LOS MUNDOS OLVIDADOS DE HERBERT CROWLEY
JUSTIN DUERR

Title:
Strange Passing Strange. Unearthing the Forgotten Works and Worlds of Herbert Crowley
Resumen / Abstract:
En este artículo muestra el proceso de descubrimiento de los trabajos perdidos de Herbert Crowley, un artista que trabajó en una serie de páginas dominicales, The Wigglemuch, y de quién hasta el momento no se conocía mucho más. Se cuenta cómo, tras una ardua labor de investigación, se ha podido recuperar buena parte de su obra y algunos datos de su biografía que no se conocían. / This paper shows the process of discovering the lost works of Herbert Crowley, an artist who worked on a series of Sunday pages, The Wigglemuch, and who until now was not known much more. It tells how, after an arduous work of research, the author has been able to recover much of his work and some information about his biography that was completely unknown.
Palabras clave / Keywords:
The Wiggle Much, Herbert E. Crowley, Tiras de prensa raras, Tiras de prensa, Armory Show, The Brocken, Dan Nadel/ The Wiggle Much, Herbert E. Crowley, Rare comic strips, Comic strips, Armory Show, The Brocken, Dan Nadel

Lo extraño supera a lo extraño

Desenterrando las obras y los mundos olvidados de Herbert Crowley

Del mismo modo que las historias y las narraciones se repiten a través del tiempo, simultáneamente se solidifican y se deforman. Una falsa afirmación puede llegar a formar parte de un registro oficial, un detalle menor, magnificado al ser contado una y otra vez, puede convertirse en el elemento central. Y las historias siempre incluyen omisiones, hechos que una vez fueron ampliamente conocidos se pierden con el suceder del tiempo, absorbidos por historias más grandes o simplemente perdidos en las rancias esquinas de un altillo. Hay un número incontable de secretos históricos escondidos por todas partes, esperando ser descubiertos y redescubiertos: obras de arte y documentos que pueden clarificar en mayor medida nuestro momento presente e iluminar la condición humana tan claramente como lo hicieron hace décadas, siglos o eones.

     
Recorte de prensa, acompañado con ilustraciones de Crowley, en el que el autor daba su visión sobre el humor.
     

Herbert E. Crowley y la obra visionaria que creó desde principios del siglo XX hasta la mitad de los años treinta ciertamente encajan en esta lista. Su trabajo nunca fue ampliamente conocido, pero Crowley no fue totalmente desconocido en su época. Se ubicó en la avant garde de principios del siglo XX, y sus círculos artísticos e intelectuales incluyeron personajes responsables de movimientos sísmicos en la exploración del arte y de la psique humana. Crowley cruzó su camino con James Joyce, Rabindranath Tagore y Peggy Guggenheim. Tuvo una relación cercana con C. G. Jung, quien describió a Crowley como «impulsado a profundidades asombrosas» en su realización artística, afirmando que su obra exploraba «las luminosidades múltiples del inconsciente colectivo». Crowley creó una obra que consigue parecer contemporánea, incluso futurista, más de cien años después.

Herbert Crowley exhibió su obra en el revolucionario Armory Show[1] en 1913. Estuvo involucrado en los primeros días del teatro experimental en Nueva York a través de la que luego sería su esposa, Alice Lewisohn. Su tira de prensa, única en su género, se publicó durante solamente catorce semanas en la revolucionaria sección de cómics dominical del New York Herald en 1910. La librería Sunwise Turn, un hervidero del mundillo político e intelectual, fundada en 1916, a menudo exponía su trabajo. Crowley se uniría a la propietaria de Sunwise Turn, Mary Mowbray-Clarke, y a su marido, John (uno de los principales organizadores del Armory Show), para fundar The Brocken, una colonia de artistas en el área rural de Pomona en Nueva York, que acogió y promovió a un virtual “quién es quién” de las luminarias culturales de la era modernista. Las frecuentes exposiciones de Crowley en Nueva York durante esta época (incluyendo una muestra conjunta con Léon Bakst en 1914) recibieron el elogio encendido, casi unánime, de los principales periódicos y revista de arte de la época.

Con todo ello, parece que Herbert Crowley tuvo cierto efecto en la forma del paisaje artístico de su época. Aunque fue algo así como una figura de fondo incluso durante su apogeo, su extraña influencia seguramente tuvo eco a través de las décadas, incluso aunque su nombre y su obra se olvidaron.

