Después de un año sin dar noticias, Nana irrumpe de nuevo en la vida de sus dos antiguas compañeras de piso y amigas. Sus motivaciones parecen simples: hacer las paces y recuperar su confianza. Será un poquito más complicado de lo que ella espera.
No es el fin del mundo es un abrazo a los vínculos que nos sostienen y nos transforman a lo largo de nuestra vida. Una novela gráfica que captura de manera mordaz la compleja cotidianeidad de los veinteañeros en todo su dolor y gloria.