No. Se trata de un libro híbrido, extraño, en el que se nos ofrece, primero, una adaptación de la obra de José Zorrilla, que ocupa el grueso del libro (pp. 7 a 78), una revisión con ilustraciones cómics del origen de la festividad de Halloween, tambien obra del autor bicéfalo del libro (J.J. Rodríguez y J. Méndez) y un conjunto heterogéneo de ilustraciones como colofón, obra de varios autores gaditanos (Mel, Begoña Fernández, Rubén García, Isaac Casanova).
Este es el único vínculo de este apartado ilustrado con la historieta previa, sobre Don Juan; éste y el hecho que la parte en la que Don Juan se mezcla con los espectros es la única bien dibujada de todo el libro.
Jesús Méndez no es un autor de historietas experimentado, y se nota. Gran parte de la adaptación de la obra de Zorrilla la resuelve con un dibujo que pretende ser puntilloso pero que se queda en frío y poco eficaz, con el agravante de que ha elegido la efigie de Bard Pitt para representar al galán y el resultado no es precisamente el esperado. No obstante, y pese a todo, el conjunto es una obra respetable y aconsejable por razón de la hilatura, del guión, obra de un Rodríguez embelesado con el mito y que actúa como buen narrador y como mejor adaptador. Estamos ante un buen guión, en suma, que sabe escoger lo mejor del libro de Zorrilla para traer al frente al hombre aún convencido de su calidad de caballero y de galán, cuando ya está tocando a su fin una vida de asesinatos (por razón “de honor” o “de caballerosidad”, pero asesinatos) y de fornicios (en gran parte forzados y con mujeres de mala vida).
En su encuentro con Inés, ya extraída del convento al que la condenó su padre, ésta le hace ver que no es tal caballero, que es un bruto sin sentimientos, ni para amar, a la par que ella se rebela como mujer que no es mujer y que reniega de serlo en una sociedad con hombres como él. Si eso no es un manifiesto feminista de primer orden que venga Zorrilla y lo vea. Es maravilloso constatar como, a partir de esa página, Méndez parece tomar aire y arranca con un conjunto de páginas nutridas de gris, bien acabadas y equilibradas, que generan una atmósfera de miedo, de horror. Tenorio busca resolver pendencias y halla sangre. Su amada busca paz y halla muerte. Pero, a la postre, no sabemos quién acaba vivo o muerto, porque los vivos que únicamente piensan en los fallecidos están tan muertos como ellos.