Mi propia revelación ante la obra de Crowley llegó en 2008. Estaba viajando como músico y durmiendo en el suelo del piso de un amigo en Blacksburg, Virginia. Mientras leía detenidamente la impresionante colección de libros de arte de mi amigo me encontré con Art Out of Time, la colección de 2006 realizada por Dan Nadel sobre “desconocidos visionarios del cómic”. El libro recoge las creaciones de dibujantes de cómic de prensa cuya reputación o bien se ha desvanecido o nunca ha sido ampliamente conocida. Es una especie de historia alternativa de los cómics, y todo su contenido es, cuando menos, relativamente desconocido. Hojeando el libro, estaba encantado de que un tesoro de obras olvidadas como aquel se hubiera recopilado y sacado a la luz.

Tuve que hacer un parón cuando llegué a The Wigglemuch, una desconcertante tira de prensa que sobresalía como algo anómalo en una colección de anomalías. Exploraba temas de misticismo y de la naturaleza de la existencia a través de personajes planos, como de muñecos recortables. El texto venía presentado en pareados debajo de cada viñeta. Era denso y parecía estar lleno de algún significado oculto. Combinaba un diseño etéreo con un tipo de criaturas que Nadel describía de forma reveladora como «más próximo a las mandalas que ningún otro personaje de cómic». En resumen, quedé fascinado por esta obra, e inmediatamente sentí que estaba a la par con cualquiera de las más importantes obras de arte que jamás había visto.

Novena plancha de The Wigglemuch, publicada en el New York Herald el 15-V-1910.

Quería ver más, aprender más sobre el artista. Asumí que habría, al menos, un pequeño culto alrededor de Herbert Crowley, que quizá era conocido como un caso aparte en el simbolismo o como un devoto de la teosofía que se había introducido superficialmente en el mundo del cómic de prensa en los primeros días del medio. Moviéndome hacia el final del libro, donde había una corta biografía de cada artista, me sorprendió que las fechas de nacimiento y muerte de Herbert Crowley fueran desconocidas. Nadel escribió que representaba el «mayor vacío de información en este libro», un libro sobre artistas no recordados, y que, aparte de las tiras de prensa, «no se conoce nada más de Crowley o de su obra».

Durante los meses posteriores a mi exposición a este portal de otro mundo, comprobaba periódicamente en internet si alguna cosa relacionada con Herbert Crowley había aparecido. Nadel continuó su investigación, actualizando su blog con varios posts sobre Crowley. En febrero de 2010, Nadel escribió que la sobrina de Crowley había contactado con él y le había proporcionado algunos detalles biográficos y había compartido con él algunos cuadernos de bocetos y algunos recuerdos. Nadel incluía algunas tentadoras fotos borrosas de maravillosos trabajos artísticos inéditos y alguna indicación de que habría más, escribiendo: «Cuando publiqué Art Out of Time no sabía nada. Sé mucho más ahora, y según vaya sabiendo más os mantendré al tanto, mi muy reducido público». «Crowley escribió folletos simbólicos para acompañar sus imágenes». «Crowley estaba profundamente interesado en la moralidad, el espiritualismo, y aparentemente fue un devoto jungiano. Más sobre esta seductora conexión más adelante».

Estaba más intrigado que nunca. Quería desesperadamente leer con cuidado los «complejos folletos simbólicos» y aprender sobre la seductora conexión sobre la psicología jungiana. Pero “más tarde” no llegó nunca. Mes tras mes consultaba la página, y casi cada día pensaba en Herbert Crowley, imaginando todas las cosas a las que podría haber estado conectado, preguntándome cómo serían su vida y su mundo, qué clase de persona habría sido para ser capaz de crear algo tan singularmente extraño y maravilloso como The Wigglemuch. Empecé a pensar que debería lanzar mi propia investigación.

Mi primer paso en esta indagación fue la Billy Ireland Cartoon Research Library, en Ohio State University. La mayoría de las tiras de The Wigglemuch en Art Out of Time tenían como fuente su colección, a partir de la del legendario archivista de cómics Bill Blackbeard, que había rescatado literalmente toneladas de secciones de cómic de los periódicos de la incineración mientras las bibliotecas estaban ocupadas eliminando papel de periódico durante la locura del microfilm de finales de los sesenta.

