LA ALQUIMIA DE HIROMU ARAKAWA
Dentro de los géneros cultivados por el manganime, el shōnen probablemente sea de los más abordados por la crítica especializada. Dejando de lado la producción filmográfica del director Hayao Miyazaki o estudios académicos centrados en la condición transmedia de la industria de la cultura japonesa, editoriales españolas como Dolmen y Diábolo están actualmente explorando y explotando la rentabilidad de libros basados en los clásicos de aventura destinados a un público de varones jóvenes y adolescentes (ahora ya jóvenes maduros y adultos), apelando a la nostalgia de la niñez y a veces pecando de sentimentalistas. Lo cierto es que, en el acervo de libros dedicados al análisis de historietas y animaciones japonesas, muchos muestran la rigurosidad, el cuidado y la pasión de un verdadero fanático e investigador. Este es el caso de Tras la Puerta de la Verdad. Explorando ‘Fullmetal Alchemist’, de Mariela González (2019), editado por Héroes de Papel dentro de la colección Crossover.
Muchos consumidores frecuentes de manganime no dudan en catalogar la obra magna de Hiromu Arakawa como uno de los grandes hitos de la animación a comienzos del siglo XXI, no solo por los numerosos galardones que recibió (premio Anime Grand Prix en 2003 al mejor ánime, premio Shōgakukan en 2004 al mejor manga shōnen, premio American Anime Awards en 2007 en cinco categorías distintas, entre otros), sino también por los modos de combinar, desarrollar y hacer converger las características de un admirable shōnen. Si hoy día continúan apareciendo productos y mercancías en torno a esta obra es porque Fullmetal Alchemist ha calado hondo en el imaginario colectivo de lectores y espectadores de todo el globo.
La historia tiene lugar en un mundo ficticio en el que la alquimia ha progresado en paralelo con la ciencia. Con muy pocos datos y una serie de normas básicas, Arakawa configura un país ucrónico fuertemente militarizado con toques steampunk que nos recuerda a Alemania durante el III Reich. La historia se centra en los hermanos Edward y Alphonse Elric, quienes, tras ser abandonados por su padre y ver morir a su madre a causa de una enfermedad progresiva, deciden utilizar sus conocimientos alquímicos para devolverla a la vida sin medir las consecuencias. En efecto, un tabú para todo alquimista es el utilizar sus conocimientos para resucitar a los muertos; pero los pequeños hermanos, impulsados por el deseo de volver a ver sonreír a su madre, pecan de soberbios, y por ello deben pagar un alto precio: mientras que Edward pierde su pierna izquierda, Alphonse desaparece por completo. Con sus últimas fuerzas, el mayor de los Elric sacrifica su brazo derecho para anclar el alma del menor a una de las armaduras que se hallaban en la biblioteca de su padre, trayéndolo al mundo terrenal al menos parcialmente. Así, el nuevo objetivo de los hermanos será encontrar una manera de recuperar sus cuerpos, un camino tortuoso lleno de revelaciones, cuestionamientos y decisiones difíciles de tomar.
Lo primero que llama la atención del libro de Mariela González es la encuadernación, a cargo de Domi Vakero, en un bello y cómodo libro de tapa dura de 15x21 centímetros, con colores predominantemente negro, rojo, dorado y bordó; el lector puede perderse un buen rato pasando las hojas para simplemente disfrutar de las ilustraciones, el maquetado y el diseño. La edición, bien atenta y cuidada, fue realizada por Ricardo Martínez Cantudo. El prólogo encargado a Diego Freire postula una de las líneas principales de análisis que estructuran el libro: el problema del cuerpo, o los cuerpos como problemática. Es que una hipótesis muy acertada del prologuista acerca del éxito de Fullmetal, o al menos de Edward como protagonista, es que sus personajes son discapacitados. A diferencia de otros shōnen en los que los personajes son “diferentes” por lo que tienen, es decir, alguna habilidad especial que descubren, adoptan o desarrollan, o alguna virtud otorgada por el destino, en el caso de la obra de Arakawa ellos se definen por sus falencias y carencias. En el enfrentamiento con un vacío desarrollan una identidad.
