EL CÒMIC EN CATALÀ. UN CATÁLOGO ESENCIAL
Glénat España, sello editorial que recientemente ha emprendido camino en solitario tras desgajarse de la madre nutricia francesa, es uno de los pocos que siguen esforzándose por sacar a la luz libros teóricos sobre historieta, asumiendo riesgos que otros no asumen, porque sus guías (como las de Vázquez de Parga), tebeografías (como las de Baena) o historiografías (como los Apuntes de Martín) son tratados poco comerciales, difíciles de vender debido a su naturaleza, árida por rigurosa para gran parte del público, pero necesarios.
Ahora nos sorprende este sello con un catálogo de tebeos que además es específico: El còmic en català, un libro que trata sobre los tebeos publicados en España en lengua catalana, el idioma hablado en los llamados Països Catalans, incluyéndose entre ellos el Estado de Andorra, Catalunya, el Rosellón francés, Illes Balears, Comunidad Valenciana (en estos dos se habla el glotónimo valencià) y otros puntos concretos como la ciudad italiana de Alguer, La Franja aragonesa o El Carche murciano. Se trata de un libro escrito por completo en catalán, que trata de lo catalán, y que va dirigido sobre todo al público catalanohablante. Es por ello un libro singular, específico y especial, obra de Jordi Riera Pujal, quien ha volcado en este volumen un esforzado trabajo de catalogación llevado a cabo durante años y que había mostrado parcialmente (y sigue mostrando) en su sitio web creado al efecto: Catàleg del Còmic en Català (alojado en grupelsisards.cat/comic desde 2008) y del cual ya hicimos mención en TEBEOSFERA desde el momento en que arrancó la segunda época de nuestro proyecto. Riera Pujal indica tras el prólogo de su editor, Joan Navarro, que su proyecto de catalogar los tebeos catalanes y la posterior confección del presente trabajo se hicieron partiendo desde cero, consultando las colecciones privadas del autor y otros particulares y acudiendo a archivos y hemerotecas, y también con la ayuda prestada por varios estudiosos, como la del mencionado Navarro o la de nuestro colaborador Jaume Capdevila, el mayor especialista en sátira catalana hoy en día. El Gran Catálogo de la Historieta no parece haber sido utilizado para sus propósitos, pues no se cita, y es cierto que hay bastantes títulos catalogados por Riera que a fecha de hoy aún no constan en el catálogo alojado en TEBEOSFERA.
Página de créditos y primera de la introducción del autor, con un breve recorrido histórico por la historieta en catalán.
El libro, muy manejable pues no llega a las doscientas páginas, no es un ensayo sobre los cómics catalanes, es esencialmente un catálogo, un listado de títulos agrupados por secciones. El corpus escogido lo detalla el subtítulo: Catàleg d’albums i publicacions (1939-2011), lo cual ya resulta indicativo de que posiblemente el modelo tomado como referencia sea el francés, cuyos anuarios catalográficos (los popularmente conocidos como BDM y también la Bedetheque) centran el recorrido de la catalogación de la bande dessinée en la ordenación de los álbumes, o sea, de los tebeos editados a modo de libro. En el presente catálogo de Riera los libros se llevan la parte del león, en efecto, dedicando a su inventario casi la totalidad de la tripa (páginas 16 a 142). Las cuarenta páginas finales, hasta la 183, se destinan a desglosar los títulos de las más importantes revistas, fanzines, antologías humorísticas y webcomics en catalán. En páginas finales se añaden unos anexos con mención de entidades y festivales de cómic catalanes.
El còmic en català rellena una laguna de conocimiento sobre historieta importante, por cuanto los catálogos de los tebeos y de las publicaciones con viñetas o historietas hasta hoy aparecidos en España no han sido obras rigurosas, al menos hasta la llegada de proyectos como el de TEBEOSFERA. Es lástima que el autor no haya profundizado en la cultura impresa catalana dirigida a la infancia, sobre los primeros prototebeos o sobre los tebeos propiamente dichos que existieron impresos en catalán entre mediados del siglo XIX y el año del final de la Guerra Civil. En las páginas 5 a 15 del libro leemos un prólogo en el que Riera repasa panorámicamente la historia de las publicaciones de historietas catalanas y en catalán, pero en él también da un salto centenario para situarse inmediatamente en la inmediata posguerra, en los años cuarenta, dejando de lado el registro de títulos tan importantes como L’Esquella de la Torratxa, ¡Cu-cut!, En Patufet, Papitu, Virolet, La Nuri, Sigronet y otros en los cuales se desarrollaron gran parte de los avances en la estética y los lenguajes de la historieta española, y configuraron su “cultura” (o su conocimiento popular por parte de la ciudadanía) hasta el punto de que, como todo catalán bien sabe, a los tebeos de antes de la guerra se les llamaba en Cataluña “patufets”.