Conduje hasta Ohio en 2010 para visitar su archivo y ver las tiras de The Wigglemuch en su formato original. Resultó que en su colección faltaban la primera y la última de las tiras, pero tenían unas muestras excelentes del resto de las entregas, de la dos a la trece. Las fotografié lo mejor que pude con mi cámara, pero pensé que era una pena que todavía no estuvieran digitalizadas. La experiencia me hizo redoblar mi dedicación a descubrir todo lo que se pudiera encontrar sobre Crowley y su obra.

La tira contaba las aventuras de una criatura mágica conocida como el Wigglemuch. Nunca queda claro si Wigglemuch es el nombre de un animal individual o de la especie[2]. A Crowley le llevó varias semanas determinar cómo escribir el título, en las primeras tiras se llama The Wiggle-Much, luego The Wiggle Much y finalmente The Wigglemuch. Hay un sentido de improvisación en la obra que hace fascinante ver cómo se desarrolla. Cada semana que pasa la tira se va haciendo más abstracta y se va enfocando en la exploración de disyuntivas filosóficas. El texto también cambia de forma gradual de simples subtítulos narrativos a pareados con rima. The Wigglemuch se mueve entre varias realidades del intramundo (cavernas bajo tierra, templos en lo alto de montañas, castillos antiguos) y la calidad de la tira, tanto en lo que se refiere al dibujo como a la invención imaginativa, parece crecer con cada episodio. Ver esas extrañas obras en su formato original de papel de periódico fue una experiencia alucinante. Me preguntaba si en el caso de que The Wigglemuch hubiera continuado durante años en lugar de durante semanas se recordaría hoy junto a otros cómics clásicos visionarios como Krazy Kat… pero por las razones que sea, no fue así. Fue y permanece como una reliquia radiante de algo que apenas existió y un indicador prometedor de un camino alternativo que podía haber sido pero no fue, tomado por el formato de tira de prensa. Sin embargo, todavía existía en el mundo una muestra de la obra de Crowley, incluyendo aventuras de una única viñeta posteriores nunca publicadas de The Wigglemuch.

La siguiente plancha, del 22-V-1910.

En el post del blog de 2009, Dan Nadel también menciona de pasada que «… el Met tenía algunas obras en papel que yo, para mi vergüenza, no he solicitado, pero más allá de eso, bien, he buscado de forma amplia, pero no he rebuscado profundamente. Pero en este caso debería».

Siguiendo esa pista, decidí rebuscar profundamente. Nueva York no está lejos de mi casa en Filadelfia, así que mi mujer, Mandy, y yo concertamos una cita en el Metropolitan Museum of Art para ver lo que tenían.

Esperaba descubrir unos pocos restos de la obra de Crowley como mucho, pero encontré un lujo enorme de material. Varias cajas pesadas almacenadas en el departamento de grabados e imágenes contenían un tesoro de recortes de periódico, garabatos, el arte original de la mayoría de las tiras, incluyendo planes para los episodios quince y dieciséis de The Wigglemuch inacabados y nunca publicados. Había también un considerable montón de filigranas impresionantes, recortes de reseñas y montones de nombres para continuar la investigación, nombres de gente que había donado materiales, que estaban conectados con Crowley, que le habían ayudado en su carrera, que habían impactado en su vida.

Parte del material encontrado en el Metropolitan Museum of Art: una ilustración donada por Alice Lewisohn (1946) y un medallón realizado por John Mowbray-Clarke en 1908.

Además de esto, también descubrimos un catálogo de una exposición de 1914 y muchos artículos de periódico mencionando a Crowley, y describiendo su trabajo en el contexto de su tiempo. Se le comparaba a menudo en la prensa de esos días con William Blake o Aubrey Beardsley, y se consideraba que estaba desarrollando una «nueva y, quizás, única forma de arte». El material del Met había sido donado por Alice Lewisohn, cuyas contribuciones eran la base del departamento de vestuario, en 1946. Las hermanas Lewisohn fueron notables productoras teatrales en Nueva York, y habían viajado alrededor del mundo coleccionando vestidos y estudiando baile. Parece que la obra de Herbert Crowley se había donado como un extra al material de vestuario.

