Particularmente, el manga ha sabido beneficiarse especialmente de su propio folklore, prolijo en leyendas sobre fantasmas, demonios, duendes y otros seres sobrenaturales, plasmándolo en la mayor parte de sus historietas sobre terror, pero valiéndose igualmente de los mitos de terror procedentes de Occidente.Kamishibai de Keizo Kato, de 1952, titulado "En el jardín"
De hecho, un antecedente del manga como es el kamishibai o “teatro de papel” -consistente en un espectáculo callejero que exhibía ante el público, a cargo de un presentador/narrador, relatos desarrollados en grandes viñetas de lienzo o cartón- solía ofrecer con frecuencia en cada función una historia de fantasmas basada en las tradiciones locales.
Un mangaka que iniciaría su carrera ilustrando kamishibai, Goseki Kojima -quien más tarde se haría célebre por sus jidaimono o manga con base en el pasado histórico de Japón como Kozure Okami (publicado en España por Planeta-DeAgostini como Lobo y cachorro)- pasaría en 1957 a trabajar para el mercado de los kashibon o manga de alquiler (muy populares en el Japón posterior a la II Guerra Mundial, en una época en que los tomos o revistas de manga eran caros de adquirir para la mayoría de la población del país), hallándose varias historias de terror entre sus primeras producciones. Por entonces, hacía poco que había surgido el gekiga -literalmente, “imágenes dramáticas”-, término acuñado en 1956 por el dibujante Yoshihiro Tatsumi para designar aquellos manga de un contenido más dramático y denso, lo que promovió una proliferación de historias de “terror psicológico” en el mercado de los kashibon manga: relatos en torno a misterios y crímenes, de entre cuyos autores destacaría Yoshiharu Tsuge antes de hacerse notar, a partir de mediados de los
60, como pionero del género “alternativo” o underground en las páginas de Garo, revista decana de entre las dedicadas a este último tipo de manga.Portada del nº 47 de Garo
Nacido en 1924 en Sakainimato, en la costa oeste de Japón, el joven Shigeru mostró desde una temprana edad un notable talento artístico; paralelamente, su interés por lo fantástico le fue estimulado por una anciana de su pueblo natal llamada Non-non-obasan (“Tía Non-non”), que le contaba frecuentemente relatos de fantasmas y duendes1.
Tras combatir en la II Guerra Mundial, durante la cual perdería su brazo izquierdo a causa de un bombardeo de las fuerzas aliadas, Mizuki se ganaría la vida como artista de kamishibai, pasando en 1957 al mercado de los manga impresos. En 1959 crea Yurei Ikka (“La familia fantasma”) en las páginas de Shonen Magazine, serie en la cual aparecería el personaje que le otorgaría mayor celebridad, Hakaba no Kitaro (“Kitaro, el del cementerio”), que obtendría serie propia en 1965, también para Shonen Magazine, siendo rebautizado posteriormente como GeGeGe no Kitaro (“Kitaro el fantasmagórico”). Kitaro es el último descendiente de una dinastía de seres fantasmales; aunque tiene el aspecto de un niño normal, posee poderes paranormales como volar, despedir fuego o separar sus manos de su cuerpo para que éstas actúen independientemente. En la órbita de su ojo izquierdo, ocultada por un mechón de cabello, reside el espíritu de su padre, en forma de globo ocular con brazos y pies, quien le asesora y da consejos contínuamente; otro personaje que suele acompañarle y aconsejarle en sus aventuras es Nezumi-Otoko, un espíritu anciano y burlón. Kitaro suele tener como contrincantes a espíritus y seres sobrenaturales del folklore japonés -de los que Mizuki se reveló como un gran conocedor, habiendo incluso llegado a recopilarlos en un libro, Yokai Jiten (“Diccionario de los espectros”)- pero también mitos importados de Occidente como Frankenstein o Drácula. GeGeGe no Kitaro revela que los espíritus y otros seres sobrenaturales, que ya existían en nuestro mundo antes que los humanos, vivían antaño en armonía con la naturaleza; se le reprocha a la propia raza humana el haber turbado dicha armonía, lo cual ha motivado la progresiva extinción de los espíritus; puede hablarse aquí de cierto mensaje ecológico en el manga.Creaciones de Shigeru Mizuki, todo un panteón de demonios familiares que el autor describía hasta anatómicamente.
Aunque destinadas básicamente a un público infantil, las hazañas de Kitaro no vacilaban en presentar ambientes sombríos y macabros. GeGeGe no Kitaro ha tenido, a partir de 1968 y a lo largo de los años, varias adaptaciones animadas para televisión y cine. El manga original concluyó en 1969, pero ha continuado reeditándose con éxito en Japón, si bien la fuerte presencia de elementos localistas en el mismo han impedido acaso el que sea editado fuera de su país natal (aunque la versión televisiva ha sido emitida en algunos países latinoamericanos).
