EL HEROE ATORMENTADO. FRANK CAPPA
EDUARDO MARTÍNEZ-PINNA

EL HÉROE ATORMENTADO: FRANK CAPPA

www.tebeosfera.comUno de los autores que desarrollan su oficio con fortuna en el pasado siglo, concretamente en el período denominado "transición española", es Manfred Sommer, nacido en San Sebastián el 27 de mayo de 1933 y fallecido en Cartagena el 3 de octubre de 2007. La transición española representa un gran cambio político, social y cultural que en el mundo de las viñetas se traduce como un “boom” del cómic, una explosión creativa e industrial que no deja de ser una burbuja por la que surgen en el frágil mercado nacional docenas de publicaciones, a imagen de las revistas franco-belgas clásicas o los magazines en blanco y negro del mercado estadounidense de la década de los setenta del siglo XX. Un espejismo que induce a pensar que el cómic en España puede generar una industria lo suficientemente feraz como para producir y vender el género y, con ello, dar trabajo a sus autores.

Salvo contadas excepciones, las publicaciones debutan y se clausuran tras escasos números. Entre sus contenidos se alterna lo ya publicado en otras revistas europeas o estadounidenses y el material específicamente creado para las mismas, brillando de manera especial los trabajos de autores españoles que se pueden englobar dentro de la etiqueta "generación comprometida", que además de tener a Sommer como integrante, comprende a luminarias como Alfonso Font, Josep María Beá, Esteban Maroto, José González, Adolfo Usero, Fernando Fernández, Jordi Bernet, Leopoldo Sánchez y Carlos Giménez, así como algunos más antiguos (pero activos) como Víctor de la Fuente, José Ortiz o Jaime Brocal Remohí. 

A estos autores puede considerárselos como miembros de un movimiento o una generación (por pomposo que suene) por causas varias. Entre ellas se incluyen el desarrollo artístico en las mismas publicaciones (tanto en mercado de agencia como en la realización de obras más personales), un contenido argumental marcado por una ideología de izquierdas en su sentido más amplio (consecuencia coherente de la llamada "transición"), una narrativa que se rige en las corrientes del género (detectives, terror, aventuras, algo de western y ciencia ficción) y una capacidad técnica y documental. En resumen, un oficio que los incorpora al estilo realista, estilo este practicado por un grupo de autores referenciales, grandes clásicos, entre los que destacan Raymond, Foster, Drake, Caniff, Robbins o discípulos entonces en activo como Pratt, Toth, Gigé o Giraud; todos ellos reconocidas influencias de esta generación.

En la vida de Manfred Sommer una de las constantes ha sido la de cambiar de domicilio, en su país y fuera de él, cuando dependía de sus progenitores, o al convertirse en un profesional independiente. Su actividad profesional, así como su vida, también ha sido errática y con cambios bruscos de dirección que se han traducido en la alternancia del cómic y la pintura con otros cometidos entre los que destaca el fundar sin éxito, en 1963, un estudio de animación o asociarse, en 1984, con los historietistas Fernando Fernández y Leopoldo Sánchez en una escuela de cómic y pintura- Taller del cómic y la ilustración (TCi)- ubicada en Barcelona.

Además, entre su amplia experiencia laboral figura la “autoedición” de las primeras historias de su opera magna, Frank Cappa. Su pasión le ha llevado a implicarse en exceso en la publicación de una revista de corte impecable llamada K.O. Comics (1984) en sociedad con los autores José Ortiz y Leopoldo Sánchez, rápidamente cancelada pese a sus contenidos y eminentes firmas que llenan sus cuatro números, cuyos directores fueron Mariano Hispano y Leopoldo Sánchez. K.O Comics fue un intento más cualificado (aunque irónicamente menos duradero) de sacar al mercado una revista de fuerte componente patrio que pocos meses antes se había estrellado con Metropol, de la misma editorial y directores, que se había mantenido con dificultad durante doce números fechados entre 1983 y 1984. Es precisamente en Metropol (números 1 al 5, 7 y 8, puesto que el 6 y el 10 contuvieron otros relatos), en donde Sommer realiza Pólux, obra de espías con matiz irónico y protagonizado por un doble del astro cinematográfico francés Alain Delon, que le sirve para refrescar y aliviarse de la enorme tristeza que ha venido narrando con su obra emblema, Frank Cappa.

