FEMINISMO Y AUTOGESTIÓN: ENTREVISTA A POWERPAOLA
«No me siento a gusto en un lugar donde siempre tengo que ser consistente como si fuera un producto del mercado». Powerpaola
Powerpaola es una mujer de acción. Conocida internacionalmente por su cómic Virus tropical (2010), una propuesta que nace del espíritu creativo y fanzinero anterior a las redes sociales, y que el director Santiago Caicedo, con quien trabajó en el cortometraje Uyuyuy, ha llevado a la gran pantalla con la colaboración de allegados que han hecho de la película toda una experiencia colaborativa. Para entender Virus tropical hay que volver a aquella época en la que Internet todavía era un espacio por definir y el espíritu de la autogestión creativa, tal y como lo conocemos hoy, andaba en pañales. Una época en la que se daban cita de una manera un tanto inconsciente el intercambio de trazos y opiniones en papel, blogs y fotologs y la expresión creativa de un “yo” en tránsito de alcance (potencialmente) global. En este contexto cobraron vida las viñetas autobiográficas que dieron forma a Virus tropical, imágenes que saltaron del blog al fanzine, y de ahí a la novela gráfica, para mutar, diez años después, en película de animación.
Portada del libro Virus Tropical (2010). | Cartel de la adaptación al cine animado de Virus Tropical. |
Powerpaola nunca ha abandonado Internet, aunque se encuentra más cómoda en el papel. Nacida Paola Gaviria en 1977, su infancia y adolescencia transcurrieron entre Ecuador y Colombia; con esta última mantiene lazos creativos, pues dibuja viñetas para Revista Arcadia y gran parte de su obra ha sido publicada por la editorial independiente La Silueta. Sus pasos pueden seguirse a través de su blog, visitando sus cuadernos de viajes repletos de apuntes dibujados, en sus fanzines y en sus cómics. En esta última década ha dejado su impronta en obras como Diario de Powerpaola, QP(éramos nosotros), Todo va a estar bien o Nos vamos, todas ellas atravesadas por un compromiso férreo, íntimo, visceral con la realidad vivida y un impulso nómada que la ha llevado a infinidad de lugares.
Forma parte de un activismo gráfico, político, junto a otras compañeras nómadas, bajo el sobrenombre Chicks on Comics. También se ha sumado, junto a otras muchas compañeras dibujantes, a Línea Peluda, campaña gráfica en redes sociales que aboga por una normativa segura y gratuita en materia de aborto en Argentina.
Ilustración de la autora para Línea Peluda. |
Incluir la palabra "poder" en el nombre siempre ha sido toda una declaración de principios. ¿Qué ha cambiado desde entonces ahora? ¿Qué has comprendido en torno al poder como autora después de más de una década dibujando y publicando, y qué crees que queda por hacer?
Al principio esa palabra me fue dada. Creo que esa historia la he contado muchas veces. Por una confusión, creo yo, un hombre en el metro de París entendió que mi nombre era “Power”. Yo insistí con el mío y, al final, quedó un tiquete de metro con el Power escrito por él y mi nombre escrito por mí, todo junto. Lo tomé como una señal y luego, cuando abrí mi primer blog, lo puse como mi seudónimo.
Siempre pensé que estaba fingiendo ese poder, me sentía muy insegura en muchas cosas; pero esa palabra me hacía inventarme un personaje que no le tenía miedo a nada. Y como dice esa frase de autoayuda: “Finge hasta que lo consigas”.
Con respecto a qué queda por hacer, me parece que la clave está en seguir cultivando la imaginación y creando comunidad. Es la única manera en la que creo que las cosas avanzan.
Virus tropical, tu obra más conocida, que nació en internet, trasladó su vida al papel (en fanzine primero y más tarde en formato libro) y ha mutado a película. ¿Cómo relacionas los dos medios de expresión, el cómic y el cine? ¿Qué potenciales expresivos te ofrecen, y qué limitaciones has detectado en ambos para la concepción de lo autobiográfico?
Cada formato tuvo sus propias dificultades, sus aciertos y su propio camino. Cuando empecé a escribir y dibujar Virus tropical fue una especie de catarsis sin ningún tipo de pudor. Al ser publicada tuve la sensación de haber entregado un pedazo de intimidad. Pasaron los años, y Virus tropical dejó de ser mía; todo un equipo tomó esa historia y la animó, tuvo su propia vida. Una vida más de ficción donde la historia cobró más importancia por sus situaciones arquetípicas del crecimiento y la familia. El espectador la completa con su propia vida, y eso para mí ya es un gran logro.
Imagen de la adaptación de Virus tropical al cine de animación. |
En esa línea, ¿consideras tu trabajo como autobiográfico, o lo definirías como autoficcionado? ¿La (auto)ficción como máscara, espejo, o ambos?
