Fernando Perdiguero Camps

Perdiguero nació en Manila cuando todavía era colonia española, si bien al poco se perdería (en el mismo año 1898) y su familia se trasladó a Madrid.

Con alma de artista, se interesó por el teatro y por el dibujo. En 1921 estrenó dos sainetes: El orgullo de San Roque, en el Teatro Español, y El sereno de mi calle, en el Teatro Lara. Pero le atrajo más el dibujo y se comenzó a publicar viñetas en la segunda mitad de los años veinte en publicaciones madrileñas como Chiquilín, una revista infantil en la que coincidió con los dibujantes Barbero y Galindo, y también con los escritores Ramón Gómez de la Serna, Edgar Neville y José López Rubio. Ya firmaba allí como Menda, y también cuando pasó a dibujar sátira política en el semanario La Calle en 1930, donde coincidió con José Martínez Romano, con quien se inició en la animación, en cortometrajes animados y en las películas La novia de Juan Simón (1933), Una de abono (1935), Buffalo Bill (1935) y Don Juan y Doña Inés (1939). 

En los primeros años treinta también colaboró con El Liberal y con las revistas satíricas El Cencerro, Buen Humor, Muchas gracias o Gutiérrez, trabajando mano a mano con su creador, K-Hito (Ricardo G. López), hasta el punto de encargarse él al completo de algún número. Durante este periodo también dibujó para la publicación sicalíptica valenciana La Traca. 

Al acabar la Guerra Civil fue detenido por sus trabajos satíricos anticlericales y contra los conservadores y fue condenado a muerte, pero la pena le fue conmutada y salió en libertad en 1942. Al poco encontró trabajo en la prensa de nuevo, como crítico taurino y como redactor jefe de La Codorniz, publicación en la que comenzó a trabajar en 1944, convirtiéndose en el alma de la revista según comentaba Enrique Herreros.

Su hijo fue el también humorista Fernando Perdiguero Pérez (Madrid, 1929-2014), conocido como Oscar Pin o Don Fernando.