JAN, ILUSTRADOR DE CUENTOS
ALFONS MOLINÉ

Resumen / Abstract:
Repaso de los principales trabajos de Jan como ilustrador de cuentos. / An approach to the Jan's works as illustrator.
Notas:
Una parte muy importante de la obra de Jan fue su labor como ilustrador de cuentos infantiles. Este artículo repasa su obra centrándose en este aspecto.
JAN, ILUSTRADOR DE CUENTOS

Cuando Jan comenzó a trabajar en Editorial Bruguera poco después de regresar de su exilio cubano, allá por 1969, poco aliciente podía encontrar en la por entonces ya poderosa editorial, cuyos tebeos cultivaban un tipo de humor bastante opuesto al suyo propio; un humor fácil -del que Francisco Ibáñez y sus celebérrimos Mortadelo y Filemón y otros personajes eran el máximo exponente- destinado a lectores poco exigentes, centrado esencialmente en la violencia y argumentalmente compuesto por una sucesión de gags para desencadenar, casi siempre, una escena de persecución en la última viñeta; muy alejado del humor cultivado en las publicaciones "brugueriles" de finales de la década de los cuarenta y primera mitad de los cincuenta a cargo de autores como Cifré, Jorge, Vázquez, Peñarroya, Nadal, etc., igualmente de espíritu violento pero además, y especialmente, ejerciendo una feroz crítica de la sociedad de aquellos años que constituía un fiel reflejo de las frustraciones del ciudadano medio. Crítica que fue abandonándose a partir de 1955, aproximadamente, debido a las normas censoras respecto a publicaciones infantiles y juveniles impuestas por el aparato franquista, pero también por la voluntad de Bruguera de aumentar su productividad editorial en cantidad, en detrimento de la calidad de sus tebeos.

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Don Plácido (número 110 de Din Dan, II época) muestra a un Jan encorsetado por los cánones de la editorial Bruguera.  
Puede establecerse un paralelismo con otro genio de nuestra historieta, Alfons Figueras, que pocos años antes que Jan -en 1964- también regresaba de un largo exilio latinoamericano, en su caso concretamente venezolano, e igualmente recalando en Bruguera, donde supo aportar y desarrollar un estilo plenamente personal en sus colaboraciones para esta última, centrado en el nonsense y la fantasía. Exactamente lo mismo que llegaría a hacer Jan. Durante bastantes años, Jan no encajaría del todo en la línea tebeística de Bruguera -para ello habría de esperar hasta 1979, tras la jubilación del redactor jefe Rafael González-, si bien halló refugio en su departamento de publicaciones infantiles, liderado por Miquel Pellicer, con quien ya había entablado amistad en los años cincuenta, cuando empezó a trabajar en el campo de la animación en los Estudios Macián a la edad de 17 años. Aunque la relación entre ambos había quedado temporalmente interrumpida con la marcha de Jan a Cuba, con su regreso a España y su incorporación a Bruguera dicha relación sería reanudada por un tiempo prolongado, generando sus buenos frutos.

Ya a principios de los setenta Bruguera era una empresa consolidada en la edición de tebeos y otros productos impresos de gran alcance popular: productos híbridos entre la historieta y el libro “de letra escrita” (como la popularísima colección Historias), libros de bolsillo de ficción -las llamadas “novelas de a duro”- y divulgativos, fotonovelas, obras de carácter didáctico y enciclopédico, álbumes de cromos... y, por supuesto, publicaciones destinadas a la infancia: cuentos troquelados (un formato de alto alcance popular gracias a su bajo coste) y en otros formatos, cuadernos de pasatiempos y para colorear, etc. En especial, desde los años sesenta Bruguera prestó especial atención a los personajes procedentes de la televisión -tanto autóctonos (la familia Telerín, las marionetas de Herta Frankel) como importados (las series de animación de Hanna-Barbera, Warner Bros., Walter Lantz, etc.)- aprovechando el impacto despertado por el entonces todavía reciente medio y explotándolos en multitud de productos editoriales. También hubo algún intento, junto a los habituales tebeos de humor y aventuras para público juvenil –en realidad, para todas las edades- de la casa, de crear un tebeo destinado a los más pequeños –en la línea de Pumby, lanzado por la rival Editorial Valenciana en 1955 y que se mantendría en el mercado durante casi tres décadas- como Din Dan en 1965 o Tele Color en 1967 (en realidad, nacida en 1963 como un tebeo centrado en las adaptaciones a la historieta de éxitos televisivos, pero que cuatro años después conocería una nueva época, reconvertida en una publicación para lectores de corta edad). A pesar de que Tele Color acogió historietas de un elevado nivel como El “Chipirón” y su tripulación de Figueras, serie de aventuras marítimas protagonizadas por un grupo multiétnico de niños, ambas experiencias fueron de corta duración, si bien Din Dan conoció una nueva etapa, a partir de 1968, en la que se convertiría en un tebeo de humor similar a los del resto de la editorial Bruguera.

