EL QUE PARTE Y REPARTE SE QUEDA CON LA MEJOR PARTE
JORGE GARCÍA

Reseña:
Sección:
Notas:
Reseña inaugural de la nueva sección de Jorge García para Tebeosfera.

METALES NOBLES 1: EL QUE PARTE Y REPARTE SE QUEDA CON LA MEJOR PARTE

Metal noble.m. Quím. El que no se oxida ni se altera con facilidad; p. ej., el oro, el platino y el iridio.
 Diccionario de la Real Academia

 EL CUBRI (Saturio ALONSO, Pedro ARJONA y Felipe HERNÁNDEZ CAVA, con la colaboración de Adolfo USERO): El que parte y reparte se queda con la mejor parte, Editorial Fundamentos, Madrid, 1975. ISBN: 84-245-0137-3
 
 
En 1975 la Editorial Fundamentos reunió una amplia selección de historietas del colectivo El Cubri en el álbum El que parte y reparte se queda con la mejor parte. Este libro marcó un hito en la historia del tebeo político español, tanto por la variedad de sus contenidos como por el rigor narrativo y la audacia formal que estosexhibían. Treinta y cuatro años después de su aparición, conserva intactos el vigor,la frescura y esa poderosa capacidad para conmover y agitar las conciencias que distingue la obra de El Cubri.
 
Este equipo había nacido en 1973 fruto de la amistad entre el guionista Felipe Hernández Cava (Madrid, 1953) y el dibujante Saturio Alonso (Soria, 1953). Por entonces, ambos velaban las armas en la profesión de historietista. El primero había debutado el 30 de enero de 1971 en la serie “Rosa la revoltosa” que, con dibujos de Manuel García Pizarro, aparecía semanalmente en el suplemento El Cuco del diario Pueblo. El segundo había comenzado a trabajar poco después en las páginas del mismo periódico, adaptando obras literarias al lenguaje de la historieta con guiones del propio Hernández Cava. A ellos se unió en 1974 el dibujante Pedro Arjona (Madrid, 1949), director de arte en una agencia de publicidad.
www.tebeosfera.com 
Los tres componentes de El Cubri tenían muy claro que su trabajo en común partía de unos presupuestos radicalmente distintos a los de sus respectivas ocupaciones previas: por un lado, retratar las condiciones de vida del pueblo español, sistemáticamente ignoradas hasta entonces en nuestros tebeos; por otro, denunciar los abusos del imperialismo, ya fuera en Chile,Vietnam o la franja de Gaza. A estos postulados, el colectivo agrega la reflexión sobre los códigos narrativos de la historieta y el intento de establecer las bases para una nueva gramática del medio. En sintonía con estas inquietudes, el equipo adoptó como sello estético el uso del epidiáscopo o proyector de cuerpos opacos. Este instrumento, que Saturio Alonso manejaba con virtuosismo, permitió al grupo manipular cualquier imagen y modificar su significado hasta extremos contradictorios, en la mejor tradición situacionista.
 
El Cubri se dio a conocer en Bang!, la revista de estudios sobre historieta que dirigía el historiador Antonio Martín, y en Nuevo Fotogramas, apadrinados por el polígrafo Carlo Frabetti. El equipo adquirió cierta notoriedad al alzarse con el segundo premio en el Concurso de Cómic del XI Certamen Internacional de Cine para Niños de Gijón en 1973 (el primer premio recayó, por cierto, en la historieta “Canción infantil” de Enrique Ventura y Miguel Ángel Nieto, reproducida poco después en uno de los boletines que Bang! repartía entre sus socios). A partir de entonces, el colectivo dejó su huella en multitud de publicaciones del tardofranquismo, desde Triunfo a Por favor, pasando por Cinestudio, Contrastes, El Cocodrilo Leopoldo, Futbol In, Nueva Dimensión o Zona Abierta. Pero el grueso de su producción iba destinado a la lucha antifranquista, especialmente a aquellas organizaciones que durante la Transición Política se postularon a favor de la ruptura democrática y en cuyos aparatos de propaganda el grupo publicó alguno de los mejores panfletos de toda la clandestinidad.
 
