APOCALIPSIS DOMINICAL |
TEBEOSFERA. Naciste en Zaragoza, estudiaste en Salamanca y trabajas en Galicia. ¿Qué vértice de este triángulo tira más?
JOSÉ DOMINGO. ¡Y mi chica es de Extremadura, para acabar de rematar la jugada! Esta descolocación geográfica hace que no me sienta especialmente arraigado a ningún sitio, la verdad. Siento nostalgia de Zaragoza a pesar de haberme ido a los ocho años de allá, y llevo casi 21 años viviendo en Galicia, prácticamente me he criado aquí, obviamente me siento de aquí también... Salamanca es una etapa más transitoria, por así decirlo, pero clave en mi vida. Lo que pasa es que de Salamanca te llevas las experiencias y el haber conocido a gente que a su vez anda dispersa por ahí, más que lo que es el residir en el lugar en sí.
T. Los fanzines del siglo XX no son lo mismo que los del siglo XXI. ¿Opinas eso de Dr. Panceta o Haima, dos de los que llevaron tus primeros trabajos?
Muestra de "Telexpectoradores" para Barsowia nº 7, primera colaboración en Polaqia. |
T. Barsowia fue tu trampolín de salida para tu obra en historieta. ¿Qué destacarías de la filosofía editorial del conjunto de publicaciones bajo este título? (háblanos tanto de la de Polaqia como de las ediciones de Dolmen)
J. D. Tanto Polaqia, con Barsowia principalmente, como Dolmen son iniciativas editoriales que dan oportunidades a nuevos autores, y eso es algo necesario en la industria, que la gente que empezamos podamos foguearnos en algún lado, dar un pequeño primer paso con historietas cortas y luego uno más grande con algún álbum.
En el caso de Dolmen, además, se dedican a un sector de cómics más de género, con un espíritu más mainstream quizá, de producción propia, cosa que no abunda en el mercado editorial español y que es de agradecer, la variedad siempre es buena.
Y Polaqia supone una iniciativa autoral de autoedición, que es otra filosofía, pero que también cubre un ámbito del mundillo que tiene que existir.
T. En 2008 se disparan las posibilidades: Premio de GzCrea (en cartel), obra en la expo Outonarte, publicas en Carne Líquida y Barsowia... ¿ya querías dedicarte profesionalmente a la historieta o estabas probando varios palos?
J. D. Realmente son cosas que van saliendo, más que probatinas. No dejan de ser el ámbito de la gráfica y la ilustración como en el caso de la expo del Outonarte. En cuanto a tema carteles y diseño gráfico, es algo que me gusta mucho y en cuanto puedo hacer algo en ese plan, aprovecho.
T. En 2009 expones en el Saló y eres seleccionado en el Injuve. ¿De qué sirvieron estas menciones para tu proyección?
J. D. Pues por ejemplo, gracias a la exposición en el Saló en 2009 entré en contacto con la gente de Bang! porque les gustaron las páginas de La vieja Mecepiedras y ahora mismo es con la editorial que estoy trabajando para editar El gran Flaffy y Aventuras de un oficinista japonés.
Y lo del Injuve te sitúa un poco en el mapa, y además la itinerancia de la expo es tan larga que durante más de un año sigues dando guerra por ahí sin tú mover un dedo... Por ejemplo, este año en las Xornadas de Ourense me encontré con que, sin comerlo ni beberlo, estaba en tres de las expos que se hacían, la del Injuve, la del GzCrea y la de Un camino de viñetas, que recogía las páginas sobre el Camino de Santiago expuestas en el stand gallego en el Saló de 2010.
En definitiva, que guay del Paraguay.
Inicio de "La vieja Mecepiedras". | Colaboración en Un camino de viñetas. |
T. Dentro de tus intereses está ironizar sobre lo obvio (corrígeme si me equivoco). ¿Crees que concedemos demasiada importancia a según qué cosas? ¿Te parece esto un tema de peso para las historias que deseas contar?
J. D. Realmente no me lo había planteado en esos términos, pero sí. Es que son las cosas en las que me fijo día a día, las que me hacen gracia por lo absurdas que son en el fondo, a pesar de que muchas parecen cosas importantísimas, o incluso serias.
