MEMORIA DE NUESTROS PADRES: CONTRA EL OLVIDO
Reseña de Un médico novato, de Sento
Un médico novato llega a nuestras estanterías rompiendo el largo silencio de Sento Llobell, volcado como estaba en otras ocupaciones, como el diseño publicitario o ese gusto por el modelado tridimensional prolongado en las fallas o en la aclamada escultura del Parque de Gulliver, ya un icono en su Valencia natal. A Sento se le puede considerar uno de los autores emblemáticos de los años ochenta, siendo su carrera paradigma de una época. Como tantos otros compañeros de la denominada Nueva Escuela Valenciana, su andadura se inició en el underground para consagrarse en cabeceras míticas como Bésame Mucho, El Víbora, Madriz o Cairo, y finalmente desembocar en el tebeo infantil, nicho de mercado donde alumbró colaboraciones varias, como Dr. Trólez, para el suplemento Pequeño País, o las andanzas de Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell, iniciadas en 1991 y que luego conocerían, sobre guiones de Jaume Fuster, varias entregas en la revista El Temps, compiladas por Edicions 3i4 en cuatro álbumes.
Dibujo de Sento de Pablo Uriel, el protagonista. |
Con esta trayectoria es comprensible la expectación que suscitó la concesión del VI Premio Internacional Fnac-Sinsentido de Novela Gráfica a Sento por Un médico novato. Aunque el término novela gráfica pueda despertar cierta antipatía, había que felicitarse pues, por una parte, suponía la vuelta de una de las voces destacadas de los años ochenta y primeros noventa, y por otra, implicaba un formato de larga extensión.
Portada de No se fusila en domingo (Pretextos, 2005). |
No es de extrañar que Sento postergase durante años la posibilidad de acometer la adaptación de estas memorias, pues a la calidad literaria y a la trascendencia del texto se sumaba el hecho de que Pablo Uriel era nada menos que su suegro. La traslación al cómic se ha enriquecido, por consiguiente, al haber disfrutado de una posición privilegiada respecto del protagonista de Un médico novato, no sólo porque Sento incorpore al cómic testimonios ausentes en No se fusila en domingo, sino también por el cariño y la profunda humanidad que recorren este tebeo. Así, Sento despliega su consabida destreza para dotar a la trama de un trasfondo sentimental, a la par que descolla por la fina observación de costumbres, territorio donde brillaron cineastas como Jean Renoir o John Ford, o dibujantes como Opisso o Benejam, con los que de algún modo se emparenta el autor valenciano. Los retratos de familia y las estampas cotidianas no son un mero trámite para Sento: constituyen la columna vertebral de su narrativa.
Sento nos muestra a Pablo Uriel practicando piragüismo, episodio real que transmite la armonía de un momento de ocio en la vida del joven médico. |
Un médico novato arranca con Pablo Uriel recién licenciado, dispuesto a cubrir las vacaciones del médico titular de Rincón de Soto, en La Rioja. Pablo es sorprendido por la sublevación militar de julio de 1936 practicando piragüismo, con los requetés navarros diseminándose por la ribera del Ebro. Luego se suceden la usurpación de las instituciones por los sublevados y los fusilamientos de lugareños junto a la tapia de un cementerio, imagen ya grabada en nuestra memoria colectiva. Pablo Uriel es requerido por el Ejército, y al poco de llevar el uniforme es recluido, sin cargo alguno ni causa aparente, en una prisión militar de la provincia de Zaragoza, donde se desarrolla el grueso de la trama.
Los requetés irrumpen en el Ebro: la ruptura de la armonía es tan violenta como la detonación de un disparo. |
En la descripción de la vida carcelaria, que corresponde a “La represión”, primera parte de No se fusila en domingo, y que retrotrae a filmes como La evasión (Le trou, 1960), Sento se muestra muy inspirado: la convivencia entre reclusos, el hacinamiento en las celdas, las anécdotas amables –como el trasiego de tabaco o el jocoso remedo de retransmisión radiofónica “Radio Celda 14”– o la importancia sobrevenida de un humilde jergón donde reposar los huesos, contrastan con lo que acontece tras esos muros, la llegada de falangistas al final de la tarde con el listado de presos a los que excarcelar y a los que no se vuelve a ver con vida, los intentos por mediar del padre Gómez –cuya excepcionalidad dentro de un clero inmisericorde resulta llamativa–, o las peticiones de clemencia a gerifaltes en cuyos despachos ondea la esvástica. Es una tragedia colectiva que Sento narra sotto voce, manteniendo siempre un tono evocador y una pátina de drama íntimo, transmitiendo con especial intensidad aspectos generalmente soslayados, como la mansedumbre de las víctimas antes de ser asesinadas en una cuneta, o el uso del terror de forma sistemática como instrumento para dominar la retaguardia y sojuzgar así las zonas que habían quedado bajo el control de los sublevados. Reforzando estas conclusiones, Sento acude en un pasaje onírico a la ensoñación y la alegoría, mientras que algunas reflexiones presentes en las memorias de Pablo Uriel las pone en boca del personaje principal.
Excelente y conmovedora recreación de la vida en la prisión militar. |
Un médico novato, cuya edición de Sinsentido ofrece una serie de fotos y documentos originales a modo de apéndice, se suma a aquellos cómics –como Maus, de Art Spiegelman, o Persépolis, de Marjane Satrapi– que rememoran episodios de la historia de la humanidad a través del relato biográfico. En el fondo, podría entenderse como una pieza más que nos ayuda a completar el puzle de nuestra historia, y para el cual también recurriríamos a otras muestras recientes, como la magnífica Los surcos del azar, de Paco Roca, o la magistral El arte de volar, de Antonio Altarriba y Kim, cuya escena en la que se menciona el paso del “camión de la basura” por la ciudad de Zaragoza se asocia trágicamente con el retrato de la retaguardia aragonesa de Un médico novato. Estamos, en conclusión, ante una narración atenta al respirar y latir de los personajes, descripción de una tragedia colectiva sin que se pierda ni un ápice de verdad ni el tono íntimo y evocador que acompaña a toda biografía, a toda revelación, realizada además desde la voluntad de estilo característica de su autor, dispuesto a poner en liza los recursos del noveno arte y apurar sus posibilidades como vehículo de expresión, en el que sin duda puede considerarse uno de los mejores cómics españoles de los últimos años.