Alteau quiso ser historietista desde que conoció a Paul Deliège (el autor de Bobo y de Les Krostons), y seguiría los pasos de este maestro, como los de otros, (Macherot, Will, Franquin, Roba, Walthéry...). Logró publicar en Spirou con solo catorce años pero a los 16 emigró a París para mezclar rock con cómic, dado que la música también le atraía poderosamente a esa edad. Asistió a Frank Margerin en algunos de sus álbumes y luego encarrilló su carrera como colorista. Su primer álbum en el que figuró como dibujante fue Le secret de l’Unesco una obra promocional de esa entidad. A partir de 2006 fue autor de nuevas obras propias de historieta, como Le p’tit Chirac, Vie de merde o Enfants.