Es que me da la sensación de que todo, si le empiezas a quitar la paja y el adorno, acaba siendo resultado de tres o cuatro actitudes o emociones humanas básicas más un porcentaje variable de estupidez.
T. Cuimhne. El fuego distante es una historia sobre la necesidad de respetar con orgullo las decisiones tomadas en la vida, entre otras cosas. ¿Cómo surgió este proyecto con Kike Benlloch y hacia qué mercado lo queríais orientar?
Página de Cuimhne. El fuego distante. |
T. En Cuimhne se detecta la huella de Blutch y de Peeters. ¿Te reconoces en ellos, te fijaste en otros para abordar este libro?
J. D. Cuando dibujé la primera parte me fijaba más en Jeff Smith o Peeters; en la segunda, con ese trazo más suelto y más trabajo de rayado, supongo que me influyó más Blain, a Blutch no lo controlaba mucho por aquel entonces.
T. Polaqia ha publicado un libro de bocetos en su colección Sketchbook. Es una buena idea ésta para promocionar el trabajo de uno, ¿no?
J. D. Es genial. A mí siempre me ha encantado ver los bocetos de otros dibujantes, y creo que a casi todos nos pasa, pero desgraciadamente no es un tipo de libro que atraiga a la mayoría del público, por lo que no hay demasiado editado en este sentido. El formato que se estableció en Polaqia para los sketchbooks es superagradecido: formato pequeño, barato, papel ahuesado, que realza el lápiz de los bocetos, y la cubierta a dos tintas, que da mucho juego. Es como un caramelito… Y el de Javier Olivares es directamente un ferrero rocher.
T. Retranca, ¿una alternativa a El Jueves? ¿Es otro el humor que hacéis en esta revista gallega?
J. D. Hombre, no veo que sea una alternativa por el tema del localismo, sobre todo la parte de crítica sociopolítica es una cosa muy de aquí, pero hay bastante gente en Retranca que publica asiduamente en El Jueves y, evidentemente, el tipo de humor y el objetivo son bastante parecidos, El Jueves es un modelo en esto del escarnio gráfico.
Dos viñetas de El gran Flaffy. |
J. D. ¡Muchas gracias! Yo realmente lo veo más cercano al formato de tira humorística, aunque no tenga nada de tira, es una cosa muy de gag.
Como formato está en las antípodas de la novela gráfica, en el sentido en que las historias nunca superan las dos páginas y no suponen continuación unas de otras, son pequeños grandes momentos de la vida de Flaffy.
T. Háblanos de Aventuras de un oficinista japonés. ¿Qué va a ser eso?
J. D. Resulta un poco peliagudo hablar de ello ahora, con todo lo que está pasando en Japón, porque puede sonar a pitorreo, pero nada más lejos, realmente. Es un tebeo con mucho humor y mucho desenfado, y las cosas que suceden en él son absolutamente fantasiosas y siguen una lógica absurda. El personaje del oficinista japonés como protagonista es una excusa narrativa para después ir desarrollando todo de una forma espontánea.
Se trata de un tebeo con un punto experimental en el que la historia se va construyendo a medida que el personaje avanza por el escenario, es una especie de gigantesco efecto mariposa centrado en un solo personaje y que arranca con un señor que sale de su oficina para ir a casa y ve a un perro que sale volando.
Y hasta aquí puedo leer, de momento.
Cubierta y dos viñetas de Aventuras de un oficinista japonés. |
T. ¿Tu experiencia en la MasterClass en A Coruña te dejó claro cuáles son las mayores deficiencias que los neófitos tienen sobre el conocimiento de la historieta y su potencial comunicativo?
J. D. Bueno, es un poco lo que nos pasa a todos al principio. Primero sólo quieres hacer historietas porque el cómic mola, y punto. Y luego ya vas aprendiendo otras cosas, siendo más consciente del medio y de lo que haces, o de lo que quieres hacer.
T. Imagínate que pudieras tener el genio de Joost Swarte durante un mes para ti solo. ¿qué obra abordarías con esa posibilidad?
J. D. ¡Creo que en un mes no me daría tiempo a aprender holandés para comunicarme con el genio okupa de Joost Swarte en mi cabeza!.