Volviendo a casa, Mandy y yo le dábamos vueltas a la experiencia. El genio de Crowley llegaba más lejos de lo que pensábamos. Una investigación más profunda reveló misterios más recónditos.

Decidí que era el momento adecuado para, finalmente, mandarle un email a Dan Nadel. Escribí una carta excesivamente larga y, probablemente, excesivamente entusiasta sobre mi investigación y la envié a la dirección electrónica mostrada en el blog. No recibí una respuesta todavía. Pero este viaje apenas había comenzado.

Collage que contiene parte del material encontrado a lo largo de muchos años de investigación.

En noviembre de 2010 hablaba de The Wigglemuch con mi amigo Billy Brett, al que conocía de mis años de músico en gira. Billy compartía mi pasión por The Wigglemuch y casualmente trabajaba en la biblioteca de un colegio. Podía conseguir las tiras de The New York Herald en microfilm mediante préstamo interbibliotecario.

Escaneamos las tiras y, finalmente, en noviembre de 2013 decidí ponerlas online. Habíamos abandonado las ideas grandilocuentes de un proyecto de publicación y pensamos que sería agradable compartirlas con el mundo. Esto llevó a uno de esos momentos cumbre inesperados. Las tiras, aparentemente, no habían aterrizado todavía frente al par de ojos apropiado, pero ahora lo harían.

Billy y yo creamos una entrada en un blog mostrando los escaneos de microfilm y alguna de mis fotos, y lo tuiteamos. El tuit tomó vida, y muy pronto la prominente página de la cultura alternativa Boing Boing mostraba el blog. En un día estaba recibiendo llamadas de gente que había visto la entrada.

El dibujante Mark Bayer, un conocido de Albuquerque (y leyenda del cómic por derecho propio) me envió un email diciendo que había recibido un email de su viejo amigo dibujante Art Spiegelman: «Me envió un enlace de la tira de prensa The Wigglemuch, de Herbert Crowley. Entonces me di cuenta de que tú eras el que lo había colgado. Estaba verdaderamente sorprendido». Siendo un fan del trabajo de Spiegelman desde los trece años, estaba emocionado pensando que nuestro blog había creado tal oleada, y lo había visto gente que estaba excitada por él. La red estaba creciendo.

Al final, las reverberaciones de la entrada en Boing Boing llegaron a Dan Nadel. Respondió a un email que Billy le envió e incluyó el contacto de la sobrina de Crowley en Suiza. Me comuniqué con ella vía email y empezamos a escribirnos.

Finalmente, en noviembre de 2014 Mandy y yo la visitamos en Zúrich. Estuvimos allí dos semanas alentados por su enorme hospitalidad y entusiasmo mientras escaneábamos diligentemente cientos de páginas de cuadernos, grabados y pinturas de la colección de su familia.

Justin Duerr examinando el archivo de Crowley en Zúrich. Temple of Dreams (20 x 27 ¼ pulgadas), de la colección de Dwayne Bridges.

Empezamos a atar cabos de la historia de Herbert Crowley, incluyendo el final de su vida. Él y Alice Lewisohn llegaron a formar parte del círculo interno de C. G. Jung después de trasladarse a Zúrich a finales de los años veinte, y finalmente parece que esto trajo ciertos problemas en su relación. En algún momento alrededor de 1935 se divorciaron, y Crowley se volvió a casar con una mujer llamada Wilhelmina Seilaz. “Mina” era la copropietaria de una perfumería que Alice y Herbert frecuentaban. Según la memoria de la familia de Seilaz (Susi es la sobrina de Crowley a través de su segundo matrimonio), Crowley renegó de la influencia de Jung tras el divorcio.

También era propenso a los extremos emocionales, y ocasionalmente destruía sus propias creaciones. Parece que atravesó una severa crisis de este tipo durante su segundo matrimonio, y está recogido que renunció a la creación artística, quemando la mayoría de sus dibujos y pinturas y lanzando sus esculturas a un lago cerca de su casa en Ascona. Murió a los sesenta y cuatro años después de menos de dos años casado con Mina, el 11 de diciembre de 1937.

