CATALOGAR TEBEOS. LABOR IMPOSIBLE
MANUEL BARRERO(Asociación Cultural Tebeosfera)

Title:
Cataloguing comics. Impossible task
Resumen / Abstract:
El conocimiento de un medio de masas como el cómic depende de un trabajo de catalogación que permita valorar tanto lo excelso, lo que se recuerda, como lo efímero, aquello que se pierde por considerarlo infame. Los catálogos de tebeos en España aparecieron tardíamente, en los años ochenta y hubo pocas intentonas de abordar un trabajo de catalogación sistemático, que finalmente solo se ha podido desarrollar con éxito en internet. Se ha demostrado que con la tecnología big data se pueden extraer conclusiones sobre aspectos históricos, sociológicos e industriales del tebeo en España. / The knowledge of a mass medium such as the comic depends on a cataloging work that allows to value both the exalted, what is remembered, and the ephemeral, what is lost because it is considered infamous. Comics catalogs in Spain were late, in the eighties and there were few attempts to tackle a systematic cataloging work, which in the end could only be successfully developed on the internet. It has been shown with big data technology, conclusions can be drawn on historical, sociological and industrial aspects of the comic in Spain.
Palabras clave / Keywords:
Teoría sobre cómic en España, Catalogación de cómics, Sistemática de la historieta, Cómic y biblioteca, Catálogos de tebeos/ Teoría sobre cómic en España, Catalogación de cómics, Sistemática de la historieta, Cómic y biblioteca, Comics catalogs

CATALOGAR TEBEOS. LABOR IMPOSIBLE

 

Sísifo fue un tipo cruel, pero se le condenó a elevar una pesada roca montaña arriba en el inframundo, de lo que trató de zafarse engañando a Tánatos. Con la catalogación de los tebeos nos comportamos como él. No es que seamos impíos, pero sí que intentamos a veces de engañar a todos (incluso a nosotros mismos) con tal de que encajen las piezas en el rompecabezas cronológico, sociológico e industrial del cómic. Subimos la roca todos los días ante la imposibilidad de encontrar algunos tebeos, cuya existencia damos por segura, y vuelve a caer por la noche al percatarnos de que no existieron, o de que hubo otros, o publicados con otro orden, o en otras fechas. Cada catálogo de nuestros tebeos que hemos hecho ha sido una gran piedra rodando ladera abajo. Cada intento de reanudarlo, otro esforzado acarreo. Siguiendo con el símil del mito y en relación a sus intérpretes, algunos pensamos, como Albert Camus, que a veces el sentido de todo se halla en el sinsentido y por eso hemos persistido en la tarea.  A la larga, y sobre la base de la vastísima producción cultural humana, lo cierto es que todos los afanes ordenadores, todos los catálogos, observan grandes lagunas y defectos, así que seguimos empujando la roca cuesta arriba sabedores de que nadie ha logrado dejarla en la cima.

Catalogar: ¿Tarea inútil o necesidad?

La recuperación de la memoria de nuestra historieta se ha venido planteando desde mucho tiempo atrás como una suerte de desafío mítico, pero nunca fue satisfecha como sería deseable, es decir, abordándola como un reto científico. Los primeros especialistas que defendieron que la historieta era un medio que exigía un tratamiento serio (como Antonio Martín, Antonio Lara, Román Gubern y otros) no hallaron mucho predicamento, porque al cabo de veinte años de manifestar esa convicción, los críticos Remesar y Altarriba denunciaban una situación de penuria científica con respecto al cómic, indicando que el conocimiento de la historieta se hallaba «controlado por pequeños grupos de coleccionistas» y no existía un archivo público en el que estuviese bien representada la historia y evolución de este medio (1987: 81). Es cierto que el fanzinismo y algunos tratados habían ampliado el saber que se tenía de nuestros tebeos, pero la prospección historiográfica iniciada por Lara, Martín, Luis Gasca o Juan Antonio Ramírez, entre otros, halló un escollo metodológico: la pulsión investigadora se deslizó hacia los más coyunturales y apetentes análisis de tipo ideológico o semiológico, dejando de lado los tradicionales tratamientos estructuralistas, considerados más áridos en el auge de la posmodernidad. De este modo se inició una etapa de acercamientos hermenéuticos al medio que dejó en gran medida de lado su reconocimiento histórico y material hasta el punto de que algunos de los nuevos estudiosos y divulgadores analizarían los tebeos españoles a veces con perspectivas desenfocadas, sobre todo por querer anteponer una necesidad, la de romper con el pasado, al conocimiento de ese mismo pasado.

La desidia por estudiar convenientemente nuestra industria de la prensa con viñetas e historietas ha ido generando una laguna cada vez más grande que ha terminado desactivando el interés de las siguientes generaciones de investigadores sobre la industria del tebeo patrio, porque se desconocía el corpus, porque este era inalcanzable para la mayoría o porque los tebeos acabaron deformados culturalmente tras sumirlos en un amasijo de etiquetados (noveno arte, literatura gráfica, narrativa gráfica, literatura dibujada, novela gráfica…) y lugares comunes arrastrados de cita en cita (la historieta infantil es pueril, los tebeos de comienzo de siglo eran socializantes, los tebeos de la edad de oro eran franquistas, los cómics de la transición fueron machistas, los tebeos con formato de cuaderno no puedan ofertar una obra madura…). Es un hecho que, hoy por hoy, y más allá de las declaraciones exageradas de los editores o las fabulaciones nostálgicas de los coleccionistas, todavía no podemos declarar cuál fue realmente la intensidad de producción de ciertas empresas editoras muy populares o cuál era la circulación real de los tebeos de mayor éxito en determinados momentos de nuestra historia.

Los mercados de papel viejo. Inicio de los afanes de catalogación de tebeos.

Investigar los tebeos hoy de forma empírica exige tratar de describir el ecosistema de la prensa y del libro en el que evolucionó la industria. En muchas ocasiones los materiales de estudio resultan esquivos y es muy difícil recabar los datos necesarios para reconstruir su historia. En esas circunstancias cabe recurrir a la inferencia deductiva, partiendo de una noción global de la producción en periodos estancos y a sabiendas de que no siempre es posible establecer con firmeza las premisas explicativas sin construir los razonamientos asociados (Mié, 2013: 56-57). Esas premisas conocidas son en nuestro caso particular las referencias a otras empresas que constan en las publicaciones a nuestro alcance (imprentas, distribuidoras), el uso de determinadas firmas por parte de los autores, los diseños comunes en portadas o interiores, los anuncios publicitarios, el ajuste de la producción a un reparto racional del esfuerzo editorial. Eso por lo que se refiere a la identificación y asignación a sellos o cabeceras. En lo relativo al fechado de los tebeos anteriores a la imposición del depósito legal o durante los primeros años de aplicación del mismo, que también serían necesarios para describir el tejido industrial, la obtención de esos datos para poder establecer comparativas y estimar la intensidad de esfuerzo editorial entre unas empresas y otras puede conseguirse estudiando los rasgos secundarios que residen en los impresos o que se pueden localizar aparte de ellos (menciones de estaciones, festividades, personajes o hechos históricos conocidos en secciones escritas o en las propias historietas, fechas signadas por los autores, la adecuación cronológica de los depósitos legales de publicaciones coetáneas, las solicitudes registradas en las oficinas de patentes y marcas, la utilización de determinada tecnología de impresión, etc.), siempre con un margen para el error.

Desde que existe la industria de edición de libros, y antes, los archiveros y cuidadores de bibliotecas quisieron disponer sus fondos bibliográficos en cierto orden, de modo que cuando tuvieran que remitirse a una obra concreta pudieran localizarla rápidamente. Durante el siglo XX, se desarrollaron una serie de normas de catalogación de uso extensivo y universal a raíz de la cooperación entre bibliotecas. La normalización de los procedimientos de catalogación de libros traspasa hoy las fronteras idiomáticas gracias a los sistemas de catalogación internacional, ISBD, y en los formatos más recientes implementados por las nuevas tecnologías, como IBERMARC. El advenimiento de internet ha posibilitado la mejora de las técnicas de catalogación internacional, así como en el acceso público a los fondos catalogados, como los que permiten las redes bibliotecarias (BNE, REBIUN, CSIC) o bases de datos como LISA. Hoy en día se pueden transferir electrónicamente registros bibliográficos desde cualquier biblioteca y se han superado bastantes de las discrepancias internas existentes a la hora de catalogar libros en diferentes países, adoptando como estándar las Anglo-American Cataloguing Rules (López Guillamón, 2004a, b y c).

De acuerdo con las normas de la ISO (International Standard Organization), los tipos de fichas bibliográficas y hemerográficas usadas para catalogar novelas o ensayos jamás han permitido catalogar adecuadamente la historieta debido a sus limitaciones referidas a la integridad de la obra, entendida como volumen e independientemente de los contenidos heterogéneos que caracterizan a una publicación híbrida, y también a su formato, por entender incompleta una difusión seriada, en “folletos” o en “fascículos” de pocas páginas. Los procesos de catalogación de tebeos se inscribieron dentro de los catálogos tradicionales hemerográficos con una descripción bibliográfica formal y con ciertos puntos de acceso (personales, corporativos, de titularidad, temáticos y sistemáticos) y datos locales (signatura y registro), para poder localizarlos físicamente en un archivo. La descripción analítica, producto del análisis documental, se nutre del mismo grupo de descriptores analíticos de la bibliofilia, de modo que las palabras clave que utilizamos para localizar tebeos o publicaciones con viñetas dependen de esa taxonomía tradicional. Los procesos de indización también han seguido el mismo sistema que para los productos bibliográficos en general, y como la relación entre catalogación y análisis documental se produce por los llamados Puntos de Acceso por Materias dependientes de centros de documentación especializados en los que se puede acceder a tesauros y antologías, persiste el problema de que sobre los tebeos existen muy pocos tesauros, o al menos no los conocemos para su uso generalizado.

La tradición bibliográfica sigue apegada a modelos de catalogación difusos, siguiendo una sistemática que en ocasiones acude a cuestiones modales para generar etiquetas. Es el caso de nuestra base del ISBN, que en enero de 2012 sustituyó la etiqueta “Historietas, tebeos, cómics” por “Novelas gráficas y cómics”, suponemos que para acomodarse a estándares internacionales, pero mantuvo la aplicación de este concepto sin definir sobre obras como antologías satíricas, revistas humorísticas o tebeos de cualquier índole. En el ISBN han surgido otras categorías similares posteriormente, como “Novela gráfica y manga como obra de arte”, que contribuyen a aumentar la confusión a la hora de identificar el producto. La bibliografía española, por lo tanto, parece sentenciar que los tebeos no han existido en nuestra cultura, o bien que su valoración cultural se diluye en asociación con otros medios o en una suerte de limbo artístico. En la catalogación de libros siempre se ha partido de la obra contenida para catalogar un volumen de edición, pero en la catalogación de tebeos raramente fue considerada la obra, se atendió al soporte, al formato o a una etiqueta. De este modo, una ficha normalizada que sirve para catalogar una novela no es útil para incorporar los contenidos de un tebeo porque el cómic no ha sido entendido en nuestro país como un medio a la misma altura que la literatura. Así de simple.

Ficha característica de la Biblioteca Nacional, un "cómic de humor" de El Roto.