T. Y dos preguntas sin trascendencia: ¿Kerouac y el zen siguen siendo válidos hoy? ¿Por qué tu blog se titula "dibujos domingueros"?
J. D. 1. Hell yeah, aunque supongo que hay mucha malinterpretación de ambas cosas.
2. Es un juego de palabras con mi segundo nombre, Domingo: el concepto de “dominguero” como conductor, pero aplicado al dibujo; el juego de palabras en inglés para decir dominguero, es decir, Sunday Drivers, que copié vilmente del nombre del grupo de música porque me dió la idea la similitud fonética de Sunday Drivers con el Sunday drawings. También, en el ámbito de la traducción ramplona, “Sunday drawings” sería “dibujos de Domingo”, que soy yo. En inglés, Domingo como nombre creo que es Dominique, es decir, diferencian entre el nombre de persona y el del día de la semana, por eso me hace más gracia usar Sunday.
Mi cerebro funciona así, qué le voy a hacer.
Cabecera del blog del autor. |
T. Pasemos ahora a cuestiones más generales. ¿Qué es la historieta para ti? ¿Qué debería ser un historietista según tú?
J. D. Es una forma de contar lo que tienes en la cabeza, de expresarlo a los demás, pero también a ti mismo.
Un historietista debería ser alguien que dibuje historietas.
T. ¿Qué es lo mejor de la creación y qué es lo peor de la profesión?
J. D. Lo mejor es conseguir acercarte a la idea que tienes en la cabeza en el momento de la plasmación, ser capaz de transmitir a las imágenes los matices que tienes hechos una madeja en la cabeza y clarificarlo todo.
Lo peor de la profesión es que a nadie le interese casarse con un dibujante de tebeos por dinero, fama y salir en la tele. ¿O eso era lo mejor?
T. ¿Qué personaje de cómic te gustaría haber creado?
J. D. Pues la verdad es que no lo sé, no me lo imagino... Los personajes que más me gustan o que más me impactan de alguna manera entran a formar parte de los que yo creo.
T. Cita tres clásicos de nuestra historieta. Y cita tres de las mayores promesas de futuro con menos de treinta años. Sí, sí, sólo tres de cada. Y si puedes, argumenta tus elecciones, por favor.
J. D. Clásicos de nuestra historieta citaría alguno de los primeros Mortadelos de Ibáñez, porque realmente es lo primero que me impactó de pequeño y que hizo que leyera tebeos con avidez; a Max, cuya trayectoria me parece que corre pareja a las diferentes etapas del cómic español y cuyas historias siempre tienen una carga de profundidad escondida, y a Ivá, que, aun sin haberlo leído demasiado y no haberme tocado vivir su época dorada, me parece un genio del humor a pie de calle, por cómo hacía hablar a sus personajes y el desparpajo con que dibujaba, que envidio profundamente.
Como jóvenes promesas, aunque no me gusta el término, citaría a Brais Rodríguez, Diego Blanco y Juan Díaz-Faes, amigos míos y excelentes dibujantes, de los que aprendo algo cada vez que veo un trabajo suyo.
T. Has nacido en una España democrática, ¿en qué crees que hace eso diferente tu obra de los tebeos que se hacían antes?
Portada de Oil panic, cómic participante en el Premio Raymond Leblanc 2010-2011. |
Yo he crecido completamente ajeno a todo esto, es de mayor y cuando vas conociendo la historia tanto del país como del tebeo cuando te vas dando cuenta de con qué despreocupación podemos crear ahora, basándonos únicamente en nuestras apetencias, con total libertad formal y temática. Y realmente me parece importante tomar conciencia de este hecho, por lo menos saber que no siempre fue así.
T. En tu caso, ¿el estilo surge tras la formación o la identidad artística debe anteponerse a cualquier imposición formativa?
J. D. La formación puede ser una jaula de oro. El “saber dibujar” puede condicionarte mucho, tanto a nivel estético, por buscar tal vez lucir esas largas horas de aprendizaje, como restar ingenio a tus soluciones formales. Hablo un poco de cómo me he sentido yo, me cuesta bastante salirme del querer demostrar que dibujas bien para hacer algo más instintivo, más propio.
