La trayectoria de Mateo Guerrero en los cómics ha sido errática en apariencia (Crónicas de Mesene, Cazadores en la Red, Warlands), porque observó un parón a cierta altura ocasionado por cuestiones personales, pero ha arrancado con una fuerza asombrosa desde hace un par de años. Tras renacer con su saga fantástica sobre dragones y hombres vinculados con hilos de sangre Dragonseed (que recorrimos en las páginas de Tebeosfera, y reseñamos en nuestro blog Tebeosblog), el joven bullente de ideas, inconformista y siempre enérgico, peleó hasta lograr que le permitiesen trabajar en historias nuevas. Lo logró; y no un lanzamiento único o una obrita de dos entregas: pactó saga de tres libros, la titulada Beast.
Los personajes de la serie y las cubiertas de los tres libros previstos.
Amante como es Guerrero de la historieta oriental, en la que medró durante su adolescencia, concibe estos universos candentes como espacios en los que desarrollar personajes enternecedores, diseñados con el cincel de un mangaka, y que una vez que han atraído al lector con su apariencia y conveniencia, el concurso de sus acciones aboca a un dramático destino en el que se pone en juego la pervivencia de una raza o de un mundo. Una de las claves de Guerrero como autor de historietas reside ahí precisamente, en que conserva la mirada del niño, o la imaginación infantil imperturbable, para reconstruir los momentos de la aventura que a los adultos de ilusiones gastadas y emociones contenidas ya se nos escapan.
Una página doble para comenzar la aventura de las que quita el hipo.
Guerrero vuelve a demostrar que es un maestro de la secuencia. Se admite que pueda decidir mal una pose, pudiera ser que algunos diálogos encajan mal respecto al enfoque, acaso cierto personaje debió ser más complejo… de todo esto hay; pero por lo que respecta a la evolución de la mirada sobre las viñetas, el dibujante nunca defrauda. Si algo tienen en común las obras del gaditano es esa capacidad de pasmarnos con paisajes de una serena belleza que, repentinamente, son invadidos por un movimiento fugaz y elegante. La violencia aparece en sus creaciones con el ondular de la seda y conduce la mirada del lector hacia el lugar preciso. Luego, todo es rojo intenso y fiereza. Es posible que algo se pueda atascar en los prolegómenos de la historia, pero cuando Mateo Guerrero aprieta el acelerador, todos caemos rendidos ante su zigzagueante batuta. Y es en Beast donde mejor ejemplifica esa capacidad que muchos intuimos en sus cómics de fantasía publicados por Dude Comics, DreamWave Productions o Humanoides Associés. La introducción de este Beast es trepidante, como mandan los cánones, con una viñeta panorámica en las páginas 2-3 que corta la respiración. Pero es que cuando el relato se ha encarrilado, hacia el final de la obra, a partir de la página 38, el ritmo no deja de crecer. Son las diez últimas páginas de este tebeo toda una lección de movimiento y acción en viñetas, con una plancha final de las de enmarcar.
Fragmento de la última página de esta entrega de la serie.