A continuación, siguiendo el rumbo designado por Freire, la autora arranca con la pregunta por el lugar que Fullmetal ocupa dentro del género japonés de aventuras para jóvenes y adolescentes. Compara el manga con la industria del cómic estadounidense y habla acerca de los prejuicios que aún perduran sobre la lectura de historietas como un género dirigido netamente a un público infantil y sin profundidad narrativa. Una vez refutado dicho argumento (ciertamente falaz), González vincula al shōnen con un género literario de larga data, a saber: el bildungsroman alemán o la novela de aprendizaje. El paralelismo, por demás pertinente, permite detallar y precisar tópicos y estilemas presentes en ambas tipologías textuales o que las constituyen: un protagonista púber o adolescente que experimenta la transición de la niñez al mundo de los adultos, el aprendizaje de normas y códigos sociales ajenos a la infancia, la cristalización de la personalidad por medio del encuentro, resolución y sorteo de problemas y conflictos interpersonales, entre otros. Quizá sea por estos motivos que Fullmetal posee una trama y un desarrollo más literario que el puro shōnen, argumento que se respalda si tenemos en cuenta la influencia que la diagramación de Arakawa debe a la Divina Comedia de Dante y el Fausto de Goethe; lamentablemente, los aspectos literarios de esta obra no parecen ser un tema abordado por la investigadora.
La primera parte del libro se ocupa de brindar datos biográficos y bibliográficos de Hiromu Arakawa, que permiten comprender cómo la cuarta hija de una familia granjera de Tokachi, Hokkaido alcanzó a ocupar un lugar en el podio de los mangaka. Efectivamente, los factores sociales y económicos no pronosticaban un futuro tan prometedor para la pequeña Hiromi (su verdadero nombre de pila), quien debió abrirse paso contra viento, marea y los mandatos paternos para publicar sus primeras tiras de corte humorístico. No solo se habla sobre influencias caricaturescas, entre las cuales destaca la figura de Rumiko Takahashi (autora de Ranma ½ e InuYasha), sino que también se analizan con mucha minuciosidad obras como Stray Dogs (1999), precuela indiscutible de Fullmetal, y Silver Spoon (2011).
La segunda parte entra de lleno en el argumento del manga, dando primero un pantallazo general, pero complementando la información más difundida con publicaciones furtivas o difíciles de conseguir en Latinoamérica. El análisis narratológico se detiene en los protagonistas o actores nucleares, y a partir de ellos se desgajan los temas cruciales que conforman la trama principal: Edward y el remordimiento, Alphonse y la pregunta por lo humano, Hohenheim y la expiación de los pecados, Mustang y el deber, entre otros. El abordaje hace sumo hincapié en los dramas familiares como motor de la trama: desde Riza Hawkeye y su padre, el anterior alquimista de fuego, hasta los hermanos Armstrong, la obra de Arakawa está plagada de vínculos de sangre tensos y beligerantes que hacen dudar hasta el final de la historia de la posibilidad de llegar a un acuerdo de mutuo entendimiento y cariño sincero. Incluso las vidas de Maes Hughes, Nina Tucker o Izumi Curtis muestran de modo absolutamente desgarrador los inconvenientes psíquicos de querer forjar y sostener lazos afectivos. Sin embargo, los desenlaces son positivos y optimistas, mostrando seres desgarrados pero recompuestos que aceptan sus roles y lugares dentro de su círculo de influencias, en sintonía con la visión estética wabi-sabi que halla lo hermoso en lo imperfecto.