A la dificultad de la paginación escasa o a la de la consideración nula se sumaba el asunto de la autoría: el tebeo fue casi siempre un producto anónimo o de un colectivo de autores indefinido, lo cual difícilmente podía ajustarse al canon clásico de “obra de autor”. Este inconveniente, sufrido tanto en los Estados Unidos como en nuestro país, fue superado en Francia con una filosofía editorial que se ajustó a la política del libro. De hecho, allí los catálogos principales se hacen sobre séries o albums[1], ya que desde los años cincuenta se estandarizó el paso al formato de libro de casi todas las series ofrecidas en una revista periódica, salvo que sufrieran el rechazo del público lector. En España estas políticas culturales no cuajaron, en parte debido al largo periodo autárquico instaurado por la dictadura, pero sobre todo a causa del escaso aprecio del tebeo como un producto cultural. En otras latitudes el proceso ha sido distinto por razones diferentes: en Japón, el manga ha tenido una consideración aparte del ámbito del libro, estando muy ligada su difusión a la seriación por entregas, pero desde los años ochenta se convirtió en un producto comercial que generaba enormes divisas y su consideración creció en consonancia. El mercado de los cómics en los Estados Unidos estuvo ligado a un formato eminentemente, el de cuaderno (comic book), y no fue hasta la implantación del ISBN cuando los editores quisieron entrar a formar parte de los circuitos de distribución de libros, iniciándose las políticas de edición con este formato a partir de mediados de los años setenta, potenciadas actualmente gracias al fenómeno de las graphic novels.

Ficha de El Papus en el catálogo de la BNE.

El proceso de recopilación bibliohemerográfica en España ha contemplado pocas excepciones y ninguna formulación especial para el caso de los tebeos. Además, se da la circunstancia de que en las bases de datos de referencia (la de la BNE[2] y la del ISBN asociada[3]), se antepone el formato del impreso a sus contenidos, de modo que antologías de viñetas o de historietas adquieren etiquetas de tesauro propias de libros de sociología, sátira o ficción, mientras que las publicaciones seriadas o con otra modalidad de difusión que contuvieron exactamente esas mismas obras se ven privadas de esos identificadores. La incoherencia es la norma cuando se trata de tebeos. Tomemos un ejemplo para aclararlo. En la ficha de la publicación seriada El Papus, la BNE le otorga este único elemento diferenciador:

Término de índice de género:

Revistas satíricas y humorísticas

Esto es correcto, pero todo el contenido de la publicación se subsume en este “índice de género”. Y cuando se extrae una obra ofrecida en sus páginas, como la serie de Carlos Giménez España, una, grande y libre, la BN establece para la primera edición recopilatoria, la de De la Torre, un etiquetado geográfico y temático:

Término geográfico:

España -- Historia -- 1975-1982 (Transición) -- Chistes

Sin embargo, sorprendentemente, nada establece para la edición recopilatoria de la obra en un tomo por Glénat, que reproduce los mismos contenidos. Y para la edición compilatoria posterior del sello Debolsillo establece otro matiz:

Tipo de medio:

sin mediación

Término geográfico:

España -- Historia -- 1975-1982 (Transición) -- Cómics

Es decir, según estos registros, España, una, grande y libre es una obra satírica y humorística, que trata de historia, concretamente de la Transición, y que contiene “chistes” y “cómics”. Pero con “cómics” no parece que se aluda a un medio, ya que es obra “sin mediación”, sino a un contenido indefinido ya que se sobreentiende que cómics es un concepto asimilable al de chistes. Así sigue catalogado en la Biblioteca Nacional este tebeo fundamental de nuestra historieta a día de hoy[4].

La ficha de España: una, grande y libre (Glénat) carece de etiquetas.

La hemerografía española siempre ha sido heterogénea en cuanto a los modelos descriptivos y analíticos utilizados, pero en el caso de los tebeos la divergencia ha sido mayor debido a la insuficiencia de la información y a la gran diversidad de la prensa que ofrece viñetas o historietas. Todo ello acentúa la percepción de que será más difícil hallar un modelo común descriptivo capaz de aunar los aspectos morfológicos y las cualidades de las publicaciones para su posterior análisis, cumpliendo con lo que Casasús denominaba una “hemerografía registral”, es decir, una en la que se plasme la confección y compaginación de cualquier muestra de publicación periódica y, a la vez, permita valorar su presentación y eficacia (1985: 38). Muchos catálogos de prensa fueron construidos partiendo de los tres planteamientos primarios de análisis establecidos por Kayser para llegar a la descripción de un impreso periódico: registro de identificación (título, lugar de edición, fecha de arranque, fecha de fin, periodicidad, tirada, difusión, formato, paginación, reediciones y depósitos), expediente de identidad (autorías, redacción, impresión, distribución, filosofía editorial) y morfología (textos, secciones, ilustraciones, otros elementos anejos). Kayser empleaba en sus estudios de morfología de prensa comparada el concepto de “valorización”, útil para la catalogación de prensa diaria de contenido variado (modélico fue su trabajo con El Diario Francés), pero este modelo es de difícil aplicación al medio historieta por cuanto la gran mayoría de tebeos no muestran secciones variadas en su oferta ni contenidos estructurados como los de un periódico (1966: 79-94), salvo en el comienzo del siglo XX. De los marcos descriptivos sobre catalogación, quizá el diseñado por González Quesada para la prensa especializada sea el más útil para catalogar tebeos puesto que tiene en cuenta seis principios: flexibilidad, suficiencia, retrospectividad, continuidad, accesibilidad y selectividad (2004: 7 y 8). Es decir, un buen catálogo de tebeos debería estar abierto a cualquier tipo de publicación de y con historietas, permitiendo su inserción sin rigideces; debe contener todos los campos que resulten necesarios para poder identificar un registro de forma suficiente, no solo necesaria; debe tener una estructura lo bastante plástica como para introducir nuevos datos, e incluso reformas estructurales; debe ser capaz de absorber nuevas modalidades de edición futura, o estar preparado para ello, para continuar siendo eficaz; debe ser fácilmente consultable en cualquier circunstancia, espacial y temporal, y, lo más importante, debe ofrecer funcionalidades para elegir, filtrar u operar con áreas precisas de lo catalogado.

Para el caso de la historieta, además, es preciso crear un sistema diferente de identificación de las obras de creación contenidas en los soportes prensa o libro mediante términos de reconocimiento específicos. El departamento estanco “folleto”, o el etiquetado genérico “impreso ilustrado”, ambos indicados por la bibliología para los tebeos durante la primera mitad el siglo XX, han ocultado la existencia de las obras de historieta para la cultura y las artes en general. Baste señalar que el registro de las obras de sátira gráfica e historieta, por diferentes razones sociológicas y culturales, ha estado tradicionalmente arrinconado bajo el registro genérico 087.6, destinado a las “Obras populares. Literatura de quiosco o marginal”, lo cual se sigue aplicando en muchos registros de tebeos catalogados a lo largo del siglo XX. Ni las ISBD, ni las Reglas de Catalogación Internacional ni el formato MARC en cualquiera de sus variantes han sido capaces de recoger la historieta como sujeto bibliográfico diferenciado, como recordaba Castillo Vidal (2004: 248). Las tipologías documentales se han demostrado incapaces de diferenciar las publicaciones que llevan historietas o con viñetas humorísticas dentro de lo que previene el concepto comodín “monografía”, aunque estén integradas por imágenes fijas combinadas con textos que supongan o puedan implicar un discurso temporal y narrativo (Pinto, García y Agustín Lacruz, 2007: 117). Los catálogos institucionales suponen una buena muestra de las carencias indicadas, tomando como ejemplo los nutridos catálogos de la BNE, pese a las indicaciones de que las páginas de los impresos van “principalmente ilustradas” y que en los índices de materias del ISBN los tebeos se hallen encuadrados en las materias “FX” e “YFW”, que corresponden respectivamente a: “Novelas Gráficas” y a “Cómics y novelas gráficas” según el IBIC (International Book Industry Categories)[5].

Las normas de catalogación internacional.
Manual inútil para catalogar tebeos.

El IBIC es un sistema internacional de clasificación de materias estándar y con orientación comercial que fue desarrollado en el Reino Unido por la agrupación Book Industry Communication en 1998 para atender las inquietudes de los comerciantes de libros. La versión que se comenzó a utilizar en España fue la 2.1, en diciembre del 2010, tras un acuerdo del organismo internacional con la Federación de Gremios de Editores de España, habiendo intercedido DILVE (Distribuidor de Información del Libro Español en Venta), que estimaba que el sistema CDU no era apenas utilizado fuera del ámbito publicitario y estaba más orientado a la organización del conocimiento que a la categorización de la oferta editorial, y que además requería la utilización de símbolos especiales, lo que entrañaba dificultades con los lenguajes de programación informáticos.[6] Las materias fueron revisadas en octubre de 2011 con una propuesta de equivalencias entre CDU e IBIC que, a la postre, venían a encuadrar los impresos con historietas o viñetas en el mismo grupo de antaño: el 087.6, que ahora se escindía en dos distinciones idénticas dentro del orden 30 de la tabla comparativa: «087.6: Obras populares. Literatura de quiosco. Cómics. = FX: Novelas gráficas / YFW: Cómics y novelas gráficas». El hecho de añadir el concepto binomial “novela gráfica” únicamente implica una etiqueta modal, porque el origen de las claves del BIC y luego del IBIC son las mismas que retraían la historieta hacia el terreno de lo juvenil o la ficción: la “F” de FX alude al grupo genérico de ficción («Section F: Fiction & Related Items»)[7], donde hallamos la subsección o subcategoría “Graphic Novel”, que vino a sustituir la originalmente concebida “Comics”; la subclasificación “YFW” toma la raíz Y del grupo de IBIC para las obras dirigidas a la categoría “youth”, las infantiles, juveniles y didácticas. El IBIC ha supuesto un retroceso de acuerdo con los cánones establecidos previamente a 2011, porque la posibilidad de identificar una obra como satírica o de humor gráfico sí existía en la catalogación admitida con anterioridad al acuerdo de FGEE / DILVE con IBIC.

La aparición del hipertexto abrió en el final del siglo XX la posibilidad de establecer una red de referencias bibliográficas y documentales mediante la conectividad entre enlaces, así que la World Wide Web se ha convertido en el principal repositorio de recursos para cualquier catalogación o tesauro ya que el hipertexto facilita la creación de documentos que soportan las funciones primaria (plasmación), secundaria (desplazamiento e interconexión entre partes del mismo) y terciaria (vinculación con otros documentos, acceso a los documentos originales, sus referencias, documentos relacionados, listas de referencias, sumarios, directorios, etc.). Esto, sumado a la utilización de metadatos, permite un enriquecimiento que complementa las tradicionales labores de catalogación y clasificación (Lamarca, 2013). Actualmente, la catalogación eficaz de cualquier tipo de producto pasa por la utilización de bases de datos relacionales modificables en línea mediante sistemas de gestión específicos que permitan la intervención multiusuario.

 

La heroicidad absurda de hacer un catálogo de los tebeos

Visto todo lo anterior, consideramos que un catálogo eficiente debe ser sistemático, deslindando los medios de los materiales que los soportan, agrupando las publicaciones de acuerdo con los planes editoriales, diferenciando luego los desgloses de esas publicaciones (sus diferentes números y sus distintas emisiones) y, por último, las obras que las integran. Y todo lo anterior debe hacerse siguiendo criterios comunes a todos los registros que se vayan construyendo, buscando un sistema uniforme de identificación y datación en el que deberían regir la normalización terminológica y conceptual, la organización y cuantificación de los registros de acuerdo a los requerimientos del catálogo y, por último, la representatividad y coherencia de los datos en la exposición final.

