EL DÍA QUE BATMAN FUE PIRATA
“Una de piratas…
¡Larga vida y gloria eterna!
Para hincarles de rodillas
hay que cortarles las piernas…
Joan Manuel Serrat
Y Batman, para deleite de todos sus lectores, un día fue pirata…
¿Qué otro superhéroe podía serlo, si no él? Y quién podría dibujarlo, sino nuestro Quique Alcatena, con sus trazos góticos y épicos a un tiempo, con sus espadas y trabucos a la orden del día, con su habilidad para cambiar el domicilio de la aventura a su antojo, sin que nos sorprenda la mudanza, por extraña que parezca.
Hoy los fans de Batman recordamos al encapuchado pirata como una de sus encarnaciones más bizarras y más apasionantes. Y más los que tenemos el placer de conocer a Quique, de haber nacido por el mismo lugar y la misma época, de haber exaltado nuestras adolescencias leyendo a Emilio Salgari…
Pero, a pesar de que Alcatena es un autor integral, que escribe y dibuja sus historias y crea sus propios personajes, cuando trabaja para las compañías norteamericanas, el autor de los textos es otro (Chuck Dixon, en este caso). ¿Por qué, entonces, este trabajo nos parece tan similar, en su estilo, a los demás trabajos de Quique? Parecería que este Batman pirata nació no solamente en los lápices sino también en la mente de Alcatena, a pesar de que sea otro el que se llevó los créditos de haber contado la historia.
“El Batman Pirata es un trabajo mío, totalmente de cero; es más, surgió a partir de un dibujo mío que yo le había mandado a Dixon. Yo le había hecho un dibujo de John Silver, el pirata de La Isla Del Tesoro y de ahí salió la idea de hacer algo ambientado en el caribe. Incluso hubo intentos de continuarlo. Iba a haber una serie. Iba a estar el Pingüino, iba a estar Bane, que era una especie de Hombre de la Máscara de Hierro. Batman volvía a Inglaterra a reclamar su título nobiliario, que se lo había robado el Pingüino, y Bane era su ayudante. Pero bueno... quedó en el limbo. Tantas cosas quedaron en el limbo...”, dijo Quique.
Y ahí entendemos un poco más. Dixon puso las palabras, pero la idea era “alcateniana” hasta la médula. Un Batman pirata… Un Robin grumete… Una Catwoman con nombre de tía vieja (Consuelo, o mejor dicho “María Consuelo Esperanza Fortuna Domingo Disantis”) y aspecto de perra joven, un joker español corrupto… Es evidente que la historia de este personaje lleva en el orillo la marca de Alcatena pero, por ser Batman, es propiedad de la DC. “La idea es mía, los personajes son míos; Dixon armó el guión, sobre un plot mío. Pero nunca más los voy a poder volver a usar libremente, salvo que a la DC se le ocurra hacer una continuación. Me di el gusto, pero al mismo tiempo decís: ‘son buenas ideas y las tirás’.[1]”
Fundamentalmente, Dixon (¿o Alcatena?) basa el relato en la trilogía compuesta por los tres protagonistas (Robin, como en tantas historias de Batman, no es más que un aditamento):
el noble inglés (Batman) que deviene pirata por los reveses de la vida (¿dónde escuché yo antes que los ingleses son piratas?), al que se conoce con el nombre de “Leatherwing”;
el malvado noble español que explota a los indígenas (Joker), al que todos llaman “el Hombre Sonriente”;
y, a mitad de camino entre el bien y el mal (como siempre), la bella condesa -ya noble dama, ya cruel pirata- española (Catwoman), conocida como “la Capitana Felina”, amada, temida y deseada por sus vasallos, sus aliados y sus adversarios.
Original de Q. Alcatena dibujado para el autor de esta reseña.
