MANFRED SOMMER / FRANK CAPPA: LA AVENTURA DEL CÓMIC(Extracto del acto de Homenaje a Manfred Sommer / Frank Cappa, realizando el desarrollo lógico del evento con las consiguientes entradas del moderador)
Manfred Sommer en 1998
Tenemos el honor de rendir un modesto tributo a uno de los personajes más importantes de la historieta nacional de estos últimos 20 años. Frank Cappa. Pero, no solo eso, además, representa el punto y aparte del tebeo español. La humanización de los héroes. La trascendencia del personaje desde el papel hasta tomar casi forma tridimensional y convertirse en un ser vivo que sabe pensar, que muestra los más ocultos sentimientos y los más duros raciocinios del ser humano.
-¿No hay nada que te importe en la vida?-Sí, mi pueblo, mi gente. -¿Quieres decir, Africa? -¿Africa? ¿Qué es Africa?-Africa es un continente, donde tu vives.-¿Continente? No, no. Yo vivo en una aldea que esta en la montaña...
Voy a comentar el como y el porqué hemos hecho este acto y, como hemos conseguido llevarlo a buen puerto.La idea de este homenaje surgió en mayo de 1997 y, por unas cosas u otras, aunque parezca que este acto es muy sencillo, hemos tenido que dilatarnos en el tiempo y luchar contra problemas e impedimentos, contra puertas cerradas, contra Instituciones de la ciudad y de la Comunidad, que no han querido colaborar con este acto que nosotros consideramos relevante dentro de la cultura cartagenera y, como dije ante una cámara de televisión, este acto se debería hacer por dos motivos muy claros: porque era justo y necesario. Justo, porque el personaje lo merece y, necesario, por el autor y, sobran más palabras. Si el personaje lo merece, el autor lo exige.Hemos luchado mucho, hemos sido pocas personas las que hemos llevado adelante este invento. Hemos contado con el apoyo inestimable de la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Cartagena, con la Caja Rural de Almería, con las librerías V de Viñeta y Alcaráz Hermanos.Y, en pocas palabras, que me alegro mucho de que podamos estar aquí, hoy, amigos con nombres y apellidos y, amigos, desconocidos hasta ahora, compartiendo este homenaje sencillo, sincero y merecido.Muchas gracias.
Sommer observando la obra de Loren Lorente.
No se exactamente el lugar que ocupará en el corazón de Manfred Sommer su personaje Frank Cappa. No se si fue un compromiso adquirido consigo mismo a principios de los 80, una manera de fidelidad a una forma de ser como indicó Carlos Sampayo en el prólogo que realizara para el primer álbum que se publicó del personaje; pero desde luego puedo asegurar que hay algo en él, en los hechos que le acontecen, que conmueve profundamente a todo aquel que con curiosidad y buena fe se atreve a asomarse a sus páginas, dejándole un sello indeleble.Yo, obvia decirlo, soy un admirador de las historias de este corresponsal de guerra. Me gusta el tipo de cómic que representa, un cómic de adultos para adultos, así como las historias que se narran, la mayoría de las cuales te obligan a reflexionar cuando no a situarte éticamente frente a lo que allí sucede. Y es que las historias que nos cuenta Cappa, por encima de los conflictos bélicos donde transcurran o de las ruindades que sus ojos han, obligatoriamente, de ver, son fundamentalmente historias humanas.Si hay algo que define las historias de Frank Cappa es que no te sumergen en la indiferencia. Desde su condición de reportero bélico Cappa asiste a lo largo de todo el mundo a diferentes escenarios bélicos. Desde el Africa hasta Nicaragua pasando por vietnam y por su propia idiosincrasia se convierte en la voz de todo aquellos desheredados, personajes de a pie que han de sufrir en sus carnes los terribles desatinos de quienes conducen y crean la Historia con mayúsculas. «Nada de lo que es humano me es ajeno» le dice a un desertor a quien acompaña en sus últimas horas antes de ser fusilado al alba. Por tanto podríamos decir que, no son los grandes hechos históricos los verdaderos protagonistas. Son esas historias anónimas, cargadas de sufrimiento, ocurridas probablemente en cualquier contienda bélica y que, intuimos, suceden desde tiempos inmemoriales aunque no aparezcan reflejadas en ningún manual, las cuales pueden marcar el destino de una vida para siempre. El mismo Cappa es el resultado de una de estas situaciones límite. Su origen se encuentra en una violación consumada a una ciudadana alemana por unos soldados del ejército