EDITORIAL PARA TEBEOSFERA 2ª ÉPOCA, NÚM. 2. ESPECIAL ACADÉMICO
MANUEL BARRERO

Palabras clave / Keywords:
Editorial Tebeosfera, Controversia de las viñetas sobre Mahoma/ Editorial Tebeosfera, Muhammad cartoons controversy

TEBEOSFERA TEORIZA 

El 27 de noviembre de 2008 supimos que le habían concedido el Premio Cervantes a Juan Marsé. Por fin. Marsé es un novelista excepcional y un hito de nuestra literatura. Es un hombre fiel a sus principios y coherente en su trayectoria, aunque de él se insiste en recordar sus refunfuños y desplantes. Marsé ha sido uno de los novelistas que más certeramente han sabido describir el proceso español de transición política (o transacción, al decir de algún historiador) con aquel relato del falangista que quería ser reconocido, con el paso del tiempo, como un ‘nuevo liberal’ (La muchacha de las bragas de oro, 1978). Marsé, preciso paisajista de la derrota de los sueños mantuvo, en sus tiempos mozos, también un vínculo con las viñetas. Fue colaborador de Por favor, donde alcanzó a desempeñar el puesto de redactor jefe de lo que fue una de las revistas satíricas más beligerantes de un período en el que todavía no se sabía si Franco había muerto o sólo había mudado el esqueleto.
Hoy dicen de él los críticos literarios que es “el autor de la desolación y el lirismo”, conceptos ambos que parecen también implicados en nuestra historieta.
El cómic hispano, la historieta de aquí, vive unos tiempos de aparente barlovento a favor, navegando bajo el soplo de los optimistas, jaleada su hermosura desde los púlpitos cibernéticos. Pero algunos nos tememos que sólo escuchan a los de los púlpitos los que están en otros púlpitos; mientras, los feligreses andan en otra cosa, o cobrando menos, en otras congregaciones. Se ha demostrado en el año 2006, 2007 y (se demostrará en) 2008 que nuestro mercado sigue siendo un mercado mayoritariamente licenciado, o licencioso. De licencias, vaya. Los datos que aportan los divulgadores participantes en los anuarios de la historieta publicados por la AACE –ya que no tenemos otro libro blanco- indican que seguimos viviendo del manga y del superhéroe. Los editores, que no sueltan datos, también tienen claro eso. Pero lo que no sabemos es si la inflación de la producción está en consonancia con el aumento de ventas o ya de lectores.
En el plano genérico, nuestros cómics atraviesan una etapa singularmente atractiva. Nos beneficiamos de mucha obra extranjera buena y creamos obra patria de gran calidad. Hay hallazgos en lo fantástico y en otros productos de las vertientes genéricas. Tenemos algunos tebeos atractivos entre la vasta oferta de lo autobiográfico. Disfrutamos mucho con lo melodramático tocado con el velo de la melancolía (Arrugas, María y yo, Estraperlo y tranvía).Pero en lo satírico ha habido poco bueno salvo lo rescatado, y en la prospección en la memoria sigue Carlos Giménez; pero a él parece que no le siguen.
