JUSTICIEROS DEL IMPERIO. LOS SUPERHÉROES EN LA GUERRA CONTRA EL TERROR
PEDRO GRANONI

Palabras clave / Keywords:
Atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-s)/ September 11 attacks (9/11)
Notas:
A la derecha, dos imágenes elegidas por el autor para encabezar este artículo, una de Superman como símbolo del imperio estadounidense (por Adam Hughes) y otra del cartel de la película Batman Returns.

JUSTICIEROS DEL IMPERIO. LOS SUPERHÉROES EN LA GUERRA CONTRA EL TERROR

Allí donde el Estado acaba, - ¡miradme allí, hermanos míos!
¿No veis el arco iris y los puentes del superhombre? –
Así habló Zaratustra[1].
 
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Superman 400, de DC Comics, con portada de Howard Chaykin. La imagen muestra al personaje, a su estirpe, su llegada a nuestro mundo, arropado por la bandera, más la silueta de la ciudad que defiende, con esas dos torres que, luego, caerían. 
Parafraseando a Nietzsche, allí donde el Estado termina, cuando se rinde al elevar al cielo la señal de su fracaso, aparecen los justicieros, los superhombres, los superhéroes. Combaten contra un mal irredento, cuya presencia es la instancia previa a la existencia de un bien redentor. El superhéroe encarna al bien elevado a su máxima expresión, ya que es quien lo interpreta, quien define y elige a su malvado antagonista.
Difícilmente el Hombre Araña aprese en su red a algún trajeado explotador de la empresa Nike (quien obtiene sus ganancias del trabajo esclavo en el sudeste asiático), ni veremos a Superman detener en el aire a las bombas inteligentes que caen sobre hospitales y escuelas, el malhechor a apresar suele ser algún vulgar ladrón, que atenta contra la propiedad privada, al igual que el verdadero villano, lo que los diferencia es que los grandes atracos que éste último realiza, son parte de un plan más elaborado, que va contra todo el sistema, el cual cuenta para su defensa con la irrupción salvadora del superhéroe.
Esta cíclica batalla entre el bien y el mal es una de las concepciones fundantes de la nación estadounidense. Según su visión, ellos encarnan el bien en el estado más puro, siendo sus enemigos diversas manifestaciones del mal. En esta batalla es claro el lugar que deben ocupar los superhéroes, como custodios del orden mundial, es decir de la hegemonía estadounidense. En el pasado han luchado contra los nazis y luego, contra los comunistas (vale el ejemplo del emblemático enemigo del Capitán América, Cráneo Rojo), pero sus súperpoderes no pudieron evitar los atentados del 11 de septiembre (en adelante, 11-S). Ni el vuelo de Superman, ni la red del Hombre Araña, ni ningún juguete de Batman impidieron la caída de las Torres Gemelas, símbolos del predominio económico y político de la mencionada nación. Declarada la guerra contra el terrorismo tendrían que salir de su letargo y defender una vez más a América (es decir a los Estados Unidos) de sus enemigos. El presente trabajo busca analizar el rol que cumplen los superhéroes dentro de la cultura estadounidense, en el marco de la mencionada y etérea guerra.

Decimos etérea porque al declarar la guerra al terrorismo, Estados Unidos se presta a enfrentar a un sustantivo, el cual no tiene territorio fijo ni límites claros, pero que tiene una ventaja: terrorista es aquél que dicho país designe como tal. Por ello se frenó la investigación de los atentados a las Torres, ya se tenía a los culpables de antemano, eran barbudos y musulmanes, estaban escondidos en sus cuevas y el Tío Sam iría a sacarlos de allí, aunque eso implique avasallar algunos de los principios a defender (la justicia, la libertad y la democracia, al menos desde el plano discursivo). A continuación, veremos como la visible tortura en Guantánamo y en Abu Ghraib (e invisible pero presente allí donde los agentes estadounidenses libren sus batallas), las libertades civiles amenazadas y los fantasmas de la guerra invaden el sacro mundo de los superhéroes.

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 Imágenes de tebeos protagonizados por el Capitán América en diferentes momentos del tiempo, siempre enfrentado a los nazis: Portada del núm. 28, de 1943, portada del número 78 (ambos de Atlas), aparición en un tebeo especial de 1976, portada para una serie reciente del personaje (ambos de Marvel).
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HISTORIA DE LOS SUPERHÉROES
 