Debido a las características de nuestro mercado de la historieta hemos tenido siempre que superar múltiples conflictos a la hora de catalogar los tebeos. Los empresarios que trabajaron en este sector editorial se caracterizaron tradicionalmente por no poner en la edición de tebeos el mismo mimo que depositaban en la de libros u otros productos. No solo fueron descuidadas las ediciones de los primeros años del franquismo, también lo fueron durante los sesenta o los setenta, y hemos encontrado casos de despreocupación profesional hasta recientes fechas. Los principales escollos con los que un catalogador se ha topado a lo largo de la historia han sido:

  • Parte del corpus inasequible. Muchos tebeos del comienzo del siglo XX siguen siendo inencontrables. En la segunda mitad de la centuria también hay problemas para localizar las colecciones de tebeos dirigidas al público femenino, no preservadas por los coleccionistas masculinos y poco atendidas por las lectoras.
  • Orígenes indefinidos. Ciertos tebeos, sobre todo los editados en la primera mitad del siglo XX, carecen de asignación editorial y se hace necesario el contraste de sus contenidos con los de otras publicaciones.
  • Falta de titularidad. Es el caso de las abundantes colecciones que aparecieron en el comienzo de la posguerra debido al control sobre la prensa establecido por Falange.
  • Falta de numeración. Muchos tebeos se publicaron sin número que permita ordenarlos dentro de su bloque de edición correspondiente. Esta mala praxis editorial alcanzó los años sesenta y no hay otro modo de solventar el problema comparando rasgos argumentales de las historietas o similitudes en el diseño de las ediciones.
  • Falsos registros de Depósito Legal (DL). En un principio, entre 1958 y 1960, los editores hacían el DL correspondiente de forma puntual según mandaba la Ley y lo plasmaban en los tebeos publicados. Luego, comenzaron a lanzar cabeceras nuevas reutilizando depósitos ya usados (que sustituían por el correcto más tarde) o bien sin registro alguno, sobre todo los pequeños sellos. La solución en estos casos pasaba por localizar los arranques de las colecciones apoyándonos en los anuncios promocionales que hacía el mismo editor o comparando las cualidades de la impresión con otros tebeos de los que sí se disponían datos. Es importante dejar aquí constancia que muchos DL no se incluyeron en la primera emisión de tebeos de una cabecera y que esos registros falsos, arrastrados, fueron precisamente los que aún constan hoy en bases de datos como la de la BNE.
  • Fechado desconocido o impreciso. Es proverbial la falta de información sobre la fecha de aparición de los tebeos en España. Se practicó, como había sido habitual en Francia, sobre las revistas de los años veinte y treinta. Pero tras la Guerra Civil se perdió esa costumbre y no fue recuperada hasta los años cincuenta, y entonces solo para contadas cabeceras.[8] El único modo de fechar la gran mayoría de los tebeos españoles pasa por organizarlos en bloques de edición entre fechas señaladas que se hallen en relación con los contenidos (alusión a estaciones, campañas o festividades, comentario sobre hechos ocurridos o de efemérides, avances y concursos a celebrarse en fechas venideras), anuncios y promociones publicados en otros tebeos con fecha conocida, firmas de autores fechadas, y en última instancia días de compra anotados por coleccionistas. Este último método carece de rigor, evidentemente, pero advertimos que muchas fechas anotadas en bases de datos como la del ISBN o la de la BNE pecan de la misma falta de certezas, bien por haber sido mal anotadas en su día, bien por haber sido aproximadas aleatoriamente (muchas en el mes de mayo, por ser el de mayor efervescencia editorial junto con diciembre).
  • Periodicidades imprecisas o fluctuantes. Un grave problema que nos ha conducido a muchos estudiosos del tema a no catalogar tebeos en años en los que realmente existieron o a extender la vida de colecciones a épocas en las que ya estaban cerradas. Este inconveniente se solventa fijando el anterior caso, el del fechado de sus números.
  • Vicios de catalogación arrastrados. Han causado desconcierto entre los catalogadores algunas costumbres arraigadas como separar colecciones en función de las series que ofrecían (por querer conceder protagonismo a un personaje); considerar colecciones regulares las emisiones que hicieron algunos distribuidores (como las destinadas a sobres sorpresa), o hacer equivalentes diferentes sellos editoriales por ser del mismo propietario (Vecchi / Hispano Americana / T. Delgado; Gerplá / Cisne / Clíper / Futuro; Marco / Olivé y Hontoria). También ha constituido una complicación la tradicional aproximación de fechas por parte de los coleccionistas mediante alusiones del tipo “195?”, por desconocer un año de arranque, o “1965”, por querer situar una publicación en medio de una década, lo cual han generado una irreal intensidad de producción en los años terminados en cero o en cinco. Hasta que no se impuso la norma ISBN, en 1970, no comenzó a ser fiable el fechado de muchas publicaciones, aunque esta norma no afectaría a los tebeos, que siguieron sin incorporar ese registro hasta el siglo XXI. Lo mismo ocurrió con la nueva regulación del DL en 1971[9] o con la incorporación del ISSN en 1972. Ningún esfuerzo institucional o público sirvió para generar un mejor conocimiento sobre el cómic español.
Luis Gasca entre los estantes de la Komikiak.

Posiblemente, el problema de la localización del corpus sea el más difícil de resolver. Es bien conocida por los investigadores la inexistencia de una tebeoteca pública completa y la dificultad para consultar las hemerotecas con tebeos que atesoran algunas colecciones. Existen fondos, pero muchos títulos están diseminados por archivos provinciales, otros están localizados en la BNE pero son de costosa consulta, y los procesos de digitalización siguen siendo lentísimos. La única hemeroteca específica y operativa sobre cómic existente en España a día de hoy es la Komikiak – Colección Gasca Bilduma, gestionada por la Diputación Foral de Gipuzkoa, complementada con la donación masiva de la colección del estudioso Luis Gasca. Su catálogo, accesible a través del portal de la Biblioteca de Koldo Mitxelena Kulturunea (http://kmliburutegia.net), ofrece registros de 18.992 tebeos y casi 10.000 libros y artículos sobre cultura gráfica o popular, pero que no versan exclusivamente sobre cómic español[10]. La consulta de materiales es posible, pero hay que hacerlo mediante el proceso de cita previa. No existe otro proyecto de tebeoteca como este aún, pero ya está anunciada la creación de un nuevo centro de documentación en Valencia, el Centre Valencià d’Estudis i Conservació del Patrimoni del Cómic, dirigido por Álvaro Pons y que ya cuenta con miles de tebeos donados para iniciar sus actividades en 2022.

Para elaborar los catálogos de tebeos generalmente se ha trabajado con corpus propios o con digitalizaciones de colecciones ajenas, pero en muchas ocasiones se ha confiado en referencias no comprobadas y existen títulos de los que no se ha podido manejar muestra alguna, de modo que ahí persiste una laguna de conocimiento. Por esta razón, los márgenes de error han sido muy amplios en todos catálogos de cómic, que han seguido arrastrando datos no contrastados (imprentas o distribuidoras equiparadas a editoriales, tebeos de un sello asignados a otro, identificación de series con colecciones, etcétera). Veamos cómo se han construido los catálogos existentes.

 

Catálogos por el mundo

Los esfuerzos de catalogación de cómics llevados a cabo en el mundo difieren notablemente entre sí. Coinciden con los nuestros en que surgieron de afanes particulares e iniciativas privadas debido al escaso aprecio que las instituciones demostraron por el cómic también allí. Citemos un ejemplo: en los Estados Unidos se detectó un expolio de muestras de cómics del fondo mejor preservado, el de la Biblioteca del Congreso. Todos los tebeos raros o codiciados por los coleccionistas habían sido robados al final de la década de los años noventa debido al poco cuidado con el que habían sido conservados y vigilados, según observó Ernest Gerber (Duin y Richardson: 1998: 354). En España ocurrió algo similar con los fondos atesorados en la Biblioteca Nacional, con la diferencia de que los estadounidenses sí que llevaban tiempo estudiando su industria editorial de cómic y habían iniciado proyectos de catalogación, sobre todo con la elaboración de guías de mercado. Con el tiempo, esas guías se convertirían en referentes para conocer lo publicado en aquel país, siendo los más importantes hasta la llegada de internet la Comic Book Overstreet Price Guide y The Photo-Journal Guide to Comic Books. La primera guía mencionada se gestó en Hollywood en 1965, partiendo de una pequeña guía de compra y venta de cómics anexa al fanzine Rocket’s Blast- Comiccollector, de Robert Overstreet. Luego dio lugar a un libro de 244 páginas lanzado a la venta en 1970 que fue el primer catálogo de cómics del mundo, aunque, según reconocieron los autores, la mayor parte de los datos estaban equivocados (ídem: 354). Desde 1975, los datos mostrados fueron más contrastados de año en año, en los siguientes campos: título, título alternativo, editorial, número, serie incorporada, paginación en números ordinarios y especiales, autores destacados, y valor del tebeo en el mercado del coleccionismo (con escasas imágenes, una por cada cinco cabeceras). Su homóloga británica es aún más parca en la tipología de los productos catalogados.[11]

La guía de precios más conocida en EE UU.

En Francia, desde 1979 se editaban también ambiciosos catálogos en papel periódicamente, los gruesos libros conocidos por la sigla BDM, que responde a los nombres de sus autores principales: Béra, Denni y Mellot. Se trataba de las guías tituladas Trésors de la Bande Desinée, editadas por Éditions de l’Amateur cada dos años, que tenían como característica principal que dedicaban el grueso de la catalogación a los álbumes, es decir, que eran antes un catálogo de series compiladas en libros que de publicaciones en general. Los franceses siempre se han mostrado más exhaustivos que los americanos, añadiendo muchos datos a cada asiento, como hicieron estos catalogadores galos: título, autores indicando su dedicación, editor, género, orígenes del contenido, indicación de la fecha para cada edición del libro, dimensiones, encuadernación, y precio estimado en el mercado del coleccionismo. Para el caso de las revistas periódicas, incorporadas en 2010, este catálogo identificaba: título, editores, fecha de arranque, paginación detallada, cambios de formato, periodicidad, principales series, precios estimados en el ámbito del coleccionismo para diferentes números (ordinarios y extraordinarios), comentarios añadidos. En el último catálogo publicado, el que cubría los años 2015-2016, se habían llegado a contabilizar 130.000 álbumes de la industria franco-belga.

El último Trésors de la Bande Dessinée.

 Otro inventario extranjero digno de citar es el Catalogo del Fumetto Italiano, coordinado por Luigi F. Bona, que en su primera y única edición (de la milanesa Librería dell’ Immagine) organizaba todos los tebeos publicados en Italia distinguiendo: título, subtítulo, editorial (con indicación de su dirección), director responsable de la publicación, dimensiones y sus modificaciones, paginación, fecha de arranque y fecha de fin, periodicidad, precio de cubierta, relación de algunos autores participantes. Y hemos conocido otros trabajos cercanos a la catalogación de obras estadounidenses (el proyecto de Jerry Bails), italianas (por Franco Fosatti), francesas (Claude Moliterni, Henri Filippini), británicas (Alan Clark, David Roach, Steve Holland), portuguesas (Leonardo de Sá), argentinas (Judith Gociol), brasileñas (Gonçalo Junior), etcétera. Finalmente, los catálogos en papel han ido dejando de producirse debido a la enorme dificultad que entraña su redacción y al coste desmesurado de su producción e impresión frente a la más que dudosa venta entre un público que, desde el advenimiento de internet, prefiere comprar cómics atrasados a través de librerías en línea que construyen catálogos con sus propios fondos, o bien escoge informarse sobre las novedades a través de los sitios web de los editores o de blogs de aficionados.

