EL JUEVES: REVISTA DE LA TRANSICIÓN, REVISTA EN TRANSICIÓN
En el número 1.305 de El Jueves, con fecha en portada de 29 de mayo de 2002, los editores agradecen y felicitan sarcásticamente a los jueces fachas que intentaron detener sus chistes, a la Iglesia que les acusó de blasfemos, al Ejército alcanforado, a los intelectuales, periodistas y sociólogos que les dijeron cutres... y a los “expertos” en cómic que les ignoraron y les tildaron de “populacheros”.
Uno de los males que casi todos los aficionados y estudiosos de los cómics venimos arrastrando desde siempre es la segregación entre humor grafico e historieta. Es verdad que los humoristas gráficos se ven apartados de la historieta por razones profesionales, por razones de editoriales, por razones de público y por razones de modos de actuación y de consideración (los dibujantes de El Jueves, según Monteys, en su mayoría han querido apartarse de los circuitos del cómic porque ellos se veían más como hacedores de humor y periodismo que de cómics). Y algunos teóricos de nuestra historieta, ante todo los jóvenes que acceden al medio por el apego a un género concreto, se olvidan de que existen publicaciones que combinan humor gráfico y cómics (hijos ambos medios de una misma gramática aunque su sintaxis sea diferente), que en el caso de El Jueves ya cuenta con más de 1.300 números editados.
En efecto, si alguna publicación relativa al medio historieta es la viva representante de los primeros 25 años de democracia española, esa es El Jueves (El Víbora ha transformado demasiado sus planteamientos y contenidos como para ver en ella un reflejo de la transición democrática).
Todo ocurría muy rápido en los años anteriores al refrendo popular de Suárez que el 15 de junio de 2002 conmemoramos los españoles. Nos hallábamos emergiendo a la brisa primaveral de la democracia en una España desmalazada, ávida por recuperarse económicamente, deseosa de gritar ideas libremente, desasida de la presa herrumbrosa de la dictadura... Ganas había de cambio tras saber de la revolución portuguesa de 1974, que parecía preludiar la movilización de las fuerzas sociales del país vecino, el nuestro. Así, la muerte de Franco hecha pública el día 20 de noviembre de 1975 dio paso al júbilo, a la instauración de la Monarquía un par de días después, al nacimiento de los diarios El País y Diario 16 en 1976, a los preparativos para la formación de un gobierno nuevo, al afán de modernización política desatada tras la Matanza de Atocha en enero de 1977, a la legalización del Partido Comunista Español, y a la amnistía a presos políticos por Real Decreto de 27 de mayo de 1977. Todo parecía posible en aquella España de nuevo adolescente. Todo.
Portada del primer número de El Jueves (27-V-1977), ccn dibujo de J.L.Martín. |
El Jueves fue editado en sus comienzos por Formentera, un sello perteneciente al Grupo Z, y como mucha otra prensa coetánea desde sus primeros números contribuyó a superar el miedo acumulado durante cuarenta años, a superar el recelo a construir una España nueva. La revista fue un reflejo, quizá el reflejo más jovial, de la ilusión y la alegría que reinaron en aquel ambiente, casi un acto fisiológico de recuperación de la libertad. Su presencia se sumó a las que surgieron al amparo de la libertad de prensa regulada desde el día 12 de abril de 1977 por Real Decreto, según el cual se contemplaba aún el secuestro informativo si se atacaba a la Corona, a las Fuerzas Armadas y a la Unidad de España.
Por entonces no era necesario acercarse tanto a la frontera de lo ilegal: el sarcasmo podría afilarse fácilmente en un país aún ñoño, agradecido con quien le proveía de risas (recordemos que la inflación era entonces del 26,4 %) y en el que lo que copaba la atención del público era: la pinta rechula de Suárez, el Un, dos, tres, los programas de Iñigo, Pippi, el humor de Bigote Arrocet, Heidi, la eterna adolescente Pepa Flores, Un globo, dos globos, tres globos, Pepe da Rosa, y el Atlético de Madrid como campeón de Liga...
