LASZIVIA. ENTRE LA CAJA DE PANDORA Y LA GRAN SUPERPRODUCCION
ANTONI GUIRAL

Resumen / Abstract:
Revisión del cómic erótico "Laszivia". / Review of the adult comic series "Laszivia".
Notas:
Antoni Guiral reseña una obra singular en la carrera de Jan: "Laszivia". A la derecha, ilustración para la portada de la edición en álbum.

LASZIVIA: ENTRE “LA CAJA DE PANDORA” Y “LA GRAN SUPERPRODUCCIÓN”

 

«Esto lo iba haciendo en plan estudio-práctica-lucha contra el muermo... allá por los veranos del 1981, pero cuando, años después, cerró la Editorial Bruguera y quedé sin trabajo, lo envié con un amigo a Norma Editorial, que buscaba cosas para su revista A Tope. No interesaba, pero se fijaron en la página 9 (que en realidad inserté para la ocasión) y... ése fue el origen de Laszivia».

Jan en el blog Cosas que no colaron

 

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Página, mencionada en la cita de Jan, correspondiente a la historieta inédita "Se busca personaje" o " Super Rayón".

 
Así de curiosos son los orígenes de algunas obras de historieta. La pieza a la que se refiere Jan era un ensayo de 11 páginas, una historia titulada “Se busca personaje”1, en la que un pobre tipo localizaba un anuncio para trabajar como personaje de cómic para un historietista. Una vez en casa del autor, descubre que éste es otro pobre diablo al que ha abandonado su mujer, y que tiene el piso lleno de basura (bajar la basura era obligación de su esposa). Como autor de cómics que es, busca desesperadamente inspiración, pero no encuentra su mesa de dibujo entre tantos desperdicios. La llegada de una brigada de basureros que vacía el piso de despojos le devuelven la mesa y el arrebato creativo. Así, basándose en la presencia del hombre que busca trabajo, nace el personaje Super Rayón (Puño de Titanio), un defensor de la Humanidad que tiene su oficina en el Nivel 69 de la futurista megaciudad de Hospitalet, “uno de los pocos lugares del viejo planeta que todavía conservaba un par de tilos y un trozo de césped con margaritas”. La página 9, la que Jan añadió para su valoración en Norma Editorial, descubre a Rayón en la intimidad, fornicando con una prostituta. Era el único toque erótico de la historieta, pero fue el que le valió el encargo.

Cuando Jan inició Lasziviahacía algunos meses que había terminado de publicarse su nueva aventura larga de Superlópez, La caja de Pandora2. Pintaban bastos en Editorial Bruguera, herida de muerte desde 1982, cuando presentó una suspensión de pagos. En 1984 la empresa no sólo no supo o no pudo salir de la crisis, sino que su final parecía muy próximo: los colaboradores apenas cobraban los encargos (en ocasiones parcialmente) y era evidente que había que buscarse las lentejas en otras lides. Ya en 1985 Bruguera reflotó temporalmente (Jan volvió con otro Superlópez, La gran superproducción3), pero el espejismo solo duró algo más de un año. La opción de publicar en Humor a tope era tan buena como cualquier otra.

 

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Portada del número 8 de Humor a tope
(Norma, 1984) donde se inició la serie.

Humor y erotismo “a tope”

Desde 1977, con la aparición de la revista Totem, el mercado de la historieta había dado un vuelco muy significativo en España. El cambio político acompañaba a una renovación en la oferta, marcada desde entonces por una historieta para adultos, tanto en sus temáticas humorísticas o eróticas como en el tratamiento de otros géneros. Aparecían nuevos editores, conscientes del cambio, que veían aflorar un nuevo negocio en el cómic de autor. La aparición de revistas como 1984 (1978) o El Víbora (1979) y la expectación que despertaron entre un nuevo lectorado, adolescente en su mayoría, arrinconaba, al menos desde una perspectiva comercial, a la historieta infantil y juvenil comandada por Editorial Bruguera. En esa tesitura, Rafael Martínez, propietario de la agencia Norma desde 1977, se convirtió en editor4, consciente de que sus contactos como agente eran básicos para esta nueva faceta. Recicló cabeceras como Cimoc y Hunter desde 1981 y generó algunas nuevas, como Cairo (1981), Sargento Kirk (1982) o Cachondeo a tope (1982), amén de iniciarse en la publicación de álbumes. Cubiertos tratamientos más personales de la historieta o géneros como el aventurero, el fantástico o el western, con Cachondeo a tope M. Díaz Editor5 hacía su incursión en el humor sexy o el erotismo, otro género en boga, cabecera que se nutrió, en buena medida, gracias a su material como agente. Aunque no pueda afirmarse que Cachondeo a tope tuviera una política editorial muy sólida, lo cierto es que la elección de material aportaba calidad en sus propuestas. Reunir, de entrada, talentos como los de Lauzier, Pat Mallet, Serre, Lassalvy, Edika, Cabu, Gotlib, Lucques, Jean-Claude Denis o los españoles Manel Ferrer, Gin y Jordi Bernet no era moco de pavo. Es más, Humor a tope (nuevo título de la cabecera desde su nº 5) incluía también material original, como la serie Carmen Bond de Alfonso Font. La mezcla entre material sindicado, obras procedentes de Fluide Glacial y otras revistas francesas y alguna serie de producción propia funcionaba. Aunque pareciera que el género erótico o pornográfico (en su vertiente humorística, en este caso) no exigía demasiada calidad, y que con mujeres desnudas y actos sexuales entre bromas picarescas o morbosas bastaba, lo cierto es que los chistes e historietas de Humor a tope poseían una media de calidad bastante alta. Es más, con el tiempo, en esta revista publicaron, además de los citados, creadores como Mordillo, Margerin, Lob, Alfonso Azpiri, Carlos Pacheco, Pasqual Ferry, Sempere, Garcés, Saladrigas, Mediavilla o Enrique S. Abulí.