En marzo de 2015 visité el Harry Ransom Center en la Universidad of Tejas, y rebusqué en su archivo de Sunwise Turn/Mary Mowbray-Clarke. Encontré muchas cartas esclarecedoras y piezas de recuerdos que detallaban la implicación de Crowley en The Brocken a comienzo de los años diez. Comenzaba a parecer que nuestra investigación estaba más o menos completa.

Pero estábamos a punto de abrir una nueva puerta, una puerta que nos conduciría a la parte más satisfactoria de la investigación, y una de las experiencias más mágicas de mi vida.

Mi viaje a Austin me había convencido de lo importante que The Brocken era para los Mowbray-Clarke, así como para Herbert y Alice. Pero, de forma frustrante, no había descubierto ninguna evidencia fotográfica de Crowley en The Brocken, a pesar de su importancia en la primera época de esta comuna y lugar de retiro de artistas. Mi determinación para encontrar una me llevó a seguir un cabo suelto en el ensayo de M. Sue Kendall sobre la obra de arte de Charles Burchfield, en el que se comenta la influencia de Mary Mowbray-Clarke y el Sunwise Turn en la vida y la carrera de Burchfield. Se afirmaba que varias fotos del ensayo se conservaban en The Historical Society en Rockland County.

Así, como se acercaba mi cumpleaños ese verano, Mandy propuso que hiciéramos un viaje durante las vacaciones de verano, incluyendo The Historical Society en nuestro itinerario. Quizá esta institución sabría algo de la ubicación original de The Brocken. Si había tiempo, igual hasta podíamos visitar ese emplazamiento.

Material encontrado en The Brocken, incluyendo una hoja volante de Crowley. Detalle de esta hoja: Sunwise Turn Broadside No. 4  (12 x 7,5 pulgadas. Colección de Janet Newman).

Marianne Leese, de The Historical Society, fue nuestra guía en la visita a The Brocken en agosto de 2015. Había leído bastante sobre la historia de South Mountain Road, así que el camino ventoso parecía como un cuento convertido en realidad. Giramos hacia una larga y serpenteante carretera, pasando bajo altos robles y un profundo barranco. Finalmente llegamos a The Brocken. Allí, atrapados en el bosque y cubiertos de musgo, estaban los muros que había visto en imágenes con más de un siglo de existencia. Pequeños árboles brotaban de decadentes marcos de ventana y paredes de piedra lo atravesaban caprichosamente. Un viejo fregadero de cocina con plantas altas creciendo en él estaba en el medio de un embrollo de maleza y enredaderas y, lo más extraño, una chimenea de dos alturas miraba directa hacia arriba, la última estructura que no se había derrumbado en el bosque de una vieja casa del siglo XVIII. Varios mosaicos de gran belleza, la mayoría de yeso, estaban destrozados pero la puerta de la cocina sólo permanecía como un marco, como un trozo de madera viejo y vacilante listo para derrumbarse con la siguiente brisa fuerte.

Imaginé las charlas a altas horas de la noche que se habrían producido en esa chimenea, Herbert Crowley cantando sus canciones, la planificación del Armory Show de 1913, un número incontable de artistas y soñadores e inadaptados cuyas vidas fueron profundamente conmovidas por ese lugar. El cementerio del siglo XVIII, recogido entre los árboles, fue el toque final para dar al lugar una atmósfera de profunda santidad.

The Brocken en sus comienzos. Herbert Crowley en el centro, Mary y John Mowbray-Clarke a la derecha.

La sección más moderna de la casa no se había caído todavía. Era una estructura de ladrillos art dèco construida con un estilo similar al del famoso Jardín Holandés de Mary en Rockland County Courthouse, un proyecto de la Works Project Administration que ella encabezó a principios de los años treinta. A pesar de una significativa cantidad de daños causados por el agua, la estructura exterior parecía firme. La puerta estaba abierta, colgando parcialmente de sus bisagras.

Estaba anonadado al entrar. Una luz tenue que venía de las ventanas cubiertas por telas de araña caía sobre algunos muelles oxidados de uno de los viejos colchones que los Mowbray-Clarke habían guardado en los cobertizos y en las tiendas. Dispersos alrededor de la pequeña sala de estar, que todavía conservaba algún viejo mobiliario y un piano viejísimo, había una variedad de libros y papeles. Un rápido vistazo a alguno de los libros indicaba que habían pertenecido a Mary y a otros residentes de la vieja casa de The Brocken. Mandy cogió uno al azar y lo abrió: una edición de 1902 de El apoyo mutuo, de Kropotkin, un libro que Mary había definido como un “referente” en uno de sus diarios. Había una copia del libro de la poeta Amy Murray November Hereabout con una dedicatoria en gaélico para Mary. Tales descubrimientos parecían no tener fin.