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Su actividad como historietista no se caracteriza de manera especial por su capacidad creativa, pero Sommer lo compensa, sobradamente, con su apasionamiento y su gran implicación profesional y oficio. En su opinión ha recibido (al menos así lo expresa el interesado en una entrevista publicada en http://www.spacerockheaters.com/lyc/sommer.htm) fuertes acometidas de la industria que desplazan y hieren su obra tanto a nivel de crítica como a nivel de distribución. Ello le lleva, junto al poco éxito de algunos de sus trabajos, a mantener una relación de amor odio con la industria y a esparcir amargura en muchas de sus declaraciones. Una vida personal y una actividad laboral de muchos frentes, con poca durabilidad en cada uno, le predisponen al desarraigo y al carácter apátrida y sin raíces que tan bien refleja el cuerpo central de su obra, la más testimonial titulada de manera genérica Frank Cappa.

A finales de la década de los ochenta del pasado siglo, cuando el boom del cómic español deja paso a una crisis del sector, y tras haber cesado la labor en las revistas de Toutain y otras revistas que resistieron la mencionada crisis, como: Ilustración Comix Internacional (números 6 a 8 y 10 en 1981), Creepy (núm. 25 y 79) y 1984 (núm. 25, 64 y en su almanaque para 1981), y Rambla (núm. 7) y CIMOC (concluyendo en el núm. 86 su colaboración, ya que “Black Rock”, publicado en el núm. 104, fue una reedición de Metropol), Manfred Sommer le dice adiós (realmente un “hasta la vista”) a la industria del cómic, a la que considera ruin y miserable, para dedicarse a la ilustración y la pintura, actividades sensiblemente más serenas y menos estresantes. Tras superar una larga y amarga enfermedad crónica, y probablemente estimulado porque buena parte de los ya maduros integrantes de la generación comprometida (Font, Bernet, Víctor de la Fuente, Ortiz) habían prestado su colaboración en Tex de Bonelli, el ya veterano maestro se integra en la dilatadísima nómina de importantes autores que han colaborado en la longeva y poderosa editorial milanesa. Su contribución consiste en dos números de su serie regular (albo mensile) el 546 (abril de 2006) y el 547 (mayo de 2006) titulados respectivamente “L’ultima diligenza” y “La pista abbandonata”. Previamente, su oficio y saber habían brillado de manera más ostensible en el Anual Speciale o Tex Speciale número 17 fechado en julio de 2003 y titulado “Mercanti di schiavi”. En 2006, poco antes de su muerte, Sommer se reencuentra con el “western” al que le había dedicado su saber en la serie El Lobo Solitario, publicado en 1980 en los primeros cuatro números de la revista Hunter