Por su espíritu militante, El Cubri tuvo casi siempre un alcance minoritario. Sin embargo, ocupó un lugar destacado en las filas de aquella generación de autores que, desde finales de la década del sesenta, venía modificando profundamente los cimientos de la historieta española. Así lo entendieron críticos tan perspicaces como Antonio Lara, que destacó en las páginas de Bang! el “sentido del montaje” del colectivo. O Antonio Martín, que mantuvo una nutrida correspondencia con los miembros del grupo sobre la necesidad de renovar los códigos expresivos del medio. O el sociólogo Ludolfo Paramio, que firmó una esclarecedora reseña sobre El que parte y reparte, enalteciendo la madurez del equipo y “su persistente voluntad de realismo”.
 
Sin duda, El Cubri había alcanzado en apenas dos años un severísimo dominio técnico, cuya expresión más refinada -incluso frente al fascículo humorístico A la Mari Loli la ha pillado un toro publicado en 1974 por Sedmay Ediciones- fue El que parte y reparte. La mayoría de los relatos que componen este álbum observan una minuciosa construcción interna, un montaje riguroso, un uso deslumbrante de los textos y una estética cambiante, pero siempre fiel a las necesidades expresivas de lo narrado. La suma de estos elementos y la carga de reflexión crítica e indignación moral que anima cada viñeta dieron por resultado un tebeo invulnerable al paso del tiempo.
 
El que parte y reparte es un álbum ambicioso que, como señaló Ludolfo Paramio, prescinde de toda limitación formal e incluye historietas dramáticas y satíricas, ilustración, collage, fotonovela, alteraciones situacionistas y pastiches publicitarios. Además, abarca asuntos tan diversos como el colonialismo, el racismo, la realidad española o la emigración. Nos encontramos, pues, ante un magnífico ejemplo de lo que György Lukács llamó “realismo crítico”: la ficción al servicio del análisis y la denuncia de las injusticias.
 
www.tebeosfera.comCon este fin, El Cubri emplea una serie de procedimientos encaminados a persuadir al lector de encontrarse directamente enfrentado a la realidad, como si estuviese ojeando las páginas de un periódico o viendo un noticiario en la televisión. Esta vocación documental se manifiesta en la destreza con que Felipe Hernández Cava integra toda clase de documentos en sus guiones. Los relatos adoptan así la estructura de un collage narrativo. Estadísticas, discursos, encuestas sociológicas e incluso simples fragmentos de canciones se combinan perfectamente con los textos de apoyo literarios para delinear el momento histórico y cuantificar las consecuencias de un episodio determinado.
 
El recurso a la alteración de fotografías acentúa aún más la impresión de mundo “real” y confiere a El que parte y reparte el semblante de objetividad que lo caracteriza. Saturio Alonso y Pedro Arjona imprimen un notable ascetismo formal en estas páginas. Anteponen la mancha a la línea para conseguir fuertes contrastes de luz que destaquen la figura humana sobre un paisaje desolado o reducido a su mínima expresión. La estética resultante es sobria y fría, y apela tanto a la inteligencia de los lectores como a su conciencia y su solidaridad ante el sufrimiento ajeno. El montaje refuerza el discurso crítico al contraponer imágenes casi antagónicas, como las de la matanza de My Lai y la representación estereotipada del “American Dream”, o las del discurso colonialista francés y la tortura en la Argelia ocupada.
 
Y es que dos terceras partes de El que parte y reparte están dedicadas a poner en entredicho el imperialismo. La esencia analítica y acusatoria del libro alcanza en estas historietas su máxima expresión y enraíza con los debates de su tiempo, especialmente con la contestación social a la guerra de Vietnam (cuyas imágenes, tomadas por grandes reporteros como Larry Burrows, Don McCullin, Hort Faas o Philip Jones Griffiths, sacudieron las retinas de medio mundo). Aunque muchas de las creaciones más inspiradas y heterodoxas de este volumen se adscriban a la temática antiimperialista, el álbum no se agota en la condena de las potencias. También se ocupa en delinear la España de su época con un lenguaje narrativo más convencional, pero no menos claro, limpio y exacto.
 