No, no hablamos de los premios (nacionales, asociacionados, blogueros), hablo de los bárbaros. Todorov advierte en su último libro –El miedo a los bárbaros- sobre los miedos desarrollados en los últimos tiempos al terrorista y al inmigrante, y avisa que la sacralización de la memoria entraña peligros. Al igual que ocurría con Marsé, con nuestros cómics pasa casi al contrario. Nos hemos instalado en una mediocridad crónica, en general, desde la cual atendemos con el pálpito emocionado al inmigrante nipón o americano pero desacralizamos los productos más nuestros. Y el ahuesado trazo de plumilla de Giménez, tan experimentado, queda varado tras las arrugas del tiempo. Los tebeos que configuraron nuestra cultura, nuestros viejos tebeos, cada vez cuestan más y cuesta más recordarlos. Hacer historia de nuestros tebeos resulta muy cuesta arriba, y las herramientas para analizarlos se anquilosan y oxidan. Se sigue llamando tebeo al medio y tomo al libro, como en un ejercicio de sinécdoque bufa que ya clama a la barbaridad. En Tebeosfera hemos sido testigos de esta ‘in-vasión de los bárbaros’ que ocurre desde dentro. Tenemos diccionarios para onomatopeyas pero no para el lenguaje. Tenemos novelas –gráficas- pero no relatos. Y tenemos puntos de acceso a nuestra cultura y a su historia editorial pero no los apreciamos tanto como a lo extranjero, a lo bárbaro. Sin duda esto es síntoma de su calidad intrínseca.
En Tebeosfera hemos venido haciendo gala de torpes desde que arrancamos, allá por julio de 2008, Año de la Memoria Histórica. Casi cumplido el año, podemos decir que en seis meses hemos hecho algo de memoria (22.000 ítems) y ya dirán los venideros si Historia (¡uy!, esto ya son palabras mayores). Hemos hablado de otros mundos y de otros bárbaros: los argentinos, donde anidan algunos de los mejores escribidores de historias del mundo; donde yacen algunos de los mejores diseñadores de pesadillas. Hablamos de sus sistemas e industrias, y aprendimos mucho de ellos mientras mirábamos con ilusión hacia el recuento y recuerdo de nuestros tebeos.   
Mientras lo hacíamos, nos dimos cuenta de que se nos iban algunos de los legendarios, como Peellaert, constatándose que la mítica ya se había desdibujado y deslizado entre los dedos de la contraposmodernidad. De Pravda quedó para la posteridad el icono del culo ante la hoz y el martillo; como del ‘Ché’ quedó la sombra chinesca de un socialismo devenido tiránico (amén de Spain Rodríguez). Del asesinato institucionalizado de Wanted quedó para el recuerdo el cartel sexy de la chica de la boca comestible, y de la efigie fetiche de la psiquiatría (Batman) quedó la media sonrisa de un sociópata (Joker) a modo de marca de calzado. Como dijo uno muy listo: “nos creemos consumidores y somos consumidos”.
En 2008, de los tebeos ¿qué quedó? El comentario en el foro, el encendido entusiasmo en el blog, el rescate nostálgico en un nuevo tebeo apreciado y concebido ya como kitsch. Pero, ¿quedaron los tebeos?
Hagamos que se queden, por favor.
Una forma de hacerlo es reconociendo a nuestros valores y consumiéndolos. Sí a Kirby, sí a Barks, pero también a Blasco, también a Freixas. O Zata, o el mejor Darnís. Sí a Blutch, sí a Pope, pero también a Rubín, también a Guerrero. Hay cierto vacío en España sobre cierta historieta, acaso porque es historieta nuestra. Adoramos la plástica y no nos importa demasiado el contenido de ciertas propuestas foráneas; y las nuevas ofertas nuestras en muchos casos carecen de forma o contenido párvulo debido a esta deriva.
 