La gran obra de Sommer: Frank Cappa

www.tebeosfera.comComo ya se ha mencionado, Frank Cappa es una obra nacida en la época en que nuestro autor trabaja para Josep Toutain en la agencia SI. Como es habitual en el mundo profesional, ofrece el embrión de la obra a su patrón con el deseo de verla publicada en una de las revistas que constituyen la interesante nómina que el editor mantiene en el mercado español (Creepy, 1984 e Ilustración Comix Internacional). Pero a Toutain la idea no le parece lo suficientemente sugestiva y declina el ofrecimiento de Sommer. Las primeras historietas del personaje aparecen en la revista CIMOC, de Rafael Martínez, que publica los tres episodios en 1981, concretamente en sus números 3 a 7.  Tras ofrecer la edición de un álbum recopilatorio de las mismas y obtener la negativa por respuesta, Sommer, decepcionado se decide a publicarlo por su cuenta en 1982, en un formato libro de tapas blandas en blanco y negro que contiene las tres primeras historias del personaje: “El Último Africano”, “Víctimas y Héroes” y “No hay que perder la cabeza”, siendo la segunda (38 páginas) algo más larga que las otras dos (de 9 y 14 páginas respectivamente). Son tres historias pletóricas de tristeza, vacío existencial y pesimismo, en donde la guerra en el continente africano, en países indeterminados con ejércitos indeterminados, de mercenarios o no, se mueven con el objetivo de matar. La guerra se refleja no solo como una negación del derecho y la libertad, sino como un acto inmoral practicado no solamente por el poder fáctico que la mantiene, sino también por los propios soldados o mercenarios que, inmersos en el combate, solamente piensan en quemar pólvora en un panorama de desolación y degradación humana. El protagonista, Frank Cappa, queda como un reportero “freelance”, un fotógrafo observador y testigo con tendencia a implicarse, que confraterniza con los hombres inmersos en esa ruina moral, sean las víctimas o los verdugos, sabiendo que en el fondo todos son víctimas, bien en el momento presente, quizás en el futuro más cercano.

Cuando la obra, queda afianzada por el libro y por la aparición en los primeros números de la reciente CIMOC, su autor realiza tres historias más, intimistas, con fuerte cambio de registro y ambiente geográfico, pues no solo la acción se desplaza a Brasil, sino que esgrimen una narrativa más serena, mucho más madura. Aparecen en los números 8, 10 y 12 (1981-1982) y se benefician posteriormente de una magnífica publicación en libro a color, aunque tan solo uno de los episodios, “Carnaval”, haya sido concebido originalmente así. Y no deja de ser un hecho curioso el que, siendo un trabajo de encargo, su realización sea más constreñida y limitada que cualquiera de los episodios, anteriores y futuros, no solo por la imposición de un color, sino por su número de páginas, ocho, que contrasta con la paginación libre que siempre mantiene el autor. Probablemente su mejor trabajo, apoyado en un cromatismo de lo más atinado, ensamblado en una narración que acompaña la explosión de una forzada alegría propia de los carnavales cariocas, a la vez que narra los últimos días de vida de una distinguida dama devorada por un cáncer. Una historia resuelta en una elegante elipsis que se traduce en una carta dirigida a un refinado Cappa que llora ante el dolor de un amor perdido, con telón de fondo del ambiente estridente y falsamente lozano de la ciudad de Río de Janeiro, que es -según declaración del propio autor- una de las urbes que le han causado mayor impacto emocional.

www.tebeosfera.comLa historia titulada “Jangada” (número 10), de 14 páginas con añadido de color para su edición en libro, es un homenaje a Hugo Pratt, en aquel tiempo la máxima estrella del cómic de autor en la industria española. Es una historia de fuerte componente onírico en donde el mar, los peces, la brujería y el amor confluyen sin artificios en una gaviota, y en donde el protagonista se sitúa en un apropiado segundo plano. Ejerce de testigo para documentarse en la escritura de un libro de historias de corte intimista y mágico que prepara. Ello le da una nueva dimensión al personaje, al reciclarlo de hombre de acción a sosegado escritor. En CIMOC número 12 aparece la primera edición de “La caza” historia de 22 páginas de corte más convencional, pero llevada a cabo con un oficio encomiable.

