EL CREPÚSCULO (SECUENCIAL) DE LOS DIOSES
BAMF!

Title:
The (sequential) twilight of the gods
Resumen / Abstract:
Reseña del tomo recopilatorio de The Fade Out, resaltando sus vínculos con otras obras multimedia relacionadas con la Edad Dorada de Hollywood. / Review of The Fade Out collected edition with a commentary on its links with other multimedia works related to the Golden Age of Hollywood.
Palabras clave / Keywords:
The Fade Out, Ed Brubaker, Sean Phillips, Hollywood, Noir, Cinematografía, Peg Entwistle, Bella Muerte, Malfario/ The Fade Out, Ed Brubaker, Sean Phillips, Hollywood, Noir, Cinematography, Peg Entwistle, Bella Muerte, Malfario
  • Portada de la edición reseñada de The Fade Out (Panini).
  • Portada de la edición original de The Fade Out #1.
  • Página de The Fade Out.
  • Página de The Fade Out.
  • Magazine variant cover del número 1 original de The Fade Out, un homenaje a las revistas clásicas de cine.
  • Portada de la Picturegoer del 8 de abril de 1949 en la que probablemente se basó Sean Phillips.
  • Veronica Lake y Alan Ladd en una imagen promocional de Saigon (1949).
  • Falsa imagen promocional de Sean Phillips para la contraportada de The Fade Out #7.
  • Claude Rains y Gloria Stuart en una imagen promocional de El Hombre Invisible (1933).
  • Falsa imagen promocional de Sean Phillips para la contraportada de The Fade Out #9.
  • Detalle de la ilustración de Sean Phillips que acompaña al artículo "La muerte solitaria de Peg Entwistle" de Devin Faraci.
  • Detalle de Pretty Deadly: The Rat #5.
  • Fotograma de Hollywood en el que se recrea en un set de rodaje la H gigante desde la que saltará Meg, el trasunto de Peg Entwstle.
  • Detalle de la primera página de H. de José Robledo.
  • Portada de la primera edición española.

EL CREPÚSCULO (SECUENCIAL) DE LOS DIOSES

 

El año 2020 nos ha brindado, junto con un inconmensurable cargamento de propuestas audiovisuales y secuenciales para combatir el confinamiento domiciliario impuesto por la pandemia, una curiosa alineación de astros (literales y figurados) que centran su atención, atmósfera y ciertas mitologías personales en una misma dirección: las sombras de la edad dorada de Hollywood. El producto que nos ocupa es la recuperación en forma de segunda edición del integral[1] de The Fade Out, con guion de Ed Brubaker, dibujo de Sean Phillips y color de Elizabeth Breitweiser. Un noir como al que ya nos han acostumbrado sus autores, pero que en este caso ambiciona retratar los secretos ocurridos entre bambalinas en el Hollywood de los años treinta y cuarenta. La trama, que parte del falso asesinato de la mayor estrella femenina de un gran estudio y la investigación subsiguiente por parte de un guionista “de la casa”, se adentra en las profundidades de ese mundo del espectáculo de posguerra del que tradicionalmente sólo se nos han mostrado maravillas vistas a través del prisma de la nostalgia. Brubaker y Phillips matizan y contextualizan en clave de género negro las continuas e inasumibles reescrituras de guion, los trabajos leoninos sin repercusión final en los créditos cinematográficos y, en definitiva, la extorsión y la compra-venta de las almas de los peones de Hollywood a cambio de un fugaz éxito cargado de cadenas. Todo esto, en un ambiente viciado con el choque de poderes entre los gerifaltes de los grandes estudios, el Comité de Actividades Antiestadounidenses y el FBI.

