EL CABALLERO OSCURO - EL FILM. Woke up this Morning...
ME LEVANTO ESTA MAÑANA…
…y recuerdo mi pasado de otra forma. Esta es la premisa de la película que nos ocupa, cátedra sentada por ALAN MOORE en LA BROMA ASESINA, cómic del cual los NOLAN y el impenitente DAVID S. GOYER (BLADE) han bebido algo más que generosas raciones. Sacamos esto a colación debido a la observación de que multitud de espectadores son claramente remisos a aceptar cualquier otra versión que no se atenga al Batman de TIM BURTON, que sorprendió, sobre todo, por sus oscuros, barrocos y macabros escenarios, así como por la actuación de JACK NICHOLSON como El Joker. Es especialmente esa génesis de El Joker el origen del conflicto. Nadie (o muy pocos) están dispuestos a aceptar que el origen del ARLEQUÍN DEL CRIMEN pueda ser distinto a aquél. El mediocre SAM HAMM aceptó y revalidó su origen, recreado en La broma asesina y que, a su vez, tomaba como buena la historia EL HOMBRE DE LA CAPUCHA ROJA, de Febrero de 1951. Convencidos de que un largo misterio quedaba finalmente resuelto, Moore demuestra por qué es grande y hace declamar a El Joker aquello de que “unas veces lo recuerdo de una manera; otras de otra...”, dejando el misterio tan irresoluto como siempre.
No hay forma de hacer comprender algo tan simple a la mayoría de los espectadores, perfectamente convencidos de que otra cosa es nefasta herejía, génesis aquella que, además, tiene el mal gusto de identificar al asesino de los padres de BRUCE WAYNE. ¿Por qué ha de resolverse el asesinato del matrimonio Wayne? ¿No gana relieve su drama si ese asesinato, como otros muchos cientos de miles, cometido fortuitamente por alguien que quizás murió durante el largo entrenamiento que convirtió a Bruce en Batman, queda sin cerrar? JAMES ELLROY vive aun sabiendo que el asesinato de su madre ya jamás será esclarecido.
En cambio, DC COMICS volcó indecibles recursos solucionando ese asesinato, con mayor tesón aún que los estomagantes CSI televisivos, a los cuales esta película hace un guiño (y que tanta eficacia demuestran que podrían enseñarle algo incluso a Batman, resolviendo crímenes in situ), como un lema implacable de la diosa NÉMESIS: El que la hace, la paga… por muchos siglos que pasen. Es una falacia querer resolver ese delito, igual que irritante es la testarudez de no querer admitir que Burton ofreció una versión dantesca del mito, pero no LA versión definitiva. Queda lejos aclarar el origen de El Joker.
Aparte del triunvirato que constituyen los principales actores del elenco, tres es, también, el número de películas que, al menos, contiene este extenso metraje (2h.45m.), amén de un número de guiños a otras cintas. Así, tenemos la película de Batman per se (la más floja); la de mafiosos, o de cine negro (la central) y, finalmente, el drama que los quema y se ceba en Dent, y en menor medida, en Batman/Bruce Wayne (RACHEL).
También, estos Batman de Nolan tributan homenaje a JAMES BOND, como demuestra la figura que encarna MORGAN FREEMAN (gurú impávido, autorreplicado desde CADENA PERPETUA en el mismo rol): LUCIUS FOX, el Q de Batman, que comparte el meollo del secreto (como ALFRED, socarronamente interpretado por MICHAEL CAINE, más mundano, menos estirado y gótico que su predecesor) y surte de virgueros juguetes de alta tecnología a su jefe, un Bruce Wayne de gestos y rasgos secos, que cuesta ver en la onda TONY STARK del DIVERTIJEEP. (CHRISTIAN BALE no transmite la faceta de bon vivant que imprimió ROBERT DOWNEY, JR. en IRON MAN. Muestra a un ejecutivo agresivo, yonqui del trabajo, permanentemente instalado en la tarea de ganar muchos millones, aunque aparezca dispuesto a ir de farra con sofisticadas bailarinas rusas. Es como si fuese incapaz de salirse de la piel de PATRICK AMERICAN PSYCHO BATEMAN).
Otro detalle bondiano es la aparatosa extracción que Batman, plenamente internacional, lleva a cabo con el contable mafioso. (Esta mafia es mundial. No son gángsters de los 1940 capitaneados por JACK PALANCE.) Cuando la fuga parecía imposible, surge el avión de la nada y voilá!, extraditado a Gotham.
Chismes aparte, como los usados para capturar a EL ESPANTAPÁJAROS evanescente (el detalle de la calavera reflejada en la pintura del chasis de la furgoneta hace pensar más en THE PUNISHER que en que es un toque simbólico), Batman se las debe ver con los BATBOYS, unos fracasados mitómanos, quizás bien intencionados, pero que han extremado su filia icónica hasta la obsesión, y que el esfuerzo de salvarles les hace más peligrosos, aún, que a los criminales, objetivos del Caballero Oscuro.