Antes de contar su historia, vale la pena aclarar que su mundo está capitalizado por dos grandes empresas: DC Comics y Marvel Comics, las cuales poseen a los más destacados. El conglomerado Time-Warner-America On Line (AOL) es propietario de DC, empresa que posee dentro de sus filas a Superman, Batman y la Mujer Maravilla, entre otros. Marvel fue adquirida en Agosto del 2009 por Disney, algunos de los personajes de los que es propietaria son el Capitán América, el Hombre Araña, Iron Man, Hulk o X-Men.
Los superhéroes son un derivado de la industria del cómic estadounidense, donde también existían historias de detectives o de terror. Su origen data de la década de la Gran Depresión, cuando Estados Unidos atravesaba una crisis económica e ideológica que generó la necesidad de evasión y fuga de la traumática realidad social.
Los primeros fueron Mandrake el mago (1934) y El Fantasma (1936). Luego vendría Superman (1938), en sus historias, debajo del nombre del superhéroe podía leerse que éste defendía “la verdad, la justicia y el modo de vida americano”, a partir de este prototipo se fijó un modelo: portarían uniformes vistosos, tendrían uno o varios dones sobrenaturales y serían defensores de la estabilidad social. La creación del superhombre “americano” se dio casi en simultáneo con la llegada al poder del superhombre anunciado por Nietzsche, encarnado en Adolf Hitler[2]. La oscura década de los años treinta se cerró con la creación del sombrío Batman (1939).
Cuando comenzaron a sonar las campanas de la II Guerra Mundial, reclamaron superhéroes patrióticos y guerreros para enfrentarse a los nazis y japoneses. En 1941 fueron creados el Capitán América y la Mujer Maravilla. Steve Rogers (la verdadera identidad del Capitán América) era un joven famélico y débil, que se sometió a un experimento militar, por amor a su bélica patria. Dicho experimento elevó su fuerza, velocidad y reflejos a niveles nunca antes vistos, sus poderes serían usados contra el Eje. En la portada de su primer número golpea con un puñetazo la cara de Hitler (cabe decir que aún faltaban ocho meses para que EE UU entrara en guerra). Según Stan Lee, creador de gran parte de los personajes de Marvel y ex presidente de dicha empresa: «nosotros combatíamos a Hitler antes de que nuestro gobierno estuviera peleando…[la historieta] tenía tanta propaganda pro-americana que podrías llegar a pensar que estaba siendo subsidiada por el gobierno, nosotros simplemente pensábamos que teníamos que teníamos que hacerlo”[3]».
Según la versión de la serie televisiva filmada entre 1975 y 1979, la Mujer Maravilla vivía en la Isla Paraíso, ubicada en medio del Triángulo de las Bermudas, habitada exclusivamente por inmortales amazonas, cuando un piloto de los Aliados, el Mayor estadounidense Steve Trevor (que había abatido a un avión nazi), se estrella en la isla. Él les cuenta del peligro del fascismo, por lo que las amazonas deciden dejar de vivir aisladas del mundo, lo cual era una referencia directa a la situación de EE UU antes de la guerra, cuando predominaba la opción aislacionista, finalmente vencida. Deciden entonces enviar a su mejor guerrera, la Mujer Maravilla, quien se esconde bajo la identidad de la militar Diana Prince.
En los cómics no se mostraban las causas de la guerra, el lenguaje era el de la violencia explícita, los superhéroes aparecían luchando junto al ejército estadounidense, golpeando a nazis y japoneses, estos últimos denominados como “japonazis” o “japs”, eran mostrados de una manera totalmente racista: petisos, dentudos y de ojos achinados con anteojos, una total discriminación hacia la cultura japonesa que favorecía la construcción de un estereotipo del enemigo, al cual no había que comprender, solo golpear hasta vencer. La batalla de los superhéroes, al igual que la de los nazis, era de carácter racial, Occidente contra los “amarillos”.[4] Tanto el Capitán América como la Mujer Maravilla poseen algunos atributos propios de la mitología griega, él porta el casco alado de Hermes y un escudo indestructible como el de Perseo, ella es hija de Hipólita (quien solicita a Afrodita que la favorezca con una hija), la reina de las amazonas, es una princesa llamada Diana en honor a la diosa romana de la caza. Podemos trazar un paralelo con el intento de los nazis de usar la mitología durante 1936 en las Olimpiadas de Berlín, cuando por primera vez se creo el rito de la antorcha olímpica, llevando así el fuego olímpico y la tradición griega hacia la Alemania hitleriana; esto simbolizaba que la herencia cultural de los griegos culminaba en la Alemania nazi. Mediante los superhéroes, los estadounidenses buscaron realizar el mismo proceso.
Gran parte de la producción de estas historietas era destinada al consumo interno del ejército estadounidense, con el cual las principales empresas de cómics tenían una relación muy estrecha. Actualmente, todavía Marvel edita ediciones exclusivas para los militares, las cuales se distribuyen en forma gratuita dentro de las bases militares estadounidenses en todo el mundo.[5].
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 Portada de la edición del libro de Wertham en el Reino Unido. Abajo: portada The Amazing Spider-Man, 108, en el cual se enfrenta a un enemigo de origen vietnamita. 
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Durante la guerra se llegaron a vender aproximadamente cincuenta millones de ejemplares de esas historietas. Cuando terminó la guerra, este número descendió a la mitad
[6]. Terminada la guerra, los superhéroes fueron perdiendo su vigor propagandístico. Solo el Capitán América seguiría ciegamente los dictados del senador Joseph McCarthy contra los comunistas; esta derechización le costaría caro, ya que su extremismo político llevó a que lo congelasen, literalmente, por un buen tiempo.
En la década de los cincuenta, una cruzada moral promovida por grupos religiosos católicos y protestantes, y de educadores, para la posteridad comandados todos por el siquiatra Fredric Wertham, lograría demonizar al cómic y a los superhéroes. Algunos de los métodos que llevaron a cabo consistieron en el boicot y la quema pública de comic books. El mencionado autor publicó en 1954 Seduction of the Innocent (La Seducción del Inocente, con el subtítulo “La influencia de los comic books sobre la juventud de hoy”), en donde afirmaba que «Hitler era un principiante comparado con la industria del cómic». El Senado de los Estados Unidos tuvo que interesase por el tema, creando un subcomité sobre la delincuencia juvenil para estudiar a las historietas. Luego de varias sesiones, el subcomité del Senado dio por cerrada su investigación, sugiriendo que la industria editorial llevara a cabo una labor de autocontrol, por lo cual se creo el Comics Code, un sello que garantizaba que los contenidos estuvieran libres de sexo, drogas y violencia. Los superhéroes debían convertirse en panfletos moralistas o desaparecer. Esta masacre ideológica dejaría pocos sobrevivientes, los llamados héroes limpios, también conocidos como la trinidad (Superman, Batman y la Mujer Maravilla), a los que se les unirían otros paladines libres de sospechas, como Linterna Verde o Flash.
En los sesenta DC inauguró la Liga de la Justicia Americana, encabezada por los héroes limpios.
Posteriormente, Marvel logró humanizar al superhéroe, de la mano de Stan Lee, quien creó a los 4 Fantásticos y resucitó al Capitán América, congelado desde finales de la II Guerra Mundial. En 1962 fue creado Hulk, el Dr. Jekyll de la era nuclear, y el año posterior Iron Man. Tony Stark es un inventor multimillonario que, mientras realiza una demostración para el ejército norteamericano en Vietnam, resulta gravemente herido y es secuestrado por el Vietcong, los comunistas intentan que cree un arma poderosa para usarla contra las tropas estadounidenses, pero Stark crea una armadura de hierro que le permite escapar de sus captores, transformándose en Iron Man, el cual fue pensado originalmente como un héroe acérrimamente anticomunista, pero ante la impopularidad de la guerra de Vietnam, tendría que disimular su ideología.
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 Captain America and the Falcon, portadas de los números 176 y 180, en los cuales el héroe retira su respeto a la bandera americana y adopta la identida de Nomad.
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Durante la década de los setenta, ante las movilizaciones contra la Guerra de Vietnam y el escándalo del Watergate, el patriotismo de los superhéroes decayó. Steve Rogers, traicionado por el presidente estadounidense, abandonó el disfraz de Capitán América para convertirse en Nómada, un héroe sin patria ni bandera, y anduvo errante por el territorio estadounidense, hasta que renacieron en él sus viejos valores, momento en el que decidió volver a ponerse el disfraz.
En los noventa, tras la caída del muro de Berlín, el superhéroe se alejó de la realidad política, entregándose a la sociedad consumista. Este fue el momento en que se consagraron en la gran pantalla, donde han logrado unas ganancias siderales. A la cabeza de la lista están Batman, que generó con las cinco últimas películas 1.447 millones de dólares y el Hombre Araña, que con tres filmes ha recaudado 1.113 millones de la misma moneda. A esto debemos sumarle los ingresos por merchandising y los respectivos videojuegos[7].
Luego del atentado contra las torres gemelas y la declarada guerra contra el terror, la industria de los superhéroes ha dado su visión de esta etapa histórica. El Hombre Araña y el Capitán América, fueron representados al lado de los protagonistas del 11-S, en el libro de Marvel Heroes, publicado en octubre de 2001, donde se presentaban los atentados como un ataque injustificado a la paz mundial (no a un país específico) y los superhéroes homenajeban a los policías, bomberos y médicos de emergencias. «La línea que separa al héroe mítico, el Capitán América por ejemplo; del trabajador que pudo haber muerto ayudando a la gente atrapada entre los escombros, es extremadamente delgada en este momento», declaró a la BBC Joe Quesada, director editorial de Marvel, durante el lanzamiento del libro.
 Después de recaudar más de 250 mil dólares en dos meses, Marvel volvió a la carga con Un momento de silencio, en enero de 2002. Respetando las premisas de su antecesor, presentaba cuatro historietas mudas, centradas en las acciones de policías, bomberos y médicos el día del atentado. Estrechando lazos con el poder político, estaba prologado por el alcalde de New York, el republicano Rudolph Giuliani.
 En enero de 2002, Dark Horse y DC Comics produjeron dos volúmenes del libro sobre el 11-S: Historias para recordar. Paul Levitz, presidente de DC, dijo «Aspiramos llegar a la gente a través de los cómics, para contarles historias de heroísmo y de la habilidad del espíritu humano de triunfar contra la adversidad, para exaltar las virtudes únicas del sueño Americano y de su modo de vida, para recalcar que el precio de la libertad es alto».
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A Moment of Silence, tebeo sobre verdaderos héroes. 
 En 2006, se celebró la New York ComicCon
[8], una de las grandes convenciones de la industria del cómic americana. Allí el célebre Frank Miller (creador de Sin City y 300, entre otras obras) anunció que estaba trabajando en una graphic novel de Batman contra Bin Laden y Al Qaeda titulada Santo terror, Batman!. Dijo: «lo admito sin problemas, ésta será una obra de propaganda. Hay que recordar a la gente contra quién lucha Estados Unidos... ¿Para qué voy a inventar villanos de ficción si existe Al Qaeda?...Este Batman pateará el trasero de Bin Laden». Pero Miller pretendía no combatir sólo contra Osama Bin Laden, adhiriéndose a la tesis del “choque de civilizaciones” de Samuel Hungtington, que entiende todo el Islam como enemigo de Occidente, además opinó sobre los musulmanes «estos tipos no han salido del siglo VI, esclavizan salvajemente a sus mujeres, les mutilan los genitales, nada nos une a ellos. Son peor que los nazis de Hitler, a quienes al menos podíamos comprender, ya que eran occidentales».[9]
Dan Didio, vicepresidente de DC Comics declaró: «después del 11-S el mundo es un lugar diferente con mayor inseguridad, con mayores angustias, y nuestros superhéroes también las sienten». Según los artistas, tras el 11-S los superhéroes ya no tienen certezas, el dibujante Jesús Saiz sostiene que «están más confusos, es muy difícil saber quién es el bueno y quién es el malo, mantienen sus ideales pero son menos perfectos, cometen errores y se enfrentan a un mundo más ambiguo».

