Gutiérrez Salazar se inició en el dibujo como ayudante de Dante Quinterno, tras lo cual publicó en 1929 en La Novela Semanal la historieta “La barra de Candelario” (aunque es posible que antes, en 1928, participara en “Rulito, el gato atorrante” de Raúl Roux, publicada en El Tony). Entre 1939 y 1940 ya se hizo cargo de títulos cómicos infantiles como El gaucho Juan Pereyra, Rafucho y Taponazo, varias de ellas en la revista Figuritas. En 1941, Gutiérrez abordó su primera historieta seria, la titulada "Hacia otros mundos”, que no tuvo continuidad.
Gutiérrez siguió ligado al humor gráfico, campo en el cual en 1951 integró el equipo de colaboradores de la revista Ping-Pong, para la cual realizó el personaje homónimo (también lo hacía Giraldo) y otro denominado Catapato. En la misma época, a mediados de los años cincuenta, se integró como docente en el Curso de los Famosos Artistas de la Escuela Panamericana de Arte, junto con Fernand y José María Clemen, desarrollando también labores en el campo del dibujo publicitario y la ilustración. Fue muy popular su estilo de trabajo, usando el medio tono con lápices a carboncillo, con este estilo abordó la practica totalidad de los dibujos de la revista Lágrimas, risas y amor, con populares series como Rarotonga, Yesenia, El pecado de Oyuki o Rubí, con guiones de Guillermo de la Parra y Yolanda Vargas Dulché.
En 1954, Gutiérrez volvió a trabajar en historietas de aventuras puesto que firma los dibujos de la serie que daba nombre a la pequeña revista quincenal Yanko, eran cómics detectivescos escritos por Pilo Mayo (Rafael Dente). En 1956, Gutiérrez se sumó a la lista de dibujantes que realizaron Poncho Negro, de Editorial Sugestiones. Esta vena aventurera continuó al llegar a los años sesenta, dado que publicó en Columba la serie Gunga Din (en Album El Tony, 1961), Peligro en la sombra (en Fantasía, 1963), y adaptaciones de películas como Juramento de Venganza (en D’Artagnan) y otras muestras de aventuras, policial, de ambiente deportivo e historias de la vida cotidiana en Intervalo, a lo que debe sumarse el género gauchesco con la serie Hombres de Fortines, que realizó para Album de El Tony, además de numerosas historietas sueltas como, "Cirios amarillos en París", en D’Artagnan, 1961 o "El héroe fugitivo", en Intervalo, por las mismas fechas. También a inicios de los años sesenta colaboró en la revista Fuego con historietas de tema bélico.
En la etapa final de su trayectoria, Gutiérrez aportó historietas de Los mártires (en Fantasía, 1971), Un pistolero a sueldo llegó a Detroit (en D’Artagnan, 1971) y la serie Años sin ley (en la misma revista, en 1975). Su último trabajo publicado apareció en Columba: "Escuadrón Ranquel", en D’Artagnan Extracolor nº 399, de 1978.
Alejado de cualquier virtuosismo, la obra de Gutiérrez destaca no obstante por una forma de dibujo que lo hacía claramente identificable. Como dice Carlos R. Martínez en Top-Comics: “Haciendo un juego de palabras y sin ningún animo peyorativo, todo lo contrario, podríamos decir que fue no un “ilustre desconocido” sino un desconocido ilustre de nuestra historieta”.