Aspecto actual de The Brocken: entrada por la zona menos derruida de la casa, puerta de la cocina y el piano en el interior.

Mientras salíamos de la habitación, algo sobre las escaleras de ladrillo que conducían al exterior me llamó la atención. Un objeto pequeño, blanco y redondo partido en dos yacía cerca del camino a la carretera. Al recogerlo, me di cuenta de que era uno de los medallones de yeso de John Mowbray-Clarke. Estaba prácticamente erosionado por completo debido a la lluvia, al estar en el exterior, y unas manchas pequeñas de musgo moteaban su superficie agujereada por el agua. Me conmovió la visión repentina de una obra olvidada regresando literalmente de la tierra.

Mientras continuábamos husmeando alrededor de las ruinas apareció una vecina, y empezamos a charlar. Su nombre era Janet Newman, y se había trasladado a South Mountain Road en los cincuenta y había conocido a Mary Mowbray-Clarke casi al final de su vida. Nos dijo que había salvaguardado varias cajas de material que, literalmente, se habían caído de la casa cuando se descomponía. Estaba en ese momento de camino a una cita, pero se ofreció a enseñárnoslas en otro momento.

Estaba fuera de mi por haber sido tan afortunado de haber dado con todo esto por casualidad, empezaba a parecer que podría haber encontrado realmente una obra de arte de Herbert Crowley perdida, o al menos una carta o una fotografía. Más tarde, por la noche, decidimos echar otro vistazo al interior de la casa, e inmediatamente vimos un sobre en el suelo en el que no habíamos reparado anteriormente. Al recogerlo, reparé en el matasellos: 19 de agosto de 1913. El contenido daba detalle de un sórdido acontecimiento en The Brocken. En parte: «[…] Debería contárselo al Sr. y la Sra. Clarke: que The Brocken no era el lugar adecuado para mí, ya que el Sr. Clarke está tratando de seducirme y por eso quiere al Sr. Gorski fuera de aquí, que la Sra. Gorski estaba al tanto de la historia y ya se la ha contado a tres personas. Estoy dispuesta a jurarlo ante un abogado. Shirley M. Sullivan».

Después de descubrir esto y algún otro libro interesante, salí para comer y soñar despierto entre las ruinas encantadas. Pero pronto oí la voz de Mandy detrás de mí: «Feliz cumpleaños Justin, mira esto».

¡Era un grabado de Herbert Crowley coloreado a mano! Octavilla número cuatro de Sunwise Turn, un poema ilustrado de Padraic Colum. Lo había encontrado en un cajón que se había convertido en una madriguera de mapache.

Diseño de Crowley y decorado definitivo de la representación de The Kairn of Koridwen.

Había también dos páginas medio destruidas de lo que parecía ser una especie de memoria en forma de ficción de los primeros años de The Brocken. Encontramos unas pocas fotografías antiguas increíbles (aunque ninguna de Herbert), y cuando la noche empezó a caer, me entró curiosidad por el altillo del semisótano, pero no teníamos nada lo suficientemente alto para acceder a él. Parecía estar lleno de papeles carcomidos por las polillas y de telas enmohecidas, pero mientras estábamos buscando, un trozo de papel con las notas de Mary sobre la teoría del color salió volando al abrirlo. ¿Quién podría saber qué tesoros no descubiertos yacerían desmoronándose allí arriba?

Así que Mandy y yo planeamos volver para ver la colección de Janet Newman de los papeles de Mary y explorar el misterioso altillo. Me sentí como si hubiera encontrado un portal hacia un pasado que se podía percibir palpablemente en los huesos del edificio y en los bosques y el aire a su alrededor. Era como si esas personas y ese lugar quisieran contar su historia, y estaba sobrecogido de gratitud por tener la oportunidad de ser el conducto entre estos dos mundos.