Aún más grotesca resulta otra creación popular de Mizuki, Akuma-kun (“El diablillo”, 1964), cuyo protagonista invoca, con la ayuda de un mago, a Mefistófeles sirviéndose de un pentáculo y de la flauta del rey Salomón; las fuerzas demoníacas que desencadenará con ello se revelarán incontrolables. De un tono aún más siniestro que GeGeGe no Kitaro -la especialista italiana Cristina Mulinacci comentó que “la multitiud de monstruos representados en este manga recuerda por un lado las obras de Goya y Durero; por otro lado, las representaciones religiosas sintoístas y budistas”2-, Akuma-kun tuvo su adaptación televisiva en imagen real en los años 60, y otra animada a finales de los 80.
Imágenes de La Princesa Caballero, Don Dracula y, abajo, dos muestras de Vampire, todas de Tezuka
Aparte de Mizuki, otros nombres veteranos que han cultivado el manga de terror incluyen al patriarca de los historietistas japoneses, Osamu Tezuka, y al dúo Fujio-Fujiko. Tezuka, que ya había incluido elementos de algunos de sus manga de más éxito -en La Princesa Caballero (Ribon no Kishi, 1954, publicada en España por Glénat), la protagonista ha de combatir, entre otros enemigos, al mismísimo Diablo, bajo su nombre de Mefisto3- lanzaría en 1966 Vampire, cuyo protagonista no es, pese al título, un vampiro, sino un hombre lobo. Dos años después, Vampire obtendría una adaptación televisiva que combinaba dibujos animados y actores reales, de escaso éxito. En un estilo más paródico, Tezuka presentaría en 1978 Don Dracula, una especie de Carpanta vampírico perpetuamente frustrado en sus intentos por chupar sangre. De Don Dracula apareció en 1980 una breve versión animada en ocho episodios.
Los componentes del dúo Fujio-Fujiko (seudónimo común de Hiroshi Fujimoto y Moto Abiko), especializados en los manga para público infantil y célebres sobre todo por la creación del gato-robot Doraemon, también combinaron el terror con el humor con Kaibutsu-kun. El personaje titular -su nombre significa literalmente “monstruito”- es el joven príncipe del País de los Monstruos, viviendo divertidas aventuras junto a versiones caricaturescas de Frankenstein, Drácula y el Hombre Lobo. Kaibutsu-kun tuvo versión animada en forma de dos series, la primera producida en blanco y negro en 1968 y la segunda, ya en color, en 1980. Recientemente ha obtenido otra teleserie más, esta vez con actores reales, estrenada en Japón en abril de 2010.
Desde mediados de los 60, con la aparición de las primeras publicaciones de manga específicamente para adultos, surgen los primeros creadores especializados en el manga de terror puro, no apto para menores, entre los que cabe resaltar el nombre de Hideshi Hino, maestro en plasmar los más bajos sentimientos mediante un dibujo adecuadamente feísta. Nacido en Manchuria en 1946 de padres japoneses, Hino debuta profesionalmente en 1967 con el relato Sudor frío, publicado en la revista de manga “alternativo” COM, lanzada por Osamu Tezuka, y en 1971 presenta su obra más conocida, El oscuro teatro de Hideshi Hino, que hasta la fecha ha abarcado 14 tomos y ha inspirado varias películas de imagen real. Algunas de sus obras, como El niño gusano y El hijo del Diablo, han sido editadas en España por La Cúpula, y fue uno de los invitados de honor del XVII Salón del Manga, celebrado en 2006 en L´ Hospitalet.Dos páginas características de H. Hino
Uno de los ambientes de Maruo |
Go Nagai, conocido sobre todo por sus manga de tema robótico, de entre los que sobresale el celebérrimo Mazinger Z, ha cultivado una gran diversidad de géneros, a lo largo de su prolífica obra, incluyendo el terror. Sus primeros tanteos en este campo incluyen Oni (“Demonio”, 1970) y Susumu-chan Dai Shock (“El gran shock de Susumu-chan”, 1971). Ese mismo año lanza Mao Dante, libremente inspirado en el Infierno de Dante, cuyo protagonista es un muchacho-demonio que debe liberar a sus congéneres, oprimidos por un Dios cruel; una trama que, sin duda, haría chocar la moral judeo-crisitana aún fuertemente imperante en Occidente. Al año siguiente, y debido a que la productora Toei estaba interesada en hacer una adaptación animada de Mao Dante pero consideraba su contenido demasiado “fuerte” para un público juvenil, Nagai lanza Devilman, una versión más light de su creación anterior. El personaje titular es en realidad un estudiante llamado Akira Fudo que es poseído por fuerzas malignas y convertido en un demonio; como tal, debe luchar en contra de la humanidad, pero el amor por una chica, Miki, le incita a rebelarse contra su condición de demonio y combatir del lado del Bien. En 1974, Nagai crea Violence Jack, cuyo protagonista es una reencarnación del propio Akira Fudo.