Y esta historia, producto de buenas ideas (de Quique Alcatena), comienza con la descripción de uno de los tres pilares mencionados: el temido pirata que “detrás de una terrible máscara ocultaba sus rasgos, para encubrir el honor familiar, un linaje de nobleza inglesa, una herencia de fama. Escapó de un feudo y de una vida perezosa y tranquila, tomó el sable y el radó y vistió la máscara del murciélago. Y se fue a vagar a los mares, vestido como un gran murciélago negro…” Y al lado de la descripción aparece él: Batman, con un aro en la oreja, una camisa blanca, pero la inconfundible capa con su capucha. ¿Las palabras de Dixon inspiraron el dibujo? ¿El dibujo de Alcatena inspiró las palabras? ¿O nacieron juntos? Pablo de Santis dice que la historieta es la síntesis simplificadora entre texto y dibujo: palabras que son dibujos… Dibujos que son palabras… Quizás este caso sea un buen ejemplo.
A mi entender, precisamente las descripciones, plasmadas a través de las palabras y los dibujos, son lo que le da más calidad a esta historia que, justamente por ser una clásica historia de piratas, es simple y previsible, pero apasionante. Veamos parte de las otras dos:
“… el Hombre Sonriente, capitán del Pescador, con su mueca congelada y un corazón pecador regía las costas de Honduras. Decían que era el piloto del diablo, ya que sólo se confiaba a Satán…”.
“Tan bella, la Capitana Felina asolaba los principales puertos, a veces como condesa, a veces como dama española (…) Echó a pique varios barcos y arruinó a más personas de las que un hombre se pueda jactar…”
Las descripciones son fundamentales en todas las historias de piratas, y esta no podía ser la excepción. Todos, cuando leemos historias de piratas, esperamos los detalles de rostros, navíos, paisajes que nos ayuden a ver esos relatos que son, fundamentalmente, visuales.
Quizás el mayor logro de Quique fue conseguir que sus dibujos no traicionaran los que todos los lectores de historias de piratas teníamos grabados en nuestra imaginación. Cada uno de esos trazos se corresponde con una imagen que guardamos en nuestras memorias desde niños, con el plus de no contradecirse con las imágenes de Batman, Robin, Catwoman o el Joker, que también guardamos en nuestras memorias desde niños. Y ahí está el porqué de que este Batman Pirata sea uno de los hitos en la carrera de Alcatena. Por la genialidad de haber logrado desde lo visual, más allá de quién es o no el autor de los textos escritos, esta fusión fenomenal.
Y otro punto a favor es haber aprovechado una constante que se dio en todas las versiones y refritos del mito de Batman: la bella será utilizada por el malvado como cebo para tentar y atrapar al noble caballero, pero el amor podrá más y ella se cambiará de bando y entre los dos acabarán con el villano. Una perfecta historia de amor... Y una perfecta historia de piratas… Al fin de cuentas, la historia de Batman siempre fue una historia de piratas; el valor de ésta es haberlo contado.
Nunca, hasta ahora, me había preguntado por qué esta es una de las historias de Batman que más recuerdo, y el primer trabajo de Alcatena que viene a mi mente. Seguramente por ser una historia sin tiempo, de las que nunca pasan de moda; quizás porque, por ser un “Elseword”, no la afectaron los tantísimos cambios en la continuidad, porque es un clásico. Quizás porque, cada vez que revuelvo dibujos, me encuentro con esa “Gatúbela” pirata dibujada y dedicada por Quique en aquel maravilloso e inolvidable primer Fantabaires, hace ya tanto… “Gracias, Oscar, por la paciencia”. ¿Por qué me agradecía Quique la paciencia? Ya no me acuerdo…
Pero, fundamentalmente, recuerdo esta historia porque es “una de piratas”, como dice el Nano Serrat, o porque “si me dan a elegir, elijo la del pirata…”, como dice Joaquín Sabina, que no en vano (años más, años menos), pertenecen a mi generación (que también es la de Alcatena).
Y porque la magia que irradian las nostálgicas historias de piratas es difícil de resistir…
[1]"Entrevista a Quique Alcatena", de Juan Data (originalmente publicada en el número 11 de la revista Ultimate Reports, Málaga, España, 2000).