Boceto de Bernet con el héroe de la serie. |
Oscurecida por el éxito de Torpedo 1936 y la posterior Clara de noche, Kraken se mantiene todavía como una de las obras más personales y seductoras de sus autores: una pieza indispensable del cómic de terror hecho en España, con todos los vicios y virtudes de la década que lo vio nacer, pero que sin embargo ha sabido envejecer como pocos, conservando aún hoy como entonces esa capacidad para estremecer al lector más avezado, lo que cautivó en su momento a toda una generación de aficionados.
Edición de Glénat España. | Edición de Soleil, en Francia. | Edición de Humanoides Associés. |
En la antigua mitología escandinava, el Kraken era una criatura marina que acechaba desde las profundidades a los desprevenidos navegantes. Sin embargo, en sus páginas, Jordi Bernet y Antonio Segura lo convierten en un monstruo informe y primigenio, de reminiscencias lovecraftianas, que vive y caza en los subterraneos de Metropol, una sórdida megalópolis digna del mejor Philip K. Dick. Bajo su superficie patrullan los hombres del Grupo de Acción Subterránea, también conocidos como los krakeneros, liderados por el teniente Dante, un nombre de reminiscencias clásicas para un curtido veterano que debe, literalmente, sumergirse en los infiernos cada día para combatir a lo peor de la sociedad en la cual le ha tocado vivir.
Imagen usada por Toutain para una portada y que muestra las fauces del Kraken. Abajo: dos páginas de la serie.
Formada por una serie de historias cortas más o menos autoconclusivas, pero interrelacionadas entre sí por las figuras de Dante y el Kraken, las cuales fueron publicadas por entregas a lo largo de los años ochenta en la extinta revista Metropol, la saga ha sido recopilada en varias ocasiones en castellano (y fuera de España), siendo la más reciente el integral que ediciones Glénat sacó al mercado en el 2003, un digno volumen en tapa dura y en blanco y negro, de unas 176 páginas y unas dimensiones de 29x21,5 cm, que incluía para la ocasión una nueva introducción a cargo de Carlos Giménez. Su relectura, entonces como ahora, deviene una experiencia memorable. Segura escribe historias como balas, breves pero densas y repletas de pequeños detalles que Bernet, por su parte, plasma sobre el papel con una maestría difícilmente igualable, recreando viñeta a viñeta la atmósfera malsana de Metropol y sus miserables habitantes. En palabras del propio dibujante: “Secuencias gráficas que, sin duda, estarán siempre entre lo mejor que he conseguido en mi larga trayectoria como dibujante de cómics”. Lo cual, tratándose del coautor de Torpedo 1936, son palabras mayores.
No es exagerado afirmar que la lectura de Kraken marcó en su momento a numerosos lectores, entre los cuales se reconoce incluido el autor de estas líneas. A través de sus páginas, Bernet y Segura reciclaron añejos clichés del género de terror entremezclándolos de forma audaz con el género negro, la ciencia ficción, la intriga política, el thriller o la crítica social, cuando no la denuncia más descarnada. En “Cementerio S. A.”, por ejemplo, son las propias autoridades las que se comportan como criminales haciendo desaparecer en el subsuelo los cadaveres de los testigos molestos, mientras que en la estremecedora “Juego de niñas” el objetivo es una mafia ilegal de abortistas sin escrúpulos, o la corrupción oficial en “El mejor policia de la ciudad”. Sin embargo, a lo largo de todas estas historietas el Kraken permanece en segundo plano, como una amenaza informe que acecha entre las sombras de la ciudad a justos y pecadores por igual, resistiendo todos los intentos para acabar con él (trampas, exorcismos o explosivos) con la indiferencia de una fuerza de la naturaleza. Y aunque al final sus creadores se sienten obligados a dar una explicación (tan posible –o no– como el resto de las que se plantean a través de las páginas de la serie) acerca de su origen, todo en él aparece rodeado por el misterio más absoluto. Como dicen los propios krakeneros, muy poca gente que haya visto al gran K cara a cara ha sobrevivido para contarlo.
Es difícil valorar objetivamente una obra como la que nos ocupa cuando eres un admirador confeso de la misma. Si Bernet y Segura tan sólo pretendían crear un mero divertimento, o realizar un simple trabajo acomodaticio para llegar a fin de mes, está claro que el resultado final se les escapó de las manos para acabar convirtiéndose en un clásico de referencia del género que resiste el paso del tiempo con el descaro que da la inspiración del genio.
Página en color, con un desdichado a punto de "ver" al Kraken.
El final de la saga es tan abierto como poco definitivo: “Durante los seis meses siguientes, el kraken no fue detectado por ninguna de las patrullas de los krakeneros de las cloacas de Metropol”, lo que nos permitía a todos sus seguidores alentar la esperanza de que algún día sus responsables retomasen la misma con nuevas aventuras del teniente Dante y su Grupo de Acción Subterránea, enfrentados al misterioso Kraken y el resto de amenazas que acechan entre las sombras de la ciudad más corrupta del noveno arte. Por desgracia, no parece que tal evento vaya a tener lugar, al menos en un futuro inmediato, aunque siempre podremos consolarnos releyendo estas historias que merecen como pocas ese calificativo tan injustamente maltratado como es el de “obra maestra”.