Creo que hay que hallar las historias que quieres contar, lo primero, y eso traerá tu forma de dibujar, y para ello usarás los bastones que tengas a mano, sea la técnica, la soltura, la intelectualización o lo que sea. Hay que estar dispuesto a aprender, pero también a desaprender.
Yo he tenido un cambio de estilo de dibujo tremendo de hace un par de años acá que ha sido fruto de buscarme un poco a mí mismo, aunque suene a libro de autoayuda del Carrefour. La idea era simplemente buscar con qué tipo de historias y dibujos disfruto de verdad, porque si no, no tiene sentido dedicarse a esto; antes me perdía mucho en todas las posibilidades gráficas que tenía, todas me parecían realizables, pero no me estaba centrando de verdad en qué tipo de historia quería contar, que es lo importante.
En el fondo es una perogrullada, pero yo le he dado muchas vueltas a esto.
T. Tú siempre has tenido una historieta en mente, un proyecto que quisieras hacer. Dinos cuál.
J. D. Contar el fin del mundo.
Pin-up para la apocalíptica Teratos, de Romano. |
J. D. No suelo preocuparme mucho del género al que pertenecen mis tebeos, o de si pertenecen a alguno.
De los géneros me gusta el juego con unos códigos preestablecidos, me parece que crea una sinergia divertida en la obra, me gustaría explorarlo en alguna ocasión.
T. En los últimos años se observa una tendencia a la “historieta de la experiencia” (por trazar un símil con la poesía): ¿por qué crees que hay tanto interés por la aventura interior, o el escaparate del yo, últimamente?
J. D. Bueno, en cierto modo, dota de verosimilitud no ya a las historias, sino al medio en sí; parece que poder hablar de la propia vida de uno es un requisito para ser un medio artístico válido y maduro. Eso, de cara a la galería, puede legitimar el cómic como un medio adulto, y es positivo en tanto que atrae más lectores.
Para los que no hacía falta que nos legitimasen el medio, el tebeo autobiográfico es un género más en el que hay obras excelentes y otras que no lo son tanto, hay obras en las que se entremezclan la autobiografía y la ficción y otras que exclusivamente se centran en la vida del autor. Chris Ware nunca habla de Chris Ware, pero siempre habla de sí mismo. En cambio Jeffrey Brown se dibuja a si mismo en casi todas las viñetas.
T. Somos pocos los que disfrutamos con un tomo manga lo mismo que con un álbum francobelga o con un tebeo de superhéroes. Quizá puedas proponer una teoría sobre esta disgregación de las apetencias lectoras.
J. D. Eso supongo que depende del grado de afición que tenga cada uno, o de las ganas de profundizar en los cómics, si lo ven como un hobby de consumo rápido o no... Me parece perfecto que si a alguien sólo le interesan los mangas sobre lucha grecorromana sólo lea eso, pero no denigre usted otras cosas que no haya leído, por favor.
T. ¿Qué lees aparte de cómics? ¿Qué ves aparte de cine y televisión comerciales?
J. D. Últimamente trato de dilucidar la verdad última sobre el sentido de la existencia humana que estoy seguro se oculta en Sálvame y Dónde estás corazón.
En otras ocasiones trato de leer y ver un poco de todo, intentando rellenar mis lagunas culturales y estoy bastante enganchado a este boom de las series, supongo que como todo el mundo a los que nos da asco la tele de hoy en día.
Lo último que empecé a leer es Submundo, de Don DeLillo, es lo primero que pillo de él, aunque de momento no me ha enganchado. Anteriormente me flipé como un adolescente a la serie de libros Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin.
Portada ficticia de Prometeo Encadenado, de Esquilo. |
J. D. Me gusta mucho el diseño gráfico, en gran parte gracias un “grandérrimo” profesor que tuve en la carrera, Carlos García-Pablos, pero la verdad es que es un medio que absorbe también mucho tiempo, como los cómics y la ilustración, y en el que para poder dedicarte a hacer trabajos realmente interesantes has de volcarte completamente. Así que de vez en cuando, cuando tengo ocasión y tiempo, hago alguna cosa, una tarjeta personal por aquí, un cartel, o me invento algo, como alguna portada ficticia de un libro, me encanta diseñar libros.