Por cierto que Bale nos muestra que ser Batman no reporta, a veces, más que hematomas y cicatrices.
EL PAYASO ESTÁ TRISTE: BROMAS, LAS JUSTAS
Determinado, pues, que el núcleo de la película es el cine policíaco, de mafiosos, y que recuerda a títulos como DONNIE BRASCO, CASINO, UNO DE LOS NUESTROS o EL PADRINO, no menospreciaremos la inteligencia del lector recordándole que las caretas de los atracadores son todas de payasos sonrientes, excepto la de El Joker, esencialmente porque él ya lleva la sonrisa pintada. Más allá del evidente simbolismo que haya en esto, Nolan parece aún más interesado en contarnos una especie de EL PRECIO DEL PODER (SCARFACE, tengámoslo presente, a tenor de lo que refiere El Joker sobre su aspecto) que en plantear profundas disquisiciones filosóficas, que llegaran a ser pedantes.
El difunto HEATH LEDGER reconstruye una faceta de El Joker que Nicholson mostró durante un momento en la cinta de Burton, pero el actor australiano le agrega tosquedad, volumen, a su imagen de El Joker: tiene los hombros cargados, parece incluso ligeramente giboso; su semblante maquillado (no decolorado; su cabello tampoco es verde) recuerda al de MARLON BRANDO en REBELIÓN A BORDO, pero remarcado por algunos tics de VITO CORLEONE, con la mirada fija en el objetivo.
Sus chistes son fríos, macabros, desagradables, demostrando que está a la altura del otro excéntrico extravagante que cogobierna Gotham, o sea, Batman, y dispendiará medios para confirmarlo.
Si la Ley posee un triunvirato, el Crimen tiene otro (encabezado por ERIC ROBERTS, el deslucido hermano de JULIA ROBERTS) y también esta trinidad será abatida sin contemplaciones por El Joker (“Esta ciudad merece un criminal de mayor calidad”: Roberts como que no se cree su papel), y más rápidamente aún que la oficial. Previene a los mafiosos que “Batman no entiende de fronteras” y luce sadismo cuando debe eliminar obstáculos. Además, goza de esa clarividencia sobrenatural de los locos, que lo hace peligrosamente brillante e impredecible.
Resume perfectamente su vida, o su obra, la declaración que le hace al mutilado Dent en el hospital (con generoso empleo de gestos, pero ni excesivos ni histriónicos, como Nicholson): “Soy como un perro que corre ladrando tras los coches pero que no sabe qué hacer con ellos cuando los atrapa”. Así que ante la complejidad del dilema, retrocede a bastiones más familiares aunque ramplones: la dinamita y el queroseno. Es fatuidad inútil querer ver un sesudo discurso intelectual en su siguiente parrafada, la de que es un agente del caos y tal. Son palabras fuertes cuya relevancia (tópica en personajes así) ha sido exagerada.
También debemos referirnos a los chaqueteros que, de inmediato, han destronado a El Joker Nicholson (“el mejor de todos los tiempos”; aunque es verdad que CÉSAR ROMERO no lo puso difícil), colocando en el santo solio a Ledger, al que llamaban “el niñato” de DESTINO DE CABALLERO o EL PATRIOTA, sin darse cuenta de que El Joker es una compleja multitud de facetas. Nicholson reprodujo la de su momento; Ledger (fortuita, intuitiva, intencional, aconsejadamente) plasmó una versión mucho más sombría del mismo personaje, existente en él ya de por sí.
Y sobre detalles sombríos: al contrario del Batman de Burton, donde la oscuridad reinaba afuera, en el de Nolan los personajes la interiorizan (salvo El Joker, que la exterioriza con su máscara de payaso triste).
Esos chaqueteros habrán quedado, no obstante, contentos con el duelo que Batman y El Joker sostienen en la avenida, semejante al que el murciélago y el arlequín del crimen mantuvieron en el primer Batman, y que acabó con el Batwing derribado. (A propósito, ¿por qué El Joker prefiere tanto las armas anticuadas?)
En esa larga persecución, asimismo, hallamos un guiño a TERMINATOR 3 (el camión volcado) y otro a JUDGE DREDD (la Lawmaster, la moto sin carcasa que emana del Batmovil destrozado), así cómo al cartoon de TEX AVERY o CHUCK JONES, cuando El Joker ametralla el furgón de los SWAT con un arma progresivamente mayor y más destructiva.