 

Un catálogo de cómics británicos, de Denis Gifford.

 La catalogación de cómics en línea ha crecido enormemente, como corresponde al avance acelerado de las TIC. Este tipo de plataformas de trabajo y exposición permiten trabajar con un número de campos muy superior, que además pueden estar interrelacionados mediante hipervínculos, enriqueciéndose enormemente la información que se puede aportar sobre las cabeceras, con el aliciente de que puede abrirse un registro por cada ejemplar diferente, distinguiéndose dentro de cada uno de esos registros los identificadores principales. Por ejemplo, para el que fuera el mayor catálogo estadounidense de cómics en internet, la Grand Comics Database (un proyecto iniciado en 1994 por Bob Klein y Tim Stroup, emplazado en www.comics.org), los elementos descriptivos de cada tebeo son numerosos: título de la publicación, número, fecha de aparición a la venta, editorial, PVP, paginación, periodicidad, color interior, dimensiones, encuadernación, tipo de papel usado, formato editorial (referido al tipo de edición: monografía, colección regular, limitada, etc.). Dentro de cada registro de número se desglosan registros subsidiarios para los contenidos, incluyendo entre ellos la portada, e indicando los títulos de las obras, los autores implicados (al guion, lápiz, tinta, color, rotulación), géneros, personajes que participan, sinopsis, vínculos a reprints (otras ediciones), y anotaciones. El problema de las fichas públicas de este gran catálogo es que en ellas solamente existen vínculos a registros de editoriales y a imágenes representativas de los cómics, pero no se desglosaba el trabajo de autores, ni se añaden comentarios sobre las series o los personajes. En esto sería superado por el catálogo nacido algo más tarde The Comic Book Database, activo en www.comicbookdb.com, con similares datos pero con mayor hipervinculación a series o arcos argumentales, personajes y grupos de personajes. Esto permite una gran plasticidad a la navegación por el sitio, si bien el desglose de contenidos siempre se hace en listados de vínculos, no en galerías de imágenes, con lo que pierde atractivo. A esa vistosidad han contribuido nuevos catálogos en línea, como el popular Comic Vine (www.comicvine.com), que es actualmente el mayor portal de información sobre cómic, y con un catálogo gigantesco de cómic mundial muy atractivo y visual, que otorga un gran protagonismo a la imagen y que incorpora también hipervinculaciones a fichas de autores (con sucinta biografía), personajes, equipos de personajes, arcos argumentales, conceptos, objetos y localizaciones citados en los argumentos de las historietas.

Tan exhaustivo como los americanos es el sitio francés de catalogación más importante: BD Gest’ (www.bedetheque.com), creado por Philippe Magneron en 1998 y que sostiene su actividad mediante la venta de un programa para gestionar las colecciones particulares. La base de datos principal no ha sufrido modificaciones importantes desde su fundación, cuando consideraba las tablas o módulos siguientes: álbumes, revistas, series, autores, obras anexas (denominadas para-BD), más otras tablas adyacentes para importar registros, ventas, búsquedas, alertas, y estadísticas. Para cada registro de número hallamos los siguientes campos: título del ejemplar, guion, dibujo, color, prologuista, depósito legal, fecha de depósito, ISBN, editor, formato, paginación, precio estimado en el mercado, anotaciones, y evaluación de los visitantes. Los hipervínculos aquí nos llevan a registros de autores, en los que ofrece foto, natalicio, vínculos web, una biografía y por supuesto se desglosan todas sus obras. Sobre esta ficha aparece la de la serie (usado aquí el concepto como sinónimo de la publicación o volumen editorial que contiene los diferentes tebeos), donde se indican también el título, estado de la serie (en curso o cerrada), el género, las fechas de arranque y fin, el número de álbumes, el país de producción, y un grupo de palabras clave. Los vínculos aquí establecidos son a imágenes a mayor tamaño, a los ejemplares en los que se ofrece la serie, a otros tebeos similares, a foros de discusión, y a redes sociales adheridas.

En el arranque del siglo XXI aún no existía un catálogo similar en España, y eso que hubiese sido más sencillo construirlo dado que el corpus contenido en la catalogación de nuestros tebeos sería inferior a los de EE UU o Francia.

 

Catálogos en España

Si hablamos de catálogos impresos, en nuestro país han existido ocho catálogos de tebeos de carácter general (nacional) y otros tantos parciales. Los trabajos pioneros fueron iniciativa de coleccionistas y resultaron útiles como guías para completistas en un comienzo, aunque no para el público en general debido a su limitada oferta de datos. Los más recientes han sido esfuerzos más enfocados a un público general, pero sobre industrias ligadas a regiones o incluso a sellos concretos.

Dentro de los esfuerzos parciales podríamos contemplar los libros que funcionan a modo de catálogos del fondo editorial de algunos sellos, libros atractivos y que suponen buenas herramientas para conocer una parte de nuestra tebeografía, como por ejemplo los editados por Glénat España: La magia de Maga, de Paco Baena (2002), o Guía visual de la Editorial Bruguera (1940-1986), de Tino Regueira (2005). También hubo guías con pretensiones de seleccionar lo más granado de la producción española pero que se quedaban muy cortos, como el Diccionario del cómic editado por Larousse / Planeta en 1996, en gran medida traducido desde el diccionario original, de Patrick Gaumer y Claude Moliterni (pero que incluyó 52 entradas dedicadas a la historieta española). Mención aparte merecerían los manuales de uso bibliotecario, que catalogan sus propios fondos; sirva de ejemplo Brújula para tebeos, que editó desde 2009 la Biblioteca Regional de Murcia, útiles guías de lectura para quienes desearan acceder a grupos selectos de tebeos contemporáneos. Y también hubo algunos esfuerzos locales muy loables, aunque parciales, como estos cuatro que citaremos a continuación:

De Madrid a los tebeos
Catálogo a modo de anexo del libro teórico así titulado, producido por el colectivo Lápiz de Tinta y publicado por el Ayuntamiento de Madrid en 2004, que se sirvió dividido por periodos al final de los capítulos del libro bajo el epígrafe “Tebeografía”, supervisada por el teórico Jesús Cuadrado. Consistía en la catalogación parcial de los tebeos españoles editados en la Comunidad de Madrid, partiendo de las publicaciones con viñetas o historietas del siglo XIX madrileñas y llegando hasta el año 2004. El catálogo se acompañaba de gran cantidad de imágenes, reproducidas a todo color. Los asientos de catalogación se ordenaban en bloques por años incluyendo escasos campos descriptivos: título, tipo de obra, editora, números, fecha de arranque y de fin en bastantes casos. El catálogo aún arrastraba errores de catálogos previos o los mantuvo, si bien ya era posible en ese momento solventarlos consultando bases de datos como la de la BNE, el ISBN o tiendas de coleccionismo como todocoleccion.net.

Primer catálogo de los tebeos españoles para muchachas.

El tebeo femenino
Catálogo de los tebeos editados para el público infantil o juvenil femenino desde los años treinta hasta la actualidad, obra de Marisa Mediavilla Herreros con edición de Alberto Santos Editor, a la venta en febrero de 2011. El libro era un volcado, en 176 páginas, del trabajo desarrollado previamente por su autora para el Instituto de la Mujer, dentro del proyecto Biblioteca de Mujeres (en el cual había generado un cuerpo catalográfico que no llegó a comercializarse). El catálogo se basaba en los registros de este tipo procedentes de catálogos anteriores, en los apuntes de la autora sobre los fondos existentes en los depósitos de la BNE y en consultas hechas en internet.[12]

 

Catálogo del cómic en catalán.

El còmic en català. Catáleg d'albums i publicacions (1939-2011)
Libro de Jordi Riera Pujal, editado por Glénat en diciembre de 2011, que recogía gran parte de su esfuerzo ya volcado en el sitio web grupelsisards.cat/comic, pero concienzudamente ampliado y que aquí se ofrecía en un libro de dimensiones estándar, bien editado e ilustrado con abundantes imágenes en color. Se trataba de un catálogo de los tebeos con formato de libro difundidos por los Països Catalans, pero que registró también cuadernos y revistas, incluidas algunas satíricas. El conjunto se repartía en 782 asientos (529 colecciones de libros, 40 con formato de cuaderno o revista, 130 antologías de humor, 49 fanzines y 34 webcomics) que daban fe de 3.683 tebeos en catalán. Un trabajo muy importante pese a prescindir de catalogar los primeros cincuenta años de historieta española, en los que hubo muchos impresos en catalán, y que además incorporaba estudios sobre la presencia del cómic en Cataluña, estadísticas de lo editado en 2010, listados de editores, festivales, bibliografías y otros catálogos, todo ello de gran utilidad para conocer lo que se hace en Cataluña por el cómic.

Antología de la viñeta onubense
Libro publicado por El Boletín en 2013, esfuerzo de Manuel Luis Castro Magaz por recoger la memoria de la historieta en Huelva, que dedico las 152 primeras páginas del libro a catalogar todas las publicaciones con viñetas e historietas aparecidas en Huelva (desde 1902 a 2011).

Hubo otros catálogos de alcance limitado, ligados a muestras u otras actividades, promocionales de las editoriales, de venta de tebeos de segunda mano o dirigidos al mercado del coleccionismo, ninguno de ellos con carácter general y en la mayoría de los casos desprovistos de espíritu científico, al no incluir siquiera la fecha de arranque de las colecciones. Ejemplos de catálogos ligados a exposiciones podrían ser el pionero impulsado por Francisco Vázquez (editado por el Ayuntamiento de La Coruña en 1986) con el título Los tebeos en España, 1915-1980, o el de la exposición al cuidado de Luis Conde Los tebeos de posguerra, inaugurada en enero de 2011 en el Palacio Episcopal de Salamanca, con patrocinio del Centro Documental de la Memoria Histórica del Ministerio de Cultura. Otros catálogos parciales ligados al ámbito de la afición los encontramos en los lanzados en 2010 bajo el sello Cineman (tras el que se hallaba el coleccionista y vendedor Lluís Stac) para clientes del Mercat de Sant Antoni: Catálogo de almanaques de tebeos (reproducción de 1.115 portadas en color de este tipo de números especiales, a razón de doce por página, con título, fecha y año bajo la imagen), Catálogo de tebeos extras y especiales (1.500 portadas en color de números especiales, doce por página, con título, fecha y año), o el Gran Catálogo del Tebeo Español, con similar planteamiento que los anteriores, que ofrecía portadas de colecciones por orden alfabético, servidos en bloques por letras, pero que solo alcanzó la letra C. Eran ediciones artesanales y dentro de su sistemática no diferenciaba los tebeos de la prensa satírica o de la prensa ilustrada para niños, sirviendo solamente como guía visual.

 

Catálogo de exposición que fue en parte catálogo de tebeos también.