Los más trasgresores de por entonces eran Ramoncín y Boadella, y por supuesto todas esas publicaciones que amparándose en la libertad por estrenar se apuntaron a la euforia editorial de la denominada “fiebre del destape”, a la cual podríamos acoger El Papus, una revista más combativa ideológicamente y más abiertamente explícita que terminó trasgrediendo el libro de estilo de algunos descerebrados y sufrió un condenado atentado con bomba (por parte de la Alianza Apostólica Anticomunista). El Jueves también recibiría amenazas de bomba, pero nunca explotó ninguna, si bien la policía pasaba dos o tres veces al mes por redacción para atender una de esas alertas, o para secuestrar el número en difusión tras la decisión de un tribunal, que había determinado que entre sus contenidos hubo infamia, difamación o blasfemia.
Créditos del primer número de El Jueves. |
Romeu se había iniciado con Vigil en Nueva Dimensión y le vieron como hombre interesante para esta apuesta. Romeu era íntimo de Tom, e Ilario telefoneó a otra promesa de aquel debutante en Bazaar, J.L. Martín, para completar la terna de directores. Para el primer número quedó completo el staff con los citados Ilario, Erviti y Vigil, los directores y a la vez autores Tom, Romeu y Martín, y con un grupo de dibujantes reclutados a toda pastilla: Ferreres, Kim, Trallero, Vives, Don Ángel y otros. Funcionó. La frase “España va de culo” en portada sedujo al público al mismo tiempo que simbolizó el espíritu punzante de la revista, el cual sigue siendo el mismo aún hoy. No tardaron en ser reclamados más autores para la publicación. De El Papus se trasladaron los irreverentes Ivà, Óscar y Gin... y de otras publicaciones se fueron captando a nuevos colaboradores. En el número 100 de la revista, de 1979, aparecían regularmente las firmas de Forges, Martínmorales, Ventura y Nieto, Raf, Tex, Quino...
Portada de El Jueves nº 59 (14-VIII-1978), ccn dibujo de Martínez el Facha, por Kim. |
El Jueves hacía gracia, desde luego, pues tenía en nómina al conjunto de humoristas más brillantes del país, pero en el libro de estilo de la redacción había una palabra que no figuraba: “censura”, y algunas de las historietas o chistes o ilustraciones que fueron publicadas no resultaron del agrado de ciertos individuos. El caso más sonado fue el de J.L. Martín quien estaba haciendo humor con “¡Dios Mío!” desde El Jueves núm. 25 y fue acusado de blasfemia por apuntar, al final de su obra La Biblia contada a los pasotas (en 1980), que la sagradas escrituras eran un libro bestia y sanguinario en el cual se había basado nuestra civilización. Un mes y un día de arresto. Otros denunciantes además de la Iglesia fueron las Fuerzas Armadas, Sánchez Dragó, Encarna Sánchez, hubo toques de atención recibidos de parte de Ruiz Mateos y de la Casa Real, y no faltaron las cartas y llamadas amenazantes.
Las dos últimas páginas de La Biblia contada a los pasotas (1980), de L.L. Martín. |
Resultan algo ingenuas, vistas hoy, las razones para las querellas, si bien es cierto que el humor de El Jueves anduvo siempre en la linde con lo rechazable. El objetivo era la conexión con el público, lo cual consiguió con un puñado de personajes y secciones que han pasado a la historia de nuestra cultura. Al profesor Cojonciano, que se incorporó en el número 27, a finales de 1977, le siguieron en el tiempo: el inolvidable “Ciclo XXI” de Tha y TP Bigart, los “Grouñidos en el desierto” de Ventura y Nieto (desde El Jueves, 88, de 1979), la gente de “Contactos” (desde el 178, de 1980), las “Historias Hermosas” y el “Puticlub” de Fer (desde El Jueves, 195 y 276, de 1981 y 1982, respectivamente)... Durante esta época, de 1977 a 1982, fue redactor jefe de la publicación el periodista Ángel Sánchez, un enamorado del humor belicoso de Gin, Óscar e Ivà, y que confió plenamente en la jovencísima Mayte Quílez, que aún hoy sigue siendo pieza fundamental en el funcionamiento interno de la publicación.