Volvimos en otoño a visitar a Janet. Janet compartió sus recuerdos sobre Mary y South Mountain Road y nos prestó algunos documentos para estudiar. Le pregunté si tenía alguno de los viejos diarios de Mary. Me dijo que probablemente estarían en un apartamento en St. Marks Place, en Nueva York, en manos de una persona llamada Harry que había vivido allí con la nieta de Mary Mowbray-Clarke, llamada Sandy. Me dio la dirección de Harry. A esas horas se había acabado la luz del día: el altillo tendría que esperar.

En mi regreso a casa de un viaje al Metropolitan Museum para solicitar fotografías de la obra de Herbert Crowley de su archivo, decidí visitar la dirección que Janet me había dado. Inesperadamente, el nerviosismo se apoderó de mí al ver la placa con el nombre junto al timbre del apartamento: “Mowbray-Clarke”. Mary y John se habían convertido en figuras míticas para mí y ver su nombre en un edificio de apartamentos contemporáneo era como recibir una llamada telefónica de un personaje de un libro.

El diario de Mary Mowbray-Clarke 1908, describiendo la vida en The Brocken.

Contuve el aliento y llamé al timbre. Esperé. Llamé de nuevo. Casi aliviado, empecé a alejarme, pero oí un ruido en la puerta detrás de mí. Un anciano, Harry, abrió la puerta con un chirrido. Hice lo que pude para explicarle rápidamente mi proyecto de investigación, y le dije que estaba buscando los diarios de Mary Mowbray-Clarke. Harry era un poco duro de oído, y la comunicación era un desafío. Pero escuchaba con paciencia y, finalmente, movió su cabeza: «No… nada de eso por aquí. Lo siento, Jethro [el nieto de Mary] podría tenerlos. Te puedo dar su número».

Se lo agradecí, y cuando llegué a casa lo intenté con ese número sin éxito. Pero me comuniqué con Janet de nuevo y ella, finalmente, fue capaz de ponerse en contacto con Jethro, quien, por supuesto, tenía los diarios, que iban de finales del siglo XIX hasta los años treinta. Estuvo de acuerdo en que nos viéramos en casa de Janet. Así que Mandy y yo hicimos nuestro tercer viaje ese diciembre.

El alcance del material que trajo Jethro fue asombroso. Los diarios eran una mina de oro que informaba de primera mano sobre Herbert Crowley y su vida en The Brocken. Jethro me dejó llevarme algunos, incluyendo los volúmenes del periodo entre 1908 y 1912 y muchos documentos variados que estaban en sus manos.

Entonces Mandy y yo regresamos a The Brocken antes de que se hiciera de noche, listos finalmente para asaltar el altillo. Me puse una máscara para el polvo y unos guantes y aproximé una escalera a la entrada del semisótano. Me apreté para entrar y me encontré entre montañas de papeles, la mayoría carcomidos por el agua y los bichos, que estaban en una especie de paraíso de pulpa y humedad. El movimiento de mi cuerpo estaba produciendo un tornado en miniatura de restos de papel. Vi lo que podía haber sido uno de los paisajes nocturnos de Crowley, pero se desintegró delante de mis ojos, y se perdió. Varias imágenes en cuadros estaban completamente podridas, sólo permanecían los marcos y algunas tristes y blandas piezas de lienzo o papel. Rebuscando, excavé para encontrar algunas láminas envueltas en celofán. Varios archivos contenían el material en papel mejor conservado. Antes de decidir cogerlos en su totalidad, los hojeé. Encontré un fichero con dibujos infantiles. Se los bajé a Jethro, que resultó ser su autor.

Entre los papeles encontré una tarjeta de Navidad pintada que Charles Burchfield había enviado a Mary en 1933, cartas y recuerdos de Ananda Coomaraswamy, un fichero con cartas de Alice Lewisohn, mucho material relacionado con The Sunwise Turn y, la joya para mí, una increíblemente encantadora carta que Herbert había enviado al hijo de cuatro años de Mary, inscrita en un espacio más pequeño que un sello de correos en el centro de una página, con un texto tan preciso y minúsculo que no se podía leer sin una lupa.

Material encontrado en las ruinas de The Broken: una foto del primer emplazamiento de la librería
The Sunwise Turn de Nueva York y la carta de Crowley dirigida a Bumper.