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Muestra de la extensa producción de Jan para la editorial Bruguera durante los años setenta.

Desde principios de los setenta hasta el cierre de Bruguera en 1986, Jan jugaría un papel en el citado departamento de publicaciones infantiles elaborando una vasta producción de libros de cuentos, troquelados, cuadernos para colorear y otros productos destinados a los lectores de corta edad. Productos a los que, pese a ciertos condicionantes que suelen limitar la creatividad de un autor -baja remuneración, plazos de entrega reducidos, imposiciones editoriales respecto a la creatividad-, Jan supo aportar un nivel mínimo de calidad y dignidad.

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Portada de Jan para el número 14 de Cole-Cole.

Durante su etapa cubana, a lo largo de la década de los sesenta, Jan –que por entonces aún firmaba como Juan José- se había labrado una sólida experiencia en el terreno de la ilustración de cuentos infantiles con trabajos tales como la serie El Duendecillo cuenta… para el semanario El Pionero y, para una revista titulada Din Don -no confundir con la citada publicación de Bruguera Din Dan- aportó varias adaptaciones en historieta de clásicos incluyendo Caperucita Roja, Pinocho, El sastrecillo valiente, etc., en entregas de cuatro o cinco páginas. Con este bagaje, ya de regreso a España, en su trabajo como ilustrador de cuentos para Bruguera aportó un estilo sensiblemente diferente del habitual en sus historietas. Estos últimos, destinados a un lector más crecido que el infantil, hacían gala de un humor agresivo e incluso satírico, mientras que en los primeros, habida cuenta de la corta edad del sector de público al que iban destinados, mostraban un diseño de personajes más simplificado -con uso frecuente de rostros redondeados y dos puntos sin pupilas para los ojos de estos últimos-, un trazo más fino y uniforme y unos decorados más elaborados, poblados por insectos y pequeños roedores y otros animalillos y salpicados de hongos, flores y árboles de colores psicodélicos. Particularmente, en los cuentos con protagonistas animales que elaboró -esto se puede apreciar en especial en las historietas que elaboró para Cole Cole en 1975-76-, se nota en el dibujo de Jan una cierta influencia del excelente artista estadounidense Richard Scarry (1919-1994) -del que, no casualmente, la propia Bruguera tradujo parte de su obra-, cuyos álbumes ilustrados a base de un trazo dinámico y un esplendoroso colorido, protagonizados por perros, gatos, osos, cerdos, zorros y demás fauna antropomorfa, generalmente involucrados en actividades cotidianas plasmadas en detallados dibujos a toda página, servirían de inspiración a nuestro autor. Pero ante todo, Jan supo mantener una personalidad propia tanto en su faceta de ilustrador como en la de historietista.

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Más ejemplos de la producción infantil de Juan López dentro de Bruguera.