En 1983 en el número 25 de CIMOC, se publica la historia titulada “Welcome” en donde su autor desarrolla en profundidad su ideología apátrida, mostrándonos a un hombre que desconoce su origen, que lleva un apellido prestado, que no viene de ningún sitio, ni probablemente vaya a parte alguna, y que además de no conceder asomo de importancia a tales menudencias, es un hombre libre y sin deudos, nacido bajo el auspicio de una estrella errante. Y pese a todo es un moralista atractivo, con un rostro que se asemeja al de Robert Redford, al que se le añade la mirada triste de Richard Burton y las caballunas mandíbulas de Charlton Heston. Comulga con la actitud vital de viajero desarraigado, propia del escritor John Steinbeck, premio Pulitzer en 1939 por su novela The Grapes of Wrath y premio Nobel en 1962. Su nombre, Frank Cappa, rinde homenaje al más famoso corresponsal gráfico de guerra del siglo XX, Robert Capa, autor de la famosa instantánea Muerte de un miliciano tomada en plena guerra civil española en el frente de Cerro Muriano, Córdoba, el 5 de septiembre de 1936; fotografía cuya autenticidad está siendo actualmente cuestionada. Se ha sugerido que su nombre rinde también honores al director de cine Frank Capra, uno de los reyes de la “screwball comedy”, vitalista a raudales y paradigma del humanismo cristiano. Tanto el personaje de ficción como su autor, Sommer, se sitúan en un polo ideológico opuesto al ocupado por el optimista Capra, pudiendo coincidir ambos en el desarrollo de una empatía que ejercen sobre la humanidad más alejada de la fortuna. No parece una analogía afortunada.

www.tebeosfera.comWelcome” se reedita en un volumen en blanco y negro del mismo título, al que se le añaden las historias “Goodbye” (en los números 27, 28 y 29 de 1983), con argumento relacionado con “Welcome”, dos historias muy cortas aparecidas en CIMOC en sendos especiales temáticos y culmina con “El Tiburón de Agua Dulce” cuya primera edición se incluye en el número 47 (1985). Estas tres últimas historias dan al libro un carácter disperso, que no muestran los dos tomos anteriores ni el siguiente porque ni están tan conseguidas ni se encuadran con la época ni con la estética de las dos historias principales, que sustentan el armazón ético del personaje.

En 1984 sale al mercado la revista K.O. Comics en cuyo contenido (realmente extraordinario) figura una nueva entrega de Frank Cappa que no solo representa un retorno a los orígenes- el hombre de acción con viril oficio de corresponsal de guerra- sino que lo ubica en un escenario tan real como Nicaragua en plena revolución sandinista en el momento de la caída del dictador Anastasio “Tacho” Somoza, en una historia larga, la mas larga (49 páginas), titulada “Somoza y Gomorra”. Pero la evolución de Sommer se refleja además en la composición narrativa, sin viñetas, al estilo de Will Eisner (en sus últimas producciones) y un trazo menos detallado que se aproxima más al de Milton Caniff, con más mancha y menos línea, con fondos menos detallados y con tendencia a un impresionismo de tinta. Sommer se muestra más político y carga las tintas en el maniqueísmo, aunque se reserve alguna que otra sorpresa en los conceptos de bondad y maldad que esgrimen los integrantes de la célula revolucionaria y guerrillera en la que el protagonista narra el avatar del combate. Desde el comandante hasta los mellizos indios, mellizos y amantes, pasando por el cura guerrillero y del “Partido” que a la larga será más cura que guerrillero… o no. La ominosa realidad de Nicaragua queda reflejada en sus gobernantes vitalicios y hereditarios (cuál si de monarquía se tratase), la saga de los Somoza, el último de ellos “Tacho”, depuesto en julio de 1979 y asesinado en Paraguay en septiembre de 1980 a bordo de un poderoso Mercedes Benz, tiroteado a conciencia y posteriormente víctima de la explosión de una granada disparada por un bazuka a modo de un tétrico y eficiente remate.

La historia de Frank Cappa se extingue en 1988, fecha de publicación de los CIMOC 81 y 86, con dos historias de ambientación en Viet Nam y que se benefician de una magnífica edición en libro en color con el sugestivo título Viet Song. La primera de estas historias. “¿Qué diablos hago yo aquí?”, es el último de sus grandes relatos. Complejo, evocador y nostálgico, es uno de los episodios fundacionales, aquellos que dan sustrato a la personalidad compleja de su protagonista. En el mismo, un casi juvenil Cappa se enfrenta a un desfachatado corresponsal experimentado y sobre todo cínico y amargado con el rostro de Orson Welles y la personalidad de Thomas Fowler, el maduro corresponsal protagonista de la novela The Quiet American (1955), obra maestra absoluta de Graham Greene llevada al cine en 1958 con enorme talento por un inspirado Joseph Leo Mankiewicz y en 2002 con una gran dignidad por Phillip Noyce. El episodio, agraciado con una extraordinaria paleta de color, está dedicado al gran novelista inglés y se estructura sobre un “flash back” que arranca desde Nueva Orleáns para retrotraerse a Saigón. La última historia del corresponsal narra (también en clave de “flash back”) sus desventuras en un campo de prisioneros de Viet Nam del Norte y su posterior fuga en una historia excesiva que vuelve a beneficiarse de un gran color pero que poco aporta a la calidad de la obra.