www.tebeosfera.comFelipe Hernández Cava estuvo en Sevilla conferenciando en la Universidad al mismo tiempo que protagonizaba la que –posiblemente- ha sido la exposición del año, Tal como éramos. Cava, como Marsé, es un autor fiel a sus principios aunque haya mudado de piel y de vetadores. Estuvo en la Universidad de Sevilla hablando de la ética del artista, de la búsqueda del sentido en su obra como guionista de historietas, y concitó el debate en la sala en la que nos reunimos: él en el escenario, Kant en la pantalla, y los otros integrantes de El Cubri agazapados entre el público. Tras su exposición y una proyección, se habló de demagogia y de humorismo gráfico, publicado por la derecha o publicitado bajo el poder, y se puso en duda el optimista panorama actual del cómic. Desembocamos, finalmente (como-no-podía-ser-de-otra-manera), discutiendo sobre el hueco debate de si el cómic es o no es Arte.
Ese discurso resultaba tan vacío como el que se erigió en torno a la obra de El Cubri en esos días. Expuesta primorosamente en la Casa de la Provincia de Sevilla, su presentación fue formalizada y mediática pero cuando los tres miembros de esta entidad combativocreativa se sentaron en la sala de conferencias de la sede de la empresa FNAC en la ciudad hispalense, acudieron a escucharles cero asistentes. 0. Nadie. Ni los de Tebeosfera fuimos.
El Cubri se convirtió por un momento en una de sus tan simbólicas e impactantes imágenes. En silueta de una viñeta sin fondo, quietos y secos tras un escenario para ningún público. Parecían los de Caín. O los de Marsé: desolados y líricos. Representantes de un modelo de historieta relegado por todos al olvido cuando atañe a la memoria (o a la Historia), y por lo tanto contrarios al cómic elevado a poética por los neofrikis que intentan narrar la biografía (o la ombligrafía; o la ‘memoria histórica’).
En Tebeosfera seguimos una ruta que no quiere participar de esta desolación y lirismo. Entendemos que hay historieta nueva y creadores jóvenes que tienen mucho que representar y poco que contar. Sabemos que hay mucha historieta excelente y tratamos de señalarla. Pero nos sigue interesando mucho la osamenta del medio y, sobre todo, su memoria (más que su nostalgia). En consecuencia, seguiremos en este número 2 de la revista tratando de construir y dar forma a la recogida sistemática de los contenidos de los tebeos patrios, olvidados por todos en los ‘salones’ y ‘jornadas’ en las que se replantean constante y gratuitamente las etiquetas artísticas y el impacto del escorzo efímero.
Tras un número especial casi monográfico sobre Argentina en sus documentos extensos, haremos de éste un número más abierto, de temática múltiple y sin un centro genérico concreto, pero que sí ofrece un conjunto de trabajos de origen común: académico o universitario. Hemos querido reflexionar, una vez más, sobre el lenguaje. Jiménez Varea aporta en esta ocasión un trabajo sobre Macbeth (obra ya con cuatrocientos años), que bucea en las relaciones entre teatro e historieta y donde plantea un punto de partida que debemos tener en cuenta todos los estudiosos a la hora de abordar el medio: separar la forma del contenido. Otros autores, también profesores universitarios o ligados a diferentes universidades españolas o extranjeras aportarán trabajos de peso en la presente edición: Meléndez Malavé reflexionará sobre la libertad de expresión y el alcance del humorismo gráfico aludiendo a los casos de Alí Lmrabet, la controversia con las viñetas de Mahoma o el secuestro de un número de la revista El Jueves; Rodríguez Moreno analiza la evolución de la presencia de los afroamericanos en los comic books desde 1940 hasta el año 2000 (país donde los negros han pasado de ser esclavos a presidentes en sólo cincuenta años). Otros textos de importancia aparecerán en este número: sobre autores geniales como Andrés Martínez de León o Harvey Kurtzman, sobre la escuela de historietas belga, con Peyo a la cabeza, sobre humoristas como Forges y Maitena, sobre series míticas como The Spirit, y mucho más.  
Naturalmente, seguiremos trabajando duramente por completar el infinito rompecabezas de los tebeos españoles, labor en la que se han empeñado algunos corazones libres que llevan la pasión por la historieta en las venas, como los ya integrantes del equipo que conformamos para el núm. 1 (Andrés Álvarez Pérez, Adolfo Gracia o Manuel D. Bejarano, junto con los editores Barrero, Mora, Alcázar y Cepriá), a los que se nos han unido, al vernos desfilar, preciados colaboradores como Jaume Vaquer, Eduardo Urrutia, Iván Olmedo o Ricard Sitjá.
Ellos, este puñado de corazones nada desolados, nada bárbaros, no se dan cuenta de que son los que, en el futuro, habrán construido el mayor y más completo catálogo de los tebeos en España.
Somos un puñado. Pero hasta setenta opina a veces. Y ciento cuarenta mil nos leen cada mes.
Más nos consultarán.
Hagamos más teoría. Ayudará a comprender qué somos, qué hacer y hacia dónde vamos.
 
Creación de la ficha (2008): M. Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2008): "Editorial para Tebeosfera 2ª época, núm. 2. Especial académico", en Tebeosfera, segunda época , 2 (1-XII-2008). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/editorial_para_tebeosfera_2_epoca_num._2._especial_academico.html