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En las páginas de Humor a tope publicaron autores de la talla
de Alfonso Font, Jordi Bernet, Gotlib, Alexis y Azpiri.

Convengamos, de entrada, y volviendo a Jan, que el género del humor erótico era, digamos, extraño para el creador de Pulgarcito o Superlópez. De hecho, nunca ha sido un tratamiento que le interese: «El cómic erótico ni me tienta ni me gusta», aseguraba Jan en una entrevista online aparecida en 2006 en el elpais.com, añadiendo: «[Laszivia] era una serie para una revista muy erótica, casi porno, sin embargo, no me negará nadie que no le di contenido crítico social a cada historia, cosa que en este género no suele haber»”. En efecto, en uno de sus poquísimos trabajos para lectores adultos, así lo hizo.

Así, el nº 8 de Humor a tope (octubre de 1984) presentaba una novedad excepcional: el primer capítulo de Laszivia, firmado por Jan. ¿Cómo plantea un autor de historieta no interesado por el erotismo una serie erótica? Dándole la vuelta; utilizando el erotismo como excusa de fondo, casi como mcguffin, como elemento integrador pero no esencial. ¿Qué quería mostrar Jan en Laszivia? Aparte de los efectos de la represión sexual, la estulticia del ser humano. ¿Cómo lo hizo? Con una serie de humor paródica que contiene una fuerte carga de crítica social y política. Vayamos por partes.

 

Erotismo sexy, pero algo más

Laszivia se inicia, sin más preámbulos, en la sede de la Confederación Violáctea, donde algunos de sus responsables encargan al capitán Rayón que visite con su nave el planeta Laszivia, que ha solicitado ingresar en el Mercado Galáctico Común. Se trata de comprobar el grado de “civilización” del planeta para verificar si es apta para pertenecer a tan magna institución. No parece que los responsables de la confederación tengan demasiado interés ni en Laszivia (ni siquiera saben dónde está) ni en que Rayón triunfe en su misión (apuntan: “no podemos mandar personal más competent… er, que diga… ¡Necesitamos que vaya usted, capitán Rayón…!”). Por su parte, Rayón está más interesado en las curvas de la secretaria (a quien en un despiste de los mandatarios aborda sexualmente) que en el encargo, y, de entrada, observamos varios rasgos distintivos de la nave (María de la O, de Palencia) y de su tripulación: diversos fallos técnicos graves, una dotación que lleva tres años sin mujeres y que práctica el onanismo con asiduidad (sólo Rayón posee una muñeca rebollo hinchable) y la presencia de Juanito / Juanita, un miembro gay del María de la O que despierta una abierta antipatía por parte de su capitán. Toda esta información, que es mucha, Jan la plantea de la forma más sencilla en una sola página, la primera, evidenciando, de entrada, su dominio del ritmo narrativo y de los gags.

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Páginas iniciales de la obra.