Precisamente por partir desde 1939, en este catálogo hallamos un gran vacío de publicaciones en catalán en los años de la dictadura del general Franco, bajo el cual fue prohibido el uso oficial del idioma vernáculo de Cataluña en impresos de cualquier tipo. Sólo con favores especiales por razones de amistad con políticos influyentes se logró editar tebeos en catalán en los años cincuenta (como Historia i Llegenda o Infants), ciertamente relevantes, tanto como lo serían en los sesenta publicaciones auspiciadas por grupos religiosos católicos y que sentarían los pilares de una historieta catalana moderna y especializada en el público infantil, con un representante destacado: Cavall Fort. A partir de este momento, y tras la relajación de las limitaciones sobre el uso de las lenguas españolas, comenzaron a aparecer más tebeos en catalán en los sesenta: revistas como Oriflama, L’infantil/Tretzevents o Patufet, y colecciones de álbumes, como las lanzadas por los sellos Joventut, Tremoleda, L’Abadia de Montserrat, 62 o Casals, que allanaron el terreno para la gran profusión de títulos que llegó luego con la democracia, dentro de la inflación de publicaciones apoyadas institucionalmente para promocionar valores autonómicos, nacionales y lingüísticos. Riera alcanza la actualidad en su repaso, recogiendo todos los esfuerzos institucionales, consistoriales y hasta propagandísticos, los fanzines y los catálogos de concursos, y por supuesto, todos los productos editados en catalán en años recientes por sellos como Norma, B, La Cúpula, De Ponent o la misma Glénat, entre otros editores ocasionales de tebeos en estalengua.
Muestra de una de las portadillas que anteceden a algunos capítulos, cuya letra capitular se ha diseñado de forma atractiva.
El recorrido es completo a pesar de los vacíos descritos, porque El còmic en català se define como un catálogo del libro de historietas en catalán y, por tanto, cumple con sus objetivos plenamente. La labor de Riera ha quedado plasmada con un adecuado diseño de Dani Barbero, sobrio y elegante, con reproducción de tres pequeñas imágenes por página, escogidas de entre lo más representativo de los cómics tratados en la obra, y que en la parte escrita muestra una exposición adecuada de los contenidos: cabeceras por orden alfabético según las normas internacionales, con mención impresa en negrita, y con asientos para cada colección de tebeos agrupados bajo un mismo denominador, en los que se contemplan hasta una docena de campos diferentes: título de la colección, año de arranque, autores principales, sello editorial, prologuista si lo hay, dimensiones (alto por ancho), color de impresión, encuadernación, foliación, tirada en contados casos, comentarios sobre la edición en bastantes, y desglose de los títulos de los álbumes para el caso de colecciones con varios números. Una descripción notable por cuanto en el resto de catálogos españoles publicados hasta la fecha el número de campos por asiento oscilaba entre siete y nueve.
También encontramos aspectos criticables en este libro. Nada que decir sobre el corpus elegido, el de las publicaciones en català, que contempla un conjunto de tebeos editados en cuatro estados europeos y cuatro comunidades autónomas españolas nada menos. Sin embargo, sí que es reprochable que el autor haya catalogado libros ilustrados o con viñetas que realmente no fueron tebeos, sino productos derivados de obras de historieta, como la colección Els viatges d’Alix, de Glénat, que son libros de viaje iluminados con viñetas e ilustraciones de personajes de la serie Alix, el Llibre de postals Astérix, que obviamente es un muestrario de postales, o La flauta dels sis barrufets editado por Diáfora, que es un lanzamiento basado en la película homónima más parecido a un libro de cuentos que a un tebeo. Hay algunos ejemplos más para los que consideramos que se debería haber abierto una sección aparte.
También hallamos algunos defectos menores que podrían haberse evitado en una revisión atenta del texto, como la poco clara explicación de algunas numeraciones (caso de la colección Bola de Drac), la alusión a un sentido de lectura “japonés” (en vez de oriental), la cita de Anxaneta como sello editorial (cuando fue una colección a modo de línea editada por Tremoleda), o la arbitrariedad de considerar unas antologías humorísticas como tebeos (las de Faro, por ejemplo) mientras que otras son relegadas a un apartado final a modo de cajón de sastre de todo el humorisme gràfic en catalán. Naturalmente, tropezamos con la cuestión nacional, como no podía ser de otro modo en un libro sobre lo catalán, fundamentalmente cuando alude al Estado en la cita a los límites geográficos (“estatal incloent la Catalunya Nord”) o en la tabla 1, cuando equipara lo “estatal” con el cómic de procedencia franco-belga o el etiquetado como “USA”. Y no deja de ser irónico que en un libro que trata de destacar la singularidad cultural de Catalunya se cite Holanda como procedencia del cómic neerlandés, cuando se trata de una región formada por dos provincias del estado Países Bajos desde 1810.
La parte segunda del libro aglutina un conjunto de publicaciones heterogéneo.