Mayoritariamente -comercialidad obliga- Jan ilustró para Bruguera adaptaciones de cuentos clásicos (Grimm, Andersen, Perrault y compañía, para entendernos); pese a que, a la larga, pudiese resultar tedioso ilustrar más de una, e incluso más de dos versiones de un mismo cuento, Jan igualmente sabía renovarse a sí mismo cada vez que le tocaba ilustrar una enésima adaptación de Caperucita Roja, La Cenicienta o El patito feo, demostrando su capacidad creativa al idear diferentes diseños para un mismo personaje de cada uno de dichos relatos, a veces incluso introduciendo divertidos anacronismos en sus ilustraciones. Estas “variaciones sobre el mismo tema” pueden detectarse en las primeras colaboraciones de este tipo que hizo para Bruguera, como la colección Lluvia de estrellas (ilustrada al alimón con otros dibujantes como Picanyol –de gran celebridad entre el público de habla catalana, especialmente por las tiras de su brujo Ot, el bruixot para la revista Cavall Fort- y Alberto Solsona) o en los minilibros Tesoro de cuentos (vendidos tanto separadamente como en una caja estuche e incluso distribuidos como obsequio de firmas comerciales). Mención especial merece su labor en la colección Heidi, cuyo título nada tiene que ver con la homónima chiquilla alpina creada literariamente por Johanna Spyri, y cuya versión anime, de inmenso éxito entre los telespectadores españoles, fue explotada oportunamente por Bruguera en varias colecciones y formatos recurriendo para ello, precisamente, a la labor gráfica de Jan. Heidi fue publicada originalmente a partir de 1962 (cuando Jan, aún en Cuba, no trabajaba para Bruguera): cada libro ofrecía una selección de siete cuentos clásicos presentados simultáneamente en texto escrito y en historieta a razón, en alternancia, de tres páginas de texto por cada página ilustrada con dos viñetas; un modelo ya previamente empleado por otra popular colección de Bruguera, Historias, dedicada a adaptaciones de obras literarias.

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Interior con dibujos de Jan del número 4 de la colección Heidi en su reedición de 1976. Es interesante la comparación con la edición anterior (1966) del mismo libro.  
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Heidi alcanzaría los 25 títulos; mientras que en la primera edición de dicha colección las ilustraciones estuvieron a cargo de varios dibujantes (Vicente Torregrosa, Pilar Mir, José Antonio Pérez Mascaró, etc.) con un estilo realista, para su reedición a mediados de los años setenta Jan acometió la nada desdeñable tarea de redibujar las viñetas de los 25 libros con su peculiar estilo. A lo largo de los años, Bruguera reeditó los trabajos de Jan aparecidos en esas colecciones –como no podía ser de otro modo en una editorial que solía ofrecer un mismo producto en varios formatos hasta el hastío- en otros títulos posteriores o en tebeos de la casa; por ejemplo, los cuentos que ilustró para la colección Heidi reaparecieron en los años ochenta en la etapa de formato bolsillo de su semanario Pulgarcito; por su parte, los cuadernos de la colección Lluvia de estrellas fueron recopilados en tomos con el título de Buenas noches o Un cuento cada día, entre otros “reciclajes de material”.

Aparte, convendría citar la labor de Jan en productos como cuadernos para colorear, troquelados, novelas ilustradas, etc. en los que animaba, de manera apócrifa, a Mortadelo y Filemón (por ejemplo, para una colección de “novelas gráficas” protagonizada por los personajes de Ibáñez titulada Risa loca, de la que aparecieron ocho títulos en 1973-74, y en la que al igual que la citada colección Heidi se combinaban páginas de viñetas, ilustradas por Jan y otros dibujantes, con páginas de texto escrito) y otros personajes estrella de Bruguera, y especialmente, a personajes televisivos populares del momento como la ya citada Heidi, Marco o la abeja Maya. En los productos editoriales protagonizados por todos estos éxitos de la pequeña pantalla –tebeos, cuentos troquelados, libros de pasatiempos, cuadernos para colorear, etc.-, el autor muy poco pudo exhibir de su verdadero afán creativo, pero aun así, seguía demostrando su constancia y su destreza como profesional al cultivar numerosas facetas y saber plantar cara a los vaivenes del mercado editorial, en espera de tiempos en los que pudiese rebelarse… y revelarse, dando lo mejor de sí mismo a nivel tanto artístico como humano.