Entre todos esos trabajadores, esos personajes y el resto de secciones de comentario humorístico y de vilipendio chusco, fue construyendo El Jueves una crónica informal de un país que crecía. El semanario mostraba de España no su lado colorista y bonachón, sino el apartado mísero, ridículo y risible. Semana a semana, la piel de toro iba recibiendo punzadas en lo político, lo social, casi sin tiempo para analizar todo lo que acontecía: número 3, primeras elecciones generales, 4, tongo en el triunfo de Suárez, 5, autorización de los casinos, 6, legalización del adulterio, 7, asunto Lefebvre, 8, 9 y 10, la crisis económica, 16, la Generalitat para Cataluña, 17, la píldora, 21, la entrada del porno, 22, la amnistía... A partir del número 27, ya con portada en color, El Jueves se alejó paulatinamente de la actualidad bullente y fue descendiendo a pie de calle, versando sobre el famoseo, el veraneo, vilipendiando a la televisión pública, riéndose de las estúpidas modas pasajeras, denunciando la corrupción en el poder, y eso sin olvidarse del pulso mantenido con la realidad social y económica y de ridiculizar al Papa, a Reagan, a Fraga, a los Boyer, a Lola Flores...
Varias de las portadas mencionadas: las de los números 3, 10, 17 y 27. |
Encarrilando los ochenta, el gurú del Grupo Z Antonio Asensio fue moderando la filosofía editorial de su línea de publicaciones y haciendo cada vez más concesiones al poder, hasta el punto de que terminó por desentenderse de revistas con contenido pornográfico (algunas editadas en asociación del distribuidor Cadena, luego propietario de Ediciones Zinco) o de publicaciones de humor como Sal y Pimienta. También se desentendió de El Jueves en 1982, que vendió a sus entonces directores Gin, Oscar y José Luis Martín. Estos tres fundaron ipso facto Ediciones El Jueves SA para sacar adelante la revista durante la siguiente década. Los fundadores Romeu y Tom no participaron de esa compra, se fueron separando de El Jueves hasta el punto de no mantener vínculos de ningún tipo posteriormente. Interesa señalar que Tom fundó su propio sello editor en 1981 (Sauce) y dedicó mucho de su tiempo a elaborar guiones para la televisión catalana, y que Romeu cogió a su “Miguelito” de la mano y se fue con él a El pequeño País ese mismo año (el resto de su producción quedó asociada al Grupo Z: El País Semanal, Interviú)
Los nuevos editores se obstinaron en persistir en la risa, en trabajar por mantener la fidelidad del público y expansionarse en lo posible. Se erigieron adalides del humor los ya citados junto a El Perich, Toni, los inconmensurables hermanos Tharrats, Llüisot, luego llegarían humoristas trasatlánticos (Palomo, Tabaré) y otros nacionales (Rioja, Bié, Oli), sin olvidar a Aurelio Romero, redactor de muchos textos que aparecían en la revista, incansable humorista en la sombra. De entre ellos destacó el espíritu combativo del ya fallecido Gin, siempre una persona afable, de espíritu festivo y de gran capacidad creativa. Eso no le restaba responsabilidad, de hecho fue siempre uno de los directores de la publicación más obsesionados con la adecuación a los nuevos tiempos y a los nuevos públicos. En ese sentido, J.L. Martín no se quedó atrás y dio rienda suelta a esa necesidad de hacer humor cálido pero sin perder la irreverencia cuando alcanzó a cofundar, en 1986 y junto al grupo Quatricomía-4, la revista H Dios O, que se fue al traste pese a la calidad de sus colaboradores. En 1987 lo intentó de nuevo con Titanic, que funcionó regularmente, pero que fue arrastrada con el resto de títulos que sucumbieron a la crisis.
Los esfuerzos, con todo, no fueron en vano: en 1986 la difusión de El Jueves alcanzó los 47.000 ejemplares, en 1988, 66.000, en 1989, 119.500 y al poco se acercó a una difusión de 150.000 ejemplares por semana. Quienes eran capaces de vender tantas revistas de humor, o tebeos si se quiere, eran un elenco de personajes que se repartían el retrato de la España cañí, variopinta, mediocre y frustrada: Mamen, salida de “Contactos” (que cobró protagonismo desde 1982), Johnny Roqueta de Rafel Vaquer (desde El Jueves, 321, de 1983), la pareja Pedro Pico y Pico Vena de Azagra (desde el número 385, de 1984), los habitantes de cuarteles y de bajos fondos ideados por Ivà (ambos desde el 469, de 1986, tanto el sargento Arensibia como el Maki)...
