LA BUENA ESTRELLA DE HENAR TORINOS |
Henar Torinos, firma de una vallisoletana que hace manga a la española, ha publicado su primer libro en España con el sello Babylon Ediciones, el número 1 de Mala Estrella.
Al inicio del cómic, Axel ingresa en el "Cuerpo del Balance". |
La autora no es primeriza en esto de casar unas viñetas con otras. Torinos ya atesoraba experiencia en fanzines y en revistas (Mystic Legend, Antares, Supein Go!, Komikku) antes de abordar esta serie para Ediciones Babylon, un joven sello que ha apostado por jóvenes creadores. Y se le nota. La autora comete errores en la narración historietística característicos del apresuramiento, lógicos, por lo demás, entre muchos autores de tebeos con grafismo de estilo manga –como a ellos les gusta decir– que se han instruido casi únicamente leyendo mangas y no en otras fuentes, como la supresión de rasgos faciales en los personajes (los ojos, por ejemplo; que el mirar, en Occidente, implica otras cosas), el abandono de los fondos, el uso insistente de borrones de movimiento para conferir agilidad al relato, las líneas cinéticas convertidas en escenario, o la inserción de alguna secuencia caricaturesca que apenas añade nada al argumento ni al desarrollo de los personajes (p. 12, p. ej.). Pero la autora crece con cada página, y los titubeos iniciales dan paso rápidamente a un dominio de la narrativa electrizante, en el que cada acto se sucede sin pausa y logra enganchar al lector. Por supuesto, se trata de una argumentación leve y muy estirada: poco sabemos de esta chica salvaje con ojos de distinto color y estrella estampada en la espalda salvo que ha protagonizado varias matanzas, o eso dicen de ella, y los demás personajes, salvo Axel y el sádico capitán, están escasamente desarrollados. Suponemos que Gilán, Kali y Töv, la terna de compañeros de Axel, alcanzarán mayor estatura en el libro segundo.
Sueño recurrente de Axel con la chica protagonista. Página original en blanco y negro, coloreada en la edición digital de este cómic. |
Hay dos aspectos destacables en el arranque de esta obra: la percepción de la violencia y la cuestión de Dios. Resulta inquietante cómo se ha transformado en las últimas tres décadas el tratamiento de la muerte violenta en los medios para el entretenimiento que consumen los jóvenes. Algo que anteriormente provocaba repulsa y se mostraba de manera sesgada o mediante sugerencias (sobre todo en los cómics americanos o europeos) ahora se plantea como el principal atractivo del interés para un público que, por fuerza, es igualmente joven, incluso más. El personaje principal de esta serie, la chica de la estrella negra en la espalda, es presentada como una asesina de cuyos crímenes nadie duda salvo el protagonista. Ese mismo protagonista ve cómo la joven arrebata la vida a varias decenas de cadetes ante sus ojos y eso no varía un ápice su duda inicial. Parece sugerirse, hoy, que quien actúa de forma harto violenta o es un demonio o es un dios, lo cual concuerda con las tesis de Nietzsche que la misma Torinos reproduce en la página 65 (“God is Dead”). No parece que la autora de este manga sea creyente, como no lo son la mayoría de los creadores de cómics actuales, porque la imagen que de Dios se modela hoy es perversa, una mezcla entre la idea de un ente vengativo capaz de condenar a todos sin pestañear (el Dios del Antiguo Testamento) y el supuesto mesías redentor llamado a salvar a la humanidad (el Jesús del Nuevo Testamento). Más y nuevas lecturas de la Biblia tendríamos que hacer, pues las nuevas generaciones adoptan una idea de Dios que no toman de los textos originales, de hecho el icono de Dios que ha surgido tras tantas generaciones agnósticas está muy lejos de la idea inicial que vertebró la filosofía y la ética de los pueblos hasta el advenimiento de la Ilustración.
Aquí, en este manga, como en muchos, Dios sólo es un efugio que se utiliza cuando conviene, o una idea que flota tenuemente en el aire pero en la que nunca se llega a profundizar. El ritmo crece en intensidad en las escenas de acción.
Torinos evoluciona en el dibujo del libro al ritmo que crece en intensidad el relato. Los fondos están bastante vacíos, cierto es, pero el uso de las tramas mecánicas suple convenientemente este problema. Y resulta muy gratificante ver cómo la autora se preocupa de trazar las perspectivas y dibujar prolijamente los edificios y otro tipo de elementos que dotan de verosimilitud a la historia. En el debe queda la escasa credibilidad de algunas decisiones, como el envalentonamiento de Axel para apoyar a una asesina reconocida así por todos, y algunas soluciones de urgencia (esa puerta que queda abierta con un rótulo que dice “Puerta abierta” ¿no había otro modo de resolverlo?). Pero en el haber queda una historia que engancha, con un personaje carismático e interesante, y que atrapará a quien la lea irremediablemente.
Obviamente, lo mejor de Torinos. Y, de momento, lo mejor de Babylon.