«Había una estantería muy alta en la casa de mi tía Sarah Jane y mi tío John en Hollywood Hills que tenía una hilera de libros encuadernados en cuero [...] toda la estantería eran guiones, la historia impresa de la carrera de mi tío en Hollywood.» Ya desde el prólogo Ed Brubaker nos atrapa con esta historia familiar. El “tío John” al que se refiere fue John Paxton, guionista de la RKO, Columbia y Metro-Goldwyn-Mayer que vivió de lleno la edad dorada de Hollywood de un extremo a otro, ejerciendo de escritor fantasma pero también llegando a ser nominado al Oscar[2]. A su vez, Sarah Jane fue relaciones públicas de la 20th Century Fox, un eslabón de la cadena cinematográfica más invisibilizado y menos utilizado en los relatos de ficción sobre Hollywood, que Brubaker parece querer reivindicar con el personaje de Dottie Quinn, presumiblemente inspirado en su tía. Sarah Jane y John vivieron de primera mano la caza de brujas anticomunista de la época, así como la caída en desgracia de sus amigos del gremio. Todas estas experiencias familiares suponen el germen de la pasión por el noir hollywoodiense que siente Brubaker (y que podemos afirmar que Sean Phillips comparte después de décadas de colaboración), y que junto a dos años de documentación con incluso la contratación de una ayudante de documentación (Amy Condit, especialista en cine de género noir y crimen de Hollywood), aseguran una puesta en escena fidedigna y el cierre de un círculo autobiográfico para el guionista.

Con respecto a Sean Phillips, tal vez su relación con el noir no le venga a través de la línea familiar directa, pero tampoco le hace falta acomodarse a un nuevo ritmo, puesto que sus angulosas sombras llevan dando aspecto de noir clásico a sus páginas desde los años noventa, un rasgo que permea incluso a su producción superheroica para editoriales como Marvel y DC. Donde sí pisa el dibujante británico el acelerador es en la referencialidad al mundo del celuloide: créditos iniciales con los “actores” involucrados; separaciones de capítulo (originalmente contraportadas) al estilo de las fotos de prensa de antaño, con fotogramas de las películas que los estudios facilitaban a los medios; la reconocible portada variante del primer número, diseñada a la manera de las viejas revistas de cine de la época y que acabó convirtiéndose en la portada de la primera edición del integral; y por supuesto todas las ilustraciones que acompañaron a los artículos del articulista Devin Faraci[3] como colofón a las grapas originales.

Esta segunda edición del integral de 400 páginas (que incluye una excelente sección de extras en la que se resume el proceso creativo de Brubaker, Phillips y Breitweiser de principio a fin) permite una necesaria segunda vida a esta maxiserie ganadora de un premio Eisner a la mejor serie limitada en 2016. The Fade Out es una muesca más en la extensa, regular y tremendamente sólida producción colaborativa del dúo Brubaker-Phillips, en la que algunas de sus obras quedan en un inmerecido segundo plano por culpa de la todopoderosa Criminal. Una producción que da la impresión de empañarse a sí misma debido a no contar entre sus títulos con ningún “bombazo” imprevisto o llamativo. Esto se debe a que la estabilidad es lo que mejor define a Brubaker y Phillips: trabajan con la calma de artesanos veteranos interesados en presentar una película detrás de otra de forma artesanal, cuyo componente principal sea la fidelidad a su ritmo con tiempos cautos y familiares. Al igual que en tiempos recientes el cine está perdiendo el componente artesanal de antaño (de carpintería, de cristal tintado, de marionetas y maquillaje, de trampantojo) en favor del apoyo digital, algo similar ocurre en el cómic actual. Pero Brubaker no juega con giros efectistas ni busca la sorpresa fácil del blockbuster. Phillips se adscribe a una estructura de página sobria y tradicional sin variaciones inesperadas o splash-pages, además de alejarse de los recursos visuales del cómic más dinámicos y deudores del estilo cartoon, siendo fiel al uso de referencias fotográficas que adapta para conseguir un mayor realismo. Todas estas son medidas narrativas tomadas entre un guionista y un dibujante que han encontrado la sincronía adecuada después de décadas de colaboración; un marco estilístico reminiscente del thriller cinematográfico clásico ya asentado y sin necesidad de innovación, ni tan siquiera cuando dan unos pasos fuera de su zona de confort.[4]