Portada de un recopilatorio de Mamen, de Mariel y Manel Barceló. |
Las obras de Ivà, un gigante del humorismo, hijo de la posguerra, vividor y conocedor de los bajos fondos, absoluto maestro del lenguaje de la historieta por mucho que en sus viñetas apenas asomaran narizones, serían el motor más potente de los que alimentaron la marcha de la editorial durante los gozosos ochenta. Su calado entre el público fue tal que el Maki trascendió hasta completar diez libros de cómics, una obra de teatro, dos películas (1991, 1993) y una serie de televisión. “Puta Mili” vendió 62.000 ejemplares de su primer álbum recopilatorio (Pendones del Humor, 45, con una tirada de 100.000), constituyendo un verdadero hit entre 1987 y 1992, y que también dio lugar a dos obras de teatro, una película, una serie de televisión y una nueva revista, Puta Mili. Ésta intentó aprovechar el tirón de Ivà llenando sus créditos de autores jóvenes (Monteys, Fontdevilla, Velarde, Maikel), pero lamentablemente no funcionó en el mercado y no llegó a superar jamás la cifra de 50.000 ejemplares semanales. Acaso la culpa fuese de que el servicio militar obligatorio estaba en proyecto de desaparición y eso restaba gracia al asunto. La muerte de Ivà en 1993 sentenció su final y también coincidió con el inicio del descenso de ventas de El Jueves.
Dos recopilatorios de "Puta Mili" y "Maki Navaja", las dos series más recordadas de Ivà. |
Los noventa fueron años en los que las novedades que El Jueves ofreció al público fueron bastantes y de calidad: el eterno soltero fondón y sicalíptico Manolo, salido de la imagen / imaginación de Manel en 1978 y que ingresó en El Jueves, núm. 661, de 1990. Aquel mismo año entraron los personajes de “Seguridá Sosiá” (núm. 668) y los estudiantiles “Los Mendrugos” (núm. 688). En 1992 debutó “Goomer”, el intento fallido de obra para la sindicación de Ricardo y Nacho que asomó por primera vez su narizota en el número 780 de El Jueves, y en el número 772, también de 1992, lo hizo el personaje de Ozeluí “Curro Corner” y el gran acierto “Clara”, un personaje de puta (y) madre que Bernet y los argentinos Trillo y Maikas han sabido mantener lozano con el paso del tiempo. Luego llegarían otros personajes y secciones como “Kafre”, de Abulí y Daspastoras (desde el núm. 775), o “La Parejita SA” de Manel Fontdevilla (desde el 943, de 1995), que ya pertenecen a la historia más reciente de la publicación y en la que no vamos a entrar en este repaso.
Por muy brillantes que fueran, estos personajes no consiguieron reflotar las ventas, no tanto porque el público les dejase de lado como porque entonces el mercado de este tipo de productos estaba debilitándose frente a otros (no olvidemos que Punch tuvo que cerrar en 1992, tras más de un siglo de vida; otras publicaciones humorísticas europeas le siguieron en su caída).
Las cifras más altas de ventas de El Jueves habían quedado atrás. Durante el verano del año 1992, el año olímpico y de la Expo, fue cuando El Jueves arriesgó las mayores tiradas: 201.700 ejemplares del número 785, con el tema de los escándalos de la nobleza monegasca en portada, y 201.675 ejemplares del número 789, un extraordinario de verano que intentó sacar tajada de los fastos del año. Pero ninguno de ellos alcanzaron el techo de ventas logrado en 1990, cuando se vendieron 166.000 ejemplares del número 696 de El Jueves (de septiembre de 1990), que fue un Extra SEXO con estas cuatro últimas letras versalitas destacando en color rojo a toda cubierta. El Extra Sexo 2, número 771, que fue editado con similares intenciones, no igualó la cifra de ventas. Ni ningún otro número posterior. Fracasaron, así mismo, los esfuerzos por incorporar a los quioscos nuevos títulos: en 1992, la comentada Puta Mili, dirigida por Maikel y, en 1994, Telele; y sus colecciones de álbumes Pendones del Humor, El Humor no ciega tus ojos, MiniPendones del Humor o Titanic, siguieron en el mercado, pero ninguno superó las ventas de los dedicados a recoger “Historias de la puta mili” o las desventuras de “Maki Navaja”.
