BAUZÁ: LA OTRA “B” DE TBO
“Las tres letras de la cabecera de TBO corresponden a las iniciales de su creador, Tomeu Bauzá Oliver”. Esta leyenda circuló durante décadas, fue tomada por cierta y difundida por periodistas como Sempronio y gozó de gran predicamento en Vilafranca de Bonany, en la isla de Mallorca, supuesta localidad natal de dicho editor. Aunque ha quedado demostrado que esa historia es falsa, sabemos que sí existió un editor apellidado Bauzá, nacido en la mencionada población y que, durante algunos años, estuvo vinculado a la revista TBO, lo que dio pie a que se generase el equívoco.
El origen de la leyenda es incierto. Antonio López de Zuazo Algar recoge el dato como verídico en su Catálogo de periodistas españoles del siglo XX, editado por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid en 1981. Es posible que López de Zuazo tomase esa información de algún artículo de Andreu Avel·lí Artís Tomàs “Sempronio”, que explicó a Juan José Cortés Pascual, autor de la primera tesis doctoral sobre TBO, que había publicado esa historia en varias ocasiones ya en la década de 1940 (Cortés, 1992: 24-25). No ha sido posible localizar esos textos antiguos de Sempronio, pero sí dos columnas aparecidas en La Vanguardia en 1992 y 1996 en las que, curiosamente, se observan ligeras variaciones en el nombre del supuesto editor.
En la primera de esas columnas, correspondiente a la edición del 21 de enero de 1992, Sempronio afirma que las tres letras de la cabecera de TBO corresponden a las iniciales “de un modesto editor mallorquín, Tomás Bauçà Oliver”. Cuatro años después, en la publicada el 16 de febrero de 1996, explicaba más extensamente que el nombre de la histórica revista “se le ocurrió a un mallorquín, un modesto editor vecino de la población Vilafranca de Bonany que se llamaba Tomeu Bauçà i Oliver, a quien un día se le ocurrió lanzar un semanario infantil, y puesto a barajar títulos no perdió ripio y se inclinó por sus propias iniciales. Le pareció que lo de TBO sonaba, que atraería a la chiquillería...”
Nótese que, de un artículo a otro, el nombre de pila de ese supuesto editor muta de “Tomás” a “Tomeu”, siendo este último un diminutivo de Bartomeu o Bertomeu (en castellano, Bartolomé). El primer apellido se transcribe de acuerdo con la grafía catalana, “Bauçà”, frecuentemente castellanizado como “Bauzá” (ya que hasta hace unas pocas décadas y salvo breves períodos, todos los documentos oficiales debían estar escritos obligatoriamente en castellano). Sabiendo además que ese editor era natural de Vilafranca de Bonany, puede deducirse que se refiere a Bartolomé Bauzá quien, cierto es, tuvo mucho que ver con TBO durante algunos años, aunque no participó en absoluto en la creación del semanario. Pero el segundo apellido del editor Bartolomé Bauzá no era Oliver, sino Roselló (o Rosselló, en grafía catalana), lo que desmonta la teoría de las iniciales.
Albert Viña, que fue director de TBO entre 1965 y 1983, desmintió en una carta publicada en La Vanguardia el 2 de febrero de 1992 la afirmación vertida por Sempronio en la primera de esas columnas, que calificó como “una invención de un señor que publicó esa barbaridad en el diario Avui” y aseguró que ya contestó a ello en su momento. Pero Sempronio no debió de leer ninguna de esas rectificaciones de Viña porque, como hemos visto, reincidió en 1996.
Claro que podemos preguntarnos si no existió alguien realmente llamado Tomás (o Tomeu) Bauçà Oliver en Vilafranca de Bonany o sus alrededores, algo que no sería tan extraño porque esos apellidos son relativamente frecuentes en la isla de Mallorca. Y, efectivamente, lo hubo: Bartomeu Bauzá Oliver, nacido en la vecina localidad de Sant Joan el 7 de agosto de 1901 y fallecido en la misma población el 1 de noviembre de 1987 (Jaume, 1987: 8). Pero Bartomeu (o Bartolomé) Bauzá Oliver no era editor, sino sacerdote. De hecho, durante muchos años, fue el párroco de Sant Joan. Y, además, si nació en agosto de 1901, solo tenía 15 años en marzo de 1917, cuando se publicó el primer número de TBO. Podemos descartarle, pues, como inspirador del nombre de la revista.
Volvamos, por tanto, al editor Bartolomé Bauzá Roselló, de quien hemos dicho que sí estuvo vinculado a TBO. Pero, por lo que sabemos, esa relación no se inició hasta la década de 1930, cuando el semanario ya llevaba muchos años en el mercado. Si las iniciales no encajan, las fechas tampoco.
Sin embargo, es posible que Sempronio se estuviese refiriendo a él en sus columnas. El veterano periodista sabía que Joaquim Buigas, que durante 45 años fue el principal artífice de TBO y a quien se debe el extraordinario éxito que alcanzó la publicación, no fue realmente su creador. La idea inicial la tuvo otra persona y, puesto que Bauzá tuvo tanto que ver con TBO, debió de confundirlo con esa persona.