Entre bambalinas

Una de las características más elaboradas de The Fade Out es la delicada mezcla de personajes de ficción para una historia que nunca ocurrió (pero que podría haber ocurrido sin ver la luz jamás) con personajes reales y de gran relevancia artística. Las apariciones puntuales de Dashiel Hammet o Clark Gable no contradicen sus realidades históricas, y son utilizados como atrezzo con el que juegan los personajes de nuevo cuño o los trasuntos de personajes reales, nada más. Ya sean equivalentes de figuras menos conocidas, como los tíos de Brubaker, o equivalentes a estrellas como Veronica Lake o a Errol Flynn, los trasuntos del dúo Phillips-Brubaker sirven para encajar lo ficcional de forma verosímil en la realidad respetando esta última y transmitiendo sensaciones similares a las que aportaría la presencia de las personas reales en el relato. Esta cualidad choca frontalmente con otra de las cartas de amor a la Edad de Oro de Hollywood que nos ha traído este 2020, esta vez en el campo de lo audiovisual: la miniserie Hollywood (Netflix) dirigida por Ryan Murphy. Hollywood también se desvive por lo sucedido entre bambalinas, y comparte similitud en escenario (los despachos de los estudios cinematográficos del Hollywood de posguerra, los sets de rodaje, las fiestas sórdidas) y en intenciones secundarias (retratar las sombras generadas por los de los focos y la estela de las estrellas). Sin embargo, Hollywood es un reverso luminoso de The Fade Out, sobresaliente en su producción, que intenta mostrar los trapos sucios del Hollywood idealizado y generar a partir de ahí un universo alternativo en el que el mundo del entretenimiento es más brillante que el que nuestro siglo XX conoció en realidad, utilizando como principal herramienta la figura de Peg Entwistle (de la que hablaremos más adelante), y reapropiándose de la realidad para conseguir un final socialmente empoderante, como suele ser la intención de Murphy. 

Hollywood es una ucronía[5] con tintes utópicos a la que se ha acusado de tener un interés puramente nostálgico, camp y con poca profundidad en el periodo que trata. Un producto impactante en lo visual y lo emocional, pero que no nos sirve como reflejo histórico real. Según Daniel D'Addario, de Variety, «parte de amar el Hollywood clásico es desear que hiciera mejor las cosas. Pero también es parte de ello encontrar el matiz y el significado en las historias que produjo una ciudad rota y que fueron escritas, dirigidas e interpretadas por gente que lo hacía lo que mejor podía; no como arquetipos de la ingenuidad, sino como artistas» (D'Addario, 2020; traducción propia). Esto la convierte en un bienintencionado «cosplay de época» (Poniewozik, 2020; traducción mía) mientras que The Fade Out consigue llegar mucho más allá. Pese al continuo guiño y a la continua referencia de Hollywood, la propuesta de Brubaker, Phillips y Breitweiser funciona mejor como artefacto de fidelidad y reflexión histórica; una obra que, aunque tenga cameos y homenajes, no requiere de ellos para crear atmósfera ni avanzar trama. Mientras la serie de Netflix tiene el objetivo de forzar el color y las decisiones con humanidad en un mundo de sombras, The Fade Out abraza las sombras y su pertenencia a un mundo verosímil, sin edulcorantes. Más en concreto, a un submundo de desigualdades de poder extremas en el que no hay forma creíble en la que un peón de la maquinaria de Hollywood pueda salir victorioso. Las luces de Breitweiser pueden buscar algo de brillo en la oscuridad e iluminar puntualmente con luces de neón, pero no pueden permitirse ser una explosión de color nítido como en el Hollywood de Murphy, so pena de caer en el sentimentalismo nostálgico e idealizado.