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Portadas de un número de la colección Buenos días y del libro La Tierra es nuestro planeta.

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Ese momento llegó por fin en 1979, con la ya comentada marcha de Rafael González como redactor jefe de Bruguera, lo cual traería algunos cambios a la anquilosada editorial, de los que Jan salió ampliamente beneficiado: mientras que en el campo historietístico logró lanzar la versión definitiva de Superlópez con Francisco Pérez Navarro como guionista inicial, en su faceta de ilustrador de cuentos obtuvo la oportunidad de idear proyectos más personales, ajenos a las archimanidas adaptaciones de cuentos clásicos o de éxitos de la pequeña pantalla, en los que dio rienda suelta a su sentido de lo fantástico y lo poético. Ejemplo de ello es la cuidada revista para los más pequeños Buenos días, prácticamente elaborada en su totalidad por Jan y compuesta por diversas secciones, incluyendo cuentos y fábulas, pasatiempos y algunas historietas. Pese a su notable calidad -y acaso debido a su elevado precio, 50 pesetas, cuando un tebeo Bruguera estándar de 32 páginas costaba, en aquel 1979, la mitad)- Buenos días apenas duraría ocho números, si bien parte de su material fue rescatado en otras publicaciones: una de sus secciones, dedicada a presentar a doble página y de forma didáctica los continentes de nuestro mundo, sería recogida en el volumen La Tierra es nuestro planeta; mientras que una serie de historietas de una página, aparecidas en las contraportadas de la efímera revista y protagonizadas por la pareja de insectos Mary y Kito, serían reeditadas en una colección de minicuentos titulada Insectilandia.

El mismo año, con textos y color de Cristina Brunet, colorista habitual de sus historietas, Jan presentó la colección Yo seré, destinada a mostrar a los lectores infantiles diversas profesiones, editada al mismo tiempo en castellano y catalán, y que conocería ocho títulos, de los que existe un retapado en dos tomos. Los dos autores presentaron en 1980 otra obra aún más personal, Trok Trok, cuyo personaje titular es un corpulento, peludo y gentil extraterrestre, similar a un troll y amigo de los niños. Trok Trok protagonizó un total de ocho cuentos -en los cuatro primeros, una vez llegado a la Tierra, vive aventuras cotidianas con sus infantiles compañeros, mientras que en los cuatro siguientes les enseña a estos últimos su planeta- presentados en cuadernillos de doce páginas y también recogidos en dos libros recopilatorios.

Seguidamente, Jan ilustró las aventuras de Joana la brujita, con textos de Maria Dolors Alibés (1941-2009), escritora con una dilatada y galardonada carrera en la literatura infantil catalana y compañera sentimental del dibujante. Montada en su inseparable escoba y acompañada de su amigo el pájaro Cucut, esta simpática brujita preadolescente -que recuerda un poco, si bien la precede por casi una década, a la protagonista del largometraje anime de Hayao Miyazaki Nicky, la aprendiz de bruja (Majo no Takkyûbin, 1989)- vive aventuras en un entorno urbano donde la magia –tanto si procede, o no, de ella misma- puede surgir en cualquier momento. De Joana aparecieron ocho entregas, de nuevo con edición simultánea en catalán y castellano.

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Portadas de las colecciones Jo seré..., Trok Trok y Joana la brujita.

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Cuentos troquelados de Jan para Ediciones Druida.