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El estilo de Frank Cappa como obra gráfica rinde tributo a la escuela narrativa creada por Milton Caniff, dotando de claroscuros a sus historias en blanco y negro. Pero Sommer es además un magnífico pintor que saca un partido narrativo máximo a las historias coloreadas, proponiendo una cadencia pausada en el ritmo poco acelerado de estos relatos. En la construcción de la historia se favorece de las influencias de Hugo Pratt, recreándose no solo en la definición de los personajes principales, sino también enriqueciendo la narración al dar multidimensionalidad al protagonista, del que cuelga toda su ideología del desarraigo y del cosmopolitismo. Pero, a diferencia de Pratt, no usa la ironía y la matización del humor para dar fundamento a su personaje, quedando Cappa como un individuo con una gran tristeza y melancolía, por lo que su narrativa se lastra, pierde agilidad, queda estanca y no evoluciona.

Las historias de Frank Cappa rezuman un gran clasicismo, tanto en su porción conceptual como en la estrictamente formal. Sommer es un seguidor de los nombres clásicos que han creado escuela y que han convertido al cómic en una forma de narrativa, en donde el relato, los acontecimientos y la definición de los personajes alcanzan gran desarrollo. Las influencias de Caniff, Robbins, Pratt y Toth quedan muy presentes en los relatos a blanco y negro, en donde la mancha de tinta que desdibuja fondos aporta una textura a las viñetas cercana a la abstracción. Las historias en color contribuyen a un aspecto más realista, además de conferir a las viñetas un acabado más propio de la pintura que del cómic.

Su ideología antinacionalista, su negación de la patria, las pullas anticomunistas que coloca en alguno de sus relatos y su creencia en un mundo sin fronteras se expresan libremente en la obra de este cosmopolita autor que cambió la narración gráfica, en la que exhibía un notable oficio, por la pintura, quizás por el menguado éxito de sus narraciones extremadamente tristes. Manfred Sommer queda para la historia como una columna de la generación comprometida, una columna aparentemente discreta dentro de la columnata pero tan valiosa como cualquiera del conjunto. Narrador efímero y doliente, narrador generacional... y de ley.

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Referencias Bibliográficas.

QUINTANA, Manuel G. “Frank Cappa. Memorias de un corresponsal”. Sunday, 15/16, Madrid 1984.

CORBERÓ, Salvador. “La otra cara de Manfred Sommer”. Entrevista. CIMOC, 36, Barcelona 1984.

REDACCIÓN DE CIMOC. “Reseña de... Manfred Sommer” CIMOC, 52, Barcelona 1985 [esta reseña bio y bibliográfica contenía errores en sus alusiones a Toutain]

DÍAZ, Lorenzo F. y TAIBO II, Paco I. La generación más guapa. Autores españoles de cómic 1960/1980. Catálogo de la exposición con el mismo título realizada del 8 al 17 de julio de 2005 en la Carpa de exposiciones de la semana negra. Gijón 2005.

 

Creación de la ficha (2009): Eduardo Martínez-Pinna, con edición de Oscar De Majo, Eduardo Urrutia y Dionisio Platel
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
EDUARDO MARTÍNEZ-PINNA (2009): "El heroe atormentado. Frank Cappa", en Tebeosfera, segunda época , 3 (30-IV-2009). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 04/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_heroe_atormentado._frank_cappa.html