La H marca el lugar

Dentro de la intrahistoria de Hollywood hay una figura que ha sido puesta de relieve a lo largo del último año. Más allá del veterano de guerra reconvertido en peón de la industria del cine (con síndrome de estrés postraumático en The Fade Out; casi chispeantes en Hollywood), los tirones entre los departamentos artísticos y de producción de los grandes estudios, y las injusticias sociales del periodo, se ha demostrado un gran interés en reivindicar la historia de Peg Entwistle. Entwistle (1908-1932) fue una malograda actriz que obtuvo cierto éxito en Broadway y que en 1932, en plena Gran Depresión, hizo el no poco habitual viaje hacia el Oeste para triunfar en un Hollywood que necesitaba llenar el hueco que habían dejado las actrices y actores de la época del cine mudo. Ese mismo año, Entwistle se suicidaba lanzándose desde lo alto de la H del cartel del entonces todavía “HOLLYWOODLAND”, convirtiéndose con el tiempo en una figura mítica, una personificación del fracaso del sueño dorado de Hollywood. Es precisamente el artículo “La muerte solitaria de Peg Entwistle” de Devin Faraci (que apareció como complemento del número 1 de The Fade Out en su edición estadounidense y que se recoge también en el integral) una de las más acertadas intenciones de recuperar (y simultáneamente, desmitificar) la figura de la actriz. Actriz que tiene relación directa tanto con Hollywood (la trama de la serie se desarrolla alrededor de un guion cinematográfico sobre su muerte, que acabará reconvertido en un alegato sobre los derechos civiles con un final esperanzador que le devuelva a la industria y la ciudad el brillo nostálgico que Ryan Murphy parece idolatrar) como con otras dos propuestas de cómic recientes.

La primera propuesta es Bella Muerte: La rata, el tercer volumen de la obra de Kelly Sue DeConnick, Emma Ríos y Jordie Bellaire. Una obra sobre los sueños rotos de gente con futuro prometedor a la que Hollywood arrolla y, en este caso, también mata. Si bien no hay una Peg Entwistle literal, sí encontramos un evidente paralelismo con ella en el personaje de Clara Fields, descendiente de personajes de los volúmenes previos de Bella Muerte, que encuentra su final lanzándose también (aparentemente) desde la H del cartel antes de poder alcanzar su meta profesional. Un relato cargado de referentes sobrenaturales y de fantasía (con comentario social, de género y raza, al igual que en Hollywood) propios del título, lo que lo aleja de The Fade Out, pero con el que comparte un aire de solemnidad de época y tristeza gracias a la paleta de Jordie Bellaire. Cierto es que en The Fade Out la malograda actriz no aparece de forma directa, pero esa sensación de lucha del peón de las artes escénicas para triunfar en un mundo que le supera y finalmente fagocita permea ambas obras.

La segunda y última propuesta se encuentra en la autopublicación antológica Malfario, que en su tercer volumen (de septiembre de 2019) incluye una historia corta de José Robledo titulada precisamente H. En este breve relato Robledo pone imagen y lirismo a la hipotética escena final de Peg Entwistle ya explicada por Faraci en el artículo antes mencionado, poniendo el énfasis también sobre el mítico cartel, rodeado de grises como los de Bellaire en Bella Muerte. Un homenaje a esta (en palabras del relato de Robledo) «santa patrona de los actores sin trabajo. De aquellos que creen que su talento los sacará de la vida cotidiana, a la que todos estamos destinados» que casa perfectamente con el tono general de The Fade Out: el de la lucha fútil de unas marionetas que quisieron brillar pero a las que la industria del entretenimiento hizo arder.

