Editorial ;
Si fueras Hordak tendrías una vida oscura y tremenda. Compartirías tu departamento con ratas superpoderosas y cuca-rachas que se toman tu ginebra. Querrías jugar con los juguetes de tu infancia pero los juguetes se reirían de vos. Si fueras Hordak, te mirarías en el espejo para ver cada vez algo distinto pero verías siempre lo mismo. Recorrerías durante horas los negocios del centro para darte cuenta de que los personajes que te fascinaban de chico ya no te interesan. Pero no sería cierto, porque si no fuera por esos personajes, no podrías emborracharte con los linyeras del barrio ni tirarle onda a la chica que te gusta. Si fueras Hordak, para leer este libro tendrías que aceptar ponerte una máscara, la máscara que usa Pedro para fingir que nos cuenta su vida cuando en verdad nos está contando nuestra propia vida, llena de cosas reales que nunca pasaron. Con esa máscara, y solo con esa máscara, podrías admitir lo mucho que extrañás a tu abuela, como yo. Y si al terminar de leer te sacaras la máscara, te darías cuenta de que Pedro Mancini es un mentiroso. Miente cuando dice que es Hordak y miente cuando dice que no lo es. Por eso, al fin y al cabo, Pedro siempre dice la verdad. Federico Grunauer.