Tras licenciarse en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, trabajó durante cinco años como profesor, profesión que abandonó para dedicarse plenamente a la ilustración. Probó suerte en el mundo del cómic, colaborando con Daniel Torres, encargándose del color en la colección de cuadernos de historietas Opium (1989), y colaboró en varios números de la revista El Comic d'Alaquàs, aunque posteriormente se dedicó sobre todo a la ilustración de libros juveniles.