No hemos tomado en consideración en el presente repaso los catálogos sectoriales, entre los que contemplamos los emitidos por organismos estatales como la Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles (que editó el Catálogo de publicaciones periódicas infantiles y juveniles en los años 1973, 1975 y 1977), porque solo extraían una alícuota de la industria del tebeo. No interesan tampoco los cánones, por su calidad de subjetivos y parciales, como por ejemplo Guía básica del cómic, libro de Eric Frattini y Óscar Palmer, editada por Nuer en 1999; 1001 cómics que hay que leer antes de morir, libro de Paul Gravett editado por Grijalbo en 2012, que incluía recomendaciones de tebeos españoles (escogidos por Alfons Moliné), porque era una selección subjetiva de lo producido en el panorama editorial, como ha sido el caso también de las selecciones anuales de la ACDCómic que edita Jot Down desde 2016 bajo el título Cómics Esenciales.

Tampoco debemos tener en cuenta los catálogos de fanzines porque no todos eran fanzines de historieta, también los había musicales, literarios, sobre cuestiones políticas o sobre asuntos cotidianos; no obstante, haremos aquí referencia a las guías de referencia para el fanzinismo: Catálogo Albanta de fanzines, lanzado por el luego editor Ricardo Esteban Plaza en 1984; Fanzine de fanzines, 1983-1984, una guía editada por Vicente de Gracia en Valencia, la primera que agrupaba los títulos por comunidades; Catálogo fanzines 85, editado por Javier Romero y Sardinita en 1985; Fanzine andaluz, 1980-1989, guía del fanzinismo en Andalucía que servía de catálogo a una exposición patrocinada por la Dirección General de Juventud de la Junta de Andalucía; Expofanzines, colección de doce guías a cargo de Henrique Torreiro, en las que fue recopilando los fanzines llegados a la fanzinoteca de la Casa da Xuventude de Orense desde el año 1990; Indigestión de fanzines, listado de títulos editados en 1994 en Madrid por A la Sombra del Este, muy popular por cuanto alcanzó cinco reediciones; De espaldas al kiosco, guía de fanzines editada en 1996 por El Europeo & La Tripulación. También hubo esfuerzos locales que se centraron en la producción de una provincia o región, por ejemplo: La Premsa Invisible. Fanzines a Catalunya, libro de Ramón Aymerich publicado por El Llamp en 1990 que repasaba los fanzines de la escena catalana entre 1983 y 1986; Fanzine de Expofanzine’s, catálogo de una exposición de 1998 con muestras de fanzines aparecidos en Barcelona en los años ochenta y noventa; 20 años de tebeos, 20 años de fanzines en Granada (Veleta, 1998), revisión del fanzinismo en la provincia de Granada por parte del periodista Miguel Ángel Alejo; Publicaciones alternativas en la provincia de Cádiz (El Pirata, 1999), un exhaustivo catálogo de Antonio Gonzálo Garrido, el mayor dinamizador del fanzinismo gaditano; Historia del fancine andaluz, regreso de Alejo al fanzinismo, haciendo ahora acopio de todo lo publicado en Andalucía hasta el año 2008, cuando se editó este libro publicado por Dos Gatas Producciones en Granada; Pez, revista del experto en fanzinismo Mon Magan, que editaba el mismo en Guadix, y que se cernía sobre el mundo del fanzinismo en sus muy diversas facetas, dedicando el número 3 a las fanzinotecas, el 4 al fanzinismo en Andalucía, el 9 a los fanzines canarios, o el 14 a un repaso a los fanzines de 2010-2011; ¡Puedo decir lo que quiera! ¡Puedo hacer lo que quiera! Una genealogía incompleta del fanzine hecho por chicas, fue una producción de Andrea Galaxina editada por Bombas para Desayunar en 2017 que repasaba el fanzinismo con perspectiva de género. Y, por último, no podemos dejar de citar una obra audiovisual: Grapas. Un documental sobre fanzines, estrenado en 2012 en el Salón del Cómic de Granada por sus dos responsables, Fran Camarena y Mon Magán.

Describimos a continuación los catálogos generales de tebeos españoles:

  1. Catálogo del tebeo en España. 1915-1965
    Libro firmado por Josep M. Delhom y Joan Navarro, con aportaciones documentales de Francisco Baena, Luis Esquiró, Xavier Fontecha y Jesús García, y prologado por Antonio Martín. Editado por el Colectivo 9º Arte en 1980, en Barcelona. Para cada colección extraía siete campos expuestos en una tabla: título, editorial, año de arranque de la colección, dibujante, guionista, total de números publicados y dimensiones. Entre las filas de la tabla fueron intercaladas 92 imágenes en color de reducido tamaño. Para este catálogo se partió de Dominguín, periódico considerado el primer tebeo español. Como características singulares: equiparaba “colección” a “serie”, y cuando había más de un autor en una serie o colección se indicaba “varios”. Los datos que se desconocían quedaron en blanco.

    Primer catálogo del tebeo español.

  2. Catálogo del tebeo en España. 1865/1980
    Libro firmado por Josep M. Delhom (no por J. Navarro, coautor del corpus en el que se basaba), con prólogo de Luis Conde. Editado por Círculo del Cómic S. A. / Cuto Edicions en 1989, en Barcelona. Ampliaba y enmendaba el anterior catálogo con el añadido de un campo más: título, editorial, año de arranque, dibujante, guionista, total de números, dimensiones y precio estimado en el mercado del coleccionismo. Se publicó con 336 imágenes en color a pequeño tamaño. El catalogador consideró como primer tebeo español En Caricatura, en realidad un almanaque de la revista ilustrada y satírica El Cascabel, que no fue un tebeo aunque contuvo muchas caricaturas y alguna aleluya. Las características singulares coincidían con las anteriores.

    Segundo catálogo del tebeo español.

  3. Catálogo del tebeo español mediante fichas
    Fichero integrado por 1.360 tarjetas con una imagen de la cubierta de un número representativo de la colección (generalmente el núm. 1) ocupando todo el anverso, y una ficha con datos varios en el reverso. Autoedición de Saturnino Beitia y Armando Illera, servida por entregas entre 1983 y 1998 en Madrid. Entre el total de fichas hubo 140 de tebeos extraordinarios, pertenecientes a colecciones con tarjeta aparte; es decir, el total de colecciones catalogadas fue de 1.220, cada una con su imagen asociada. En 1998 hubo una emisión en bloque de un grueso de las fichas, de ahí que algún especialista la haya datado en este año. Los campos llegaban a un máximo de nueve: título, editorial, año, números, guionista, dibujante, dimensiones, género, y personajes. A veces, alguna ficha llevó un comentario anejo.

    Catálogo de fichas de Illera y beitia

  4. Catálogo de los años oscuros del tebeo español
    Cuaderno editado en 1990 (presumiblemente) por el coleccionista Pablo López en Madrid, bajo el sello Ediciones P. L. G., que aportaba datos sobre los tebeos publicados en el período 1865-1950, partiendo de catálogos anteriores y sistematizando cinco campos: título, editorial, arranque, números y dimensiones. Alcanzó a documentar 672 colecciones diferentes, sin imágenes. Las características singulares coincidían con las de los dos primeros catálogos, con una añadida: fue el primer inventario de tebeos españoles que mostró sus entradas ordenadas cronológicamente.

    Catálogo parcial de Pablo López.

  5. Guía del tebeo español. 1965-1989
    Catálogo parcial con formato de cuaderno de Jaume Palañá y Carlos González (con la colaboración de otros, entre ellos J. A. Ortega Anguiano). Publicado en 1991 por el sello Ediciones El Boletín, en Barcelona. Construido sobre la base de los fondos de sus colecciones y de los datos extraídos de los catálogos de Delhom, ampliaba el total de colecciones editadas hasta cubrir casi por completo la década de los ochenta. En sus entradas aparecían los campos: título, editorial, año de arranque, números, dimensiones, páginas y PVP. Se publicó salpicado con algunas imágenes en blanco y negro. Los autores contabilizaron 3.440 series de personajes y colecciones de tebeos en total, mezclando ambos conceptos. Siguieron figurando datos en blanco, muchos interrogantes y la constante a “varios” cuando el autor no era único.

    Primer catálogo de El Boletín.

  6. Catálogo general del cómic español. 1865-1993
    Libro de José Antonio Ortega Anguiano (con ayudas de Francisco Ramón Aranda y Rafael J. Granados). Publicado por Ediciones El Boletín en 1994, en Barcelona. Construido sobre la base de los fondos de su colección, de los datos extraídos de los catálogos de Delhom y de consultas a otros coleccionistas (como Jaume Miralles, Carlos González o Diego Callejón). En sus entradas se completaban hasta trece campos: título, editorial, arranque y fin de la colección, dibujante y guionista (los principales), números publicados, periodicidad, dimensiones, páginas, PVP, género descollante y una etiqueta distintiva (muchas veces coincidente con el sello editorial o con las dimensiones). Se publicó con algunas imágenes en las secciones de presentación y separadores, curiosamente ninguna representando tebeos. El autor alcanzó a inventariar 4.900 títulos, separando series de colecciones y detallando aparte los tebeos unitarios editados en su mayoría a modo de álbumes, confiriéndoles de este modo otra categoría. Citó tangencialmente algunos tebeos extranjeros, tebeos de carácter publicitario o promocional, distinguió los tebeos editados por instituciones públicas y dejó abiertos depósitos para “ediciones varias”, “documentación”, “sin identificar” y una “lista de búsqueda”, todo lo cual dejaba claro el noble ánimo de revisión y corrección por parte de otros estudiosos. Siguieron figurando datos en blanco, interrogantes y la alusión a “varios”.

    Catálogo de José Antonio Ortega.

  1. Antologia del Còmic Espanyol 1915/1965
    Libro de Joan Pieras, coeditado por la Societat Andorrana de Ciències y el Banc Internacional/Banca Mora, en Andorra, en 1995. Libro antológico sobre los tebeos con algunas miradas panorámicas a la historieta clásica española. El grueso del libro consistía en un catálogo no exhaustivo con fichas (en catalán) de los tebeos más importantes del periodo indicado, todos ellos con una imagen asociada. Separaba por su formato los tebeos en “apaisados” (216 fichas), “verticales” (128 fichas), o por otras categorías: “novel·la gráfica” (18 fichas), “revista infantil i juvenil” (18 fichas). Cada ficha tenía nueve campos: título, editorial, año, números, guionistas, dibujantes, dimensiones, géneros y personajes. Esta obra no aportaba apenas datos nuevos a los catálogos precedentes, aunque sí incorporó más imágenes en blanco y negro y de tamaño respetable.

    Catálogo parcial de Joan Pieras.

  1. El Gran Catálogo de la Historieta. Inventario 2012
    Libro de 816 páginas, intitulado Catálogo de los tebeos en España 1880-2012, que trataba de poner al día la catalogación de tebeos españoles bajo la coordinación de Manuel Barrero, fundador del sello editorial, ACyT Ediciones, cuyo primer lanzamiento fue este. El catálogo supuso el mayor esfuerzo de catalogación de los tebeos españoles hasta aquel momento, con más de 15.164 colecciones fichadas, que para el caso de las publicaciones con formato de libro ofrecía en sus fichas el desglose de títulos de todos los números. Estaba ilustrado con 650 imágenes y ofrecía varios anexos: el catálogo ordenado cronológicamente, el listado de títulos agrupados por sellos editoriales (1.694 empresas), y un artículo con un primer (y fallido) análisis estadístico y panorámico de un siglo de edición de cómics en España. A la obra contribuyeron treinta catalogadores y más de cien documentalistas, que ayudaron a confeccionar asientos que ofrecían toda esta información:

    SIGNATURA IDENTIFICADORA
    Antetítulo y título facial / subtítulo (título diferenciado en créditos, si es que así figuraba / supeditación a línea o colección superior si fue el caso) / sello editorial (más subsello, si lo hubiera) / fecha de arranque – fecha de cierre / tipo de colección / total de números publicados (indicación de numeración peculiar si la tuvo) / periodicidad / formato / encuadernación / alto x ancho (en cm) / PVP / números de registro conocidos / origen de la edición / lengua de publicación / carácter, temáticas y géneros / autores dibujantes y guionistas / subcolecciones asociadas / series o títulos de especial relevancia ofrecidos dentro de la colección / Singularidad de la edición de la obra si la tuvo (aspectos leales o relativos a su distribución o reedición, galardones obtenidos u otros méritos) / desglose de títulos para el caso de colecciones de libros independientes / ligazón con otras entradas del catálogo.