 
DESENMASCARANDO A LOS SUPERHÉROES: LA SEMIÓTICA DE SUS CONTENDIDOS
 
Los superhéroes forman parte de una profunda tradición, la de los héroes, quienes según la mitología clásica descendían de dioses y hombres, siendo menos que los primeros pero más que los últimos. El mitólogo Joseph Campbell, en su obra El héroe de las mil caras[10], afirma que existe un patrón narrativo común que se encuentra en historias y mitologías de diversas culturas: “el viaje del héroe”. Campbell sostiene que el héroe desarrolla un viaje circular, iniciado por una ausencia, una muerte, un paraíso perdido. El héroe reacciona y emprende un camino para recuperarlo. Abandona el mundo conocido, ingresando en un nivel de lo real que es el más allá, donde reina una geografía simbólica que habla de una realidad no ordenada por el hombre, caótica y primigenia. En ese lugar (el mar, el bosque, el desierto, el espacio), deberá superar pruebas, que le permitirán mostrarse fuerte y valeroso. Luego deberá enfrentar a la figura que Campbell denomina como “el guardián”, que puede ser un personaje (un dragón o un cíclope) o un lugar (el infierno o inframundo). Finalmente el héroe vence e inicia el regreso, lo que cierra el viaje circular.
En la modernidad, el héroe realiza este viaje dentro de espacios más reducidos y tiempos más acelerados. Sin embargo, ese viaje existe sólo para el protagonista: al ocultar su identidad, nadie puede percatarse de la partida o del regreso heroico. La máscara, el escondite, se ha convertido en otro ingrediente clásico que refuerza su individualismo capitalista, es un self made man.
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 Dios como héroe. Arriba, portada apócrifa de un tebeo de los años cuarenta, en el que Dios combatiría contra los nazis, naturalmente [tomada de Jeremylott.net]. Abajo, portada de un cómic real, traducible por Los héroes de Dios en América (Catechetical Guild Educational Society, 1956)
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Cada sociedad genera sus propios héroes, todas las historias nacionales poseen sus héroes, los cuales generalmente son militares eternizados y deshumanizados en su frío mármol. El héroe cumple un rol central dentro del relato mítico, que está detrás de diversas narraciones que suelen separarse entre científicas o racionales y las propias del relato religioso. En la Biblia el héroe es Jesús, en nuestra historia nacional [Argentina], San Martín, e incluso dentro de una perspectiva contestataria encontramos al “Che” Guevara como héroe y mártir de la revolución socialista. Distintas realidades sociopolíticas generan distintos héroes; en los tiempos del capitalismo dos figuras son centrales: Tarzan, como representación imaginaria del colonialismo británico, y Superman, como estandarte del imperialismo estadounidense.
Para poder responder “¿qué son los superhéroes?” podemos remitirnos a la obra de Carl Jung,[11] quien creía que los símbolos eran representaciones de ideas o valores, llamados arquetipos, de la totalidad de la humanidad, es decir de lo que denominaba “inconsciente colectivo”. Podemos afirmar que el superhéroe es una representación de un valor, de una idea, es decir de una fuerza profunda[12]. Sin la idea a representar no hay necesidad del superhéroe, ya que no habría nada que representar, por lo cual el superhéroe y la idea que representa están interconectados
Esta respuesta nos plantea un nuevo dilema ¿por qué fueron creados en los Estados Unidos? Esa nación cree ser una excepción sobre el resto, al ser (según su mitología) la nación de Dios en la tierra[13]. De allí las frases “Dios bendiga a América”, es decir solo los bendice a ellos, y la sentencia escrita en el dólar: “En Dios confiamos”. Desde sus orígenes ha tenido una gran influencia la religión cristiana, en su variante puritana, a lo cual debemos agregar el mesianismo del Destino Manifiesto, que es la creencia que justifica su expansión territorial, su lenta conversión en Imperio. El pasado de los superhéroes los constituye como símbolos de la fuerza y de la supuesta autoridad moral estadounidense, sostenida por las palabras del premio Nobel de la paz y Comandante en Jefe de las tropas estadounidenses «debemos dejar claro a todo hombre, mujer y niño alrededor del mundo, que vive bajo la sombra de la tiranía, que Estados Unidos se pronunciará a favor de sus derechos humanos y velará por la luz de la libertad y la justicia, las oportunidades y el respeto por la dignidad de todos los pueblos. Eso es lo que nos define. He allí el origen, el origen de la autoridad moral de Estados Unidos.»[14] Esta afirmación podría interpretarse como de una violenta ingenuidad, pero en realidad es compartida por gran parte del arco político estadounidense. Ellos son el bien. Denominan a sus actuales antagonistas como “terroristas”, los cuales (al igual que los superhéroes) son símbolos o representaciones de un antiguo arquetipo compartido por todos los estadounidenses: el terror. Según la interesante investigación del crítico cultural Terry Eagleton[15], el terror tiene una longeva genealogía que acompaña a la civilización occidental y a su concepción de lo sagrado, está ligado a ésta, siendo su contraparte necesaria. Solo un pueblo con una fuerte presencia de lo sagrado en su imaginario y “temeroso de Dios” podría necesitar que el terror se encarne para así poder combatirlo.
Al representan la encarnación de este ideal de la pretendida bondad estadounidense, la presencia de los superhéroes constituye en sí un mensaje, que puede ser leído de diversas maneras, esto dependerá de las armas de la crítica del receptor, las cuales pueden servir como un escudo protector frente al intento de transmisión de la ideología, permitiendo el disfrute no pasivo de la obra. El mundo de los superhéroes es cerrado en cuanto a que sus fanáticos reniegan de una perspectiva crítica, superadora de la meramente contemplativa, la cual no niega la posibilidad de obtener la necesaria evasión al consumir estas historias, pero plantea el problema que se da cuando esa evasión deja de ser circunstancial y se vuelve una constante. Es un mundo abierto en cuanto a que sus fronteras son porosas, penetra espacios como la serie televisiva Seinfeld (que fue la más popular de los noventa), donde en cada capítulo se hacía alguna referencia a Superman. Otro ejemplo podrían ser las canciones de rock and roll (o punk) como “Spiderman” de The Ramones, “Iron Man” de Black Sabbath o “Paradise City” (donde se menciona al Capitán América como un “bufón con el corazón roto”) de Guns and Roses, entre otras. A su vez absorbe la influencia de otros elementos culturales. Dentro de Gotham [Ciudad Gótica en Argentina], el lugar donde son confinados los villanos abatidos por Batman lleva por nombre Asilo Arkham, en honor a la ciudad literaria imaginaria Arkham, creada por el escritor H. P. Lovecraft.
Para introducirnos dentro de la lógica de este mundo recurriremos a los dos principales superhéroes: Superman y Batman. Dave Gibbons (cocreador junto a Alan Moore de Watchmen) siempre los ha considerado como “el ying y el yang. Uno es oscuro y misterioso, y el otro es brillante y aventurero”[16]; son dos caras de la misma moneda, representan dos facetas del Imperio. Superman actúa generalmente de día, sus colores son los de la bandera estadounidense, no tiene nada que esconder, aparece con el rostro descubierto y representa a EEUU tal cual se piensa a sí mismo, fuerte, poderoso e invencible, de su análisis intentaremos deducir cómo es el orden que defienden los superhéroes. Batman en cambio actúa de noche, con el rostro enmascarado, representa a su país tal cual es en la realidad, sus sombras y dudas nos permitirán conocer la psiquis de los superhéroes. Más adelante seguiremos adentrándonos en las tinieblas de su corazón, descendiendo hacia sus rincones más oscuros, desde donde combate al terror.
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Un acercamiento semiológico al mito de Superman, por Eco. 
El superhéroe defiende al statu quo, pero ¿cómo es el orden que defiende?
Umberto Eco estudió el caso de Superman (el cual, al ser el superhéroe por antonomasia, nos permite entender la semiótica de todos los demás) quien defiende a un orden maniqueo, donde solo hay buenos o malos:
«Superman podría ejercer el bien a nivel cósmico…en vez de esto desarrolla su actividad a nivel de la pequeña comunidad en que vive… En el ámbito de su Little Town el mal, el único mal a combatir, se configura bajo la especie de individuos pertenecientes al underworld, al mundo subterráneo de la mala vida, preferentemente ocupado… en desvalijar bancos y coches-correo. En otras palabras, la única forma visible que asume el mal es el atentado contra la propiedad privada. El mal extraespacial no es más que un pigmento accesorio, es casual y asume siempre formas imprevistas y transitorias: el underworld es, en cambio un mal endémico, como una especie de filón maldito que invade el curso de la historia humana, claramente dividida en zonas por una incontrovertibilidad maniquea, según la cual toda autoridad es, fundamentalmente buena e incorrupta, y todo malvado lo es hasta las raíces, sin esperanza de redención»[17].
En la concepción de Nietzsche, el superhombre está más allá del bien y el mal, esos conceptos morales serían resabios del cristianismo, que el superhombre desprecia. El superhombre que anuncia Nietzsche («el hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, una cuerda sobre un abismo»[18]) es un guerrero que impone, sin misericordia, su voluntad de poder. Superman, el superhombre estadounidense, esta empapado de los valores económicos y morales del cristianismo protestante. Defiende un orden económico capitalista, donde rige la propiedad privada de los medios de producción y la distribución desigual de la riqueza, sus poderes garantizan la reproducción de dicho orden burgués. Según Umberto Eco,