La animación también me gusta mucho, y he trabajado en ello, pero como medio artístico unipersonal, por así decirlo, me da una pereza tremenda. Pero me encanta la parte de dirección de arte de una producción, el diseño de personajes y escenarios y el storyboard (que es cómo el cómic, pero además no tienes que comerte la cabeza con la forma de las viñetas).
T. ¿A tu entender, qué vincula al cómic con la literatura, el teatro, la ilustración, el cine, el videoclip?
J. D. El ritmo, así, a pelo. Y en este punto incluiría también la música, aunque no sea un medio visual.
T. Imagina que el cómic se "normaliza"... ¿preferirías ser entonces un best seller o un autor jaleado por la crítica más selecta pero poco popular?
J. D. ¿No se puede ser las dos cosas a la vez? Creo que con la adecuada promoción, sobres de dinero e intimidación, puede lograrse.
En serio, ni idea. Hay que hacer lo que uno quiere hacer de la forma que mejor pueda, y lo que llegue, pues llegará. Lo que sería triste es que te pasara cualquiera de las dos cosas después de muerto y que en vida no vieras un duro.
T. Hablando de la crítica, ¿existe?, ¿sirve para algo?
J. D. Creo más en la divulgación con criterio que en la crítica puramente dicha, que no deja de ser la opinión de una persona. Antes era muy descreído en este aspecto, pero la gran labor que han desarrollado en los últimos tiempos diversas webs y bloggers han hecho que respete de nuevo la figura del crítico/experto/erudito en la materia. Que alguien se dedique al estudio del medio y lo divulgue, que es una labor ardua y que exige muchísimo tiempo, redunda en beneficio de todos.
Por otro lado, el crítico sirve también de filtro y de punto de enganche para el lector en tanto que funciona como guía, en cierto modo abre las puertas de acceso al medio al lector novel, y eso también es bueno.
T. Supongamos que el cómic ha llegado plenamente a la universidad. Según tú, ¿qué asignaturas deberían impartirse para formar bien a todo el mundo?
J. D. Hay sitios en los que ya se imparten asignaturas de cómic, aunque la verdad es que desconozco cuáles exactamente. Lo esencial es aprender narración gráfica, tanto para crear obras de cómic como para entenderlas y apreciarlas. Y luego, como yo ya no tendría que cursar esas hipotéticas asignaturas, un buen tocho de historia del cómic, ja ja ja.
Lo que sí que creo es que no habría que llegar a la universidad para que se incluyera el aprendizaje artístico en la educación, puesto que es un aspecto a mi entender importante en la formación de una persona, que despierta otra forma de hacer funcionar al cerebro más allá de las mates y las sociales. Me refiero a asignaturas con programas bien diseñados y que de verdad funcionen, no ese sucedáneo horroroso de manualidades que daban en el cole.
T. En un foso con leones hay un editor, un distribuidor, un impresor y un librero. Puedes salvar a dos. Extiéndete en los porqués.
J. D. Iba a decir a los leones, pero se los han comido mientras lo escribía.
Salvaría al editor y al librero, porque considero que son los eslabones insustituibles de la cadena. Es decir, tanto el editor como el librero arriesgan y ponen normalmente gran parte de sí en el negocio de los cómics. Un editor no va a ser igual a otro, no va a apostar por las mismas obras, y sin tiendas donde comprar tebeos, difícil lo íbamos a tener para venderlos, aparte de que la tienda especializada es un punto no sólo de compra, sino también de encuentro y de apertura. Hacen negocio, sí, pero también se implican emocionalmente la mayoría de las veces.
Tanto el distribuidor como el impresor son negocios puros, un señor con una furgoneta y un señor con una imprenta. No creo que los lectores notásemos la diferencia si se cambia a una persona por otra, siempre y cuando se mantengan los servicios.
Doble ilustración para O Fanzine das Xornadas. |
T. ¿Para qué sirven los festivales de cómic, aparte de para disfrazarse y ver a los amigotes?
J. D. Para el público, supone un escaparate, aunque viendo el trato que le dan en los medios, no sé si eso es bueno.
Para los que nos dedicamos a un trabajo tan monacal, los salones sirven para socializar, conocer a otros autores y también para establecer relaciones de trabajo, contactar con editores, promocionar tus tebeos.
Y sirve para conocer olores nuevos, también.