Habida cuenta de que Laszivia se publicó por entregas en una revista de periodicidad mensual, Jan opta por el recurso de los capítulos de cuatro páginas que, en sí mismos, aportan un inicio y un final, pero que en ningún momento pierden el hilo narrativo central, relacionándose entre sí, lo que permite disfrutar de una lectura completa sin reiteraciones ni saltos narrativos. De hecho, el primer capítulo plantea la llegada a Laszivia, un planeta con forma de mujer desnuda, la recepción de los lascivios a los terrestres y la presencia (importante en el devenir de la serie) de un mapa en tres dimensiones, real, de carne y hueso, que desata la lujuria entre la tripulación del María de la O. A partir de ahí, cada entrega ofrece los resultados de la visita a diversas naciones de Laszivia que, no por casualidad, presentan los nombres (reconvertidos) de los siete pecados capitales: Sobervia, Avharizia, Lujurizia, Envizia, Gulizia, Iracunzia, Perezia, a los que se añaden los países que presentan los nombres de las tres virtudes teologales, Fehzia, Experanzia y Carithad, que finalmente, ante el desastre de las primeras siete misiones, no serán visitados por Rayón y los suyos.

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Iracunzia, país en permanente dictadura. 
Evidentemente (estamos ante una serie de humor erótico), las referencias al sexo se multiplican, siempre tamizadas por un humor que las ridiculiza y las convierte en situaciones patéticas, fruto de la frustración y de la represión. Pero lo que Jan nos muestra en estos viajes es la miseria que genera la actividad humana alrededor de estos supuestos siete pecados capitales. La estulticia en Sobervia, cuyos habitantes aplican un clasismo social inspirado en el tamaño del pene (cuanto menor, más alta alcurnia); la pobreza de Avharizia, un país en el que todos sus habitantes, sumidos en la pobreza, deben dinero al rey a causa de los créditos y las hipotecas; la impudicia de Lujuriza, donde el ansia de sexo de los terrestres será utilizada como una trampa para utilizarlos como conejillos de indias durante un tiempo; la iniquidad de Envizia, país en el que todos sus habitantes envidian a sus congéneres y son capaces de todo para conseguir el objeto de su deseo; la perversidad de Gulizia, cuyos habitantes, entrados en carnes y siempre ahítos de comida, crían rebaños de cordejos y cordejas para consumir, que en realidad son seres humanos tratados como animales; la represión política de Iracunzia, nación que vive en una permanente dictadura que sojuzga con la tortura a los disidentes; o la desidia de los pobladores de Perezia, que se valen de proyecciones holográficas para moverse y que dejan el trabajo manual a unos robots.

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Juanito / Juanita pone el punto final a esta historia
(en el número 14 de la revista).

Entre tanto personaje ridículo, presuntuoso, cruel o cargante, destaca la presencia de Juanito / Juanita, el único miembro de la tripulación del María de la O que evidencia poseer una preclara inteligencia. Jan no vacila en cargar las tintas con todos los personajes de Laszivia (especialmente con Rayón, ambicioso, cruel e ignaro), excepto con el outsider, el distinto, el periférico, Juanito / Juanita, cuya astucia le llevará a ser el único personaje en conseguir sus objetivos.

Narrativa y gráficamente, Jan despliega todos los atributos del excelente historietista que es. Controla el tempo narrativo de cada escena, aplica con sabiduría los planos, compagina cada página en tres o cuatro tiras pendiente de las necesidades narrativas y despliega una excelsa medida en la inclusión de los gags, tanto en los principales como en los secundarios. La puesta en escena responde magníficamente a sus posibilidades estéticas: fondos elaborados pero no cargantes, escenarios que nos sitúan perfectamente en situación, personajes muy expresivos, unas cualidades cromáticas que evidencian su buen gusto para el color, sin olvidar su rotulación manual, con la consciencia de que la rotulación también forma parte del grafismo de la historieta.

Cuando el historietista que firma una obra, Jan en este caso, es un autor honrado, inquieto y con talento, poco importa que se trate de un encargo o de un cómic de autor. Siempre será una obra honrada, inquieta y con talento.

 

 

 

Notas

1. Para disfrutar de esas once páginas: xjan.cachislamar.com/refus.htm (apartado “Se busca personaje o el Capitán Rayón”). 
2. Publicada entre los números 176 al 183 de Mortadelo (1984). 
3. Los tres primeros capítulos aparecieron en los números 1 al 3 de la revista Superlópez (1985). 
4. De hecho, su primer libro publicado fue Humor Sexy (1978), con material erótico de Lassalvy o Senol. 
5. M. Díaz Editor era otro sello editorial de Norma. Está formado por los dos apellidos de Rafael Martínez Díaz.

 
 
 
 
 
 
 
TEBEOENLACES
 1
Creación de la ficha (2013): Antoni Guiral. Revisión de Javier Alcázar. Edición de Antonio Moreno. · Datos e imágenes tomados de ejemplares originales.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ANTONI GUIRAL (2013): "Laszivia. Entre La caja de Pandora y La gran superproduccion", en Tebeosfera, segunda época , 11 (2-XII-2013). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/laszivia._entre_la_caja_de_pandora_y_la_gran_superproduccion.html