«Superman es prácticamente omnipotente…de un hombre que puede producir trabajo y riqueza en dimensiones astronómicas y en unos segundos, se podría esperar la más asombrosa alteración en el orden político, económico, tecnológico, del mundo. Desde la solución al problema del hambre, hasta la roturación de todas las zonas actualmente inhabitables del planeta… es curioso observar cómo, entregándose al bien, Superman dedica enormes energías a organizar espectáculos benéficos, donde se recaudan fondos destinados a huérfanos e indigentes. El paradójico despliegue de medios (la misma energía podría ser empleada en producir directamente riqueza o en modificar radicalmente situaciones más vastas), no deja de asombrar al lector, que ve a Superman perennemente dedicado al montaje de espectáculos de tipo parroquial. Si el mal asume el único aspecto de atentado a la propiedad privada, el bien se configura únicamente como caridad[19]
Podemos deducir que los superhéroes realizan el bien sin preguntarse ¿qué es el bien? Su deber es vigilar y castigar, no preguntar los porqués de este control social.
La concepción de tiempo es la de un constante presente, donde la batalla entre el bien y el mal se repite una y otra vez, sin posibilidad de resolución final. Umberto Eco al analizar esta estructura temporal afirma que
«vencido el obstáculo…Superman siempre ha realizado algo. En consecuencia, el personaje ha hecho un gesto que se inscribe en su pasado, y gravita sobre su futuro; en otras palabras, ha dado un paso hacia la muerte, y al envejecer aunque sólo sea una hora, ha acrecentado de modo irreversible el almacén de las propias experiencias. Obrar para Superman, como para cualquier otra persona (y cada uno de nosotros) significa consumirse.
Pero Superman no puede consumirse, porque un mito es inconsumible… es mito a condición de ser una criatura inmersa en la vida cotidiana, en el presente, aparentemente ligado a nuestras propias condiciones de vida y de muerte…
…Superman se sostiene como mito, únicamente en el caso de que el lector pierda el control de las relaciones temporales y renuncie a razonar tomándolas como base, abandonándose así al flujo incontrolable de las historias que se le ofrecen y manteniéndose en la ilusión de un continuo presente…[la] historia es negada automáticamente como flujo y vista como presente inmóvil…»[20]
Como es sabido, el actual orden mundial, está interconectado, globalizado. Esto facilita el dominio del mismo, pero también constituye una fragilidad dentro del sistema, ya que cualquier cambio por pequeño que parezca, puede producir un cambio en la totalidad. Según Chomsky
«Los asuntos internacionales se manejan como una mafia. Si alguien se atreve a retar al padrino, quizás algún bodeguero que se niegue a pagar la cuota de protección, tienen que enviar sus armas para acabar con él y así harían de éste un ejemplo.
Por más insignificante que parezca, para ellos cualquier desafío a sus reglas es serio ya que les da a los demás la idea de que ellos tampoco tienen que pagar su cuota... Mientras más débil sea el país, más grande es la amenaza. Porque si ellos se pueden salir con la suya, entonces el vecino del lado piensa que también lo puede hacer».[21]
Feinmann nos aclara cómo funciona esta relación entre la totalidad y la particularidad dentro del orden que defienden los superhéroes:
«¿A quién o a quiénes salvan? Superman actúa en Metrópolis. Batman en Gotham. El Fantasma anda por la jungla birmana. Son símbolos del Imperio: siempre salvan a Estados Unidos. Pero lo hacen fragmentariamente. En cada caso simple que resuelven los poderosos superhéroes debemos leer la salvación “total” del Imperio y, por traslación, del mundo, ya que “el mundo” es posesión del Imperio. Digámoslo así: las acciones de los superhéroes son metonímicas. En cada “parte” que solucionan debemos leer la solución del “todo”. Si Superman salva a un perrito de morir aplastado por un camión hidrante, en ese acto debemos leer no la salvación del perrito (la particularidad) sino la salvación y preservación del orden imperial (la totalidad)».[22]
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 Spider-Man también protege la bandera.
Podemos entonces concluir que el orden es considerado justo, aunque en éste existan fuertes desigualdades sociales. Es maniqueo, hay buenos colmados de bondad y riqueza, malos invadidos de maldad y deseosos de la propiedad privada ajena. Es intemporal, el bien y el mal están siempre presentes y por último es estático, debe ser impedida toda fuerza disruptora de una realidad que necesita y define al paladín.
Los superhéroes defienden los valores occidentales, que pretenden ser para toda la Humanidad, es decir la justicia, la libertad y la democracia, aunque su causa es universal conservan una identidad patriótica estadounidense. Sus películas son producidas para todo el orbe, para que sin importar dónde esté el espectador se identifique con ellos, con sus valores, con su país. Al respecto Feinmann opina que
«El film [Spider-Man] termina con el arácnido humano trepándose a un mástil en el que flamea, coherentemente, la bandera “americana”. Los colores del superhéroe también se le parecen, como se le parecían los de la Mujer Maravilla y los de tantos otros. Sí, se los hacen para ellos a los superhéroes y nos los prestan a nosotros para que los veamos un rato y sepamos que, cuidado, son de ellos».[23].
Los superhéroes son los nuevos dioses de la nueva Roma del capital globalizado, habitan la cotidianidad, encarnando estereotipos muy precisos. Son portadores ideológicos que, al actuar a través de artificios de enajenación y alienación, determinan en el receptor los mecanismos reductores de la realidad, construyendo el mito[24].Veremos ahora en qué consiste la psicología del superhéroe, el cual es una proyección de la imagen ideal del yo, que nos permite reconocernos como bellos, sacros, puros y buenos.
El superhéroe aliena al hombre de lo colectivo, reduciéndolo a lo individual. El espectador aislado e individualizado, que asiste pasivo a la recepción de imágenes y sonidos, solo es activo cuando logra proyectarse en el superhéroe. Esta relación desigual entre el superhéroe y el receptor es inherente a la sociedad de masas, donde el consumo debe ser pasivo y acrítico. Pero él tampoco escapa a la alienación propia de la sociedad capitalista, Milcíades Peña afirmaba sobre esta categoría marxista
«la alineación se revela también en que el individuo de la sociedad capitalista carece de una personalidad integrada: su personalidad es más bien una serie de máscaras. El individuo es una persona cuando trata en su trabajo a sus superiores, y otra cuando trata a los que están debajo de él… toda la serie de contradicciones que tan profundamente describía Charles Chaplin en la película Monsier Verdoux, donde un honorable señor amante padre de familia se mantenía explotando y asesinando mujeres».[25].
Algo similar afirmaba, cincuenta años después, Benjamín R. Karney (profesor de Psicología Social de la UCLA):
«¿Cual es el hombre verdadero? ¿Batman o Bruce Wayne? Desde el comienzo de la era de los superhéroes muchos psicólogos han hablado sobre los múltiples roles que desempeñamos en la vida diaria. Tenemos una identidad con nuestras esposas, otra con los colegas de trabajo que tienen cargos superiores y otra con los que tienen cargos inferiores».[26].
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Batman. Mark of the Phantasm, un filme animado en el que se hace una reflexión sobre la verdadera identidad del personaje, al igual que se ha hecho en los cómics y en las películas de imagen real. 
El superhéroe necesita la máscara, porque está partido en dos personalidades, es decir es un ser psicópata y esquizofrénico. En las primeras historietas de Batman solía, al igual que Superman, llevar su traje de superhéroe debajo de sus ropas, lo cual nos hace pensar que el verdadero disfraz es la persona cotidiana y la identidad verdadera que proyecta a la falsa es la del justiciero redentor. Según Dan Di Dio, «la realidad es que la personalidad de Batman es la verdadera personalidad, en nuestra opinión según la cual creamos sus historias, Bruce Wayne es la máscara».
[27]. Al final de la primera película de Christopher Nolan, Bruce Wayne le dice a su amada: «Rachel, Batman es sólo un símbolo», mientras ella, acariciando el rostro desenmascarado le dice: «no, ésta es tu máscara, tu verdadero rostro es al que los criminales temen».
La cuestión sexual es capital, está latente pero es siempre postergada. anticreative.com Ello se debe a que son héroes puritanos, solo pueden desear pero no concretar sus deseos, ya que esto iría (supuestamente) contra su sagrada causa. En la película antes mencionada, la mujer deseada por ambas personalidades sugiere que en un futuro, cuando Gotham ya no necesite a Batman y Bruce Wayne pueda volver a ser un ciudadano normal, éste podría recuperarla; pero eso no pasará, ella fallecerá en la segunda película y Batman jamás desposeerá el cuerpo de Bruce Wayne, ni dejará de vigilar una ciudad que prácticamente es patrimonio de su familia. Batman triunfa frente al sexo, en un mundo donde el deber siempre se impone al deseo. La misma actitud puritana y asexuada tiene Superman. Román Gubern ha observado que en su vida cotidiana éste
«aparece con los rasgos del tímido y torpe Clark Kent, imagen puntual de la carencia de poder y cortejador sin éxito de la atractiva Lois Lane. Porque Lois Lane rechaza al anodino Clark Kent, pero está enamorada en cambio de Superman, que es la misma persona con diferente atavío. Lo singular del caso es que cuando Clark Kent se convierte en Superman deja de cortejar a su amada Lois Lane, según un modelo de conducta esquizoide teñida de masoquismo, destinada a eternizar la irrealización amorosa de la pareja. La clave de esta conducta se basa, de nuevo, en la lógica de la identificación de los lectores con el juego de la doble identidad secreta. Nuestras poco afortunadas imágenes cotidianas, explica el mito, esconden en realidad a un seductor superhombre de infinitos poderes, que los demás ignoran.»[28]
Una vez definida la generalidad de la praxis del superhéroe, nos adentraremos en algunos ejemplos concretos, en casos particulares donde este mundo estático es trastocado por la guerra contra el terror.
 
