EDITORIAL PARA TEBEOSFERA, TERCERA ÉPOCA. Nº 5
MANUEL BARRERO

Palabras clave / Keywords:
Editorial Tebeosfera, Revolución Rusa, Revolución, Revolución cubana, Revolución de Asturias de 1934, Movimiento 15-M Indignados, Feminismo/ Editorial Tebeosfera, Russian Revolution, Revolution, Cuban Revolution, 1934 Asturias Revolt, 15-M Movement Spanish Revolution, Feminism

Parece ser que el gran problema de nuestro tiempo, para aquellos espíritus que desean reformarse o regenerarse (o como lo dicen ahora: reinventarse), es que estuvimos un siglo a la espera de la descomposición  del capitalismo y del concepto de Estado en el sentido burgués del término y... lo que se descompuso fue lo otro. Lo que en 1917 fueron nuevos vientos, empuje de ilusiones, hoy es una brisa de ilusionismo que no acierta a despejar el tufo de la corrupción.

Vivimos en 2017 la efeméride de la revolución más importante del siglo XX. La que pensaron que era definitiva, tras la del XVIII que acabó con el antiguo régimen, la Revolución Francesa, y tras la que acabó con el retraso, la industrial del XIX. La revolución socialista iba a acabar con ambas cosas de un plumazo en la Rusia zarista entre 1905 y 1917, surgiendo a continuación un Estado que era del pueblo y para el pueblo en el que se viviría el tan soñado "todo para todos". No fue así exactamente. Recordamos sesgadamente el origen de la revolución y sus consecuencias. La revolución la comenzaron en las fábricas (con un grupo de mujeres en cabeza) y en el agro, pero los que la articularon eran burgueses. Burgueses que ansiaban el poder. Poderosos, luego, que maniobraron para mantener el poder. Estrategas, más tarde, que asesinaron para perpetuar su cargo. Autoridades, finalmente, que se volvieron autócratas. ¡Qué poca distancia quedó entre el Zar, acosado por la guerra y por el rechazo de su pueblo, y el dirigente omnímodo finalmente establecido, que acosaba a su pueblo en una guerra de terror interna!

Cien años después de aquellos años que cautivaron al mundo miramos hacia atrás y todos vemos los hechos a través de nuestro propio cristal. Los reaccionarios solo ven los muertos de Stalin (sumados a los de otras dictaduras comunistas) y los errores de Lenin. Los más utópicos siguen viendo un modelo que sacó al pueblo de la servidumbre medieval e hizo rebrotar una nación. Es muy difícil sopesar el comunismo real, el puesto en marcha en Rusia en 1917, sin reparar en la satanización de sus líderes. En su tierra Stalin se asemejaba a Dios (o lo era) y fuera de su tierra, sobre todo en países orientales, fue admirado por otros líderes. Pero en Occidente, en Europa y en Norteamérica, fue visto siempre con recelo, cuando no como lacra. Mas no podemos olvidar que, sin dejar de lado una condena absoluta al despotismo paranoide de Stalin, el comunismo que nació con la llamada Revolución de Octubre sirvió como ejemplo para otros pueblos que se enfrentaron a los esquejes de la nobleza latifundista, a los poderes absolutos enquistados y al surgimiento de los fascismos. La idea de sociedad que emanó de allí inspiró a los luchadores por la libertad de aquí, contribuyó a introducir elementos democratizadores en la política de los países occidentales, y forjó ideales de lucha por la dignidad, por la igualdad y por la libertad. Aún los sigue formando.

     
Historieta en la que se repasa la situación que vivía el pueblo ruso antes de la revolución.      

Los historiadores se vienen planteando estos días algunas preguntas interesantes de responder (para la historiografía, claro), como: ¿Por qué siguen llamando sublevación a la revolución de febrero de 1917 y revolución al golpe de estado de octubre de aquel año? ¿Los bolcheviques realmente representaron la voluntad del pueblo tras la toma de poder; también en 1918 o en 1921? ¿En qué medida los Estados capitalistas europeos financiaron la Revolución Rusa? ¿Hubo represión de socialistas (o comunistas) contra otros socialistas (o comunistas), o solo la hubo contra los sediciosos anticomunistas que pretendían atentar contra la dictadura del proletariado? ¿Qué grado de libertad, en sentido lato, se vivió en Rusia con Lenin; y con Stalin? ¿El relato de la revolución salvífica cuajó por sí mismo o fue producto de una estrategia propagandística muy bien coordinada? ¿Por qué razón el presidente ruso actual, Putin, evita convocar actos oficiales para celebrar el centenario de tan importante fecha en el mismo lugar en el que tuvo lugar aquel hecho histórico? Las respuestas siguen apareciendo en los libros, en las revistas y en internet. Y parecen indicar lo que ya sabíamos: que el socialismo funcionaba muy bien sobre el papel cuando lo postuló Marx (en un contexto burgués capitalista, dentro del cual podría emerger con éxito) pero sobre el terreno ya era otra cosa diferente. Hoy seguimos en este plan, porque no hay otro remedio, dado que hasta las sociedades tradicionalmente emparentadas con el comunismo, como Rusia o China, son en la actualidad los escaparates del capitalismo más rampante.

