LA MÁSCARA O UN CASO PARA EL BOTONES
Edita en castellano Dibbuks, según la edición francesa de Dupuis de La mauvaise tête
En marzo de 2014, Éditions Dupuis lanza la colección 50/60, con el objeto de reeditar obras clásicas de la edad de oro del cómic franco-belga en un nuevo formato de lujo, que permita apreciar con el máximo detalle la calidad que estas obras atesoran. Así, esta cuidada edición en blanco y negro, con un formato más cercano al de las planchas originales en que fueron creadas, y por tanto con unas viñetas de mayor tamaño, permite apreciar su trazo original, meticulosamente restaurado. La lectura de estas obras se complementa con los comentarios del crítico y periodista belga Hughes Dayez, que introduce multitud de apuntes valiosos para situarse mucho mejor en la época en la que fueron creadas.
La publicación de La mauvaise tête en la revista Spirou data de 1954. Es la sexta aventura larga de la serie del famoso botones que realiza Franquin, y para muchos aficionados se encuentra entre las mejores que realizó el bruselense. Por primera vez el guión se centra en el género policiaco. Hoy en día, con más de sesenta años a cuestas, su guión acusa excesivamente la fresca improvisación con la que Franquin abordaba su obras, y destaca mucho más por ser un testimonio fiel de su tiempo y reflejar su época de una forma elegante y encantadora. Todos los detalles nos transportan a los años cincuenta, que parecen más lejanos que nunca: grandes escaparates con flamantes televisores (Télé-Bruxelles no llevaba ni un año en antena), la bien conocida habilidad de Franquin para representar automóviles de época con su estilo característico, la insuperable recreación del Tour de France...
El autor no contará con ayuda para realizar los fondos hasta algunos años más tarde, lo que no es óbice para que la ambientación sea magnífica y haya viñetas en las que se prodigue todo lujo de detalles si la situación lo demanda: así, en ocasiones se puede oler la campiña francesa o pasearse por la imaginaria ciudad de Midiville, en el sur de Francia; otras veces los detalles se multiplican para crear un ambiente, como cuando se representa la lúgubre casa contigua a la que habita Fantasio, detallada de manera sobresaliente.
Hay que congratularse por la excelente adaptación al castellano de una de estas obras, La máscara, de la mano de la editorial madrileña Dibbuks, que es completamente fiel a la original. A continuación compararemos esta versión con las dos anteriores que se han realizado en castellano de la obra en formato álbum: la de Planeta de 2004, que era bastante aceptable, y la de Ediciones Junior, bastante más antigua.
Planeta publicó entre 2002 y 2005 los siete integrales del Spirou y Fantasio de Franquin, respetando las características de la edición que realizó Dupuis en esos años: en blanco y negro y con un formato ligeramente inferior al habitual. La máscara comenzaba el cuarto volumen. Cada una de sus páginas corresponde a dos de la nueva edición, y como la altura de ambos formatos es idéntica, se llega a la conclusión de que Dupuis ha duplicado de forma proporcional el tamaño de aquella. El trazo de Franquin no se dobla sólo en tamaño con esta operación, sino también en dinamismo y expresividad. No es la única diferencia entre ambas ediciones: la de Dibbuks está realizada con un papel de gran calidad, pero destaca, sobre todo, una magnífica y delicada rotulación a cargo de Fernando Fuentes, aspecto siempre fundamental que se torna esencial en una edición de estas características.
La versión de Ediciones Junior es de 1988 y, curiosamente, continúa siendo la única en formato álbum a color de este episodio en castellano hasta la fecha. Me ha sorprendido constatar que, pese a los casi treinta años que han transcurrido desde entonces, sigue aguantando bastante bien el tipo. La traducción es aceptable, y la rotulación, aunque ahora se percibe claramente tosca, es manual, algo no demasiado frecuente en esos años, en los que la tipografía era una práctica demasiado habitual.
La máscara contiene una de las secuencias más famosas de las que Franquin realizará durante toda su carrera: en ella, Fantasio, escondiéndose de la policía, se mezcla disfrazado entre los participantes de una carrera ciclista; agotado por el esfuerzo se despeña por la montaña, tratando de mantener el control de su bicicleta en su alocado descenso. En su camino se cruzará con el resto de corredores, sembrando el caos a su paso, hasta su llegada a la meta. Francisco Ibáñez, declarado admirador de Franquin, realizó un homenaje explícito a esta secuencia en el álbum de Mortadelo y Filemón La Vuelta (Ediciones B, 2000). Por cierto, a pesar de ser un hecho ya conocido, nunca había visto unos paralelismos tan acusados entre el estilo de Ibáñez y el de Franquin hasta leer con detalle esta última edición de La máscara.
Presentar una colección como ha hecho Dupuis con su 50/60 es un verdadero lujo para los sentidos. Disfrutar del trabajo de maestros como Franquin, Macherot, Peyo, Roba, Will o Tillieux en un formato tan elaborado es una auténtica delicia para el aficionado, máxime cuando las obras escogidas pertenecen a periodos de madurez de sus autores, seleccionadas en unos momentos en los que ya habían consolidado su estilo. El hecho de que Dibbuks se haya sumado a la iniciativa (aunque sea de manera puntual) es una magnífica noticia para el mercado español. Esperemos que tenga continuidad.