EL MURCIÉLAGO ANTITERRORISTA QUE TORTURA Y ESPÍA
 
El pueblo necesita ejemplos dramáticos para sacarlos de su apatía, no puedo hacerlo como Bruce Wayne, pero como símbolo… algo elemental, algo aterrador. [29]
 
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 Una de las ediciones de The Dark Knight Returns, obra de Frank Miller, por DC Comics.
El hombre murciélago, de la mano de la serie El retorno del Caballero de la Noche [Dark Knight Returns] (realizada en 1986), de Frank Miller, y de las películas dirigidas por Tim Burton (la primera filmada en 1989 y la segunda en 1992), y las de Nolan[30](la primera en 2005 y la segunda en 2008), ha vuelto a ser parte integral de la oscura noche gótica, siendo de nuevo un personaje sombrío alejado de la estética de la serie de los años sesenta, que tantos rumores trajo sobre su sexualidad.
El Batman de Nolan decidió enfrentarse al terror a través de un descenso hacia las profundidades de su ser, similar al que encontramos en diversas mitologías y religiones, denominado generalmente como “el viaje nocturno”, el cual es una travesía del personaje central hacia lúgubres e infernales regiones, en donde experimentará un segundo nacimiento. Uno de los casos más antiguos es el viaje nocturno del sol en la mitología egipcia, en el cual el Dios sol entraba todas las noches en el cuerpo de su madre, la Diosa del cielo para regenerarse. Jesús y Mahoma son otros claros ejemplos, con su descenso a los infiernos y su posterior ascenso a los cielos[31]. En este caso el que desciende es Bruce Wayne, primero al caerse en una cueva habitada por murciélagos, luego al presenciar la muerte de sus padres y finalmente sumergiéndose en el bajo mundo, transformándose en un criminal, viajando hacia Oriente. Finalmente, una vez que Bruce Wayne logre descender hasta su centro, emergerá Batman como símbolo de su temor exorcizado, que será purgado al ser trasladado hacia sus enemigos. La cueva de Batman (al igual que la de Iron Man) simboliza al útero materno, ya que es donde nace la nueva personalidad. Al respecto de este viaje cosmogónico, Rachel, la amada de Bruce Wayne decía en la primera película de Nolan: «el hombre que yo amaba, jamás regresó».
Esta versión del murciélago es más oscura que la de Burton, Feinmann ve esta metamorfosis así:
«En Dark Knight ya se deja ver la estética guerrera de Miller. Batman es más sombrío que nunca, su voz es sólo un ronquido inhumano, su odio no cesa nunca. Todo es macabro o lo macabro incurre con talento en lo sombrío-grotesco… Hollywood es así: algunos aguantan, otros no. “Tengo que encontrar a ese hombre”, dice Batman. Morgan Freeman le pregunta: “¿A qué costo?”. He aquí la pregunta de la Guerra contra el Terror y de toda guerra de contrainsurgencia: ¿A qué costo? ¿Qué dejan de sí los guerreros, aun los triunfadores, en las batallas que culminan en matanzas? ¿Hasta dónde, cuál es el costo? ¿La locura? El Joker tiene una definición escalofriante de la locura: “La locura –como tú sabes– es como la gravedad. Sólo necesitas un pequeño empujón”. Y, por fin, Batman, en su momento más hondo y sombrío, se confiesa: “O mueres siendo el héroe o vives lo suficiente para convertirte en el villano”. ¿No es lo que ha sucedido con él? ¿No ha vivido demasiado? Si ahora Frank Miller lo enfrenta a Bin Laden, lo opone al terror de Al Qaeda, ¿en qué tendrá que convertirse Batman para derrotarlo? ¿No empezará a parecérsele demasiado? ¿No se verá tentado a usar sus propios métodos u otros aún peores? ¿No deberá torturar cada vez más? ¿Será entonces Batman o será (por haber vivido demasiado) el villano? ¿O no adivina cualquiera (sin haber leído aún el cómic de Frank Miller) que sólo un Batman cuya impiedad, cuya crueldad supere a la de Bin Laden podría vencerlo? ¿Qué habrá quedado del héroe de Bob Kane? Un encapuchado solitario, un héroe cansado que, en medio de la noche, en algún charco al que la luna torna un espejo, mira su cara y no la reconoce, es la del Otro, la del enemigo, ese ser al que tuvo que identificarse para derrotarlo. America[32], ahora, no pedirá más su ayuda. No con esa cara que asustará a todos los buenos americanos. Nunca más el inspector Gordón proyectará en el cielo la señal que lo reclamaba para las causas justas y limpias, que no sólo murieron, sino que también lo mataron.»[33]
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Batman Begins, el más sombrío de los filmes del Hombre Murciélago. Arriba, en su pozo. Abajo: su ayudante técnico en artilugios militares y el batmóvil. 
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Batman es un héroe empresario, dueño de una empresa multimillonaria y multinacional. El poder de su empresa, corporizado en su persona, es superior al del propio Estado, es más fuerte ya que sus armas son mejores, es más rápido porque su sentido de la justicia no repara en ninguna garantía civil, ni en ningún respeto por los derechos humanos. Cuenta con un cercano asesor, Lucius Fox (interpretado Morgan Freeman), avezado en tecnología militar, quien con los sobrantes de unos encargos diseñados para el Ejército estadounidense, fabrica para su patrón una armadura y le provee del Batmovil
[34]. Estos armamentos diseñados para el Ejército son presentados como los más avanzados, en un claro guiño al complejo industrial/militar estadounidense. Según la película fueron relegados por la burocracia estatal. El Estado es presentado como un obstáculo para el cumplimiento de la justicia, por lo cual debe entrar en acción el superhéroe. El mencionado asesor le cuenta a Batman sobre un invento que la CIA desarrolló en los años sesenta, que podría ayudarlo en su lucha contra el mal. Se legitiman así esas siglas, que pasan a jugar del lado de los buenos. Pero los buenos y los malos una vez más demuestran que dependen del otro para existir, en palabras del Joker [el Guasón en Argentina] a Batman «Yo no quiero matarte ¿Qué haría yo sin ti?... tu me completas», más adelante le dirá: «Vos no me vas a matar por una absurda sensación de superioridad moral y yo no te voy a matar porqué me divierto mucho contigo. Creo que tú y yo estamos condenados a seguir así de por vida».
En la última película, el Joker es claramente un terrorista, el fiscal Dent (luego devenido en el villano Dos Caras) así lo llama: «¿Debemos ceder a las demandas de este terrorista?», y Alfred también se refiere a sus demandas como “caprichos de un terrorista”. Sólo busca hacer el mal, según palabras de Alfred: «algunos hombres no buscan algo lógico, como el dinero. No se les puede comprar, ni amedrentar, ni hacer entrar en razón. Algunos, solo quieren ver al mundo en llamas». Esta sentencia del mayordomo se confirma, cuando el Joker incendia una enorme cantidad de dólares mientras dice: «la cuestión no es el dinero, es mandar un mensaje. Que arda todo».
Este enemigo terrorista pone al murciélago en una situación límite, el anciano y sabio mayordomo dice: «Estás peleando contra un enemigo que es irracional. En esta situación los héroes deben suspender las reglas y restricciones comunes para pelear enemigos irracionales». Cualquier medio, incluso la tortura, encuentra su justificación para lograr el fin en la lucha del bien (es decir el actual orden estadounidense) contra el mal (sus enemigos). En sintonía con la guerra antiterrorista, tortura al Joker dentro de una comisaría (que es una dependencia del Estado, lo cual agrava la situación), solicitado por y ante la atenta mirada cómplice de la policía; luego avasalla las libertades civiles al infiltrar los celulares de todos los ciudadanos de Gotham City. «¿Maravilloso no?» -le dice Batman a Fox, al contemplar el sistema de espionaje que había montado, a lo que éste responde- «Maravilloso, inmoral, peligroso. Has convertido todos los celular de Gótica en un micrófono… esto no está bien… es demasiado poder para una sola persona».
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 Dos de los villanos de Batman Begins, arriba el Joker, abajo Tow-Faces.
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Las acciones de los villanos son el elemento que genera la historia dentro de este mundo, sacando al superhéroe de su pasividad, permitiendo el desarrollo de sus aventuras. Como ya dijimos previamente cuando analizamos la semiótica de los superhéroes, lo que realmente constituye a un villano no es cometer un delito común (recordemos que el crimen es mostrado como una manifestación del mal, siempre presente), sino el hecho de que busca destruir el orden. Los villanos de Batman siempre se han destacado por su profundidad, por lo que no debemos obviar su concepción de mundo. Así como Batman tortura y espía para defender el orden, el Joker y Dos Caras son contrarios a éste ya que lo consideran cruel e injusto, ambos quieren socavarlo para instaurar una nueva sociedad, basada en otra concepción de la justicia. El Joker, fiel a su pathos irracional y terrorista dice: «¿Parezco como si tuviera un plan?... solo actúo… intento hacerles saber a los que hacen planes lo patético que es que intenten controlar las cosas… instaura un poco de anarquía, altera el orden establecido y comenzará a reinar el caos. Soy un agente del caos. ¿Y sabes qué tiene el caos? Que es justo». De las palabras del Joker se desprende que solo el orden actual (recordemos que, según Feinmann, es un orden estadounidense) garantiza la normalidad, si todo intento de cambio, de “alterar el orden establecido”, deviene en caos; entonces, la única opción racional es la defensa de dicho orden, siendo todo intento de cambio irracional, caótico, terrorista.
Así como el Joker propone, por medio del caos, subvertir el orden, Dos Caras ve en el azar el agente de cambio social, mientras reclama a su ex aliado enmascarado: «¡No se trata de lo que quiero sino de lo que es justo! ¡Tú creías que podíamos ser hombres decentes en tiempos indecentes! Pero te equivocaste. El mundo es cruel y la única ética en un mundo cruel es el azar. Objetivo, imparcial, justo».
He aquí una cuestión central en estas historias, los villanos son el desorden de lo contrario a lo hegemónico, el superhéroe es la racionalidad burguesa, bifurcada pero justa. Para encontrar un claro ejemplo, debemos remitirnos a la otra obra que revivió al lado más oscuro de Batman, La broma asesina[35] de Alan Moore y Brian Bolland, en donde el Joker quería demostrar que si sometía al comisionado Gordon a una crisis emocional devastadora éste enloquecería como él, es decir que cualquier “hombre común” (según sus palabras) podía cruzar fácilmente la delgada línea que separa la razón de la locura. Es llamativo, para quienes vivimos en un país en donde la memoria suele encontrar serios obstáculos, que su intención sea socavar la lógica racional del comisionado atacando a su memoria. Afirma que: «Recordar es peligroso… La memoria es traicionera… ¿pero podemos vivir si ella? ¡La razón se sustenta en ella, no afrontar la memoria es lo mismo que negar la razón! ¿Y entonces? ¿Qué nos obliga a ser racionales?... cuanto más indague… recorriendo lugares de su pasado donde el grito se vuelve insoportable… tenga presente a la locura. ¡La locura es la salida de emergencia!» Su plan es por supuesto frustrado por Batman, a quien, una vez liberado de su tormento, Gordon le dice: «¡Quiero que lo agarres según la ley!... Bajo la ley ¿me oíste? ¡Debemos demostrárselo! ¡Debemos demostrarle que nuestro método funciona!» Remarquemos la palabra utilizada por Gordon, “método”, la burguesía se piensa a sí misma y se presenta ante el resto de la sociedad como metódica y racional, siendo sus antagonistas (según su imaginario) irracionales y caóticos. Actores de esta batalla son el superhéroe y los villanos a los que enfrenta, es por ello que mientras Batman combate del lado de la ley, torturando y espiando, el Joker se define como agente del caos y Dos Caras del azar, tanto el caos como el azar, no tienen (al menos desde el discurso ideológico hegemónico) lugar dentro del mundo burgués, plagado de normas, prisiones y horarios, y deben ser purgados o regulados.
Pero no solo la tortura y el espionaje son rescatados en el film como armas de combate, sino la mentira sistemática, similar a la que crean y venden los medios masivos estadounidenses, que producen alrededor del 80% de las noticias del mundo. Tras el 11-S dieron la vuelta al mundo las imágenes transmitidas por CNN de los palestinos festejando la caída de las torres, las cuales eran material de archivo, pues en realidad festejaban un partido de fútbol. También por omisión los medios ocultan la verdad: por pedido del pentágono no se transmiten imágenes de la guerra en el terreno, ni a los soldados estadounidenses caídos en batalla, no se transmite en vivo, todos los contenidos a transmitir son antes revisados por agentes del Ejército, así que asistimos a una guerra guionada. Recordemos si no que, cuando Bush viajó a Irak para pasar el tradicional “Día de acción de gracias” junto a las tropas invasoras, hasta el pavo era de plástico.