En Tebeosfera no nos hacemos preguntas de historiógrafo. Por supuesto que no. Nosotros nos dedicamos a lo de los tebeos. Pero sí nos planteamos preguntas desde nuestra modesta cultura gráfica, por si eso puede servir de puente para luego trazar otras reflexiones. Por ejemplo, nos hemos preguntado si esto de las revoluciones de liberación de los esclavos del poder viene de más antiguo, y Ricardo Vigueras nos ha contestado con un sesudo estudio sobre Espartaco, un revolucionario prístino a quien le conocemos vidas de cine y de tebeo. Nos preguntamos también cómo se sintió en España la Revolución Rusa nada más ocurrir, a lo cual vinieron en respuesta Francesc Martínez y Antonio Laguna, máximos expertos en humorismo gráfico nacional, para decirnos si aquí se satirizó mucho aquello o no. Nos quisimos imaginar cómo llegó a nuestros autores gráficos la idea de la revolución, o cómo veían los Gobiernos de Lenin y Stalin, y nos hemos respondido acordándonos de Oselito, aquel monigote de Martínez de León, que incluso viajó a Rusia para comprobar sobre el terreno todo lo pródigo del nuevo Estado, la URSS.

Por supuesto no podía faltar la alusión a los universos superheroicos. Ya todos intuimos cómo fue tratado el comunismo en los EE UU, su enemigo natural, pero pese a ello hemos querido indagar, y han venido en nuestra ayuda los expertos José Joaquín Rodríguez e Ignacio Fernández Sarasola, con sendos estudios que confirman una demonización (y estupidización, si podemos incorporar el neologismo) de los líderes y héroes soviéticos durante los tiempos más duros de la guerra fría. También existieron revoluciones socialistas o ecos del comunismo en el Cono Sur, como el joven Tomás Ortega nos recuerda con una reflexión sobre el despertar ideológico de dos creadores argentinos, H. G. Oesterheld y Julio Cortázar, en su día envalentonados contra los fascismos y el capitalismo salvaje. Como no todo era quedarse en 1917, hemos querido trabajar también sobre la rehabilitación de la lucha popular en pro de la democracia perdida y qué mejor opción que analizar los cómics contemporáneos sobre el 15-M, con un excepcional trabajo de Jorge Catalá. Y, claro, había que tratar sobre la revolución feminista, ya que la Revolución Rusa nació de una marcha en protesta por los derechos de la mujer; Julio Santamaría lo ha hecho analizando también dos cómics fundamentales muy recientes que le sirven para poner en pie una oportuna reflexión sobre las exigencias que deberían ir parejas con toda revolución social.

El número se completará con otros textos sobre la Revolución cubana y sobre la Revolución de Asturias de 1934, en breves semanas, y con un conjunto de escritos más cortos pero no menos importantes que hemos encajado en las secciones de miscelánea y de reseñas: hemos abierto un espacio para una disertación sobre los límites del humor en la sociedad actual, caracterizada por el blindaje del poder pero que teme las gracias de unos titiriteros; rescatamos del olvido el relato gráfico del “Domingo sangriento”, aquel luctuoso día de enero de 1905; hablamos de Pravda, pero no del órgano oficial del Partido Comunista ruso, sino de la obra más cínica de Peellaert; recordamos Los frustrados de Bretécher, algo necesario para comprender la domesticación de los intelectuales de la izquierda en la moderna sociedad del bienestar; por supuesto hablamos de Fagocitosis, una obra maestra del cómic contemporáneo, que va un paso más allá y denuncia la hipocresía de todos los que se apoltronaron mecidos en la narcosis del capitalismo, y habrá más reseñas, sobre tebeos implicados en la lucha feminista, sobre Bauzá (aún estamos en el año del centenario de TBO) o sobre tebeos y cine.

Confiamos en que estas lecturas les lleven de la mano hacia un año que quizá nos traiga un aire nuevo, algún cambio; si no una revolución, al menos un proceso (o un reciclaje) desde el que trazar un futuro tranquilo y justo.

Vires acquirit eundo.

 

Creación de la ficha (2017): Manuel Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2017): "Editorial para Tebeosfera, tercera época. Nº 5", en Tebeosfera, tercera época, 5 (21-XII-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/editorial_para_tebeosfera_tercera_epoca._n_5.html