Estas narraciones españolas, protagonizadas por obreros, emigrantes o toreros en ciernes, sintetizan en unas pocas planchas los deseos y las frustraciones de una sociedad intoxicada por el conformismo y la indiferencia. Quizá la historieta que mejor encarne este afán analítico sea, paradójicamente, la menos ortodoxa del conjunto. Me refiero, claro está, a la dedicada al incidente de Palomares: la búsqueda de seis bombas atómicas perdidas en Almería en 1966. Todo el relato (recuperado para el lector actual en el catálogo de la exposición “Tal como éramos” que, en torno a la obra de El Cubri, organizó la diputación de Sevilla a finales del 2008) es una sucesión de estampas que conforman un gran mosaico. Cada página presenta una instantánea en la vida de una clase social o un grupo de edad determinado. En paralelo, los textos de apoyo desgranan minuciosamente la crónica de la búsqueda de las bombas. El contraste entre las instantáneas y el reportaje trasluce una intención evidente: radiografiar un sujeto colectivo a partir de sus elementos constituyentes.
 
www.tebeosfera.comPese a toda la pericia narrativa que ostenta “Palomares”, las mejores historietas de temática española son, a mi juicio, “Porque algo fallaba” y el relato sin título del ex-convicto (perteneciente a un ciclo de historias protagonizado por un personaje que, con distinto rostro y distinta biografía, responde invariablemente al nombre de Julián Curtido). Esas dos piezas condensan, junto a “Rusell” y “Después” -dibujada por Adolfo Usero-, las virtudes del colectivo en su vertiente más ortodoxa: una estructura impecable, un montaje cuya exactitud roza la perfección y unos diálogos que sugieren siempre mucho más de lo que dicen. Cada uno de estos relatos transpira la ternura y la identificación de sus autores con los humildes y los vencidos, y nos deja la impresión de haber asistido, como en los mejores cuentos de Ernest Hemingway o Ignacio Aldecoa, a un instante revelador en la vida de sus protagonistas, ya sea la ruptura de un matrimonio o la liberación deun preso con veinte años de cárcel a sus espaldas. En muy pocas viñetas, sin sentimentalismo ni alarde narrativo alguno, El Cubri alcanza la riqueza de matices de las obras maestras.
 
Aunque amargo, el mensaje de El que parte y reparte no es pesimista. Por el contrario, estamos ante un tebeo comprometido con la transformación de la sociedad según las pautas fijadas por Marx y sus seguidores. En sus páginas subyace, según las elogiosas palabras que Antonio Martín dedicó al colectivo, “la esperanza de que el hombre aún puede tomar su destino en sus manos”. Y también el compromiso con los miserables, los humillados, los explotados. Leído ahora sin el prejuicio que impone la ideología, este libro nos sumerge hasta el tuétano en las luchas de su tiempo a fuerza de inteligencia y sabiduría narrativa.
 
Sí, cumplidos los treinta y cuatro, El que parte y reparte se mantiene fresco y vibrante. En parte porque continúan vigentes los mismos privilegios económicos y las mismas injusticias sociales que el libro combatía. En parte por la rigurosa construcción y la economía expresiva de sus relatos. Pero sobre todo por el vigor y la profundidad que El Cubri supo infundir a esta obra para que apelase a lo mejor que hay en cada uno de nosotros: la integridad, la compasión, la humanidad.
Creación de la ficha (2009): Jorge García, con edición de Javier Mora Bordel
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JORGE GARCÍA (2009): "El que parte y reparte se queda con la mejor parte". Disponible en línea el 24/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_que_parte_y_reparte_se_queda_con_la_mejor_parte.html