LO PITBULL. UNDERGROUND CRETINO |
Es que es un producto de la marginalidad, un fanzine. Eso dice el Juarma.
Es un fanzine bien bonito. Está editado en buen papel, con buena impresión de color (es un tebeo a todo color), cuenta con 68 páginas perfectamente numeradas (desde la primera de cubierta a la última, pese a ser un libro), anuncia en su contracubierta que ha sido “Nominado a Mejor Fanzine en el Salón del Tebeo Albano-Kosovar” y, oigan, lleva un prólogo de Carlos Acevedo
Impagable el prólogo, confirma el Juarma.
Lo es. Acevedo expresa sin eufemismos y a la perfección la naturaleza de este producto, que describe como “fanzine de encomiable factura independiente”, el cual es “una prueba de ramificación industrial que funciona como respuesta a esos papelotes”. El subrayado es nuestro. Acevedo se refiere así peyorativamente al inventario documentado de la cultura oficial sobre lo que es la Cultura y lo que no es, o solamente es cultura, con minúsculas, y queda al margen. Acevedo apura la aserción para describir este producto, cuyo continente se ajusta perfectamente a lo que se puede considerar “cultura oficial” en un circuito comercial
(Lo Pitbull se vende por siete euros de vellón, y se promociona para ese fin, ser vendido), pero cuyo contenido escapa a todos los cánones, sobrepasa las escalas del buen gusto y fuerza la transgresión al límite. El prologuista, con todo, expone una gran certeza: “A día de hoy, la mayoría de los testimonios culturales evitan entrar en conflicto. Evitan poner en duda los mimbres que constituyen el entramado cultural, porque es lo que los sostiene”. Historieta sobre el fanzinismo.
Juarma, como buen granaíno, sí que los pone en duda, y además es sistemático en la dosificación de esa mala follá que, en esto de las viñetas, algunos llamamos sátira gráfica: él ha venido confeccionando año tras año sus fanzines, desde el instituto, concienzudamente encuadernados con métodos artesanales, volcando en ellos sistemáticamente sus insatisfacciones o sus quejas, atreviéndose a criticar más allá de lo moderado y lo elegante. Y ahí, en ese límite sobre lo que es y no es “correcto” (antepóngase el adverbio deseado), Juarma es el rey.
Lo Pitbull recoge un conjunto de grandes viñetas o bien breves historietas satíricas de una página en las que los personajes son unos advenedizos de la normalidad. No se trata únicamente de criticar instituciones, lugares comunes, vicios arrastrados o trivialidades, en las sátiras de Juarma hay algo más, pues sus construcciones aparentemente divertidas encierran en cada una de sus propuestas una reflexión, precisamente la que surge tras superar el empacho de la transgresión.
La viñeta muda “¿Dónde está Lorca?”. |
En “Libertad para lo mío”, otra página, el autor define qué es lo que hace y por qué asume los riesgos de lo que hace para terminar llamando gilipollas a quienes le critiquen por ello. En “El día de la paz” pone patas arriba cualquier posición con respecto a los segmentos minoritarios de la sociedad (los gays, los discapacitados) con un juego absurdo en torno a la paz. En “Soy andaluz y no tengo ni puta gracia” incide en un tema similar, y en “¡Me gusta Ramoncín!” vuelve a jugárnosla partiendo de la idea de que defiende algo que termina envileciendo, depositando en la viñeta central esta perla: “El arte capitalista camina hacia el fin del artista”.
La esencia de la sátira de Juarma constituye una reflexión sobre el ejercicio de hacer sátira, tan refrescante como pueda ser cualquier reflexión metaliteraria entre ciertas generaciones de nuevos novelistas jóvenes de éxito. Juarma no construye sátira con una sola dirección, habitualmente revierte el argumento de lo que satiriza para reforzarla o incluir un giro satírico inesperado. De ejemplo sirven muchas de sus páginas, que ya están comenzando a hacerse hueco en El Jueves, ese reservorio de mentes inquietas, pero escogemos una, la titulada “A veces me siento como un pájaro sin alas”, que parece plantear una crítica dirigida a los mojigatos, pero que el autor reconsidera y, al pie, dibuja un monstruoso pene con el fin de que no se interprete su construcción como algo “sensible”. ¡Ja!
Dos muestras de la sátira de Juarma mencionadas en el texto. |
Ya va siendo hora de reconocer en autores como Juarma, surgidos en la auténtica marginalidad, pues medraron en incombustibles y genuinos fanzines a los que aún son fieles, el soplo de aire fresco que necesita nuestra sátira. Puede servirnos para estar en guardia contra esa cosa que dieron en llamar tiempo ha “pensamiento único”, generalización tan absurda que podría llegar a cumplirse a poco que nos acomodemos en los actuales discursos de conveniencia.
Una advertencia final: los incondicionales de Mortadelo y Filemón es mejor que NO lean la historieta “Filemón y Mortadelo” incluida en este libro. Por favor.
Inicio de “Filemón y Mortadelo”. Click en la imagen para leer la historieta completa. |