También observamos que el autor se ha tomado alguna que otra libertad metodológica, por ejemplo a la hora de agrupar títulos: distintas colecciones que empiezan por la palabra “Historia” se hallan en una entrada con ese nombre; también encontramos cierta confusión conceptual en algunas de las catalogaciones, pues se equiparan colecciones con líneas (Lavínia), con números de colección (Max i Moritz) o con series (Mafalda), y por supuesto, no se arroja luz sobre el gran problema de los formatos: álbumes, antologías humorísticas y novelas gráficas se diferencian o equiparan por razones que no quedan claras (con lo fácil que era, todos son libros), se usan en la misma tabla los supuestos formatos “manga” e “italiana” (uno alude a la procedencia y el otro a la forma del tebeo), y los formatos digitales tampoco se diferencian del resto o entre sí. Por último, es una pena que Riera no haya precisado más en la catalogación hemerográfica, porque ni Cavall Fort merecía un asiento tan corto, en el que además los datos de periodicidad y tirada deberían haberse precisado, pues no han sido constantes (y eso que considera, en un apunte algo exagerado, que fue “la millor revista infantil de l’estat espagnol d’aquells anys”) ni Camacuc uno tan escueto (no se indica el total de números aparecidos de esta importante revista valenciana), por citar tan sólo dos casos. Finamente, Riera redunda en un problema de nuestra teoría que es endémico, el de la menor consideración de la revista de historietas frente a los álbumes o libros. Nuestros tebeos han sido producidos durante mucho tiempo en formatos de cuaderno o revista (durante un siglo, nada menos, de 1880 a 1980), pero hoy sólo se conciben en el soporte libro, y son muchos los jóvenes, incluso los teóricos, que estiman que un tebeo sin tapas o fue efímero y poco relevante o directamente resulta desestimable hoy.
Son un verdadero acierto los apartados finales del catálogo, dedicados a listar fanzines, editores, salones, catálogos, bibliografías, etc., pero hubiera sido de agradecer que el listado de editores en página 178 se hubiera hecho no como guía de actualidad sino como guía para el conocimiento del tejido industrial catalán. Para ello hubiera bastado con anotar y describir sucintamente la trayectoria de sellos tan importantes como Tremoleda, Jaimes Libros o Joventut al lado de otros que sí aparecen pero cuyo aporte al tebeo catalán ha sido testimonial, como Astiberri, Dolmen o Sinsentido. El orden para las antologías humorísticas, por autores en vez de por títulos, resulta algo confuso en un principio, pero es acertado en este caso porque hay firmas satíricas verdaderamente destacadas con muchas obras publicadas, caso de Cesc, Ermengol o Perich. En el listado de museos del cómic cabe apreciar que dos de ellos no están en funcionamiento hoy.
La parte más criticable del libro es su escaso aporte de datos numéricos concluyentes, aunque quizá no estuviese esto entre los planes del autor. Las pocas cifras que aporta Riera son discutibles, como por ejemplo el dato de que el 90% de la edición y facturación de cómics impresos en España se hace en Catalunya. Y no se brinda el dato del número de colecciones catalogadas en este trabajo, operación que nosotros sí hemos hecho: en el catálogo se han inventariado 529 colecciones con formato libro, 40 con formato de cuaderno o revista, 130 antologías humorísticas, 49 fanzines y 34 webcomics. Un total de 782 asientos. Casi ochocientas de las quince mil colecciones publicadas en España han sido editadas en catalán, no está mal. Riera sí que aporta dos anexos finales con tablas en las que desglosa los títulos (cada tebeo) inventariados con una singular separación: 3.188 títulos de "albums i altres" con veinte o más páginas y 495 títulos de otros tebeos con formato cuaderno (lo que él denomina "comic-book" e "Italiana" más los "llibret manga"). El sumatorio de estas tablas también lo hemos calculado nosotros: 3.683 ejemplares diferentes de tebeos en català (que por supuesto no contemplan los aparecidos con formato de revista ya que sólo Cavall Fort más L'Infantil/Tretzevents suman casi 2.000 tebeos distintos). Otra cosa que nos parece importante y no hallamos en el presente recorrido catalográfico: no se aclara cuántos tebeos catalanes fueron traducidos de otros idiomas y cuántos fueron autóctonos, cuántos fueron editados en Catalunya y cuántos fueron valencianos, baleares o andorranos.
El primero de los anexos finales, donde el autor refiere cifras de lo publicado hasta 2010, contando cada uno de los lanzamientos.
Pero, por muchas pegas que se le puedan poner en los detalles, El còmic en català es una obra muy importante, por la cual hay que aplaudir a su editor dado el riesgo comercial asumido, y a su autor por el trabajo que le habrá costado culminarla (un catálogo nunca se acaba, ya saben). Es importante porque todo trabajo descriptivo y de ordenación de los tebeos implica rellenar las enormes lagunas de ignorancia cultural que se mantienen sobre la historieta en nuestro país. En general, pues, estamos ante un libro de referencia. Y en particular, entre lo mejor del trabajo de Riera destacaríamos la descripción de un panorama editorial poco conocido por el común de los españoles, la especificación de un significativo cénit para la edición de tebeos en catalán entre 1991 y 1992, la identificación de lanzamientos promocionales locales y de fanzines desconocidos, y el descubrimiento para el enamorado de la historieta y para la cultura en general de cientos de publicaciones baleares, catalanas y valencianas, de muchos libros de humorismo gráfico en catalán y de otros productos impresos que forman parte de una cultura escasamente estudiada.
Es difícil encontrarlo en las librerías fuera de Catalunya. Pídanlo por Internet o a la editorial. Sin demora.