Dentro del argumento se ve como indispensable mentir como medida para mantener tranquila a la sociedad, mientras la realidad se desmadra. Al final, el héroe se transforma en villano ante la opinión pública, pero solo para defender y encubrir al poder político. A través de los medios de comunicación de Gotham, se construye una verdad fiel no a la realidad, sino al poder político hegemónico. Asistimos a otra dimensión de la guerra, donde las imágenes que los medios muestran u ocultan son elementos de una realidad que no transmiten, más bien la construyen.

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Una de las imágenes representativas del enfrentamiento entre superhéroes en la serie Civil War, de Marvel.

LA GUERRA CIVIL DE LOS SUPERHÉROES DE MARVEL Y LA MUERTE DEL CAPITÁN AMÉRICA
 
La principal serie de Marvel de 2006 se llamó Civil Wars [36], que llevó guion de Mark Millar y fue publicada desde mediados de aquel año hasta comienzos del 2007. Esta serie presenta la visión de Marvel sobre la guerra contra el terror en el frente interno, y en ella se opera una división de opiniones entre los superhéroes sobre cómo combatir en dicha guerra. Llevó como subtítulo la pregunta “¿De qué lado estás?” acompañada de una frase de Benjamin Franklin: «Aquellos que renuncian a su libertad a cambio de seguridad, no merecen ni la libertad, ni la seguridad.»
Según su argumento, durante un reality show de superhéroes (de segunda clase), éstos atacan a unos poderosos supervillanos. La batalla toma lugar enfrente de una escuela, donde se ve a una gran cantidad de niños jugando, en su techo flamea la bandera estadounidense. El asunto se les va de las manos y uno de los villanos produce una explosión que destruye la zona. A continuación se ve al Capitán América y a Iron Man sobre las ruinas humeantes (que recuerdan a la “zona cero” donde estaban las Torres Gemelas), debatiendo sobre la tragedia. El Capitán América dice: «puede que haya 800 ó 900 bajas. Todas ellas por un estúpido reality show».
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Arriba, imagen de los héroes enfrentados con el destrozo al fondo. Abajo, detalle de la viñeta en la que muere el Capitán América. 
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En los funerales, los ciudadanos increpan a los superhéroes y la madre de una de las víctimas escupe a Iron Man y le grita: «la sangre de mi pequeño Damien está en tus manos». Esa noche, La Antorcha Humana intenta entrar en un club de Manhattan y es atacado por los clientes. El pueblo se ha vuelto contra sus héroes.
Una placa de la CNN se pregunta: “¿Es hora de registrar a los superhéroes?” Iron Man apoya la idea y le pide al Congreso de los Estados Unidos que desarrolle una ley que convierta a sus colegas en unidades regulares de las fuerzas de seguridad del Estado. Mientras la mayoría de los superhéroes se reúnen para discutir sobre la propuesta de trabajar junto al gobierno, el capitán América ha sido citado por la directora de SHIELD (es una agencia estatal que aparece en muchas historias de Marvel como alusión a la CIA) y acude en un helitransporte de dicha agencia. Allí la directora le propone liderar una unidad para cazar a los superhéroes díscolos, a lo que responde: «olvídalo, me estás pidiendo que arreste a gente que arriesga su vida por este país cada día de la semana… los superhéroes necesitan estar por encima de esos asuntos [la política], o de Washington diciendo quienes son los supervillanos». Intentan apresarlo y escapa, transformándose en fugitivo de la justicia.
El gobierno norteamericano promueve entonces dicha ley, que obliga a los superhéroes a registrarse, revelar su identidad a las autoridades y trabajar bajo el estricto control de la agencia SHIELD.
El “Acta Patriótica”, que sacó adelante el Gobierno de George W. Bush después del atentado a las Torres Gemelas, se traslada al cómic con el nombre de “Acta de Registro”, que polariza a los superhéroes dividiéndolos en dos bandos: los que prefieren la seguridad por encima de los derechos civiles y los que se oponen a limitar su libertad.
Mark Millar dijo:
«La alegoría política está ahí pero sólo para los que deseen encontrarla. Los chicos sólo van a encontrarse con una gran pelea entre superhéroes… El Capitán América es una elección natural, porque se basa en la libertad y en los derechos civiles. Iron Man parecía el único con peso y autoridad suficientes como para estar en desacuerdo con él».
El Capitán América se erigió como líder de la resistencia clandestina, oponiéndose a las medidas que recortan los derechos y libertades constitucionales. Mientras el Estado, respaldado por Iron Man, detiene a los fugitivos y los concentra en una impenetrable prisión, que recuerda a Guantánamo. Incluso los no alineados en el conflicto sufren el azote de SHIELD. El Hombre Araña primero apoyó al gobierno enseñando su verdadero rostro (lo cual ocasionó que lo despidieran de su trabajo como fotógrafo) y luego cambió de bando.

La batalla final se da en Nueva York, donde los superpoderes de los combatientes destrozan gran parte del centro de la ciudad. Cuando su bando esta cerca de obtener la victoria definitiva, el Capitán América se entrega a las autoridades, para detener la lucha fratricida, diciendo: «están deteniendo a Steve Rogers, no al Capitán América», luego de ser detenido, es trasladado para ser juzgado, en la entrada de los tribunales recibe unos balazos y muere. Esta no es la primera vez que un superhéroe enfrenta la muerte, incluso Superman ha tenido que morir hace algunos años para revivir el interés de sus seguidores y finalmente revivir él también. En este caso la muerte de Steve Rogers al parecer sería definitiva, mientras el que sí volvería dentro de un tiempo sería el símbolo, es decir el Capitán América, encarnado por otra persona. Esta muerte se produce dentro de la guerra contra el terrorismo, en su frente interno, donde Rogers intentó defender las libertades individuales avasalladas y no pudo lograrlo; con su muerte triunfó la opción de Iron Man, que promulgaba el control total de los ciudadanos y de sus superhéroes. Es precisamente a través del triunfante “hombre de hierro” que Marvel presentará su visión de la guerra contra el terror, en donde (según Obama) debe ser librada, en Afganistán.

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Tres momentos del filme Iron Man: Stark en Afganistán, Stark construyendo su primera armadura y la venganza de Iron Man sobre el desierto.

IRON MAN Y LA GUERRA DE AFGANISTÁN
 
Estrenada en 2008, la película Iron Man presenta un gran cambio de escenario, diferente al de la historia original. Como antes señalamos este superhéroe aparece dentro de la guerra de Vietnam. En la versión cinematográfica, nace en la guerra de Afganistán. Antes el enemigo de Iron Man era el comunismo (simbolizado en el villano llamado “El Mandarín”, de origen chino, en obvia alusión a la guerra fría), ahora los enemigos a vencer son el terrorismo y la corrupción.
Tony Stark posee una mente privilegiada, es un prodigio de la ingeniería, pero también un caprichoso multimillonario, un playboy, alcohólico y un cínico. «¿Qué opina de que lo llamen el Da Vinci de nuestra época?». «Es absurdo. Yo no pinto». «¿Y de que le llamen “El mercader de la muerte”? ». «No está mal», responde en una entrevista a una periodista, a quien luego contesta «Mi padre decía: para obtener la paz, hay que tener un garrote más grande que los demás». Recordemos que (según el cómic) su padre, Howard Stark, fue uno de los inventores de la bomba atómica.
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 Cartel del primer filme de Iron Man.

