GASPAR NARANJO. TRAZO ESQUEMÁTICO, MÁXIMA EXPRESIÓN.
RUBEN VARILLAS

 

GASPAR NARANJO. TRAZO ESQUEMÁTICO, MÁXIMA EXPRESIÓN. 


A comienzos de los noventa, Gaspar Naranjo (Carrión de Calatrava, Ciudad Real, 1971) estudiaba Farmacia en Salamanca. Era raro encontrar a algún estudiante que no tuviera al menos una de las camisetas que año tras año Gaspar diseñaba para las fiestas de paso del ecuador; tampoco era extraño descubrir servilletas adornadas con sus monigotes de miniatura en la cafetería de la facultad.

Mediada la década, Gaspar ya había comenzado nuevos estudios en la Facultad de Bellas Artes. Fue un periodo de formación y experimentación, una época de cuadros de gran tamaño trabajados con cera y de óleos figurativos. Pero, ni así, ni con la academia de por medio, llegó a abandonar el dibujo humorístico, esa narración fugaz de personajillos recorriendo bocetos, cuadernos y más servilletas de bar.

Llegamos así, paso a paso, al cambio de siglo, al abismo del mundo laboral y las obligaciones alimenticias. Es curioso que en ese momento, justo cuando su ocupación farmacéutica era ya una realidad, fuera cuando Gaspar Naranjo decidió concretar sus bocetos, ideas y talento para la tragicomedia con corazón en historias autoeditadas y distribuidas con cuentagotas entre sus círculos más cercanos.

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Como casi todos sus primeros minicómics, Busco besos y sólo encuentro cubitos (2004) es un tebeíto artesanal, delicado y primorosamente autoeditado (con canutillo y todo); un minicómic que en realidad recuerda al formato de los mismos cuadernos y libretas que habitaban sus criaturas de alambre. Esta preocupación por los formatos reducidos, la reminiscencia de la libreta, ha sido una constante en la, todavía breve, obra de Gaspar Naranjo; una obsesión que culmina con la publicación de ese cómic libreta de apuntes que es Sexo (Edicions de Ponent, 2009). Volveremos a él más adelante.

En Busco besos y sólo encuentro cubitos encontramos en estado embrionario muchos de los recursos y marcas de estilo (empezando por su afición a los largos títulos descriptivos) que  definieron su primer trabajo editado comercialmente: De cómo te conocí, te amé y te odié (Viaje a Bizancio Ediciones, 2008). En Busco besos… descubrimos ya esas osadas composiciones que reestructuran el espacio en blanco de la página (sin apenas viñetas) en busca de arquitecturas narrativas ajenas a las convenciones de lectura tradicional: en este sentido, cada página del cómic funciona según unas reglas espaciotemporales propias, determinadas por las necesidades dinámicas de los personajes que las recorren.

Encontramos en este primer fanzine, también, el campo temático y argumental que sobrevuela casi toda la producción de Gaspar Naranjo: el de las relaciones de pareja. Es imposible obviar el presentimiento de la autobiografía en la producción del ciudadrealeño (subrayada, en ocasiones, mediante el proceso de autorrepresentación gráfica como personaje). Por debajo de su epidermis humorística, las páginas de sus cómics respiran una humanidad tan viva y creíble que parece imposible que no estén basadas en pedazos de vidas reales (ese slice of life que ha acaparado el panorama tebeográfico reciente, tanto en Europa como en América). Los cómics de Gaspar cuentan historias de amor y desamor, las experiencias tragicómicas implícitas en el acto de perder la razón por otra persona hasta el absurdo. Describen el proceso de deterioro del amor idealizado y las consecuencias penosas en que ocasionalmente desemboca la constancia insalvable de que, al final, todos tenemos que convivir con seres de carne y hueso muy poco platónicos.

La línea gráfica de Busco besos y sólo encuentro cubitos ejemplifica también las constantes artísticas de su grafismo: un dibujo muy esquemático en un estilo cartoon indisimulado, una línea de trazo finísimo, un uso limitado pero muy significativo del color (al que en ocasiones se dota de valor connotativo), y una recurrencia constante a la representación simbólica de ideas, sentimientos o, incluso, situaciones.

Su siguiente fanzine, Tengo un amor metido en una caja (2004), explota otra de las vías que vertebran la obra de Gaspar: el lirismo visual a partir de textos a medio camino entre la prosa del día a día y una poesía naive de "andar por casa". Se trata de un trabajo en el que predomina el componente textual, si bien el mensaje nace de una relación de dependencia directa de aquel respeto a las imágenes que el autor intercala a modo de inciso completivo. 