Los siguientes capítulos están dedicados al estudio del mundo ucrónico descrito por Arakawa. Por un lado, vemos una Europa en sus primeros pasos por la Revolución Industrial, una capital fuertemente militarizada, un pueblo disconforme con los abusos llevados a cabo por altos cargos del Gobierno y diferencias sociales demasiado marcadas con respecto a las zonas periféricas. Por otro lado, vemos comunidades devastadas por la guerra, tratando de sobrevivir en el anonimato y el nomadismo, vestigios de imperios antiguos destruidos por causas misteriosas, sujetos provenientes de tierras exóticas y lejanas en busca de respuestas que solo desentrañan más y más preguntas. Como ya hemos dicho, el referente histórico más claro que sirvió de inspiración a la creación de Amestris, país ficticio en el cual transcurre la historia, es la Alemania previa y vigente durante el nazismo; sin embargo, encontramos comunidades como la de Xing (aunque solo sea por boca de unos pocos de sus exponentes), que se vincula claramente con China; la de Xerxes, que hace referencia al antiguo Imperio Persa, e Ishval, cuyo referente cercano son los ainu de Hokkaido, pero que estéticamente también recuerda a las víctimas actuales de Oriente Próximo. Los conflictos bélicos son un denominador común entre las poblaciones del mundo de Fullmetal, por lo cual la autora se detiene bastante en analizar el entramado político-histórico que sirvió de inspiración para configurar los vínculos humanos en el manga.
Dejando a un lado la guerra, Mariela González hace un recorrido por las lecturas alquímicas a las que la mangaka hubiese podido acceder para construir su particular visión de la práctica. Los capítulos 8 al 10 se detienen en el rol de Paracelso como demiurgo de los homúnculos y de Nicolas Flamel como creador de la piedra filosofal; también dilucidan el significado de la simbología utilizada en la alquimia: la cruz que cargan tanto Izumi como Edward y Alphonse, el dragón circular tatuado en los siete homúnculos, los círculos de transmutación y los tribales de Cicatriz, el sol y la luna en el muro de Xerxes, entre otros más. La conclusión a la que llega la autora es que estos elementos no son meros referentes estéticos, sino que cumplen una función diegética y suponen un uso consciente por parte de Arakawa. Por último, se especula sobre los distintos modos de ejercer la alquimia, algunas cuestiones morales sobre la implementación de la piedra y los límites y alcances de la famosa ley de equivalencia de intercambio, tan citada por los hermanos Elric hasta el final de la historia.
Los últimos dos capítulos de esta segunda parte abordan la problemática del ser y lo humano, así como también el rol del personaje La Verdad dentro de la trama. No solo se analizan los casos de Alphonse, Nina, las quimeras y los homúnculos, sino que se configura una teoría sobre la narración del yo a partir de las decisiones que toma cada personaje.
La tercera y última parte es la más descriptiva y previsible, pero no por ello menos útil y complementaria al análisis crítico. Intenta explorar el universo transmedia en torno a Fullmetal, al cual los lectores hispanoparlantes tenemos dificultades para acceder de lleno debido muchas veces a la falta de traducciones y su poca difusión fuera del archipiélago nipón. El capítulo 12 evalúa similitudes y diferencias entre la primera adaptación al ánime de 2003 y la segunda de 2009, haciendo observaciones de recortes y agregados con respecto a su versión historietística. El capítulo 13 aborda las dos películas animadas además de los OVA y especiales producidos; mientras que el 14, quizás el más novedoso para quien no sabía de su existencia, se aboca a las novelas ligeras, los CD-dramas, los videojuegos y el live action producido por Netflix.
El volumen inicia su clausura con una entrevista a Yasuhiro Irie, director del ánime de 2009, quien habla de trabajos previos y el proceso de diagramación para Brotherhood. El epílogo es una invitación por parte de la autora a crear más de este tipo de volúmenes que fomenten la fusión de la pasión por las producciones culturales niponas con el fervor del investigador. Finalmente, tras los debidos agradecimientos, hay una somera relación bibliográfica utilizada y lecturas recomendadas para el lector.
Sin duda, el libro de Mariela González es lo que todo amante de Arakawa ha estado esperando desde que descubrió su pluma. Sin agotar los puntos de abordaje posibles para su análisis, la autora trabaja concienzuda y profesionalmente cada una de las aristas que escoge para su libro. Dejando atrás el mal gusto de otros trabajos más precarios y desafortunados sobre el tema, como ‘Fullmetal Alchemist’: El tabú ignorado, de Laia Lleonart i Crespo (2008), la lectura del volumen deja satisfecho a quien tenga curiosidad y sed de respuestas, mientras que promueve la creación personal y la ampliación de un campo que empieza a rendir frutos.