Es propietario de Industrias Stark, la principal empresa contratista de armamento del ejército estadounidense. Viaja hacia una base aérea en Afganistán para dar una demostración del poderío de uno de sus misiles, la línea de armamentos se denomina “Freedom” [libertad] y el misil “Jericó”. En el país invadido Stark despliega, por negocio y convicción, ante la atenta mirada de los militares, una arenga moral a favor de la militarización estadounidense: «¿Es preferible ser temido o respetado? [en obvia alusión a la frase de Maquiavelo “es mejor ser temido que respetado”] ¿Porqué no las dos? Algunos dicen que la mejor arma es la que no tienes que disparar. No estoy de acuerdo, para mí es aquella que sólo debes disparar una vez. Así lo hacía mi papá, así es como lo hace América y hasta ahora ha funcionado bastante bien. Busquen una excusa para disparar uno de éstos y les garantizo que los malos no querrán salir de sus cuevas». La frase final remite a cuando Bush sostuvo (al momento de declarar la guerra y haciendo mención de los terroristas): «los sacaremos de sus cuevas».
Al terminar la demostración, bromea junto a los soldados que lo custodian (esto sucede durante la escena inicial), quienes le piden sacarse una foto, uno de ellos hace el símbolo de la paz, a lo que Stark responde: «¡Sí, paz! Amo la paz, si hubiera paz me quedaría sin trabajo», luego el convoy de carros de combate que lo traslada es atacado. Al intentar huir cae un proyectil cerca de él, en el cual puede leerse “Industrias Stark”, sobrevive pero queda malherido y es secuestrado por un grupo de terroristas, que se llaman “El círculo de los diez anillos” (en alusión a los diez anillos de poder que posee el Mandarín), el cual no es netamente afgano, es integrado al parecer por habitantes de Europa del este (uno de los terroristas habla húngaro) y rusos, da la impresión de que son musulmanes por algunas de sus características (la lengua y su aspecto, según los estereotipos de Hollywood), pero su identidad es ambigua.[37].
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 El misil Jerichó impactando tras un Stark cristianizado. Abajo, el primer Iron Man aplica su fuego contra lof infieles. 
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Un rehén de los terroristas le salva la vida, al construir un artefacto que impide que partes del proyectil que están dentro de su cuerpo lleguen a su corazón. Este artefacto será a la vez el generador de energía de su armadura. Al negarse a la demanda de sus captores, quienes le pedían que armara un misil “Jericó” para ellos, es torturado. Hollywood transforma la historia una vez más, al mostrar a un estadounidense recibiendo la tortura del submarino, cuando es de público conocimiento que son ellos quienes han practicado ése y otros métodos de tortura a sus detenidos en el marco de la “guerra contra el terror”. Finalmente acepta sus demandas, pero solo para ganar tiempo y poder fabricar su armadura. Durante su captura ve que los terroristas poseen un pequeño arsenal de armas elaboradas por su compañía, lo cual le indigna: esas armas destinadas al Ejército para que destruya Afganistán, habían caído en las manos de sus enemigos. Sus captores son retratados como poco perspicaces, ya que le encargan la construcción de un misil y él en cambio se construye una armadura para escapar, mientras es filmado y vigilado por las cámaras de los terroristas. Estos enemigos estereotipados como seres estúpidos, ambiciosos (es importante remarcar esto, el líder terrorista busca transformarse en el emperador de Asia, Estados Unidos no es el ambicioso aquí), quienes hablan urdu y árabe. Se corporiza así al espectro del terrorismo, dándole un rostro y una lengua.
La armadura funciona y logra escapar, es rescatado por soldados estadounidenses y regresa a su patria, donde realiza una conferencia anunciando que ya no va a crear armas, pero a continuación se transforma él mismo en el arma más poderosa de todos los tiempos.
Iron Man es testigo del desarrollo de una guerra sobre el terreno, algo que el resto de los mortales no podemos experimentar. Recordemos que, después de Vietnam, EEUU ha preferido lo que se conoce como "guerras blancas", es decir guerras sin imágenes, sin sangre, ni cadáveres. Así, Stark ve en un noticiero imágenes de la guerra contra el terror, en este caso el grupo terrorista que lo secuestró exhibe en su posesión las poderosas armas creadas por su empresa, y es por esto que decide intervenir, ayudado por su tecnología superior, retorna volando hacia Afganistán, mediante la fuerza de sus golpes somete a los terroristas, dejando a uno de sus líderes en manos de las víctimas, a quienes les dice en inglés: «es todo suyo». ¿Para qué se iba a molestar en traducirlo?
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Iron Man, con la bandera y frente al escudo del Departamento de Denfesa estadounidense.

Al igual que Batman, Stark es un millonario, que decide llevar a cabo la guerra por sus propias manos. Mientras que el hombre murciélago contaba con la anuencia de la policía, la presencia de Iron Man en Afganistán es, finalmente (luego de un breve momento de sorpresa y confusión), aceptada y encubierta por el Ejército. Estos dos superhéroes acompañan la nueva modalidad de la guerra, acorde con la lógica neoliberal, conocida como la “privatización de la guerra”, donde son relegados los ejércitos nacionales, constituyéndose en actores principales las empresas armamentistas y los mercenarios.
[38].
Según la visión de Iron Man, lo que está mal no es la guerra, ni la ocupación llevada a cabo por el complejo industrial/militar estadounidense, sino sólo una parte de la burocracia, que es corrupta, en este caso representada por Obadiah Stane, su mentor, quien siempre estuvo a su lado tras la muerte de su padre. La corrupción es presentada como aliada del terrorismo, ya que entorpece y desvirtúa el accionar de los ocupantes. Al luchar contra ésta, Iron Man defiende la integridad del sistema, purgándolo de elementos impuros, los cuales están dentro del campo de los civiles. Los soldados estadounidenses no matan a una sola persona en toda la película, algunos de ellos mueren a manos de los terroristas, cuando estos secuestran a Stark, son reflejados como víctimas no de una justa resistencia a la ocupación militar, sino de una violencia irracional. Los militares son mostrados como abnegados, valientes y nobles, mientras que los afganos solo tienen dos opciones claras: ser agresivos terroristas o ser parte del rebaño de sus víctimas, en cualquiera de los dos casos que elijan, la solución a su problema es la ocupación militar estadounidense, respaldada por el patrullaje de Iron Man.
 
CONCLUSIÓN
 
«Ahora, un paréntesis sobre la mitología del superhéroe, tenemos al superhéroe y tenemos al alter-ego. Batman es realmente Bruce Wayne, Spider-Man es realmente Peter Parker. …Y es ahí, en esa característica, donde Superman se queda solo.
Superman no se convirtió en Superman. Superman nació Superman. …Su alter ego es Clark Kent. …¿Y cuáles son sus características? Es débil, es inseguro, es un cobarde. Clark Kent es la crítica de Superman a toda la raza humana.»
KILL BILL VOL.2
 
En este trabajo estudiamos la historia de los superhéroes, su semiótica y su rol en la actual guerra llevada a cabo por la nación gendarme. Es un aporte más al estudio de este tipo de cómics mediante la crítica académica, desde aquel primer paso que realizó Umberto Eco, quien en uno de sus libros[39] proponía crear una "guerrilla semiológica". Es interesante este concepto, que nos sirve para entender a la cultura según los planteos de Gramsci[40], como un campo en disputa, en donde diversos grupos sociales pugnan por establecer su hegemonía. Ojalá que otros guerrilleros se sumen a la batalla, ya que en los próximos años un verdadero arsenal de películas de superhéroes[41] invadirá la gran pantalla, detrás de las cuales estará, en mayor o en menor medida velada, la ideología imperial.
Las palabras pronunciadas en el film de Tarantino, destacan el carácter antihumanista y alienante que está detrás de los superhéroes, ya que reconocer la superioridad física y moral del superhéroe es reconocer nuestra inferioridad frente a él.
Cerramos este trabajo con la pregunta del poeta romano Juvenal «¿Quién vigila a los vigilantes?»[42] Creo, como respuesta a su interrogante, que nos corresponde a nosotros, los vigilados, desafiar al cielo y alzar la mirada hacia los vigilantes que nos observan, negando nuestro rol asignado, nuestra condición de vigilados, rebelándonos contra su vigilancia. Estaríamos dando un paso en pos de nuestra desalineación, expropiando a la criatura creada de sus poderes, comprenderíamos que desde el cielo no provendrá ninguna justicia redentora. Marx afirmaba que «El hombre, sólo ha encontrado en la realidad fantástica del cielo, donde buscaba un superhombre, el reflejo de sí mismo»[43] . Esa búsqueda, como bien pensaba Marx, era la negación del hombre, ya que solo a nosotros nos corresponde el devenir de nuestros destinos.
 
