento de la historieta: no busquemos tres pies al gato; consideremos que el material básico que había traído Stan Lee estaba casi agotado, y el que los nuevos guionistas tenían inquietudes sociales que trataban de reflejar en sus relatos es un espejismo elegante en el que gusta caer a la crítica y los estudiosos, porque, al final, todo se reduce a una expansión económica y mercantil, a la competitividad con las demás firmas de cómics. No tiene más vuelta de hoja.

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Morbius junto a su 'esclavo' negro

Y nos referimos antes al “acólito negro” de Morbius, del cual nunca más se supo. Sospechamos que eligió al “vampiro viviente” como líder (al margen de que la historia “es así”) pensando que era una especie de “justicia poética”: un blanco “esclavista” que “esclavizaba” a los suyos con el mordisco del vampiro... sin reparar que Morbius no tenía preferencias étnicas a la hora de alimentarse. 
El “acólito” esconde sus motivaciones detrás del habitual cliché de la obtención de poder y los atracones de yugulares que pensaba darse a costa de su “vampirización”, pero ¿cómo acaba su movimiento sedicente? Con un drama familiar cainita y un par de tipos blancos y honestos salvando la papeleta, dejando entrever que si los blancos no intervienen, esto acaba como el rosario de la aurora. No se os puede dejar solos, aún sois inmaduros, sería la lectura subliminal.
¿Por qué incluir a un negro en la trama? La explicación es tan sencilla como la dinámica misma de la sociedad americana; tan simple como la de intentar atraer al mercado unos individuos concretos; es una cuestión de “ética” que verificamos en sus SITCOMS: la protagoniza un blanco “astutísimo”, que tiene un amigo negro molón y luego, por la presión creciente, aparece un hispano con aire de RODOLFO VALENTINO trasnochado y un par de féminas potentes con equívocas tendencias dominantes (y una sombra sáfica) para que todo el espectro del mercado esté cubierto. Los asiáticos siguen siendo esos rácanos menudos que no entienden el idioma, pero se van haciendo un hueco respetable en la parrilla. En sus teleseries, los actores negros vituperan, con razón, esta “benéfica aquiescencia” del Hombre Blanco en sus producciones, pero ellos, en vez de aplicarse el cuento, imitan sus clichés, aunque en color oscuro.
Insertar a personajes como Blade, el antiMorbius, puede incluso verse de forma que, concediéndoles a los negros una parcela de protagonismo, dejarían en casa a LOS PANTERAS NEGRAS, que no eran (o aún son) el TÍO TOM de LOS VENGADORES, como el personaje de igual nombre.
Por cierto, hay momentos en que Morbius parece el esqueleto que JAMES O’BARR recubrió con el plumaje de EL CUERVO. Depende, sobre todo, del dibujante que lo plasme en las viñetas.

FICHA TÉCNICA

 TÍTULO: MORBIUS
GUIONES: ROY THOMAS, GERRY CONWAY, BILL MANTLO, ARCHIE GOODWIN, MIKE FRIEDRICH, STEVE GERBER, DOUG MOENCH, DON McGREGOR
DIBUJO: GIL KANE, ROSS ANDRU, ARV JONES, SAL BUSCEMA, JIM MOONEY, PAUL GULACY, RICH BUCKLER, CRAIG RUSSEL, FRANK ROBBINS, PABLO MARCOS, TOM SUTTON, MIKE VOSBURG, SONNY TRINIDAD, L. DOMINGUEZ
TINTA: FRANK GIACOIA, MIKE ESPOSITO, JIM MOONEY, STEVE MITCHELL, DICK GIORDANO, CHIC STONE, JACK ABEL, VINCE COLLETTA, D. FRASER, FRANK CHIARAMONTE, ERNIE CHUA
COLOR: PHIL RACHE, DON WARFIELD, BOB SHAREN, BILL MANTLO
EDITA (EE.UU): MARVEL (THE AMAZING SPIDER-MAN, 1971; TEAM-UP SPIDER-MAN, 1972-73; MARVEL TWO-IN-ONE: 1977; THE SPECTACULAR SPIDER-MAN: 1979: FEAR – MORBIUS, THE LIVING VAMPIRE, 1973-1975; VAMPIRE TALES, 1973-75; VAMPIRE TALES ANNUAL Nº 1, 1975)
EDITA (ESPAÑA): PLANETA DE AGOSTINI, PANINI COMIS ESPAÑA, 2006
TRADUCE: SANTIAGO GARCÍA
REALIZACIÓN Y ROTULACIÓN: FORJA DIGITAL, ESTUDIOS DINAMITA
COMENTARIOS: EDUARDO LA FUENTE y JULIÁN CLEMENTE
FORMATO: TEBEOS GRAPADOS, DISTINTO NÚMERO DE PÁGINAS

 

 

TEBEOENLACES
 1
Creación de la ficha (2010): Antonio Santos. Edición de Rafael Ruiz
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ANTONIO SANTOS (2010): "Morbius. Alma en pena busca hemorragia", en Tebeosfera, segunda época , 5 (15-III-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 22/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/morbius._alma_en_pena_busca_hemorragia.html