de ocupación en la Alemania del final de la segunda guerra mundial. Su abandono y adopción por un sargento negro canadiense incapaz de tener descendencia con su mujer ilustra a la perfección un hecho: en las situaciones límite se despierta todo lo peor, pero también todo lo mejor del ser humano, una especie de última esperanza en la Humanidad.Siempre debe haber una última esperanza en la Humanidad. Como dije al principio al personaje de Frank Cappa debemos de acercarnos de buena fe pues hemos de saber que nos vamos a mover siempre en el terreno de la Utopía. Utopía «curiosamente» se llamará el pequeño pueblo canadiense «casualmente» fronterizo donde Cappa pasará sus primeros años hasta la adolescencia antes de partir hacia ese gran mundo exterior. Utopía según el diccionario es ese sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación y ante el cual Cappa expresa todo su dolor interior, su horror hacia lo que su profesión, vez tras vez, le obliga a observarcon hiriente expresividad y, que tan patentemente queda reflejada en esa viñeta repetida de mirada fija, horrorizada y apabullada del hombre que, a pesar de estar curtido en mil y una situaciones similares no puede evitar que aflore a sus ojos esa lágrima única, gélida e inmóvil, de pura rabia interna hacia unas situaciones que nunca, pese a lo repetido, le dejarán indiferente. «una vez más» -nos dirá en otra de sus narraciones mientras contempla las crueldades que un ejército de mercenarios realiza sobre la población civil- «aquella noche, viendo tanta barbarie, me quedé perplejo ante la vieja pregunta: ¿que me pasa?, ¿es que odio a la humanidad o la amo demasiado? ¡Ah! Si pudiera sentir indiferencia, no ser más un espectador, un testigo impasible». Ante esta impotencia, Cappa, solo podrá responder realizando, a pesar del desgaste emocional que le supone, su trabajo lo mejor que sabe hacerlo. Quizás por ello, Cappa, sea un apátrida, una especie de errante vagabundo cuyo hogar no se restringe a un solo sitio ni a unas pocas personas al igual que los conflictos nunca terminan y él ha de estar allí para contar, para contarse, para recordarse lo que todos saben: esa especie de compromiso adquirido consigo mismo, esa fidelidad a una forma de ser indicada por Sampayo y en la que quizás Cappa-Sommer se redimen.Resulta difícil en un medio tan irreal y complejo como es un cómic, irreal porque se trata de una representación, complejo, porque una serie de elementos diversos (escenarios, iluminación, planificación, etc.) que materializan a lo largo de una sucesión de viñetas un mundo de ficción, resulta difícil, repito, encontrar un personaje tan de carne y hueso como Frank Cappa. Yo quisiera, aprovechando la ocasión, que se me brinda, expresar públicamente mi más sincera admiración por este maestro del cómic que hoy todos homenajeamos.
Uno de los emotivos momentos del homenaje, con Sommer abrazando a Brocal.
Buenas noches a todos.Somos ¿cuantos?... Es indudable que deberíamos ser muchos más. En los actos culturales, y éste lo es, siempre deberíamos ser más, aunque fuéramos muchos. En este homenaje a Manfred Sommer, inmerecidamente retrasado como suelen ser todos los homenajes, «quiero decir y puedo» que nuestro homenajeado reúne diversas cualidades que lo hacen merecedor del homenaje que se tributa. Si más no, tiene la loable peculiaridad de ser géminis, como yo, y esto es un tanto a su favor. Otros datos de menor cuantía son que es un gran dibujante, un mejor contador, además, con sanas y solidarias reflexiones... y que pinta... ¡Y como!Las pocas cosas que le he visto en esta faceta son suficientes para justificarle como artista. Personalmente pienso que si la historieta española de creación ha ganado un puntal, nos ha robado quizá, para sí, a un pintor integral. Claro que Sommer tiene defectos en su trabajo... pero yo no los encuentro. Eso me lleva a pensar que quizá no existan... En cuanto como «persona» (y seguramente debido a que no le conozco profundamente), creo que es un hombre bueno... y preocupado por hechos puntuales de este mundo que a todos nos deberían inquietar... Y por todo ello quiero animarle a que persevere como comiquero y pintor, en la seguridad de que en un futuro no lejano conseguirá obras de auténtica valía. En esta confianza me sumo a todos vosotros, pues cierto es que este chaval promete. Y cumple. Y ya que en Cartagena estamos, Manfred, un abrazo muy chillao.