Mi trabajo siempre ha sido autobiográfico. Pienso que después de Virus tropical empecé a experimentar más con la autoficción; siento que me da más libertad y que ya no tengo la necesidad de contarlo todo. En realidad, todos nos basamos en nuestras propias experiencias a la hora de crear algo; en ese sentido todo es autobiográfico, pero al transformarlo en materia o símbolos se vuelve ficción.
Has citado en no pocas ocasiones tu sensación de extrañamiento ante el afán de definición de la sociedad, lo que coincide con tu nomadismo. No sé si eso pudiera estar relacionado con tu reciente deriva hacia la abstracción en tus obras más recientes...
Sí, siento una rebeldía profunda cuando me definen. Siempre he sido extranjera, y eso lo aplico para todo. Me gusta la idea de hacer todo lo que a uno le interesa y le da curiosidad. No me gusta el lugar cómodo o la repetición. O más que no me guste, no me sale, independientemente de si es historieta o no. No me siento a gusto en un lugar donde siempre tengo que ser consistente como si fuera un producto del mercado. No es fácil, porque para vivir del dibujo hay que ilustrar, y ellos te piden de alguna manera un estilo. No hay mucha salida. Pero yo quiero seguir insistiendo por el lado de la experimentación, por lo menos en mi trabajo personal.
Ilustración para Revista Arcadia. |
Te identificas con la cita del feminismo radical de los setenta, "lo personal es político", lo que tiene especial sentido desde tu perspectiva autoral. ¿Siempre ha sido así o has ido viviendo un proceso de despertar, de aprendizaje fruto del movimiento feminista de este último lustro?
Lo personal es político, por supuesto. Por eso tiene tanta fuerza la autobiografía o lo autorreferencial. Todos estamos teniendo acceso en cada momento a esa intimidad de todos, por lo menos en las redes sociales cada vez es más evidente. Se está hablando en micro de todo un contexto social, y eso cualquier persona lo puede entender. Tomas decisiones dependiendo de la vida que llevas. Creo que en el feminismo se ve claramente cómo muchas mujeres fuimos dándonos cuenta en el lugar en el que nos encontrábamos, gracias a que muchas se empezaron a cuestionar sobre nuestro lugar político en la sociedad, nos animaron a muchas otras a que nos cuestionemos cómo colaboramos en el engranaje. Pero esa reflexión continúa, no es estática.
Formas parte de Chicks on Comics, una iniciativa que también componen las autoras Clara Lagos, Caro Chinaski, Joris Bas Backer, Delius, Maartje Schalkx, Zane Zlemesa y Weng Pixin, y que se ha ido politizando conforme ha pasado el tiempo. Formada por ocho autoras de distintas partes del orbe, ¿qué balance harías de tu participación en el grupo y qué potenciales le ves como herramienta?
A mí me parece muy interesante lo que pasa con Chicks on Comics, pues es un dispositivo de diálogo y siempre tiene una antena muy consciente de lo que sucede en el mundo. Tener un grupo con el que uno pueda cuestionarse, hablar desde su propio hacer, es una fortuna. Estoy convencida de que hay que darle la vuelta al individualismo, hay que seguir apostando por esa idea de diálogo, sinergia y colectivo.
Historieta que relata el origen de Chicks on Comics. |
Habéis participado en la segunda edición del festival ¡Vamos las pibas!, iniciativa que surge desde la autogestión y el fanzine, celebrada el pasado 10 de marzo en Buenos Aires. ¿Cómo ves este tipo de escenarios para tejer redes con compañeras y cómo valoras estas estrategias de visibilización?
Fue muy emocionante. Cuando yo empecé a hacer cómics éramos muy pocas chicas en un mundo de hombres. Ver hoy que hay nuevas propuestas, muchas posibilidades de lenguajes en el dibujo, otras voces, no solo de mujeres y que eran casi tres pisos de gente haciendo sus fanzines, cómics y demás. Creo que una se pone optimista, desde luego.
El pasado es siempre importante en el proceso creativo de cualquier autora; también el presente. ¿Qué autoras, pero también qué mujeres, han influido en la vida y obra de Powerpaola?
Me gustan mucho las artistas que escriben como Cecilia Pavón, Pauline Fondevila, Valerie Mrejen o la misma Maitena. Leo a Gabriela Wiener, que hace periodismo gonzo. Me gustan las artistas, escritoras o periodistas que ponen su cuerpo a la hora de crear. Sigo mucho a las chicas de Persona, que es un stand up feminista de acá de Buenos Aires. Y en cómic me gustan Gabrielle Bell, Aisha Franz, Jazmín Varela, Tara Booth, Julia Barata, Ruohan Wang y muchas más. Además están mis amigas con las que, por lo menos una vez a la semana, nos vemos para dibujar y conversar.
Y, si pudieras adelantarnos, qué puedes comentarnos de tus últimos trabajos, así como de tus planes futuros en el ámbito creativo/comiquero.
Estoy trabajando en un nuevo libro, llevo unos años en él, pero como estaba metida de lleno en la película, he estado avanzando muy lentamente. Ahora siento que llevo un buen ritmo y espero que salga el año que viene.