BIBLIOGRAFÍA GENERAL:
 
Matías Castro. Películas de Superhéroes, del cómic al cine. RFX, Buenos Aires, 2009.
Joseph Campbell. El héroe de las mil caras, Psicoanálisis del mito. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006.
Terry Eagleton. Terror Santo. Debate, Buenos Aires, 2008.
Umberto Eco. Apocalípticos e integrados. Tusquets, Buenos Aires, 2004
Umberto Eco. La estrategia de la ilusión. De La Flor, Buenos Aires, 1995
José Pablo Feinmann. El Cine por asalto. Planeta, Buenos Aires, 2006.
Antonio Gramsci. Los intelectuales y la organización de la cultura. Nueva Visión, Buenos Aires, 1972.
Carl Jung. El hombre y sus símbolos. Paidos, Barcelona, 1995
Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra. Planeta, Madrid, 2001.
Milcíades Peña. Introducción al Marxismo. El cielo por asalto, Buenos Aires, 2000.
 
Artículos:
 
José Pablo Feinmann “Superman y Übermensch”. Disponible en línea.
José Pablo Feinmann, "Placeres culpables, Imperio Pop". Disponible en línea.
José Pablo Feinmann. "¡Santo terror, Batman!" Disponible en línea.
José Geria. "Superhéroes a la Guerra, El cómic y el dibujo animado como propaganda política en los Estados Unidos". Disponible en línea.
Perucho Mejía G. "El mito del superhéroe". Revista Latinoamericana de estudios sobre la historieta, 2002. Disponible en línea.
Elisa McCausland. "Más Allá de la Viñeta. Política, superhéroes y american way of life", 2009. Disponible en línea.
Pablo Sorondo. "Sobre el héroe y sus máscaras", 2006. Disponible en línea.
 
Material audiovisual:
 
Comic book superheroes unmasked, Steve Kroopnick, History Channel, 2003.
Batman Unmasked: The Psychology of the Dark Knight, Steven Smith, Warner Bros, 2008.
Batman Tech, Steven Smith, Warner Bros, 2008.
Batman Inicia, Christopher Nolan, Warner Bros, 2005.
Batman: el caballero de la noche, Christopher Nolan, Warner Bros, 2008.
Iron Man: el hombre de hierro, Jon Favreau, Estudios Marvel, 2008.

NOTAS

 


[1] Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra. Planeta, Madrid, 2001.
[2] Es más que llamativa la sincronía de estos fenómenos, al respecto es muy recomendable el artículo de Feinman “Superman y Übermensch”, el cual concluye con esta sentencia: «vivimos tiempos sombríos, una catástrofe civilizatoria. ¿Acaso el Superman de Siegel y Shuster y el Übermensch nietzscheano se han unido en la devastadora voluntad de poder del Imperio bélico-comunicacional “americano”? Si así fuera, la historia habría arribado a una “síntesis”, digamos, “estremecedora”.»
[3]Comic book superheroes unmasked, Steve Kroopnick, History Channel, 2003.
[4] Recordemos que gran parte de la población estadounidense de origen japonés fue confinada a campos de concentración dentro de Estados Unidos.
[6] Comic book superheroes unmasked, History Channel, 2004.
[7] Matías Castro. Películas de Superhéroes, del cómic al cine. RFX, Buenos Aires, 2009.
[8] Obtenido de la página http://www.elpais.com/articulo/cultura/superheroes/cuestionan/orden/mundial/elpporcul/20060226elpepicul_2/Tes
[9]  Miller al parecer desconoce la influencia que ha tenido la cultura islámica en la cultura occidental. Obras pilares de esta como La Divina Comedia o El Quijote, están inspiradas en obras musulmanas, siendo éste solo uno de los muchos ejemplos. Otro dato que al parecer desconoce, es cuando afirma que los musulmanes mutilan los genitales a sus mujeres, en alusión al famoso caso de una tribu africana donde se práctica el ritual de cortar el clítoris, la cual es una tribu cristiana, es erróneo de todos modos trasladar una conducta de sólo un grupo de fieles (los cuales actúan siguiendo una costumbre que para ellos es correcta, aunque los que no integramos dicho grupo no podamos simpatizar con la misma) a todos los seguidores de una fe. Por último sus palabras elogiosas hacia los nazis son consecuentes con su actual postura, recordemos que fue durante un buen tiempo considerado como un rebelde y hoy ha devenido en fascista.
[10] Joseph Campbell. El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006.
[11] Carl Jung. El hombre y sus símbolos. Paidós, Barcelona, 1995
[12] Al respecto de este concepto léase: Fuerzas profundas e identidad. Reflexiones en torno a su impacto sobre la política exterior. Anabella Busso (comp.). Rosario: Universidad Nacional de Rosario, 2008.
[13] Karen Armstrong. Los Orígenes del Fundamentalismo, en el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Barcelona: Tusquets, 2004.
[14] Discurso de Barack Obama sobre su estrategia en Afganistán 02/12/09 obtenido de El País.
[15] Terry Eagleton. Terror Santo. Debate, Buenos Aires, 2008.
[16]  Declaraciones obtenidas de DigitalSpy.co.uk
[17] Umberto Eco. Apocalípticos e integrados. Tusquets, Buenos Aires, 2004
[19] Umberto Eco. Op cit.
[20] Umberto Eco. Op cit.
[21] Entrevista de Miguel Vera a Noam Chomsky, obtenida de Aporrea.org, publicada el 05/05/09.
[22] José Pablo Feinmann. “Placeres culpables: Imperio Pop”, en Página12, 2002 [disponible en línea: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-206-2002-05-26.html].
[23] José Pablo Feinmann. Op cit.
[24] Perucho Mejía G. “El mito del superhéroe”, en Revista latinoamericana de estudios sobre la historieta, vol 2, no. 5 (marzo de 2002), pp. 9-12 [disponible en línea: http://www.rlesh.110mb.com/05/05_mejia.html]
[25] Milcíades Peña. Introducción al Marxismo. Ediciones El cielo por asalto, Buenos Aires, 2000
[26] Batman Unmasked: The Psychology of the Dark Knight, Steven Smith, Warner Bros, 2008.
[27] Batman Unmasked... Idem.
[28] Román Gubern. Máscaras de la ficción. Barcelona, Anagrama, 2002.
[29] Palabras de Bruce Wayne a Alfred en una escena de Batman Begins [Batman Inicia en Argentina], 2005.
[30] Quien ha logrado revivirlo para la gran pantalla, luego de las olvidables películas de Joel Schumacher.
[31] En el caso de Mahoma fue (según la tradición islámica) realizado en vida. Hay una sura coránica denominada “El viaje nocturno” que menciona brevemente lo ocurrido, pero luego diversos sabios musulmanes, sumados a las leyendas populares, completarían los espacios vacíos del relato.
[32] Feinmann suele escribir así esa palabra cuando esta designa a Estados Unidos, ya que en el idioma inglés carece de acento y para remarcar su contenido ideológico.
[33] José Pablo Feinmann. “¡Santo terror, Batman!”, en Página 12, 30-VIII-2009 [disponible en línea: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/index-2009-08-30.html]
[34] Batman Tech, Steven Smith, Warner Bros, 2008. En Argentina la traducción de este artilugio es: batimóvil.
[35] Batman: La broma asesina, de Alan Moore y Brian Bolland, Norma Editorial, 2002. Originalmente con el título: The Killing Joke.
[36] Civil War, de Mark Millar y Steve McNiven, Editorial Marvel, 2006 [Existe edición en castellano por Panini en 2007, bajo el título Civil War. En Argentina y otros países se tradujo como Guerra civil].
[37] Un detalle de la película es que algunos diálogos y situaciones fueron improvisados por los actores durante la filmación, por una cuestión de tiempo, lo cual justifica que algunos desarrollos de la historia sean contradictorios entre sí. Esta información se ha extraído de los sitios web Cartelera 10 y elmulticine, que en este caso reprodujo una entrevista a Jeff Bridges.
[38] Al respecto véanse los artículos de Diego Pérez Villar: “Irak: la privatización de la guerra” (31-X-2005, disponible en línea en Indymedia), y Fernando Estrada Gallego: “Una guerra por contrato: mercenarios y compañías militares privadas en Colombia y en Irak” (22-VI-2009, disponible en línea en Razón Pública)
[39] Umberto Eco. La estrategia de la ilusión. De La Flor, Buenos Aires, 1995
[40] Antonio Gramsci. Los intelectuales y la organización de la cultura. Nueva Visión, Buenos Aires, 1972 (original de 1949).
[41] En particular en el caso de Marvel, ya que Disney posee una gran capacidad para distribuir sus productos.
[42] Usada por Alan Moore para titular a su creación Watchmen.
[43] Marx, C. y Engels, F. La Sagrada Familia. Crítica de la Crítica. Buenos Aires, Editorial Claridad, 1933.
Creación de la ficha (2010): Pedro Granoni. Revisión de Oscar de Majo y Manuel Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
PEDRO GRANONI (2010): "Justicieros del Imperio. Los superhéroes en la Guerra contra el terror", en Tebeosfera, segunda época , 6 (9-VI-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 15/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/justicieros_del_imperio._los_superheroes_en_la_guerra_contra_el_terror.html