Nunca me he caracterizado por haber sabido estar en el sitio adecuado en el momento oportuno. Sirva de ejemplo el día de hoy. Yo ahora no debería estar escribiendo estas líneas. Primero, porque no sé hacerlo, y segundo porque me apatecería otra cosa.Lo que realmente me apetece, lo que de verdad me pide el cuerpo, es estar ahora ahí, con todos vosotros en ese homenaje. Ese es el sitio adecuado y ahora es el momento oportuno. ¡Siempre me pierdo lo mejor!.Quisiera estar con vosotros para aplaudir a Manfredo Sommer.Me gustaría unirme a los que estáis ahí alrededor de MI AMIGO (obsérvese cómo cargo de contenido la palabra amigo) para unir mi aplauso al vuestro y añadir mi cariño y mi admiración a la que vosotros le profesáis para que él sienta, como una caricia en la barriga, el calorcito del cariño de los que le queremos y le admiramos.Manfredo Sommer es mi amigo. ¡Ahí queda eso!.Esto, además de ser una constatación y una afirmación es también un farde. Lo digo para chulear. Yo soy amigo de Manfredo. Es algo de lo que presumo y por lo que me siento halagado y profundamente honrado. He compartido con él muchos y bellos momentos de amistad y de camaradería. Interminables conversaciones al calor de unos cubatas en aquella Barcelona de los dibujantes y las agencias, cuando éramos ligeramente más jóvenes que ahora. Aquellas charlas apasionadas y apasionantes sobre lo divino y lo humano...Tenemos mucho hablado y mucho reído.Siempre he admirado a Manfredo Sommer. Desde el primer día. No soy el único. Somos muchos los que siempre le hemos admirado. Manfredo es admirable. Es en nuestra profesión toda una institución.Por eso ahora me gustaría estar ahí con él y con vosotros, para levantar mi copa (un cubata) y brindar por Sommer, por el gran pintor, por el maravilloso ilustrador, por el asombroso dibujante, por el inteligente escritor, por el maestro de historietistas, por el curioso y atento viajero, por la excelente persona, por el caballero andante, por el buen amigo...¡Brindo por mi amigo! Por mi viejo y querido amigo Manfredo Sommer.Manfredo era, es, ese compañero que siempre va por delante de ti. Sabía más cosas que tú, era más culto que tú, dibujaba mejor que tú y además era más guapo. Es cierto. Y además era más elegante.Es, era, el amigo del que puedes aprender muchas cosas, del que te enriqueces con su trato, el que con su compañía te hace mejor. Es el gran conversador que sabe cosas, que las sabe explicar, que ha reflexionado sobre ellas, que las ha visto. Es el hombre culto. Es la inteligencia. Es la sensibilidad.Véanse sus historietas. Léanse sus historietas. No digo véanse sus pinturas u otras facetas de su talento porque no es fácil encontrarlas. Su pintura, sus ilustraciones, no sé dónde estarán.Pero sus historietas están ahí, en las colecciones de los gourmets. Véanse.Véase Frank Cappa. Léase. Pocas veces la historieta -ni la nacional ni la internacional- ha dado textos y argumentos tan bellos como los que nos ha regalado Manfredo. Pocas veces se han contado en historieta relatos tan bien narrados, tan bien matizados, tar apasionantes, tan inteligentes, tar bien escritos. Con tanta sensibilidad Y tan bien dibujados, tan asombrosamente bien dibujados. Tan envidiablemente bien dibujados.Si alguna vez la historieta para adultos ha sido adulta ha sido cuando ha salido del pincel y de la pluma de Manfredo Sommer. Me estoy refiriendo al álbum BRASIL, al álbum VIET-SONG. Me estoy refiriendo a relatos como VICTIMAS Y HEROES...Pocas veces se han contado en un tebeo historias con tanta fuerza, con tanta poesía, con tanta humanidad.En este homenaje tenía que leerse en voz alta, mejor dicho, proyectar sobre una gran pared para leerla, verla y compartirla todos al mismo tiempo, por ejemplo esa historieta VICTIMAS Y HEROES. Verla, leerla y aplaudir... Y después dar un beso a Manfredo. Y los que también hacemos historieta, verla, leerla, aplaudir, dar un beso a Manfredo y después irnos a llorar de envidia.Me parece muy bien que se haga este homenaje a Manfredo Sommer.Si alguien en nuestra profesión lo merece es él. Me uno a este homenaje de todo corazón. Como amigo, como profesional, como lector, como admirador.¡Viva Manfredo!.No os he oído... Otra vez: ¡VIVA MANFREDO!.Muy bien. Y ahora todos juntos cantemos "Es un muchacho excelente".Carlos Giménez.Madrid, viernes 30 de enero de 1998
Sommer en el momento de recoger el premio.