    Este catálogo general de los tebeos españoles triplicaba el número de colecciones catalogadas hasta entonces y duplicaba el número de elementos de información incluidos en cada ficha, al menos con respecto al resto de catálogos publicados previamente. También fue un catálogo plagado de errores, porque durante la investigación y contraste de datos nos percatamos del pobrísimo conocimiento disponible sobre la edición de tebeos en España hasta ese momento, sobre todo de los cincuenta primeros años de edición de tebeos, pero también en los años setenta o noventa, cuando hubo más dispersión en lanzamientos singulares o en autoediciones, respectivamente. Tras cerrar el corpus para aquella investigación (en diciembre de 2012) casi una década más tarde, y sin haber dejado de trabajar a diario sobre la estructura y contenidos de este catálogo en su versión en línea, se llegó a la conclusión de que todavía quedaba mucho trabajo por hacer pese a haber mejorado enormemente las cifras alcanzadas con aquel esfuerzo catalográfico: 21.631 colecciones localizadas para el periodo 1880-2012, seis mil más de lo que teníamos localizado cuando comenzamos a editar el Inventario 2012, y se ha seguido trabajado en años subsiguientes, durante los cuales la catalogación ha sido mucho más precisa (10.647 colecciones hemos registrado en la última década)[13].

    Gran Catálogo de la Historieta, primer inventario de ACyT.

Como ya advertíamos entonces, la tebeografía española sigue siendo un campo de estudio lleno de lagunas. Queda mucho por hacer y el único modo de hacerlo es seguir trabajando sistemáticamente, en equipo y utilizando bases de datos relacionales y multiusuario emplazadas en entornos web.

 

Catálogos web

Son varios los catálogos de cómic que tenemos en el entorno web español, algunos de carácter regional, otros de alcance parcial, y también están los catálogos especializados o los destinados a integrar un modelo de negocio (basado en la publicidad o en la venta de tebeos). Consideramos que solo existe un catálogo general del cómic español de carácter independiente, no ligado a negocios ni a instituciones, el alojado en Tebeosfera.com. Revisemos los más importantes del primer tipo:

Banda deseñada

Catálogo de tebeos en línea, publicados en gallego dentro del sitio web culturagalega.org/bd, sostenido por el Consello da Cultura Galega desde octubre del año 2000. Catálogo dirigido por Kike Benlloch que partía de la primera publicación aparecida en esta lengua en 1975 (2 viaxes), clasificando desde entonces y hasta la actualidad todo fanzine, revista o libro con historietas, y los tebeos editados por gallegos o con obra de autores gallegos. En noviembre de 2021 existían 552 registros de tebeos y fanzines, más trece obras teóricas sobre cómic. Cada entrada ofrecía dieciocho campos (incluyendo “tiraxe”, tirada), aportaba una imagen de cada producto, un comentario breve escrito en gallego, y vinculaciones con la ficha del autor y otros documentos relacionados. Además, en algunos años se elaboraron estudios estadísticos de la producción de cómic en la comunidad autónoma.

Captura del sitio Banda Deseñada.

ListadoManga

Catálogo en activo desde el año 2002, en el cual se registraba meticulosamente todo cómic con esta estética, no solo el procedente de oriente (japoneses, coreanos, chinos y de otros países), también los creados en América o Europa. Este catálogo también dedicaba un espacio al manga de producción española (322 en el final de noviembre de 2021) y a libros teóricos o sobre cultura oriental. El catálogo se halla en: https://www.listadomanga.es/lista.php y generaba fichas con estos campos: título, título original, guion, dibujo, editorial original, editorial española, colección, formato, ancho x alto, encuadernación, sentido de lectura, total de números, paginación, color, PVP, fecha de lanzamiento y una pequeña imagen para cada número (que no tenían ficha propia).

La portada principal de Listado Manga.

 

Catàleg de Còmic en Català

Catálogo en línea, obra principalmente de Jordi Riera Pujal, emplazado en el sitio web www.grupelsisards.cat/comic/. Dirigido específicamente a registrar las publicaciones con historietas en lengua catalana, en el primer semestre de 2008 había referenciado más de 800 álbumes de historietas, reproduciendo cerca de 400 portadas de tebeos catalanes. El catálogo se organizaba en tres cuerpos: “Àlbums”, “Manga” y “Revistes” (este contemplaba revistas satíricas también). Para cada ficha se acompañaba un juego de cubiertas de muestra (en algunos casos todas las de la colección) y hasta trece campos con datos en algunas fichas: título, colección, autor, adaptador, guion, dibujo, director de colección, editorial, arranque, periodicidad, dimensiones, foliación y, en ocasiones, relación de títulos publicados. También ofrecía algún vínculo anecdótico (“Cosa Curiosa”) y una página con enlaces a otros sitios web de interés. En junio de 2010 su autor dejó de actualizarlo para abordar el libro El còmic en català (publicado en septiembre de 2011) y en 2021 el sitio web dejó de estar operativo, pero sus contenidos fueron volcados en una entrada del blog elcomicencatala.blogspot.com[14], fundado por el mismo autor.

Gran Catálogo de la Historieta

Primer catálogo general en línea, emplazado en el sitio web tebeosfera.com desde junio de 2008, fundado por Manuel Barrero tomando como punto de partida un catálogo elaborado por José Manuel Rodríguez Humanes, que partía de catálogos anteriores y por eso su trabajo fue revisado en profundidad, incrementando el número de campos y mejorando los datos mediante contraste efectuado sobre los tebeos físicos, enmendando de este modo vacíos y errores cometidos por anteriores catalogadores. La tabla de partida fue incorporada a una base de datos construida con cinco tablas, cuyos registros contuvieron inicialmente veintidós campos más algunas casillas añadidas para albergar comentarios, descriptores o vínculos con otros registros de la red de tablas generada: Publicaciones, Números, Autores, Series, Personajes y Creaciones. Se partió inicialmente de un catálogo con 5.700 colecciones, que llevaron asociados más de 5.000 números ordinarios, que después de un semestre de trabajo ascendían a 12.000 y así fue como se presentó al público. Como novedad frente a anteriores catálogos, este tesauro documental también distinguió las agrupaciones de colecciones (líneas y colecciones superiores), las colecciones subsidiarias y los números variantes aparecidos (como los retapados), además de otros casos particulares que permitían ordenar y reconocer mejor los tebeos españoles. Los campos más importantes de las fichas de colección superaron, con el tiempo, los cuarenta: signatura, título facial, antetítulos y subtítulos, fechas de arranque y de cese, sello editor, ciudad, país de origen, pertenencia a colección superior, tipo de publicación, tipo de edición, tipo de colección, formato, encuadernación, traducción, dimensiones, PVP, números ordinarios, extraordinarios, variantes, ISBN, Depósito legal, EAN u otros registros, subsello si existe, calificación editorial declarada, enfoque, temáticas, géneros, subgéneros, carácter, autores (divididos por dedicación), series o sagas incorporadas, imagen de portada, muestras, comentarios, descripción, vínculos internos, enlaces externos, claves internas, etiquetas externas, contribuyentes y fuentes de los datos e imágenes incluidos. A diferencia de otros catálogos, los lanzamientos extraordinarios no numerados y las ediciones variantes que se hubiesen generado (reimpresiones, redistribuciones y reediciones) fueron ligados a la cabecera de la que dependían. Los registros de números, los destinados a informar sobre cada tebeo, incluyeron 94 campos diferentes sobre los que se podía actuar externamente (mediante un buscador avanzado) y también internamente (con herramientas de control, asignación, datación y de tratamiento estadístico). Esta funcionalidad es la más importante de la base de datos porque no solo permite al usuario obtener información sobre un tebeo o sobre los publicados en un periodo, por un sello o con un mismo género, también nos facilita la obtención de datos detallados ligando la tabla de colecciones y números con las otras que vinculadas en la base de datos (conceptos, entidades, promociones, autores, firmas, personajes, sagas, documentos, obras, lenguas, monedas, país, región y ciudad de edición). Por lo tanto, Tebeosfera fue el primer catálogo integral del tebeo enmarcado dentro de la cultura popular.

Página del Gran Catálogo de Tebeosfera.

Whakoom

De los catálogos relacionados con proyectos comerciales es obligado citar el caso de este agregador de contenidos, un sitio web dedicado a la catalogación en línea desde noviembre de 2013, emplazado en el sitio http://www.whakoom.com/. Fue diseñado con una estructura similar a la de una tienda web que exhibe sus productos con exhibición en cascada de imágenes inicialmente. La web está orientada fundamentalmente a la ordenación de fichas virtuales que los usuarios compilan como descriptoras de su propia colección, añadiendo enlaces con otros usuarios y facilitando información vinculada. Los campos asociados a cada registro catalográfico son: título, número, editorial, fecha, autores, isbn/issn, argumento, y bloques para opiniones, valoraciones, Fichas vinculadas y los consiguientes botones de adhesión a otras redes o precios de venta de tiendas ligadas a esta red. Aunque el objetivo principal de este sitio es mantener actualizado el catálogo de novedades con el fin de satisfacer al aficionado que así dispone de información puntual sobre los productos recién publicados en su dispositivo portátil, los creadores han agregado fichas recogidas de toda la red, de modo que en la base de datos hay comics americanos (tanto de Estados Unidos y Canadá como de toda Suramérica), de varios países europeos y orientales, y también se están agregando cuentos infantiles, libros ilustrados o ediciones teóricas que no son tebeos pero que siguen siendo identificados como “cómics” en noviembre de 2021. Por lo que se refiere a los registros de publicaciones del pasado, se deja la responsabilidad de su catalogación a los usuarios (que obviamente deben acudir a fuentes de referencia fiables) y como construyeron el catálogo del tebeo clásico español copiando datos e imágenes de la web de Tebeosfera en 2013[15], mantienen muchos errores de catalogación cometidos entonces, fallos que en nuestro sitio web ya fueron enmendados.

Enjoy Comics

Similar al proyecto Whakoom es Enjoy Comics (https://enjoycomics.com/), sitio definido por sus artífices como una “red social de cómics” en la que se puede organizar una colección particular y votar títulos. Incorpora datos básicos de las ediciones (fecha, sello, encuadernación, paginación, argumento, guion, dibujo) y algunos que otros agregadores no añaden (rotulistas, por ejemplo), amén de proporcionar alguna información útil, como eventos y premios del sector o feeds.