Bartard!!, también cargado de erotismo. |
Berserk (publicado en España primeramente por Planeta-DeAgostini como Gatsu, el guerrero negro, y luego por Mangaline con su título original), creado en 1990 por Kentaro Miura para la revista ComiComi, está protagonizada por Gatsu, un mercenario errante que es un hábil cazador de demonios y otros espíritus malignos gracias a que puede detectarlos cuando una señal que tiene en la nuca sangra cuando uno de ellos está cerca.
Horobi |
No obstante, hay que esperar a los 90 para presenciar un auténtico boom en Japón de manga de terror puro, con la proliferación de publicaciones dedicada exclusivamente al género -tal como Halloween- y la aparición de nuevos autores especializados dentro de dichas publicaciones, paralelamente a una revitalización en el país del terror en el medio cinematográfico (dando lugar a la eclosión de las películas llamadas J-Horror, con títulos como The ring (Hideo Nakata, 1998), basada en una novela de Koji Suzuki y considerada como el equivalente nipón de El exorcista, que ha dado lugar a varias secuelas e incluso inspirado a Hollywood un remake igualmente titulado The ring (Gore Verbinsky, 2002), producido por Dreamworks y estrenado en España como La señal5.
El citado boom ha permitido revelar particularmente mujeres autoras de manga de terror: una de las más notables es Kanako Inuki, cuya obra le ha valido el apodo de “reina del horror”, destacando de entre sus series Bukita-kun, sobre un solitario chico zombi en busca de su verdadero amor, y School Zone. Otros nombres incluyen a Junji Ito, a quien se debe Uzumaki (“Vorágine”), publicada en Big Comic Spirits, y Tomie, protagonizada por una joven que despierta entre los hombres ganas de ser matada, pero que tras hacérselo renace continuamente (y de la que ya se han realizado varias adaptaciones cinematográficas en imagen real); y especialmente Minetaro Mochizuki, que dio al manga de terror de los 90 una de sus aportaciones más notables con Zashiki Onna (“La mujer de la sala de estar”), antes de alcanzar la fama internacional con Dragon Head. Esta obra de terror psicológico, creada en 1994 para Young Magazine, describe a lo largo de sus cerca de 2.000 páginas la odisea de tres estudiantes -únicos supervivientes de un tren que, a causa de un terremoto, ha quedado sepultado bajo un túnel- que descubren al salir de dicho túnel un Japón desolado y en ruinas. Dragon Head ha sido publicado en España por Glénat.
Kanako Inuki, Junji Ito y Minetaro Mochizuki, de izquierda a derecha, respectivamente.
También conocido en nuestro país es Naoki Urasawa, quien después de cosechar éxitos en otros géneros como Yawara! (ambientado en el mundo del judo; publicado por Glénat únicamente en versión catalana), Master Keaton o 20th Century Boys, ha elaborado otra pieza maestra reciente del terror psicológico con Monster! (1994, para Big Comic), protagonizada por Kenzo Tenma, un prestigioso cirujano japonés residente en Alemania, el cual se ve involucrado en una misteriosa serie de asesinatos de la cual se sospecha que él es su autor. Monster!, cuya edición en castellano ha sido lanzada por Planeta-DeAgostini, ha obtenido su pertinente serie de anime y, entre otros galardones, fue recompensado con el Premio Haxtur a la mejor Historia Larga en el Salón del Principado de Asturias de 2004.
Edición española de Death Note |
En definitiva, al igual que en otros géneros historietistícos, la narrativa dibujada nipona ha sabido aportar contribuciones notables al género de terror, otorgándoles un “sabor oriental” -particularmente merced al citado empleo de los elementos folklóricos autónomos- que les ha permitido exhibir una personalidad propia frente a los cómics de terror occidentales. Precisamente, al referirnos a dicho “sabor oriental”, cabría citar asimismo a los restantes países del sudeste asiático -en especial Hong Kong, Filipinas, Corea del Sur, etc.- que también han cultivado el terror dentro de sus respectivas propias producciones de cómics, si bien ello ya constituye otra historia, o mejor dicho, la base para un futuro estudio.