Gracias al propio Albert Viña y a Rosa Segura, que fue secretaria de redacción de TBO entre 1956 y 1960 y entre 1975 y 1983, sabemos que fue el periodista y dramaturgo murciano Joaquín Arques quien sugirió al impresor Artur Suárez el lanzamiento de una revista infantil para amortizar mejor la maquinaria y que propuso para esa publicación el nombre de TBO, probablemente inspirándose en el título de una obra de teatro musical que se había estrenado en Madrid en 1909 (Segura, 2014: 7-10). Unas semanas después, Joaquim Buigas compró la cabecera al impresor y, al cabo de un par de años, se convirtió en su yerno (Manzanares, 2016: 16).
El nombre de Buigas permanecerá para siempre indisociablemente unido al de TBO, la revista a la que dedicó todos sus esfuerzos durante décadas. Pero es cierto que hubo otra persona que tuvo cierta importancia en la historia de la publicación y cuyo apellido, curiosamente, también empieza por B: Bartolomé Bauzá.
Nacido en Vilafranca de Bonany el 12 de enero de 1876, Bartolomé Bauzá Roselló se instaló en Barcelona, ciudad de la que era natural su madre y en la que fundó la Editorial B. Bauzá en 1905 (Martínez Rus, 2002: 1.022). Como muchos otros editores de la época, contó también con su propia distribuidora, con el nombre de Librería Saldadora (De Gregorio, 2017: 206), que exportaba muchas publicaciones a América Latina (Chumillas, 2007: 72) y que tuvo su sede en el número 5 de la barcelonesa calle de Barbará (hoy Marquès de Barberà). El catálogo de la Editorial B. Bauzá llegó a ser amplísimo e incluyó obras tan diversas como una edición de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, ilustrada con los famosos grabados de Gustave Doré; ensayos como El dinero y el trabajo, de León Tolstói, o Por la libertad de Cataluña (Desde la dominación romana al Estatuto), de A. Orts-Ramos y Francisco Caravaca; novelas como El toro, de Bruno Corra, o Con el corazón extasiado, de Ángel Samblancat, o las obras completas del famoso autor de ciencia-ficción H. G. Wells.
Precisamente uno de los relatos de H. G. Wells, El hombre invisible, centró una disputa entre el editor y la revista Novelas y Cuentos, que lo publicó alegando que Bauzá no había inscrito en el Registro la traducción que realizó su empresa sobre el derecho exclusivo que había comprado al autor por ese texto (Sánchez García, 2002: 32).
Dos de las publicaciones del catálogo de Bauzá |
En el extenso catálogo de Bauzá abundan las traducciones, agrupadas en colecciones como La Novela Interesante (sección Biblioteca para la Mujer), con obras de autores como Frédéric Mistral, Louisa May Alcott, Charlotte Mary Braemé, Augustus Craven, Henry Gréville o Eugenia Marlitt, entre otros; Ideal, que incluía subcolecciones como Biblioteca de Autores Contemporáneos (André Dahl o Pitigrilli, por ejemplo), Sección de Novelas, Sección de Novelas Históricas, Sección de Viajes y Aventuras, Sección de Reportaje y Sección de Humorismo; El Libro Popular (aventuras del personaje Carot Corta-Cabezas, de Maurice Landay); Mundial (Conan Doyle, Dumas, Hugo, Lamartine...); Fantasio (Stendhal, Gautier o el ya mencionado H. G. Wells); Aventuras; Detectivismo; Poesías; Episodios Históricos; Tesoro de cuentos; Viajes; Biblioteca Ilustrada; Las Grandes Novelas Cinematográficas; El Libro Popular; Biblioteca de Deportes y Juegos; Feminismo; Publicaciones Económicas; Amores Célebres, o Audacia. La empresa publicaba también series dedicadas a la literatura americana, de vanguardia, para los niños y jóvenes, para la mujer, festiva y satírica, ensayo y militar, sin olvidar los libros escolares, los de temática ocultista (en la colección Biblioteca de Teosofía y Orientalismo), científica (Biblioteca de Ciencias Psíquicas) y los de filosofía, sociología y política (con obras de Friedrich Nietzsche como El Anticristo o Así hablaba Zaratustra, o de Karl Marx como El capital, dentro de las colecciones Biblioteca de Cultura o Biblioteca Helios) (Chumillas, 2007: 72-74). Es más: parece que el propio Bartolomé Bauzá escribió algunos de los libros que editó y que firmó con seudónimos como Eugenio Rivera, Guzmán, Inés Alfaro, Juan de Sandé o Un Devoto de San Pancracio (Peschke, 2006: 211).
A finales de 1923, Bauzá lanzó la revista en catalán Mar i Cel, de la que solo llegaron a aparecer ocho números. Dicha publicación, que contaba con portadas con espectaculares ilustraciones en color impresas en papel satinado, no era estrictamente juvenil, sino que buscaba su público entre todos aquellos que pudiesen interesarse por sus eclécticos contenidos, entre los que predominaban los relatos de aventuras y viajes, las innovaciones científicas y tecnológicas y las curiosidades folclóricas de distintas partes del mundo.