Una carta de 1937 que Alice Lewisohn, por entonces ya exmujer de Herbert, había enviado a Mary le informaba que «esta semana he recibido una sorpresa que ha sido como un puñetazo tremendo. Bertram[3] murió el pasado sábado. Todavía es totalmente increíble, nunca dejamos de tener una profunda relación, con todos los cambios que nos trajo la vida».

Otra carta de Alice a Mary fechada el 29 de octubre de 1946 comparte las buenas noticias de que «los cómics de Bertram están reunidos en el departamento de publicaciones del Metropolitan Museum».

La experiencia de descubrir estas cartas y tejer los hilos de esta vida olvidada parecía haber llegado a un enormemente satisfactorio círculo cerrado, comenzando con la nota en el libro de Dan Nadel describiendo a Crowley como un verdadero fantasma y un “vacío de información”.

Una biografía exhaustiva y un compendio del trabajo de Crowley está previsto que se publiquen en otoño de 2017. Todavía se han realizado nuevos descubrimientos. Hace solo unos pocos meses, un marchante de arte en Londres descubrió dos increíbles trabajos en escultura de Herbert Crowley de principios del siglo XX, realizados en colaboración con el afamado ceramista Pierre-Adrien Dalpayrat.

¿Quién sabe que otras grandes obras podrían estar escondidas a simple vista o enterradas entre archivos olvidados? Herbert Crowley fue, como sus creaciones demuestran claramente, uno de los verdaderos visionarios del arte de principios del siglo XX, y sin embargo, cuando el siglo XX acabó ya había sido total y completamente olvidado. Desenterrarlo fue simplemente una labor de meticulosidad y atención de un pequeño grupo de investigadores y mucha persistencia, la disposición para seguir cada cabo suelto, llamar a cada puerta, a cada número de teléfono y escalar todos los altillos. ¿Cuántos otros grandes genios descartados podrían rescatarse de esta forma?

Por ahora, estoy simplemente orgulloso de haber formado parte de la recuperación de la magia perdida ejercida en un tiempo por el extraño hechicero conocido como Herbert Crowley. Te insto a buscar su trabajo, y absorber su apabullante, impresionante majestad. Enriquecerá tu espíritu.

Y puede ser que el resurgimiento del interés sobre la obra de Crowley te recuerde que lo que está perdido no siempre permanece perdido. Algunas veces, con suerte y esfuerzo, la belleza caída se puede restaurar.

 

Bibliografía

Nadel, Dan (2006): Art Out of Time: Unknown Comics Visionaries, 1900 - 1969, Abrams.

Jenison, Madge (1923): Sunwise Turn: A Human Comedy of Bookselling, E. P. Dutton & Company.

Cabot Reid, J. (2001): Jung, My Mother and I: The Analytic Diaries of Catharine Rush Cabot, Daimon Books.

Birnbaum, M. (1914): Catalog of an Exhibition of Drawings, Paintings and Grotesques by Herbert Crowley, Berlin Photographic Company.

___________  (1960): The Last Romantic, Twayne Publishers.

Lewisohn Crowley, A. (1959): The Neighborhood Playhouse: Leaves from a Theatre Scrapbook, Theatre Arts Books.

Maisel, Edward y Griffes, Charles T. (1943): The Life Of An American Composer, Alfred A. Knopf.

 

Notas

[1] El Armory Show es el término utilizado habitualmente para referirse a la International Exhibition of Modern Art (Exposición Internacional de Arte Moderno) que tuvo lugar entre el 17 de febrero y el 15 de marzo de 1913. Esta exposición se convirtió en un punto de inflexión para el arte de Estados Unidos en dirección al denominado "arte moderno", frente al hasta entonces dominante academicismo. Provocó que los artistas estadounidenses se hicieran más independientes y crearan su propio lenguaje artístico (Nota del Traductor).

[2] Una explicación del significado del nombre de este personaje podría ser “el que se contonea exageradamente”.

[3] Bertram era el nombre cariñoso con el que se refería a Herbert Crowley (Nota del traductor).

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2017): Justin Duerr, con edición de Josh O'Neill. Revisión de Alejandro Capelo y Félix López. Edición de Antonio Moreno · Datos e imágenes provistos por el autor.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Justin Duerr (2017): "Los mundos olvidados de Herbert Crowley", en Tebeosfera, tercera época, 3 (11-VI-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/los_mundos_olvidados_de_herbert_crowley.html