Nani Lucas penetró en el mercado del humor gráfico dibujando viñetas políticas para el periódico O Diário Católico, de Belo Horizonte, desde donde partiría para trabajar en O Jornal e instalarse en Rio de Janeiro en el año 1973. Ya entonces como colaborador del semanario satírico de mayor repercusión, O Pasquim, publicación surgida en 1969, acertó a exponer los problemas de la pobreza y el hambre dentro de su propia sección, y fuera de la misma, como respuesta a la intensificación de la censura llevada a cabo por la dictadura militar. Motivos centrales de su producción satírica junto a la sempiterna inflacción que, apuntalados en la diversidad de lecturas que se despliegan ante la idiosincracia del ser brasileño y la tipología de sus distintas clases sociales, acabó por dar forma a la serie que lo consagraría ante el público lector: Vereda tropical. Sátira con personajes fijos que alcanzó su mayor difusión al ser publicada en varios periódicos a lo largo de todo el país a partir de la década de mil novecientos ochenta, algunos años después de su estreno en la revista de historietas O Bicho (1975, CODECRI/EMEBE Editora). Una cabecera en la que la firma de Nani acompañó a las de otros grandes de la historieta brasileña como Laerte, Nilson, Miguel Paiva, Luiz Gê, o un jovencísimo Léo (Luiz Eduardo de Oliveira), además de compartir páginas junto a otros nombres de la relevancia internacional de Robert Crumb, George Wolinsky o Quino. De esta rápida consagración da cuenta el que su presencia fuera destacada en la primera edición de revista satírica Almanaque Humordaz (1976, Editora Humordaz).
La labor del dibujante en el ámbito del humorismo también se desplegó a través de otros medios, y, así, su presencia como redactor y guionista fue una constante en los más diversos programas de televisión, sobre todo aquellos ligados al cómico Chico Anysio (Francisco Anysio de Oliveira Paula Filho) y la Rede Globo. Tampoco fue menor en el campo del libro y la ilustración infantil, A traça de A a Z, Tem outra palavra na palavra, A menina que acordava as palavras, son apenas tres de las muchas obras que el autor destinó a un público tan específico como importante en su país. Y todo ello sin dejar de ser una de las firmas más recurrentes en las revistas nacionales brasileñas de humor desde los tiempos que el dibujante se acostumbrase a producir historietas y viñetas humorísticas en cantidad suficiente como para sortear la censura previa impuesta durante la dictadura. Bien como historietista o humorista gráfico su presencia fue requerida en cabeceras como Ovelha negra, Ele & Ela, Bundas, así como las ediciones brasileñas de la revista Mad y Playboy, y sus personajes y series fueron motivo de recopilación para algunos de sus primeros editores cuando este tipo de lanzamientos no eran del todo usuales. Situación que cambió con el nuevo siglo gracias a varias antologías dedicadas al autor que irían apareciendo dentro de colecciones pertenecientes a las editoriales L&P Editores y Desiderata desde 2002 en adelante. Títulos que daban cuenta de su irreverencia como humorista, de unas constantes temáticas, y de la simplicidad mordiente de un trazo influenciado por Millôr Fernandes y hasta el mismísimo Henfil, autor este último del que Nani Lucas fue designado como sustituto en el Jornal dos Sports.