En el ámbito virtual también han aparecido en nuestra lengua catálogos específicos sobre otras tebeografías, como: http://catalogotintin.jimdo.com (de todos los productos de Hergé en España), http://proyectodc.com (de los cómics de DC publicados en nuestro país), http://universomarvel.com (de todos los cómics de Marvel traducidos). Y hay otros estudiosos, coleccionistas o aficionados que siguen contribuyendo a la memoria sobre las publicaciones españolas con historietas en sus respectivas bitácoras web, en las que van añadiendo periódicamente fichas o datos sobre tebeos de todo tiempo, de los que destacaríamos: http://semanarioshumoristicos.blogspot.com.es (sobre semanarios con viñetas o historietas de humor, sobre todo de la primera mitad del siglo XX), http://tebeosbajosospecha.blogspot.com.es (sobre tebeos del primer franquismo), http://tebeosycomics.blogspot.com.es/ (sobre tebeos de autoría española en general), http://vallatebeo.blog.galeon.com/ (sobre productos de la cultura popular relacionados con los tebeos y la historieta de autoría española).

 

Catálogos autorales

En España nos hemos preocupado poco de nuestros autores. De hecho, han existido muy pocos tratados dedicados al censo y localización de los creadores de historieta, más allá de los muestrarios de profesionales en nómina que tenían algunos editores (por ejemplo, el catálogo que lanzó Toutain en 1979, S. I. Artists, que daba fe de sus mejores firmas, al igual que haría con el muestrario de artistas de 1981 SI. Una agència artística a Barcelona) o algún colectivo o agrupación (por ejemplo, el catálogo DHIN del mismo colectivo, lanzado en 1979). El boom del cómic de los años ochenta dio respaldo al cómic de autor y algunos festivales lanzaron folletos o programas en los que promocionaba a los autores invitados o asistentes (por ejemplo, el Salón del Cómic de Barcelona publicó este tipo de folletos entre 1981 y 1985, y algunos años más de forma esporádica; y también se hizo en otros festivales). En esta coyuntura, supuso un primer y esperanzador esfuerzo por acercarse al censo de la profesión de historietistas el pequeño Catàleg d’Autors 1988 publicado por Ficómic en mayo de 1988, que iba más allá del simple catálogo de invitados a un festival. Tuvo continuación en el más ambicioso Catàleg d’Autors 1991, lanzado tres años más tarde. Este último sí que puede considerarse un catálogo sobre el espectro profesional del cómic español, pese a que era un catálogo de autores en activo y desde luego no estaban todos, solamente recogía 212 dibujantes y 30 guionistas. De ellos se daban datos muy escuetos, su natalicio, localización y algunas obras destacables, dedicando el mayor espacio a ofrecer una muestra de su trabajo.

El más completo catálogo autoral publicado.

 Hubo varios estudios sobre historietistas españoles con afán catalogador publicados dentro de obras más amplias, a modo de anexos, pero ninguno fue general sobre toda la producción nacional. El primer ejemplo lo hallamos en el fanzinismo nostálgico, el dedicado a recoger la mayor cantidad de datos posibles de los autores de nuestra edad de oro. En este sentido, faneditores como el CAH, El Boletín o Francisco Tadeo Juan realizaron una labor meritoria. No faltaron las guías panorámicas sobre el cómic que incluyeron una selección de autores, como el Diccionario básico del cómic de Federico López Socasau (Acento, 1998), que incorporó 36 fichas de historietistas. También hubo algunos intentos de rescatar la memoria local de forma sistemática. Citemos dos casos del siglo XX a modo de ejemplo: Forma Abierta (suplemento de la revista Canelobre) dedicó el primer y especial número de su segunda época a Alicante 84: La movida del cómic, de 1984, a dar repaso a los autores más importantes alicantinos, componiendo para la ocasión una treintena de biografías (tanto de historietistas como de humoristas gráficos). El otro ejemplo que citaremos es Asturias: Imágenes de Historieta y Realidades Regionales (Universidad de Oviedo, 1999), libro colectivo sobre la sátira y la historieta publicados en el Principado de Asturias desde 1889 a 1998, bajo la dirección de Mercedes Fernández, con la colaboración de María del Mar Díaz y Romain Gillain y otros 21 documentalistas. Ofrecía un completo repaso a la actividad creativa en el medio historieta en la región, e incluyó entre sus anexos un contrastado “Diccionario de dibujantes y guionistas asturianos” (pp. 165-223), insoslayable referente desde entonces para conocer a los creadores de esa zona.

También hubo casos de estudiosos que trataron de componer un catálogo de humoristas gráficos, esos historietistas que narran con una sola viñeta. Del siglo pasado destacaríamos dos: La vida alegre (Compañía literaria, 1995), libro subtitulado Historia de las revistas humorísticas, festivas y satíricas publicadas en la villa y corte de Madrid, que hacía un recorrido por las publicaciones de este tipo madrileñas, aportando en los apéndices finales un anexo de publicaciones satíricas (no de tebeos), cubriendo el periodo 1875-1995, y que agregaba dos catálogos de autores en las páginas 325 a 336 del libro: uno de escritores humoristas, entre los cuales había algún guionista de tebeos, y otro de dibujantes y caricaturistas, entre los que hubo muchos de historieta. Otro caso sería, La caricatura valenciana en la II República (1931-1939), libro de María de los Ángeles Valls, publicado por el Ayuntamiento de Valencia en 1999, que en sus páginas 189-296 albergó una escrupulosa relación de caricaturistas y humoristas gráficos que se desempeñaron durante ese decenio en la prensa. Del siglo XXI podríamos citar: Diccionario biográfico de ilustradores españoles del siglo XIX (Ollero y Ramos, 2006), obra de Pedro Casado Cimiano que recogía biografías de humoristas gráficos e historietistas de aquel periodo.

El mayor proyecto de catálogo autoral jamás llevado a cabo sería el dirigido por Jesús Cuadrado y que fue creciendo desde 1976 a 1996. Cuadrado, siempre preocupado por el reconocimiento de los autores españoles, se ocupó de construir censos prontamente, con piezas como “Prensa marginal al poder”, una primera guía de autores y publicaciones sobre cómic que fue publicada en la revista En Punta (núm. 23/24, de noviembre de 1976). Con posterioridad, desarrolló el mismo autor el listado “Documentario. Diccionario viñetero”, un artículo que era una mezcla entre un diccionario autoral y un catálogo de publicaciones teóricas, el cual se ofreció en noviembre de 1990 en el número 14 del fanzine informativo Krazy Comics. Este proyecto fue remozado, con otro tono, marcadamente satírico, en las páginas del primer número del segundo volumen del fanzine de crítica Urich, en 1993: “Diccionario viñetero II. Crítica, critiquizar, ticos, criticones, tocones”, un dosier que ocupó dieciséis páginas de aquella revista.  Y desde estos gérmenes surgiría un trabajo mucho más ambicioso, con forma de gran libro, Diccionario de uso de la Historieta española, 1873-1996, publicado en Madrid en 1997 por el sello Compañía Literaria. Este diccionario enciclopédico ofreció seis mil entradas de editores, firmas, tebeos destacados y publicaciones teóricas, siendo exhaustivo el autor solamente en este último caso. El autor triplicaría el esfuerzo desarrollado para este libro con el titulado De la Historieta y su uso, 1873-2000, obra documental inmensa, de prodigiosa factura y acabado, muy bien coordinada y que ocupaba 1.334 páginas (más un anexo con otras 25), primorosamente editada en dos tomos por el sello Ediciones Sinsentido en el año 2000. Esta obra, que en su momento podía considerarse la enciclopedia española del tebeo, enmendaba muchos errores cometidos en el anterior libro y quedaba enriquecida con muchas nuevas entradas, de modo que se convirtió de forma automática en un referente insoslayable. Los dos defectos mayores de estos trabajos enciclopédicos de Cuadrado, aparte de la obviedad de que no agotaban el tema, eran el valor subjetivo de algunas descripciones por tratar de rendir cuentas con quienes le achacaron errores en el pasado, el sesgo ideológico deslizado en algunas valoraciones y el énfasis en que ciertos creadores desempeñaron otras labores artísticas de gran peso, como si eso supusiera un valor añadido a su labor en el campo de la historieta.

 

Diccionario enciclopédico de Jesús Cuadrado.

 Desde entonces, no ha existido otro trabajo impreso tan ambicioso como el de Jesús Cuadrado en la confección de un nomenclátor de autores españoles de historieta y sátira gráfica, lo cual no es de extrañar debido al enorme trabajo que implica desarrollar una labor de este tipo, incluso en entornos regionales o locales. Citemos, a este respecto, varios casos aislados, casi todos ellos desarrollados dentro de catálogos de exposición: Antología del cómic andaluz (Caja San Fernando, 2006), catálogo que aportaba un nutrido conjunto de biografías de los más destacados autores andaluces de cómic; Komik 10. El cómic vasco de la última década (EPE Donostia Kultura, 2009), con un exhaustivo recuento de los autores vascos activos en el siglo XXI, desglosados entre las páginas 15 y 72 de este catálogo; Antología de la viñeta onubense (El Boletín, 2013), esfuerzo de Castro Magaz por recoger la memoria de la historieta en Huelva que dedico las páginas 153 a 178 de su libro a los autores locales, realizando un exhaustivo esfuerzo de localización de natalicios; Un siglo de tebeos. Retrospectiva de la historieta en la comunidad valenciana (Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu, 2015), un repaso a toda la historieta producida en la Comunidad Valenciana que dedicaba el grueso de su tripa a listar los autores locales, con generosas biografías (páginas 106 a 307 del libro); Superhéroes con ñ. Los dibujantes españoles que triunfan en estados unidos (Museo ABC, 2016), voluminoso catálogo de exposición que hace un repaso a 47 autores españoles que cosecharon éxito en la industria del cómic estadounidense (era una selección, pues trabajando para EE UU ha habido más de medio millar); Presentes. Autoras de tebeo de ayer y hoy (AECID, 2016), catálogo de una exposición preparada por la Asociación de Autoras de Cómic para constatar la presencia de la mano creativa femenina a lo largo de la historia de nuestros tebeos, que seleccionaba cincuenta firmas de autoras; proyecto parecido fue Ocultes (i il·lustrades), libro sobre la situación de las autoras de cómic en el presente, editado por la Universitat de Valencia en 2018, que fichaba 39 autoras ilustradoras o historietistas contemporáneas (en las páginas 324 a 365 del volumen); 25 años de autores españoles en Marvel, con un listado de los dibujantes españoles en Marvel Comics hasta el año 2018, cuando se publicó este folleto promocional de Panini Comics; Inventario del tebeo valenciano (2018/2019) (Generalitat Valenciana, 2020), nuevo esfuerzo por inventariar la industria del cómic en Valencia que aquí alcanza a localizar a 120 autores de historieta de la región, pero solo aquellos que estaban entonces en activo, pues este libro se acerca al modelo de libro blanco en virtud de que también localizaba las editoriales en funcionamiento, los eventos que se seguían celebrando y las instituciones que en ese momento apoyaban la historieta.