The Fade Out es, en definitiva, una obra que proyecta imágenes de una época de claroscuros de manera ficticia pero verosímil; valiéndose de ritmos, artesanía y sombras reminiscentes de la artesanía cinematográfica de Orson Welles. La gran diferencia es que el cómic alcanza un nivel de credibilidad con el que el equipo de una película de estudio clásica solo podría soñar. Muy habitual es la afirmación de que una de las grandes ventajas del cómic frente a las producciones audiovisuales es que estas se ven limitadas por el presupuesto, mientras que en el cómic no existen las limitaciones de espacio, tiempo, ni restricciones sociales, permitiéndole imaginar recovecos imposibles de alcanzar o reproducir de forma creíble en el mundo real. Moviéndose en su elemento, Brubaker y Phillips (con Breitweiser como sospechosa habitual) mantienen alto el listón al que tienen acostumbrada a la audiencia y que les ha granjeado un trato preferente en Image Comics[6], además de ampliar sus temas de interés habituales; asuntos de interés que vinculan de forma patente esta obra, que ya cumple seis años desde su primer número, a otras propuestas de entretenimiento de gran actualidad y relevancia.

 

Referencias

D'ADDARIO, D. (2020): “Ryan Murphy’s ‘Hollywood’: TV Review”, disponible en línea el 24-XII-2020 en: https://variety.com/2020/tv/reviews/ryan-murphy-hollywood-review-1203551971/

IMAGE COMICS (2018): “Breaking—Ed Brubaker & Sean Phillips renew exclusive deal with Image Comics”, disponible en línea el 27-XII-2020 en: https://imagecomics.com/press-releases/breaking-ed-brubaker-sean-phillips-renew-exclusive-deal-with-image-comics

PONIEWOZIK, J. (2020): “Review: ‘Hollywood’ Gives Movie History a Sudsy Rewrite”, disponible en línea el 24-XII-2020 en: https://www.nytimes.com/2020/04/30/arts/television/hollywood-review.html

SAVA, O. (2020), “‘Pretty Deadly: The Rat’ battles obsession in Golden Age Hollywood”, disponible en línea el 24-XII-2020 en: https://aux.avclub.com/pretty-deadly-the-rat-battles-obsession-in-golden-age-1841070607

 

 

Notas

[1] El título es un juego de palabras entre el significado literal de “fade out” (desvanecerse, perderse, debilitarse, atenuarse) y el término técnico cinematográfico “fade-out” para referirse al “fundido en negro” de las películas. Publicada originalmente por Image Comics en 12 entregas en formato de cuaderno grapado mensual (aunque de salida irregular) entre agosto de 2014 y junio de 2016; primera edición del integral publicado en España en 2018.

[2] En 1947, por su guion adaptado para Encrucijada de Odios (Crossfire, dirigida por Edward Dmytryk).

[3] Sólo tres artículos de Devin Faraci se incluyen como extras en el tomo integral (quedando fuera otras colaboraciones como las de Ben Godar, Jess Nevin o el propio Faraci) probablemente como aliciente para incitar a la compra en grapa de la serie en vez de esperar directamente a la recopilación en tomo (téngase en cuenta que el contenido de la edición española replica los contenidos de la edición estadounidense).

[4] Como es el caso de la maxiserie Fatale (Panini), en la que también se rinde homenaje a Hollywood. En ella, los autores se mojan en el terror lovecraftiano, también desde el noir, pero sin zambullirse del todo, sin romper ningún molde que les aleje demasiado de su hoja de ruta habitual (léase esto tanto como cualidad como defecto).

[5] Con un punto Jonbar (es decir, un acontecimiento que provoca la divergencia entre una realidad y otra) tan sencillo como: en esta realidad los personajes usan su poder para un bien mayor en última instancia, ya sea poder económico, laboral, racial, social, de género.

[6] En 2013, a la vez que se anunciaba The Fade Out, Image Comics comunicaba que Ed Brubaker y Sean Phillips habían firmado un contrato sin precedentes con la editorial, que garantizaba la publicación de cualquier obra que estos entregaran, con libertad creativa total. Este contrato fue renovado por otros cinco años en 2018 (Image Comics, 2018).

Creación de la ficha (2021): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Bamf! (2021): "El crepúsculo (secuencial) de los dioses", en Tebeosfera, tercera época, 15 (11-I-2021). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_crepusculo_secuencial_de_los_dioses.html