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Es amor (2007) es la obra inmediatamente anterior a De cómo te conocí… y en ella se despliega una serie de mecanismos y temas que se desarrollaron en ésta posteriormente de forma más orgánica y estructurada. Es amor es el minicómic de Gaspar Naranjo de menor tamaño, un hecho que sin duda dificulta la claridad lectora de sus siempre delicados dibujos y que no ayuda del todo a disfrutar de la galería de situaciones humorísticas que en él se desarrollan. El tebeíto se compone de diversos gags de una página (algunas con desarrollo secuencial, otras con una única escena central) que reflejan con ironía y un fuerte componente metafórico (marca de la casa) algunos de los tópicos más comúnmente asignados a los procesos de enamoramiento y ruptura.

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Esa es la idea central que estructura las páginas del ya varias veces mencionado De cómo te conocí, te amé y te odié (Viaje a Bizancio Ediciones, 2008). Bajo la simple apariencia de páginas viñeta formadas, de nuevo, por gags conclusivos, en esta ocasión el autor lleva a cabo un proceso mucho más ambicioso y elaborado en términos de organización narrativa. La obra, como anuncia su título, se presenta bajo la fórmula de un tríptico que intenta cubrir las diferentes fases del ciclo amoroso (enamoramiento-pasión-hastío-ruptura). Así, aunque en apariencia cada página admite una lectura independiente, no es sino después de la lectura global cuando llegamos a entender las intenciones últimas y la naturaleza real de la obra.

El cómic, lleno de soluciones ingeniosas y situaciones que oscilan entre la representación simbólica y el humor clásico de las películas mudas de los años veinte, destila a partes iguales poesía visual, reflexión nostálgica y una gran sensibilidad para los detalles que conforman el complejo tejido de los afectos. El lector, cada uno de nosotros, encuentra en sus páginas señales diáfanas, pulsiones vitales, con las que sentirse identificado: por eso, la lectura de De cómo te conocí… no se puede afrontar desde la indiferencia o desde una supuesta objetividad pragmática. Desde la primera (inevitable) sonrisa, los personajes, esa pareja de entrañables cabezones con piernas y brazos de alambre, nos ganan para una causa que no es otra que la de sentirse vivo y reconocerse en los gozos y las pequeñas miserias ajenas (tan nuestras, por otro lado).

Mucho más mundano, cínico y procaz es Sexo (Edicions de Ponent, 2009); también, evidentemente, mucho más anecdótico, pero no por ello menos divertido. Este librito (primorosamente editado con el mismo formato de la libreta en la que originariamente se concibieron sus dibujos) se compone, de nuevo, de una serie de gags humorísticos alrededor de un tema único: el sexo. No hay lugar para la discriminación o la exclusión, Sexo se plantea como un catálogo humorístico de la sexualidad, una suerte de kamasutra cafre e irreverente en el que tienen cabida desde el intercambio heterosexual y homosexual, hasta otras prácticas mucho menos ortodoxas como la zoofilia o la necrofilia; siempre desde el humor y una muy sana mala leche.

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En Sexo, Gaspar Naranjo juega a una de sus aficiones artísticas favoritas: la de la inmediatez. Si en De cómo te conocí, te amé y te odié el dibujo presentaba un acabado digital, limpio y preciso, en este cómic el autor mantiene y se recrea en la apariencia abocetada de aquella libreta de apuntes primigenia. Los dibujos se presentan urgentes, imperfectos, pero espontáneos; no se intenta disimular la textura del lápiz, ni la irregularidad cromática que trasmiten los lápices de colores; en algunas páginas se mantienen incluso los borrones y las tachaduras de las páginas originales.

En la actualidad, Gaspar Naranjo compagina sus colaboraciones en revistas especializadas (Dos Veces Breve), con trabajos como ilustrador en publicaciones nacionales (FHM) o para portadas de discos (Decora), o en campañas publicitarias diversas. A sus proyectos habituales, recientemente ha añadido la elaboración de historietas en línea (El desertor, La lluvia y el limón, El extraño sueño del unicornio y el hermafrodita) que periódicamente cuelga en su página web (http://www.gasparnaranjo.com/) y en su blog (Busco besos y sólo encuentro cubitos). En ellas, el autor explora nuevas fórmulas estilísticas, incidiendo en las posibilidades que ofrece el uso de materiales plásticos (lápices de colores, dibujo a lápiz) aplicados a soportes y tratamientos digitales. Del mismo modo, experimenta con nuevas composiciones de página y con géneros diferentes a los que hasta el momento han alimentado su producción. Eso sí, su dibujo sigue gozando de una virtud nada desdeñable: la de la expresividad superlativa.

Creación de la ficha (2011): Rubén Varillas. Revisado por Francisco Javier Alcázar y Alejandro Capelo. Editado por Antonio Moreno. · Datos e imágenes tomados de ejemplares originales.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
RUBEN VARILLAS (2011): "Gaspar Naranjo. Trazo esquemático, máxima expresión.", en Tebeosfera, segunda época , 8 (24-VI-2011). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/gaspar_naranjo._trazo_esquematico_maxima_expresion..html