Ejemplares de Mar i Cel (1923) y El cuento infantil TBO (1936). |
Quizás esta experiencia animó a Bauzá a asociarse con Buigas en 1936 para la publicación de El cuento infantil TBO, que en sus primeros números se presentaba en portada como “suplemento de TBO”. Es posible que esta colaboración entre los dos editores fuese fruto de la intermediación de Emilio Viña, el gerente de la Editorial B. Bauzá, que había trabado amistad con Joaquim Buigas. El cuento infantil TBO ofrecía adaptaciones ilustradas de cuentos más o menos clásicos –como Pulgarín, El molinerito, Los tres patitos…- en cuadernos con portadas a todo color impresas en papel satinado, como las de Mar i Cel. Aparecieron al menos dieciséis de estos cuadernos, con un precio inicial de quince céntimos que subieron a treinta a partir del número 9. La fecha y el número se indicaban en páginas interiores. Colaboradores habituales de TBO, como Benejam o Nit, se ocuparon de las ilustraciones.
Tras la victoria franquista en la Guerra Civil española, la empresa tuvo que deshacerse de buena parte de su fondo, en el que abundaban las obras que no se ajustaban a las directrices del nuevo régimen político: “De la editorial Bauzá se retiraron todos los libros marxistas, galantes, de ocultismo, separatismo y magia, que poblaban los escaparates de las librerías de Barcelona” (Martínez Rus y Sierra Blas, 2012: 152).
En lo que a su vida privada se refiere, sabemos que Bartolomé Bauzá había contraído un primer matrimonio con Engracia Granollers, de quien enviudó en abril de 1922 y con quien tuvo una única hija, María Bauzá Granollers, fallecida el 23 de noviembre de 1927. En 1941, Bartolomé Bauzá se casó en segundas nupcias con Emilia Estivill Monlleó; él tenía en aquel momento 65 años y ella, 46.
Necrológica de Doña Engracia Granollers, publicado en La Vanguardia (13-IV-1922) | Primer aniversario del fallecimiento de Doña María Bauzá, aparecido en La Vanguardia (19-XII-1928) |
Fue también en 1941 cuando Joaquim Buigas decidió ceder a la Editorial B. Bauzá su negocio editorial, aunque manteniéndose “al frente de la dirección artística de cuantas publicaciones lance al mercado la indicada Editorial bajo el título genérico de “Ediciones TBO”” (Manzanares, 2017). Tanto Selección de historietas y pasatiempos para 1942 como los primeros cuadernos de la etapa sin numerar de TBO fueron, en realidad, publicados por la Editorial B. Bauzá, al menos desde el punto de vista legal.
Albert Viña recordó en una de las últimas entrevistas que concedió (De Gregorio, 2017: 261) que su padre, Emilio Viña, fue encarcelado durante unos días junto a Bartolomé Bauzá en esa época. Ambos se habían afiliado a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) durante la Segunda República siguiendo el consejo de un abogado madrileño afincado en Barcelona apellidado Forlache, que les convenció con el argumento de que ese partido iba a mantenerse en el poder en los años siguientes y resultaba conveniente acercarse al mismo. Pero, después de la entrada en Barcelona de las tropas franquistas, una vecina les denunció por haber manifestado durante toda la guerra su confianza en la victoria republicana. Para entonces, Forlache se había convertido en secretario del ministro de Obras Públicas y, temeroso de que pudiese salir a relucir su pasado en ERC, mintió al director de la prisión diciéndole que el ministro había ordenado que Bauzá y Viña fuesen liberados inmediatamente y que los expedientes de ambos fuesen destruidos en su presencia, consiguiendo su propósito.
Necrológica de Bartolomé Bauzá Roselló, en La Vanguardia (25-V-1943) |
Bartolomé Bauzá Roselló falleció en Barcelona en mayo de 1943 a la edad de 67 años. Para poder proseguir con la publicación de TBO, Joaquim Buigas se asoció con la viuda de Bauzá, Emilia Estivill, y con el que había sido gerente de su editorial, Emilio Viña, para constituir la empresa Buigas, Estivill y Viña, S. L., operativa desde el 1 de enero de 1944 (Manzanares, 2017) y que se mantuvo en activo hasta mayo de 1983. A partir de la constitución de Buigas, Estivill y Viña, S. L., la denominación “Editorial Bauzá” pasó a ser una simple marca comercial de la misma, al igual que lo era “Ediciones TBO”.
Después de que Emilio Viña enviudase de su primera esposa, Paquita Tous López, en 1957, contrajo segundas nupcias con Emilia Estivill. Emilio Viña González falleció en 1971 a la edad de 83 años, y Emilia Estivill Monlleó, en 1996, a los 101. Como ya se ha dicho, el hijo de Emilio Viña, Albert Viña Tous, fue director de TBO entre 1965 y 1983 y murió en 2015 a los 91 años de edad.
Placa conmemorativa en el lugar que ocupaba la casa natal de Bauzá en Vilafranca de Bonany, fijada en 2017. |
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