El éxito de El Jueves, hasta ahora, radicaba en la creación de personajes populares que, al igual que los de los tebeos de Bruguera, no evolucionaban. Si bien la estabilidad del conjunto de comportamientos de un personaje pudiera obtener aprecio continuado en una sociedad detenida como la que existe bajo una dictadura y un régimen conservacionista, lo cierto es que en la España del desarrollismo, de la transición y de la economía de mercado esos personajes se agotan, se amustian y dejan de ser fórmulas válidas para nuevas generaciones de lectores. El ejemplo claro de esto es la figura de Martínez el Facha, un personaje del gusto de gran parte del público pero que representa ese humor enraizado en los tipismos y referentes eternos de la España que ha dormitado hasta veinte años después del fin de la dictadura. Aún hoy seguimos queriendo escapar de Franco...
Viñeta del Profesor Cojonciano, por Óscar. |
Todo cambia para mejor, sin llegar a alcanzar cifras tan altas de ventas se pudo ajustar mucho la tirada y se estabilizó la difusión: en el año 2000 se rondaban los 70 u 80.000 “jueves” por semana, y en recientes fechas se barajan cifras de ventas de entre 80 y 90.000 ejemplares (de una tirada de 100.000, en números redondos). La nueva filosofía editorial del semanario, igualmente ácida pero diferente en planteamientos editoriales, puede haber disgustado a algunos que ya no ven en El Jueves a su revista de toda la vida y que no aceptan a nuevas firmas como el críptico Dario Adanti o al grosero de Ortega y Pacheco (dicho esto como ejemplo supuesto, sin ánimo de desmerecer su labor). Ya no sólo es eso, la incorporación de neófitos y juveniles hacen de la revista un producto más variado pero también más condensado: se reducen a una página las dos que ocupaba antes un gag, y los autores se aprietan en medias páginas, o en una y media. Daspastoras aprovecha este momento para marcharse; Tom deja de colaborar por completo. La redacción sigue funcionando a todo trapo integrada por J.L. Martín, Manel, Oscar, Monteys, Fontdevilla, y la sempiterna Mayte Quílez siempre entre bambalinas. https://xannonce.ch/geneve/ Su gestión habrá que referirla en años futuros, esperemos que con la alegría de su presencia en el quiosco.
Frente a la todavía constante e imperecedera atención que la publicación despierta entre el público en general, nos apena la poca que despierta entre los adolescentes. También contraría el hecho de que El Jueves, a despecho de su calidad intrínseca y su valor como documento de interés sociológico para el análisis de la evolución de la sociedad española, no haya sido objetivo de doctores y objeto de tesis y trabajos de investigación académica, conociéndose tan sólo una tesis doctoral que utilizó como corpus de trabajo la publicación nacida en 1977, la de José Luis de la Fuente Madero: Salud pública y medios de comunicación social: la imagen del sida en los semanarios españoles de humor grafico para adultos (dirigida por Jesús Castellano Guerrero y defendida en la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga en 1998).
Es éste un dato feo. Para la herencia española de nuestra mejores viñetas, hacer caso omiso de El Jueves es hacer preterición de una parte fundamental de nuestra memoria gráfica.
No seamos mezquinos con nuestro humoristas. Que 25 años con muchos años.
ROIG, S.: Les Generacions del Còmic. De la familia Ulises als Manga, Flor del Vent Edicions: De LLevant a Ponent, núm. 12, Barcelona, 2000.
THARRATS, Joan: Los irresponsables de El Jueves (anexo extraordinario al núm. 783), El Jueves SA, 1992
VV AA: El Jueves, núm. 1000, El Jueves SA, 1996
VV AA: El Jueves. 20 años de portadas, 1977-1997 (anexo extraordinario al núm. 1044), El Jueves SA, 1997
VV AA: Lo más y mejor de 25 años de El Jueves (anexo extraordinario al núm. 1305), El Jueves SA, 2002