Una de las autoras de este trabajo declaraba a la Cadena Ser en junio del presente año
(puede leerse aquí) que resulta fundamental incentivar al niño con juegos o juguetes a la hora de incorporarse a leer y que lo ideal sería recrear espacios adecuados para potenciar el gusto por la lectura. Es cierto que el 96% de los padres que intervinieron en estos programas para prelectores estuvieron de acuerdo con que invitar a sus hijos a la lectura les beneficiaría, pero no lo es menos que el tipo de padres escogidos para hacer el estudio poseían estudios medios o altos (sólo el 10,3% se declaraba “Poco lector”). Desde luego no resulta sencillo evaluar los hábitos prelectores de los niños de la familia media española, y resulta muy complicado lograr la participación de padres habitualmente renuentes a programas de este tipo o, directamente, desafiantes frente a la idea de dar libros a sus hijos.
Resulta digno de destacar que las autoras en ningún momento del estudio citan los libros de historietas o los cómics. Se trabaja con libros de cuentos o libros ilustrados, imaginarios, libros informativos, libros con rimas, cederrones, videos y cuentos con sorpresa, pero nunca con tebeos. En los espacios construidos para desarrollar las experiencias, una gran sala con zona de mesas y esquinas decoradas con motivos coloristas y alusivos a espacios fantásticos, tampoco se utilizan motivos relacionados con los personajes de los cómics.
No obstante pensamos que hubiera sido de gran interés emplearlos, o iniciar otra investigación paralela en este sentido, porque algunas de las conclusiones que obtienen las autoras sí parece indicar que los tebeos podrían servir para incentivar a la lectura a los más pequeños. Por ejemplo, las autoras han aislado en el presente estudio LEER SIN SABER LEER los temas de interés para los niños de menos de seis años, y entre ellos hallamos: humor, los animales, los niños protagonistas, los juguetes, la familia, los colores, el colegio, las comidas y, en un apartado especial, las onomatopeyas. ¿No parece ser un barajado de temas muy habitual en las historietas humorísticas?
Del grupo de acciones desarrolladas durante estos tres años hay resultados que también han llamado nuestra atención. A la hora de acercarse a leer libros, el mayor porcentaje se lo llevó la actividad descrita como "Ver libros acompañados" (36% de los niños); por lo que se refiere a los Espacios, el 53% prefirieron los rincones más decorados con elementos fantásticos; en lo relativo a los tipos de relatos, el 56% de los niños se inclinaron por los cuentos frente a las canciones, los poemas u otros; para el caso de las estrategias de motivación destacaron con amplia diferencia la Interacción verbal (y frente a libros de tamaño estándar, nada de libros gigantes o franelogramas). Los padres también arrojaron datos esclarecedores: el 42,8% consideraron que la actividad lectora compartida con sus hijos enriquecía su relación, un porcentaje que se situó por encima de cualquier otra valoración.
Queda claro que la interacción de adultos con niños es beneficiosa para ambos y para fomentar la habilidad lectora del niño en el futuro, sobre todo si se trabaja con libros ilustrados (se citan los trabajos elaborados en torno a estas hipótesis de Peralta y Salsa y de Ortiz y Jiménez, ambos de 2001, y los de Reese, Cox, Harte y McAnally, de 2003). Entonces, ¿por qué no se ha hecho el planteamiento con la lectura compartida de tebeos? Es más, de todos los padres que sabemos lo beneficioso que resulta leerles cuentos a nuestros hijos o leerlos junto con ellos, ¿cuántos pensamos que tendría el mismo valor leerles tebeos o junto con ellos? No se conocen datos al respecto, pero me atrevería a afirmar que muy pocos a tenor de las inercias culturales que todos seguimos sin plantearnos el porqué de ciertas actitudes adoptadas frente a nuestros hijos en cada contexto social.
Esta ampliamente estudiado el valor de la lectura de cuentos para la alfabetización posterior de los chavales y la de las experiencias en escenarios construidos para tal fin (Teale, Langer, McGillivray, Sulby y Barnhart), pero no menos importante es el valor que posee la narración, en general, sobre los niños. Según Wells (Psicología y educación, Visor, 1987), escuchar o comprender relatos ayuda a conectar el habla con los textos escritos y, lo que es más importante, a conocer el potencial simbólico del lenguaje y su poder para representar la experiencia mediante símbolos independientes de los objetos y acontecimientos “reales”. De ahí se pasa a las teorías aún más apasionantes de Bruner, las descritas en Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva (Gedisa, Barcelona, 1991, existe nueva edición en 2004): lo narrativo constituye un auténtico sistema de pensamiento. Es decir, el niño utiliza los relatos, los cuentos, las historias (y las historietas) no tanto para valorar situaciones objetivas como para dar coherencia argumentativa a su manera de ver el mundo. Leerles cuentos contribuye, pues, no sólo a instruirlos, también a educarle en la imaginación, en el sentimiento, en –como dice el autor- el proceso de hominización.
El hecho de usar historietas en este tipo de programas sin duda favorecería todos los supuestos previos a la elaboración de los mismos. Las historietas nutren la imaginación del niño de estructuras simbólicas; se elaboran con personajes muy desiconizados de fácil retentiva y con fuerte poder de anclaje; y permiten, por su propia naturaleza narratológica, la reconstrucción de cualquier relato y desde cualquier presupuesto de partida.
Cabe preguntarse si uno de los factores que ha desembocado en el actual panorama de pobreza general de lectores que, en paralelo, lo es de lectores de tebeos, no ha sido la falta de lecturas compartidas de tebeos entre padres e hijos. Unos, por solventar la papeleta de la educación con el socorrido cuento nocturno. Otros, por considerar, como así ha dictado la inercia cultural española, que los tebeos son un producto viciado y menor, incapaz de transmitir los valores y afectos intelectuales que los libros ilutrados proveen.
Hagámonos reflexión. Al menos los padres jóvenes con hijos en edad de incorporarse a la lectura: Si no desprecias un tebeo como objeto cultural… ¿les leerás a tus hijos historietas para fomentar sus hábitos lectores?
Este trabajo de campo, Primeros contactos con la lectura. Leer sin saber leer, también pretende "dar pautas o servir de ayuda a instituciones o personas que trabajan temas de lectura, bien evaluando proyectos iniciados o que se vayan a poner en funcionamiento", según ha explicado la directora del Centro internacional de Lectura Infantil y Juvenil de la citada fundación. En este sentido, tanto este estudio como los programas que se han llevado y se están llevando a cabo, son tareas muy loables y que esperamos que de buenos frutos prontamente.
Reseña de Manuel Barrero
Tebeosfera recibió servicio de prensa de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
Referencia bibliográfica:
Clemente Linuesa, María : Primeros contactos con la lectura. Leer sin saber leer . Descripción y evaluación del trabajo con niños y niñas de 0 a 6 años en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez de Salamanca / María Clemente Linuesa , Elena Ramírez Orellana. -- Salamanca : Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2008 - ISBN 978-84-89384-72-9