[también se leyeron, y transcribieron, unas palabras de Ana Salado]
Cuando, allá por los años 78 ó 79, estalló en nuestro país el llamado «boom" de los comics, Manfred Sommer se convirtió rápidamente en uno de los autores predilectos de los lectores. Su entusiasmo por la historieta, cuyo redescubrimiento compartía con el público, se traslucía en sus páginas. Y es que, a diferencia de otros autores que hablan venido trabajando en el medio para las revistas extranjeras, Sommer se había ganado la vida de otra manera y fue el nacimiento de las nuevas publicaciones lo que le atrajo de nuevo al mundo de la viñeta.
Un mundo donde los lectores le recibimos como agua de mayo. Y no sólo por la larga sequía que habíamos padecido, sino también, y especialmente, por las características de su principal obra, la serie Frank Cappa.No me refiero ahora a la calidad, la extraordinaria calidad, de este trabajo, sino a su carácter. Rlecordemos cómo era entonces, en esos últimos setenta y primeros ochenta el panorama de los comics en nuestro país: historias que, como las de Moebius y su Mayor Fatal, no eran historias, sino experimentos. Se habían roto las normas y traspasado las fronteras. El comic era un arte. Y en el arte vale todo.También los autores españoles hicieron sus aportaciones a esta especie de desbordamiento. Aportaciones, lógicamente, más y menos brillantes. Hubo quienes amparados en la libertad creadora pero desprovistos de cualquier idea nos depararon grandes raciones de nada. En ocasiones uno se preguntaba si estaba leyendo un tebeo o mirando el catálogo de una exposición de vanguardia. ¡Eramos tan cultos!.Por suerte, estaba Frank Cappa. Una serie clásica en el mejor sentido de la palabra: con una historia que contar, buena documentación, narrativa impecable, dibujos bellos y efectivos... En suma, un soplo de aire fresco, unas páginas de auténtica historieta a las que no fallaba ni la intención crítica ni un cierto toque ensoñador.No estoy segura de que entonces le agradeciéramos debidamente a Manfred Sommer el disfrute que nos procuró. Así que aprovecho la grata ocasión para renovarle mi gratitud y me sumo con todo entusiasmo a este homenaje. Muchas gracias, Manfredo.Ana Salado Periodista
«Yo creo que la divinidad consiste en crear, no en destruir»
Voy a ser breve. Quiero mostrar mi agradecimiento a quienes han hecho posible este homenaje. Homenaje que me hace muy feliz...También podría dar las gracias a mi maestro Jesús Blasco, que murió, a mi abuelo, el pintor lorquino Juan José Rexal, porque me trasmitió con sus genes el poder saber dibujar. También quiero expresar mi agradecimiento a Ginés García Pérez, antiguo dibujante de cómics cartagenero y, hoy, un hombre importante en el mundo del arte en Cartagena, más conocido como Gigarpe. El, junto con su esposa Juanita, nos abrieron sus brazos a mí y a mí familia al llegar aquí y, no solo nos dieron su amistad sino que, yo diría que, algo más.Habrá quien se pregunte que a qué viene este homenaje, si yo no soy de aquí, ni siquiera de Cartagena. Y quizás no les falte razón y, sin embargo, quisiera decirles algo. Mi padre era alemán y siempre soñó con venir a España, así que cuando cumplió los 19 años para aquí se vino y, tanto se enamoró de España que acabó casándose con ella, en la persona de mi madre, claro está. Pidió y obtuvo la nacionalidad española y, muy poco antes de morir me dijo algo que nunca olvidaré: «Hijo, uno no es de donde nace, porque eso no es un acto voluntario, sino de donde quiere morir».Pues bien, yo no quiero morir ni aquí ni en ninguna parte, pero, en el caso improbable de que eso tenga que ocurrir, por favor que sea aquí.
Uno de los dibujos entregados, el de Ortiz.