DOS CARAS
Capitaliza Harvey Dent al completo el drama, bastante al estilo de EL FANTASMA DE LA ÓPERA, que es el segundo elemento importante de la cinta de Nolan. Él representa las fuerzas vivas de la Ley y el Estado en una ciudad que ha entregado su seguridad con completa naturalidad a un enmascarado fuera de la ley. No se corta reprochándoselo a los GOTHAMITAS en la rueda de prensa, despreciándoles por pasar tan deprisa del hosanna al ¡crucifícale! La figura de Dent es igualmente sólida y poderosa, como la de Ledger, y hay un momento en que Batman desaparece absorbido, no sólo por la enormidad de sus egos (más que por sus caracteres), sino también por su corpulencia física. Aun GARY OLDMAN parece notablemente intimidado por la presencia de Dent, que ha conquistado el corazón de Rachel, vieja amiga y aspirante a novia de Wayne, cuya muerte será el catalizador de tantas desgracias.
Dent representa al Caballero Blanco que actúa con fuerza y diligencia a plena luz del día (cuando Batman, Caballero Oscuro, tiene sus poderes más diluidos) y con un consenso común, la Ley, en la mano. A continuación de su desgracia, cuando enloquece y con espíritu masoquista se niega a recibir calmantes (culpándose de la muerte de Rachel; a través de este íntimo dolor cree empezar a purgarlo), su primer carácter, fuerte y único, se troca en un cliché que arroja su maltratada moneda al aire tomando al azar por único juez (hasta lo justifica) mientras pena, con requiebros isabelinos, sobre el dolor emocional, la venganza y la pérdida. Dent asume el papel de Caballero Oscuro (ha sido consumido por el Reverso Tenebroso) y Batman, a su pesar, se convierte en el Caballero Blanco (de atuendo negro) y también se vuelve árbitro, juez, de la situación. Con esto explicado quizás el título del film no sea tan aparente como originalmente pudiera parecernos.
RECAPITULANDO
Dentro de la gran racha de películas sobre superhéroes y superhombres (HANCOK) que han arribado hasta nuestras costas, la de Batman justifica las expectativas que ha generado ubicándola, meritoriamente, en el taquillazo que constituyó. No es una película perfecta (¿alguna lo es?), pero desde luego sí contiene la promesa de que, esta vez, Batman no acabará degenerando en el chillón y estrambótico artefacto en que lo convirtió JOEL SCHUMACHER en los 1990. Hay un aire nuevo, aunque emane de posiciones conservadoras, en torno a estas películas, que nos aseguran que ciertos errores no volverán a ser cometidos.
Adrede hemos rehuido mencionar la notable influencia que la obra de FRANK MILLER (AÑO UNO) ha tenido en esta película, conscientes de que el grueso de los comentarios y reseñas al respecto así habrán procedido. Modestamente, hemos intentado resaltar influencias u otros muchos más aspectos que han podido quedar solapados debido al resplandor de Miller, buscando hacer la justicia que esas otras referencias merecen.
Más que una cinta de superhéroes, este Caballero Oscuro intenta hallar nuevos ambientes para expandir un género que tiende a replegarse sobre sí mismo, o en propiedad, a ser replegado debido a la adecuada falta de visión o encasillamiento, y así también debería valorarse.
En esta cinta, Batman responde a la aseveración de NIETZCHE sobre que “el que lucha contra monstruos debe cuidar de no convertirse en uno”, admitiendo que ese sacrificio es inevitable para acabar con la bestia. Luego empezará la batalla por exorcizarla de uno. También “ha mirado al abismo y le ha devuelto la mirada”, frustrando sus esperanzas de colgar la capucha negra y disfrutar, disipadamente, de su inabarcable fortuna. Y contesta a la observación de LOIS LANE de “por qué el mundo necesita a SUPERMAN” (SUPERMAN RETURNS): porque el día no es el elemento natural de Batman. Alguien debe ser, entonces, el caballero blanco, aunque proceda de KRYPTON.
Se nos ha insinuado la inminencia de CATWOMAN en la hipotética tercera entrega (harto hostil a mostrar a ROBIN; bendita sea su obstinación), cuando Fox destaca las mermas del nuevo traje ante los arañazos, y nos ha quedado bien claro que Dent volverá (la moneda cayó de cara). Tampoco es para tanto la “polémica” escena de El Joker dentro de la bolsa de cadáveres (aunque sí es macabramente premonitoria) y nos queda por plantear si las veloces esfumaciones de Batman se deben a que es algo que viene con el uniforme o es que tiene el vientre suelto.
Oh, un detalle último: en esta ocasión, Batman sí impide que se estampe contra la acera El Joker (de espeluznante risa, y que ha sido promocionado de arlequín del crimen a terrorista, síntoma de la atmósfera que ha cobrado la sociedad tras el 11-S).
Y es que la munificencia de los superhéroes no conoce límites o fronteras.
Reseña de Antonio Santos
De su serie Gramática Parda, entrega 4