 
El trabajo que suponía para Jan la realización de Superlópez, al que hay que añadir a partir de 1981 su colaboración para Pulgarcito con la creación de un personaje con el mismo nombre que el decano semanario, al iniciar este último su ya mencionada etapa como tebeo en formato de bolsillo, le obligó a reducir su labor como ilustrador de cuentos (el propio Pulgarcito llegaría a protagonizar una colección de cuentos troquelados, Supertroquelados Pulgarcito, de la que aparecieron cuatro títulos). La suspensión de pagos sufrida por Bruguera en 1982, que conduciría a su cierre definitivo cuatro años después, obligó a Jan a buscar trabajo en otras editoriales. Así, para Ediciones Druida, que publicaba la revista Jauja -de la que fue colaborador habitual- ilustró la colección para lectores de muy corta edad Libros de lectura fácil y divertida, y en la que volvió una vez más a ofrecer adaptaciones de cuentos de hadas, esta vez presentados en una versión concebida para estimular el aprendizaje de la lectura entre los peques, con el texto en escritura manuscrita y en el que varias palabras del mismo eran sustituidas por dibujos. De esta colección aparecieron ocho títulos en 1983, recogidos en dos tomos, siendo reeditados en 1986 por Ediciones MP (siglas de Miguel Pellicer).

Otro curioso producto, uno de los más buscados por los seguidores de Jan, apareció en 1985 bajo el sello Taller de Ediciones: la serie de doce flip books (libritos en los que se muestra en cada una de sus páginas una animación desglosada dibujo a dibujo, la cual se percibe dejando correr dichas páginas con el dedo pulgar) titulada Tele Comic, en la que se exhibieron otras tantas animaciones, correspondientes cada una a un deporte distinto.

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Cubiertas e interior de uno de los títulos de la colección Tele Comic.
Abajo, portada de la edición catalana de la última incursión de Jan en el ámbito de la ilustración infantil.

 

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Poco después de lanzada esta singular colección, Bruguera cerraba sus puertas definitivamente. Pese a que en 1987, Ediciones B tomaría las riendas del negocio editorial y Jan volvería a constituir una parte esencial de su equipo de dibujantes, lo haría consagrándose casi exclusivamente a las historietas de Superlópez, sin volver a producir nuevos libros de cuentos.

Hay que dar un salto hasta el año 2000 para presenciar la última -hasta la fecha- incursión de Jan en el terreno de la literatura infantil. Se trata de ¿Dónde está el Pequeño Príncipe?, volumen único realizado junto a su viejo socio Miguel Pellicer, responsable del texto y el color, editado en castellano y catalán por Beascoa y en euskera por Ttartalo. Ambos autores rinden homenaje al tierno personaje creado por Antoine de Saint-Exupéry a través de un relato interactivo en el que se emplea la fórmula explotada con gran éxito por el inglés Martin Handford y su popularísimo ¿Dónde está Wally?: mientras los lectores acompañan al Pequeño Príncipe a lo largo de su aventura en busca de colores para su descolorido asteroide, tienen que ir descubriéndolo en cada una de las multitudinarias ilustraciones del libro.

En los últimos años, habiendo centrado su labor básicamente en la realización de nuevas hazañas de Superlópez, aparte de algún que otro trabajo historietístico o ilustrativo aislado, su carrera como ilustrador de cuentos ha permanecido en suspenso, pero no en el olvido para quienes tuvieron –tuvimos- ocasión de disfrutar de los mundos de fantasía poblados de infantes felices de mejillas sonrosadas, animales parlantes y monstruos peludos y amigables, que su pluma y pincel fueron capaces de generar. Por todo ello, sería de desear que los Lluvia de estrellas, Trok Trok o Joana fuesen reeditados, para deleite no solo de quienes los conocieron en su momento, sino además y especialmente para el público infantil de hoy; como también sería de desear… ¿por qué no?, que el maestro Jan nos sorprendiese un día de estos con un nuevo cuento ilustrado.

 

TEBEOENLACES
 1
Creación de la ficha (2013): Alfons Moliné. Revisión de Javier Alcázar y Manuel Barrero. Edición de Antonio Moreno. · Datos e imágenes tomados de diversas fuentes, entre ellas 'El foro Escarolitrópico Gmnésico', Todocolección, la colección de Ricard Sitjà, etc.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Alfons Moliné (2013): "Jan, ilustrador de cuentos", en Tebeosfera, segunda época , 11 (14-X-2013). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 23/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/jan_ilustrador_de_cuentos.html