Asimismo, ha habido algunos impresos que incluyeron diccionarios de humoristas gráficos durante este siglo. Citaremos cuatro: Humor gráfico asturiano (Cajastur, 2002), un catálogo de exposición que aportaba biografías de treinta humoristas gráficos, los más destacados de Asturias, escritas por Ernesto G. Del Castillo; Los humoristas del 27 (Sinsentido, 2002), catálogo de exposición que daba fe de los autores humoristas de aquel periodo, con biografías de esos autores en páginas 148 a 204; La censura en el franquismo y la revista de humor “La Codorniz” (Alkymya, 2012), repaso de Fernando García Garreta a la Decana de la prensa humorística, la revista satírica que atravesó todo el franquismo y que empleó a la mayoría de buenos humoristas gráficos e historietistas de aquellos años (sus biografías las hallamos en las páginas 317 a 362); Diccionario de humoristas contemporáneos (1901-2011) (Academia de humor, 2012), un nomenclátor con 1.400 autores humoristas construido por el también humorista PGarcía, que recogía tanto humoristas gráficos como literarios, tanto nacionales como internacionales, y del total había al menos 250 humoristas gráficos españoles; Historietes valencianes del segle XIX. Els pioners del tebeo (Institució Alfons el Magnànim, 2018), obra de Jordi Giner en la que glosaba un centenar de humoristas e historietistas valencianos del siglo XIX, en un esfuerzo investigador encomiable que superaba el anterior realizado en conjunción con Enrique Peláez-Malagón y que fue publicado en el número 12 de la segunda época de la revista web Tebeosfera.[16]

Obviamente ha habido muchos más esfuerzos puntuales, aquí solo se destacan algunos de ellos para mostrar que los investigadores siguen trabajando pese a vivir en una época en la que la mayoría de los interesados por un tema se conforman con lo que localizar en una primera búsqueda en internet. Hoy ya resulta evidente que la existencia de la red internet amplía al mismo tiempo que impide el desarrollo de esfuerzos de investigación destinados a ser impresos, calificados como inútiles por cuanto habrán surgido nuevas canteras en el momento en el que se edite el libro que contiene el listado más exhaustivo. Además, los propios autores parecen ir construyendo ese nomenclátor virtual según se incorporan a redes como LinkedIn, Facebook, Pinterest, Domestika o Tumblr, entre otras, aparte de configurar su propio sitio web para sumarse a alguna de las redes comunitarias de autores, pues existen gran variedad. Lo malo de este sistema es que no se integran orgánicamente con los elementos definitorios de la industria, las empresas y las publicaciones, quedando su esfuerzo por promocionar su labor en un totum revolutum que ni Wikipedia ha logrado concentrar adecuadamente en un mismo lugar.

Existen muchos repositorios web en los que figuran los autores españoles, por ejemplo, en las bases de datos estadounidenses Grand Comic Data Base (https://www.comics.org/), sin biografía asociada, o Comic Vine (https://comicvine.gamespot.com/) que cada vez se amplía más en casi todos los aspectos pero que ha desarrollado poco las fichas de autores españoles. En el ámbito europeo destaca la neerlandesa Comiclopedia. Illustrated Artist Compendium (https://www.lambiek.net/comiclopedia.html), que ofrece biografías amplias y bien contrastadas de todos los autores del mundo, entre ellos muchos españoles, pero que no vincula sus fichas con desgloses completos de las obras que produjo. También existen muchos agregadores comerciales, como el de Amazon o los de muchas tiendas web, como Universal.com, que ligan las firmas a sus obras localizadas y a la venta, pero que carecen de desarrollo biográfico, al igual que ocurre con el agregador whakoom. Hubo varias intentonas en nuestro país de ir configurando una galería de fichas de autores, acompañados de imágenes o información, como: Deskartesmil (http://deskartesmil.blogspot.com/), que se dedicó específicamente a los autores migrantes por Europa, llegando a desarrollar ochenta semblanzas; Guía del Cómic, que dispone de 161 biografías de autores patrios escogidos entre los contemporáneos en el comienzo del siglo XXI en http://www.guiadelcomic.es/autores/index.htm; Autores de Cómic, la asociación de autores de cómic españoles (AACE), que como es natural dispone de su propio directorio con también 161 creadores en noviembre de 2021, localizables en https://www.autoresdecomic.com/directorio-de-autores/; el proyecto titulado Historietistas españoles de la A a la Z que desarrolla el aficionado Kraustex en el blog https://ilustradoresehistorietistasespaol.blogspot.com/, un trabajo muy meritorio porque ha llegado a censar a 2.132 autores nacionales, de los que muestra foto, nombre completo, fecha de nacimiento, vínculos web y varias imágenes de sus trabajos. Todo ello, tal y como puede verse en su blog en el final de noviembre de 2021. Por supuesto, debemos citar también la mayor base de datos de autores satíricos, que es la desarrollada por el proyecto Humoristán dependiente de la Fundación Gin, que en http://humoristan.org/es/autores/ ha desarrollado 433 biografías, muy bien documentadas y vinculadas a las publicaciones en las que el autor participó, que también están fichadas en ese sitio web, y a una bibliografía aneja. Hay que tener presente que la mayor parte de los humoristas gráficos aquí censados también fueron autores de historietas.

 

Interfaz del catálogo de autores de Tebeosfera.

 

Todo lo anterior palidece frente a la mayor base de datos de autores de viñetas e historietas españoles (y también de otras latitudes) desarrollada por Tebeosfera (accesible en https://www.tebeosfera.com/autores/ o en https://www.tebeosfera.com/buscador-combinado/autores/-/1800-2021.html). En este proyecto se ha desarrollado un trabajo continuado, partiendo de fichas completamente desnudas creadas en 2008, las cuales han sido enmendadas progresivamente hasta hoy, añadiendo biografías actualizadas en gran cantidad de casos y, lo más importante, ligadas al desglose de sus obras específicas y con vinculaciones a las empresas con las que colaboraron los autores y a las promociones u otras actividades relacionadas. Lo significativo de esta base es su volumen, muy superior a todo esfuerzo anterior: en la fecha de redacción de este artículo disponemos de 30.626 fichas de autor en Tebeosfera, 13.010 de ellos de nacionalidad española. Pero tan trascendental como eso es la plasticidad, flexibilidad, suficiencia e hipervinculación de las fichas, que se encuentran ligadas a sesenta campos de registro y eso permite realizar búsquedas u obtener datos para estadística como ninguna otra base de datos (mundial) permite. También queremos destacar que esta es la primera base de datos de autores que integra a los creadores, diferenciando sus sexos (masculino, femenino o diverso), pero también a los autores teóricos (investigadores, divulgadores, redactores), a los técnicos (grafistas, rotulistas, coordinadores) y a los que desarrollan labores hasta ahora jamás estimadas, como las de traducción. En ellos se sigue trabajando con ahínco con ayuda de un centenar de documentalistas de España y del extranjero y, desde un tiempo a esta parte, con la colaboración de los mismos autores que valoran ver reflejado su trabajo con objetividad y en un entorno de catalogación que ya constituye un referente para la cultura española y de cara al exterior.

En España, la catalogación del cómic y de sus artífices ha sido desarrollada por lo general con herramientas poco científicas. Los esfuerzos por disponer de una correcta catalogación de los tebeos o de nuestros autores han sido singulares, no obstante, tenemos la fortuna de que uno de esos esfuerzos se mantiene vivo hoy en día en el seno de un proyecto altruista que solo busca recuperar la memoria del medio historieta. Lo deseable sería que ese proyecto fuese soportado por fondos públicos, que deberían ser los responsables de velar por esa porción de la cultura artística nacional. Acaso los agentes culturales son conscientes de la enorme dificultad de formar y sostener un equipo que trabaje en tan ingrato e inacabable proyecto. La labor de catalogación es una tarea infinita que se antoja inútil muy a menudo, sobre todo cuando es aparentemente imposible encontrar pistas para afirmar un dato insignificante sobre un corpus que parecía perdido. Sin embargo, el pedazo de roca que hemos subido hasta esta altura de la ladera parece rechazar toda futilidad. O, en todo caso, si de nada sirviese tanto empeño, nos queda la reflexión de Camus: «solo es trágico en los raros momentos en que se hace consciente.»

 

BIBLIOGRAFÍA

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REMESAR, A., y ALTARRIBA, A. (1987): Comicsarías. Ensayo sobre una década de historieta española (1977-1987), Barcelona, Promociones y Publicaciones Universitarias.

 

NOTAS

[1] Por ejemplo, el más importante, www.bedetheque.com, es un catálogo principalmente de álbumes, en el que durante mucho tiempo no era posible hallar referencias de las publicaciones seriadas, sobre todo de las del mercado de la baratura, como las de formato bolsillo que proliferaron enormemente entre los años cincuenta y noventa del siglo XX.

[2] La Biblioteca Nacional de España. Sede: http://www.bne.es/es/Catalogos/

[3] http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/areas-cultura/libro/bases-de-datos-del-isbn.html.

[4] Consulta efectuada el día 15-XI-2021.

[5] “IBIC. Sistema de clasificación de materias. Propuesta de equivalencias CDU – IBIC”, p. 8, accesible en: https://studylib.es/doc/5046628/propuesta-de-equivalencias-cdu---ibic.

[6] Según el “Informe comparativo de los sistemas BIC, BISAC, CDU y Dewey”, accesible en http://www.dilve.es/dilve/getArchivoDocumentacion.do?iddocumento=1561.

[7] "BIC Standard Subject Categories & Qualifiers, Version 2", p. 2, accesible en http://www.bic.org.uk/files/pdfs/subcat2_intro.pdf.

[8] En la revista Jaimito comenzó a indicarse la fecha desde el día 15-VI- 1951, en Pulgarcito el 30-V-1952, en TBO el 3-I-1964. La mayoría del resto de tebeos publicados en España no llevaron impresa la fecha de lanzamiento.

[9] OM de 30-X-1971, recogida en el BOE de 18-XI-1971.

[10] En consulta hecha el 15-XI-2021.

[11] De hecho, la guía británica (volcada en http://www.comicpriceguide.co.uk) observaba enormes vacíos en su catalogación, de colecciones que ya estaban ampliamente catalogadas en ciertos sitios web británicos de venta de tebeos, como The Comic Book Palace.

[12] Este catálogo sería superado ampliamente por el documento “Catálogo de los tebeos para chicas en el siglo XX”, incorporado como anexo en el libro Tebeos. Historietas para chicas (ACyT Ediciones, 2021).

[13] Este enorme incremento de colecciones, que en menos de una década casi iguala el total de colecciones publicadas durante el siglo XX (fueron 12.025), se debe a que las colecciones han consistido sobre todo en lanzamientos únicos durante el actual siglo. Si comparamos el total de tebeos distintos publicados en el siglo XX con los aparecidos en el XXI está clara la diferencia: 184.332 entre 1901 y 2000 frente a 59.821 entre 2001 y 2021 (percatémonos, no obstante, de que en solo veinte años nuestra industria ha generado un tercio de lo que se publicó en los cien años anteriores).

[14] http://elcomicencatala.blogspot.com/2011/04/catalegs-els-comics-tal-com-eren-1930.html.

[15] Este acto de copia indiscriminada fue denunciado en su día, mostrando el vacío legal existente al respecto de los trabajos intelectuales desarrollados en línea: http://asociacionculturaltebeosfera.blogspot.com.es/2014/05/declaracion-de-tebeosfera-sobre-el.html.

[16] Estudio de las revistas ilustradas valencianas en el siglo XIX, monográfico teórico desarrollado en: https://www.tebeosfera.com/1/Libris/RevistasValencianas/Dibujantes/Caricaturistas.htm.

 

Creación de la ficha (2021): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2021): "Catalogar tebeos. Labor imposible", en Tebeosfera, tercera época, 18 (27-XII-2021). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/catalogar_tebeos._labor_imposible.html