T. Háblanos del concepto "novela gráfica". ¿Qué te interesa de este concepto y qué no?
J. D. Me resulta un concepto práctico, más que otra cosa. Volvemos a topar con el tema de la percepción social del medio. Mucha gente se ha acercado a los tebeos gracias a esa etiqueta, dentro de la cual se incluyeron los cómics por así decirlo más “serios”, de los que puedes leer sin que te miren raro, porque suena menos infantil. Tampoco sé hasta qué punto ha sido un fenómeno más acusado en nuestro país, en el que la historieta está lastrada todavía por la idea de “entretenimiento juvenil y vacuo”.
Pero ha sido un poco un arma de doble filo, ya que ha creado una especie de canon, un rasero por el cual se miden los tebeos ahora y que en ocasiones impone restricciones a las obras en cuanto a temática y formato.
Así que si ha atraído a público nuevo, bien venido sea, pero creo que es el momento de, sutilmente, encauzar a ese público “graphicnovelero” hacia la luz y mostrarles un abanico más amplio del mundo del tebeo.
T. Premio Nacional de Cómic, Museo de Dibujo e Ilustración, Premi Nacional de Còmic, Museu del Còmic i la Il·lustració de Catalunya. ¿Qué te dicen estas denominaciones?
Obra ganadora del primer premio de carteles GzCrea 2008. |
T. ¿Qué opinas del apoyo institucional al cómic, lo ves necesario o no? ¿Crees que los políticos podrían instrumentalizar los mensajes de los cómics que patrocinan?
J. D. La promoción de la cultura con dinero público me parece indispensable, pero no como vehículo para “pillar cacho” y que cuatro vivan de rentas, sino porque creo que la promoción cultural desinteresada es obligación de un gobierno, sobre todo en cuanto a la difusión, formación y apoyo a los nuevos creadores e iniciativas interesantes.
El tema manipulaciones, instrumentalizaciones y caciquismos, lejos, por favor. Más lejos, si. Un poco más, un poco más... ahí está bien.
T. ¿Si usas herramientas electrónicas, dinos qué técnicas tradicionales has decidido no utilizar. ¿El uso de las nuevas modifica el mensaje o algún apartado de la obra en sí?
J. D. Uso el ordenador principalmente para dar color, retocar bocetos que imprimo luego en azul para dibujar por encima, o crear plantillas de páginas para algún cómic en concreto que utiliza un formato de página muy definido. Todo ello porque es más cómodo y rápido.
El dibujo a lápiz y tinta lo sigo haciendo en papel, disfruto más del proceso.
No creo que altere en nada la obra, son meras herramientas que están al servicio de la idea que se quiere plasmar. Los cómics de Tintin podrían haber estado coloreados con Photoshop usando el bote de pintura y serían igual de geniales.
T. Cómics digitales y cómics digitalizados. Se parecen en algo: los digitales los hacen autores que no cobran (salvo excepciones), los digitalizados implican que el autor no cobra por esa copia digital (salvo excepciones).
¿Cómo regularías esto? Muestra de "Robot Gigante", ganador del premio Xuventude Crea 2010.
J. D. Es que el modelo de negocio ahora mismo está en el aire, aún no hay nada definido o unos cauces establecidos. Pero sí que hay un abanico amplio de posibilidades tanto para ofrecer tu obra gratis como para cobrar por ella, tanto a través de editoriales que trabajan el formato digital como por tu cuenta mediante micropagos o donaciones. Lo bueno es que cada uno pueda elegir lo que quiere hacer con su obra.
En cuanto a los cómics digitalizados, soy de la opinión de que el que los lee así no pagaría por el libro en sí, bien porque no quiere, no puede o no le interesa lo suficiente. La idea de que toda copia pirata es una copia original menos que se vende no es cierta. Es como si dijéramos que todo el que se lee el tebeo en una biblioteca está quitándole dinero al autor. Cualquiera de estas personas puede acabar yendo a comprarse tu tebeo más adelante precisamente por haberlo leído gratis y haberle gustado, o quizá lo siguiente que saques.
Regularlo me parece directamente imposible, la verdad. Y no creo que redundara en mayores ventas. Yo leo cómics digitalizados y en bibliotecas gratis, leo cómics digitales pagando y otros me los compro en formato libro.